sábado, 23 de noviembre de 2013

Los grandes amores de Tina Modotti

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 Los grandes amores de Tina Modotti Assunta Adelaide Luigia Modotti nació en la ciudad italiana de Udine el 17 de agosto de 1896. Conocida como Tina Modotti ha pasado a la historia como una mujer de grandes amores hacia los hombres, el arte y la revolución mundial, convirtiéndose en un paradigma imperecedero. Su corta y fructífera vida da cuenta de cómo la libertad, los riesgos, el desenfado, la disciplina, la independencia y la responsabilidad son capaces de esculpir la vida de un ser humano como autentica obra de arte de utilidad eterna. Cada persona en este mundo debiera llevar un pequeño plegable con los detalles de la vida ejemplar de la artista que asumió la alegría como el vino del espíritu.

 En el prefacio del libro “Fotógrafa y revolucionaria” la autora Margaret Hooks realiza una de las más acertadas caracterizaciones de la ejemplar mujer “La tina Modotti de carne y hueso fue calidoscopio de contradicciones, podía ser gentil y cariñosa, risueña y bromista con los amigos: alma melancólica reflexiva y penetrante: un ser disciplinado, de mente firme y a veces egoísta, una artista con extraordinaria sensibilidad y capacidad creativa y una burócrata de terrible eficiencia” La protagonista de una de las más bellas historias de amor al establecer una hermosa relación con el joven revolucionario cubano Julio Antonio Mella en México, mezcló la infinita alegría de la pasión con la tristeza y el dolor. Al verlo caer asesinado a su lado puso a prueba la hidalguía; mostró ser la mujer de extraordinarias cualidades al sobresalir la valentía y el apego a sus convicciones ante el crimen que no pudo matar las ideas.

La mujer amada fue testigo de las últimas palabras del también novio de la humanidad “Muero por la revolución”.  Tina Modotti no puso reparo en enfrentar cualquier reto “en el campo de las relaciones emocionales, la sexualidad y las disyuntivas profesionales tomó decisiones difíciles que desafiaban la tradición: prefirió la independencia sexual al matrimonio, el compromiso político a la seguridad personal, la revolución al arte” Tanta historia en tan poco tiempo en la vida de una mujer que le correspondió desarrollar sus actos de creación en los primeros años del siglo veinte nos dejó varias lecciones, entre ellas: una rica y prodiga existencia: amó los detalles con la misma intensidad de captar en su lente el rostro de los desposeídos o la embriagadora imagen de un paisaje matizado por un volcán. Los historiadores coinciden que tina fue “una niña bulliciosa, rebelde, incapaz de permanecer quieta un instante, autentica marimacho, siempre andaba buscando la aventura”.

 Antes de la adolescencia, con apenas 12 años la Modotti trabajó en una fábrica de seda para contribuir al mantenimiento de su familia, en ella comenzó a forjar el carácter y a conocer las interioridades del sacrificio; aprendió a relacionarse, descubrir los destellos de la virtud, desarrollar el sentido de la armonía mediante el esfuerzo tenaz y constante. En esa empresa de producción continua asumió tempranamente las responsabilidades de un puesto sin transferirlas a otros. Laborar con la seda fue plantearse los mismos principios de la “Araña Tejedora”: crear novedosos diseños con hilos. Esas hebras las supo estirar luego, y marcharse del país que la vio nacer con solo 17 años. En el libro “Una mujer sin país” el autor Antonio Saborit da a conocer el entorno que rodeó a Tina Modotti en México y, principalmente, rescata la versión subjetiva de la fotógrafa italiana, concretada en el intercambio epistolar con el estadounidense Edwuard Weston.

 Comparto con Fabianne Bradu el criterio: “Hay, detrás de toda vida, un misterio que brilla como un resplandor seco en una noche cerrada. Cifrarlo y descifrarlo representa algo más que un reto intelectual porque, como señal Joseph Conrad, “los muertos sólo pueden vivir con la intensidad exacta y la calidad de vida que les otorgan los vivos”. La vida de Tina Modotti aún no ha sido reconstruida con la nitidez que imprimió a sus fotografías”. Italianos y cubanos en más de una ocasión hemos coincidido en los avatares de este mundo: en el trabajo, en las luchas, amor y amistad. Uno de los ejemplos más trascendentes en la historia de grandes amores del planeta es la relación entre los revolucionarios Julio Antonio Mella y Tina Modotti. Los libros escritos sobre este modelo de amasar la obra humana y transformarla en ternura aun son pocos.
Habrá que investigar más, porque tanto la vida de Modotti como la de Mella constituyen senderos por donde debe andar la humanidad al constituirse en luces que iluminan la virtud. http://www.radiohc.cu/espanol/cultura/fotografia/teoricos/tinamodotti.htm No se debe perder tiempo y de la misma forma que un día el Che puso en su mochila los poemas de Neruda, ahora podemos también tomar, como libro de cabecera

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