domingo, 7 de diciembre de 2014

EL SER INATRAPABLE


El Ser inatrapable
Por Yndamiro Restano
La diferencia más ostensible entre el resentimiento y el mejoramiento humano, es que el primero persigue ser mejor que el otro mientras que el segundo busca ser mejor que uno mismo. Por supuesto, ser mejor que uno mismo implica un grado de heroicidad porque la organización social ha institucionalizado el adocenamiento y no la rebeldía. Ser mejor que uno mismo implica un desafío porque significa vivir en conexión con el Ser, que es esa dimension irreductible e indominable que todos llevamos en nuestra interioridad.
La sociedad no es un taller de mecánica, donde se reparan las incorrecciones de nuestro ente problemático sino un organismo vivo y en evolución permanente. Hasta la fecha el poder ha perdido su lucha contra el Ser y ni siquiera en el caso de los sistemas totalitarios, que se disfrazan de Ser, cuando en realidad son un esfuerzo genocida por dominar al indominable Ser, han podido domesticar al género humano. Millones de personas exterminadas en el siglo XX en un despliegue sanguinario y enloquecido por esclavizar a nuestra especie, no pudieron controlar al  Ser que ha creado lo que es y habita como una huella del gran artista del universo en cada persona.
Precisamente, por ser fundamentalmente inútil, es que el mal es frívolo. Ninguna artimaña que utilice el poder podrá doblegar al Ser, pues él tanto en su nivel casuístico como colectivo y cósmico, es superior a todas las particularidades de la creación, incluyendo al ser humano, que todo parece indicar que es el único ser vivo que tiene conciencia de lo sagrado, de la rebeldía creativa que le permite mantener una inconformidad permanente ante la realidad. Cuando al ser humano no le interese ejercerse como conciencia crítica, como expresión de la GRACIA, que es el Ser rebelde e indoblegable, entonces el Ser habría envejecido y estaría a punto de morir. Pero esto es imposible porque el Ser vive fuera del tiempo. Nadie puede atrapar al Ser porque si fuera posible atraparlo dejaría de ser no sólo el propio Ser sino su hipotético atrapador. Lo que si puede alcanzar  la Humanidad, es  llegar a saber que la creación posee una teleología y que nosotros podemos cocrear junto al Ser Cósmico, desde nuestro Ser particular, un mundo menos doloroso. Las cartas están echadas. O mejoramiento humano, que significa ser mejor que nosotros mismos a partir de llevar una vida desafiante desde el Ser; o el resentimiento insaciable, que persigue superar a  los demás desde las pulsiones abominables de la ambición sin escrúpulos. En nosotros vive la respuesta positiva y la negativa; optemos por la positiva que además de aliviar el dolor de las personas y de los animales que tienen la capacidad de sufrir, no es inútil. Pretender dominar absolutamente a los seres humanos, es entrar en el camino oscuro y lóbrego de un genocidio inútil. La esclavitud o la muerte del Ser son pesadillas locas creadas por la impotencia del ente frente al Ser Cósmico. Pues, sin el Ser no pudiera existir tampoco el No Ser.  No se puede negar lo que no existe. De modo que el No Ser es anterior a la afirmación y a la negación.  Pero además, lo más importante, es que sin Ser, la propia negación del Ser tampoco es. Optemos por cocrear con el Ser. Vivamos una vida útil. Ser y No Ser son un binomio inseparable, que se genera dialecticamente, podría yo decir parafraseando a Lao-Tse. No olvidemos que todo se rompe, se hace pedazos,se pudre. Todo menos esa fuerza creativa, que le ha permitido al hombre hacer algo de la nada y escapar de la dictadura de los instintos.  Nuestra especie incluso ha llegado a sentir el amor animal, podemos entendernos con los animales. Y todo gracias a esa dimensón sagrada, que hemos logrado percibir dentro de nuestra subjetividad. Gracias al Ser, que no se rinde ante el poder y que no se descompone en una tumba.    
  
  
 


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