martes, 14 de junio de 2016

LA MAS BELLA RELIQUIA

La más bella reliquia
El historiador Emilio Roig considera como una de las más bellas
reliquias de la arquitectura colonial el Palacio de Pedroso, en la
calle Cuba entre Cuarteles y Peña Pobre. Fue construido en 1780 por
don Mateo Pedroso, regidor y alcalde ordinario de La Habana. Consta de
cuatro pisos, incluyendo el entresuelo, y su fachada, monumental y
sobria a la vez, luce un balcón corrido, de madera, de tipo morisco.
En 1840 la mansión fue alquilada a don Juan Montalvo y O’Farrill, tío
de la famosa Condesa de Merlin, que vivió en esa casa durante su viaje
a La Habana, en 1844. Diez años más tarde fue sede de la Audiencia
Pretorial, desalojada del Palacio de los Capitanes Generales y que
pasaría luego a la Cárcel de Tacón, al final de Paseo del Prado. En
1898 se instaló allí la jefatura de Policía de la ciudad, y volvió a
manos de un descendiente de la familia de los propietarios originales
en los años 30 del siglo pasado. Fue por entonces que Joaquín Weiss
hizo allí un admirable trabajo de restauración.
El Palacio de Balboa, por el que se interesa Yamilé Cándales, fue
construido por los marqueses de ese nombre y se ubica en la manzana
enmarcada por las calles Egido, Zulueta, Gloria y Apodaca. El ya
citado Emilio Roig le celebra, en primer término, su estilo
arquitectónico. Edificado en 1871, es decir en pleno esplendor del
estilo neoclásico, se aparta casi totalmente de las líneas de esa
tendencia. Pedro Tomé Verecruisse, el arquitecto que lo proyectó, se
inspiró al parecer para erigirlo en los bellos palacetes con marcada
influencia francesa que entonces estaban de moda en el Paseo de la
Castellana, de Madrid, algunos de los cuales quizá fueran obra del
propio Tomé Verecruisse.
Se distingue asimismo por ser el primer edificio de carácter
particular que, dentro de la ciudad, se proyectó para que ocupara por
entero una manzana, todo rodeado de jardines y con fachadas por los
cuatro costados, aunque sin portal en ninguna.
Allí vivió y de allí salió para casarse Amelia Goyri. Era sobrina de
la Marquesa y pasó a la posteridad como La Milagrosa. Se trata casi de
una santa y por eso su tumba, en el cementerio de Colón, está llena de
ofrendas y mensajes de agradecimiento de aquellos que en un momento de
angustia imploraron su ayuda y ella les concedió lo que le pidieron,
casi siempre el rencuentro con la persona amada y el restablecimiento
de la relación amorosa. Es el suyo el panteón más visitado de la
necrópolis de Colón.
El actual Museo de la Revolución empezó a construirse como sede del
Gobierno Provincial de La Habana. Mariana Seba, esposa del mayor
general Mario García Menocal, presidente de la República, se enamoró
del edificio y logró que su esposo lo confiscara y pagara al Gobierno
habanero. Fue entonces que el edificio de la calle Refugio número 1
pasó a ser Palacio Presidencial, despacho y residencia oficial de los
mandatarios cubanos, y el Gobierno Provincial se instaló en el Palacio
de Balboa. A comienzos de la década de 1960 se extingue esa forma de
gobierno y el inmueble acoge a la Junta de Coordinación, Ejecución e
Inspección de la provincia, hasta que da cabida al Comité Estatal de
Ciencia, Técnica y Medio Ambiente. Acoge después a la dirección de una
empresa comercial.
Hablaremos por último del palacio de los condes de Casa Moré, luego
llamado palacio de los marqueses de Villalba. Situado frente a la
plazuela de las Ursulinas, ocupa un área de 2 000 metros cuadrados.
Fue construido en 1872 y es obra del ingeniero Eugenio Rayneri.
Funcionó en este edificio el Senado del Gobierno Autonómico. Luego
estuvo allí la empresa inglesa de los Ferrocarriles Unidos y hoy da
albergue a la Sociedad Cultural Española.






Ciro Bianchi Ross
cbianchi@enet.cu
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