martes, 7 de julio de 2020

EL CNE , REPRESENTACIONPROPORCIONAL Y DE CUANDO VOTE POR SACAR A DAVID NIEVES DE LA CARCEL

El CNE, representación proporcional y de cuando voté por sacar a David Nieves de la cárcel

Eligio Damas

            Eran los tiempos de cuando todavía un sector de la izquierda venezolana privilegiaba la lucha armada, guerrillera y en esencia la violencia, como forma de dirimir los conflictos de clase en Venezuela.
           Soñaba un cuadro caótico del modelo capitalista, que sólo eran crisis, generalmente derivadas de las malas políticas de los gobernantes, la excesiva corrupción, las desventajosa balanza comercial que hacía siempre deficiente el ingreso petrolero, más cuando el barril del hidrocarburo tenía un precio miserable y la tradicionalmente desventajosa relación con el capital internacional y en consecuencia, dentro del mismo sueño, veía su accionar violento como la única manera para llegarle al movimiento popular, exhibiéndose como los soldaditos heroicos, que en cualquier momento, cual vengadores y repartidores de justicia, bajarían de las sierras. Fue una vuelta al viejo romanticismo. Les hace falta su Eduardo Blanco para que les escriba el II capítulo de “Venezuela Heroica” y le dé más sustento y sustancia a sus héroes. Fijación aquella derivada del efecto ecuménico de la revolución cubana que generó el espejismo que la respuesta dada por el “Movimiento 26 de julio”, era la insustituible   y única forma de lucha para acceder al poder.
            Entonces, para la “vanguardia”, la Venezuela de los tiempos primeros del gobierno de Betancourt era la misma de la Cuba de Batista y en la América toda también era exactamente igual la cosa.
           Y soñaba aquel cuadro, nada renacentista, para que la estrategia que había asumido, tomándola prestada, hiciese juego con él. Había una narrativa donde los planos se superponían o donde la realidad se evadía para darle espacio a los sueños.
            Y también era así, porque por aquella visión que el capitalismo se derrumbaba, también se fortalecía con la idea que ya la sociedad demandaba un cambio radical, como que se le abriese espacio, camino, a un nuevo modelo, sin importar que dentro de ella no se hubiesen generado las condiciones inherentes a éste. Y siendo ese el cuadro, dado que el sistema electoral estaba conformado para que las fuerzas políticas hasta entonces dominantes nunca perdiesen en el conteo definitivo, se usaba aquello de “acta mata voto”, había que apelar a la fuerza de las armas. Se suponía y hasta se supone que basta imponerse por la fuerza ante las clases dominantes, las que manejan el modelo capitalista, para que la sociedad toda, como impulsada por un movimiento inercial, casi mágico, genere uno nuevo y el hombre adopte una conducta diferente. La realidad concreta, específica, el espacio donde uno patea no contaba para mucho y menos el ámbito mundial. Algo así como que “como vaya viniendo vamos yendo y en el camino se emparejan las cargas”. Aunque en verdad se parece más a aquella vieja pedagogía según la cual se mejor se aprende y se organiza llevando coñazos.
            Pero las cosas habían venido cambiando, porque la realidad, sobrepasándose de terca, se imponía a aquellas visiones soñadas o idealizadas que pese esto tenían excesiva carga pedestre. La lucha guerrillera, tal como aconteció con el propio Che Guevara, pese su gloria de “Guerrillero Heroico”, terminó siendo un fracaso en todo el continente. Paulatinamente, los guerrilleros, más que convencidos de su error, derrotados, empezaron a bajar y dejar sus armas escondidas porque el sueño persistía y quizás tuvieran que volver a buscarlas.
          Empezó entonces aquel proceso difícil, precisamente por los sueños derrotados, que los soñadores todavía no quieren aceptar la realidad, y la forma de lucha se trasladó a la ciudad. Comenzaron a hacer vida legal y encontrarse con la gente, con la multitud que erróneamente habían dejado.
          Los cambios en el hombre no suelen ser tan rápidos como él quisiera. Adaptarse a la vida legal y una forma de lucha distinta a la que venían practicando por años y a la que de paso todavía no habían renunciado, sino visto obligados a abandonar  por lo desventajoso, no es nada fácil y no lo es tanto que suele producir confusiones, como responder de manera automática, refleja, como no se había pensado y hasta racionalizado en algún momento.
        Por eso, acogidos a la vida legal o para mejor decirlo, habiéndose vistos obligados a hacerlo, les resultaba difícil ejercer la nueva práctica que las circunstancias demandaban. En veces sin planificación previa, sino como resultado de la reacción que en ellos generaba la confusión inherente al proceso de adaptación, iniciativas personales de algunos todavía no centrados en el mundo real, solían incurrir en prácticas propias de los tiempos anteriores.
            Ellos, para justificarse y no producir desprendimientos, apelaban a aquello de “combinar las distintas formas de lucha”, sin importarles que eso se tradujese en la continuación y acentuación del rechazo que la lucha guerrillera y la violencia en general despertó entre la multitud contra la izquierda venezolana.
           A mi amigo David Nieves Banchs, caraqueño, de los lados de San José o la Pastora, si mal no recuerdo, sobrino del mártir adeco Castor Nieves Ríos, le conocí en 1958 ó 59, cuando ambos militábamos en la juventud de AD, en una de aquellas borrascosas asambleas donde debatíamos acerca del rumbo por darle al gobierno de Betancourt y al partido, en buena medida influidos nosotros por lo que acontecía en Cuba. Juntos participamos en la fundación del MIR y en las mismas condiciones nos sumergimos en la clandestinidad cuando Betancourt ilegalizó nuestro partido.
          Por lo que aquí pasó, el partido terminó en pequeños grupos de vanguardia que en las ciudades trabajaban en función de otros también poquitos “que estaban arriba”. Como muchos, en un aciago momento, hube de irme a lo que solíamos llamar en la jerga clandestina, la “producción”. Es decir, desligarme de la dedicación al partido por ponerme a trabajar en una empresa privada para poder subsistir y cumplir mis obligaciones. Aunque también había llegado ya a la absoluta convicción que aquello no tenía sentido.
            Estando en Barcelona, con frecuencia, fui visitado por mi viejo amigo y compañero David Nieves, quien actuaba como enlace entre la organización urbana, demasiado precaria para no decir inexistente y el movimiento guerrillero del Turimiquire comandado por el “Comandante Gerónimo” o nuestro común amigo Carlos Betancourt, también militante del MIR. De esos vínculos clandestinos, pese yo no militaba, sino que nos reuníamos a conversar por razones puramente personales y en honor a la vieja amistad, aumentó el afecto que siempre le he profesado desde aquellos días caraqueños.
            Posteriormente, como bien se sabe, habiéndose dividido de nuevo el MIR, nació la “Liga Socialista” de la cual David Nieves pasó a formar parte como cuadro dirigente.
            Entre el pensar colectivo y el hacer de la “Liga Socialista”, particularmente la de la zona norte de Anzoátegui, y quien esto escribe, había muchas diferencias. Eran dos visiones absolutamente distintas y hasta distantes desde la perspectiva de la izquierda. Con sus militantes, en muchos espacios, en los tiempos de la reconstrucción del MIR, vuelto este a la legalidad, tuvimos muchos enfrentamientos y el distanciamiento era marcado.
            David Había sido detenido por razones puramente políticas; el Estado y gobierno de entonces, no lo habían ni siquiera acusado formalmente de nada porque no tenían elementos pertinentes. Sólo tenían contra él, cosa difícil de probar, que era militante o dirigente de la Liga Socialista, entonces en la condiciones de ilegalidad, pero en el proceso que arriba comentamos, relativo al intento de insertarse en lo legal y como tal todavía ligada a la lucha armada, que todavía persistía en unos focos, más por simbolismo, descanso, espera y simple subsistencia que otra cosa, lo que además parecía ser también algo difuso.
            Por su status legal y personal pues, David podía perfectamente participar como candidato en las elecciones que se avecinaban. En efecto, se le inscribió como candidato a diputado por Caracas.
            Estando en Barcelona voté por la lista del partido o grupo que lo inscribió, pese las diferencias a las cuales ya he hecho referencia.
           Personalmente David, quizás por habernos conocido y compartido espacios de lucha en los tiempos juveniles, ante quien esto cuenta, ha sido siempre un hombre amplio, cordial y dispuesto a escuchar y en aquel tiempo, porque ahora hablamos de ese tiempo, era merecedor de nuestro respaldo, más para ayudarle a alcanzar su libertad. Sustancialmente por esto voté por la lista de sus compañeros de Anzoátegui a conciencia que ninguno de ellos saldría y que serviría para que el cociente electoral terminase por favorecer a David, como en efecto sucedió.
           Aquel dictamen popular, al ser proclamado, lo invistió de inmunidad, por lo que el gobierno puntofijista, en contra de su voluntad, se vio obligado a “respetar” sus reglas y ponerle en libertad.
           Esta anécdota relacionada con mi amigo David Nieves, sirve para manifestar mi respaldo a la restitución de dicha fórmula, que le reconoce el derecho a toda parcialidad política, para explicarlo de manera sencilla, que teniendo los votos suficientes en el padrón electoral nacional o regional no tenga la representación a la que tiene derecho o, lo que es lo mismo, que una buena cantidad de venezolanos, que a lo largo del país votaron por una determinada tendencia o partido, no dejen de tener representación.
        
     
        

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