lunes, 2 de diciembre de 2019

NOSOTROS Y EL AMOR IMPOSIBLE

Nosotros y el amor imposible
Ciro Bianchi Ross
Si Total es, como se ha dicho, la pieza más cantada de toda la
historia del bolero, ¿dónde queda Nosotros? Aludo, por supuesto, a la
melodía imperecedera del compositor cubano Pedro Junco. Reafirmación
de amor y despedida esa canción es, a la vez, expresión de un amor
real, pero ya imposible por la cercanía de la muerte. Junco murió a
los 23 años de edad, poco después del estreno de su música, y la mujer
que lo inspirara ya no estaba a su lado. Sin embargo, muchos años
después del suceso ella confesaba a una amiga: “Todavía lo recuerdo”.
    ¿Quién fue esa mujer? ¿Todas las composiciones de amor que compuso
tuvieron como referente a un ser real? ¿A cuál de ellas amó en verdad?
¿A cuántas es posible identificar realmente al cabo de los más de 75
años transcurridos desde la muerte del compositor? Y en lo que toca a
su muerte, ¿de qué murió? ¿Tuberculosis como se repite con
insistencia, cáncer de pulmón o
    Así como se escucha decir con frecuencia que Pedro Junco nació en
México y no en Cuba, fueron varias las que en Pinar del Río, la
localidad natal del creador, en el occidente de la Isla, se
adjudicaron la inspiración de Nosotros. Su autor, que cuando en su
caballo blanco recorría las calles de su ciudad, enloquecía a las
mujeres, tuvo una vida tan breve como apasionada, y al saberse enfermo
de muerte se entregó a excesos que aceleraron el final. Se consumió en
sus pasiones; amores tormentosos con mujeres casadas, con la
trapecista de un circo… Una vez, más allá de lo explicable y de lo
inexplicable, se enamoró de una monja, aunque a nadie le consta que
ella le correspondiera… ¿Fue esa monja la que inspiró Nosotros?
–inquirí una vez con el escritor Aldo Martínez-Malo, muy cercano, la
igual que su hermano Amado, a la obra y al recuerdode Pedro Junco.
    -No. Fue otra mujer que aún vive y que al fin se casó luego de
guardarle luto. Dejémosla en el anonimato; el secreto le pertenece.
    Pero el secreto no permanecería guardado por los siglos de los
siglos. En 1997 se reveló el nombre de María Victoria Mora Morales.
Años más tarde, Amado Martínez-Malo ahondó en el asunto en su Pedro
Junco: viaje a la memoria.
SOLO UNA NOVIA
Amado, en su libro, habla, entre otros, de los amores del compositor
con una mexicana casada y con “Cubita la bella”, la trapecista del
circo Montalvo, a quien Junco dedicó su bolero Por ti. Amores estos
llenos de sobresalto por la presencia del guardián a quien el  padre
de la muchacha confiara su custodia y que se interrumpieron de ahora
para ahorita cuando una madrugada el circo levantó la carpa y se fue
para no volver. Triste historia la de los hermanos Montalvo. El
guardián murió atropellado por un camión del propio circo, al quedarse
dormido debajo. “Cubita” dicen que murió el mismo año que Pedrito. Los
dos hermanos menores, ahogados en el hundimiento del barco Junquera
cuando viajaban con el circo Razzore, y Raúl, el mayor, despedazado
por un tren.
    “Aunque amores sí tuvo muchos, yo solo le conocí a Pedrito una sola
novia, María Victoria Mora”, dice Amado, y cuenta que procedía ella
del poblado de San Juan y Martínez, de una familia acomodada, de
profesionales. “Vino a estudiar a Pinar del Río […] en el colegio
Inmaculado Corazón de María hasta que terminó el octavo grado: Pedrito
la conoció en la apertura del curso escolar del Instituto de Segunda
Enseñanza,  donde ella había matriculado […] La vio y se interesó por
ella, al punto de hacer que yo se la presentara enseguida. Allí nació
un romance que apenas duró dos años”.
    Los que la conocieron recuerdan a María Victoria como una mujer
bellísima, alta, elegante, que “afinó” con el compositor para hacer
una “pareja ideal” con una empatía poco común. Precisa Amado que un
estudio de María Victoria, Las campañas de Antonio Maceo en la
historia militar de América, mereció premio de la Sociedad Colombista
Panamericana. En el año 2001, casada y con dos hijos, vivía aún en
Nueva York.
SOY COMO SOY
A María Victoria Mora parecen estar dedicadas también otras
composiciones de Junco como Tu mirar, Soy como soy, Te espero, Estoy
triste, Cuando hablo contigo, Una más y Yo te lo dije. También el
poema “Versos míos para ti”, que publicó el 8 de octubre de 1941 en el
Diario de la Marina “en ofrenda a los 15 años de una joven
sanjuanera”. A ella están dedicadas además las melodías Mi santuario y
Gracias, y el poema “Lo que yo quiero”.
    Salvo Nosotros, ninguna de las canciones de Pedro Junco ha tenido
suerte, ni siquiera se conocen. Aun así, dice Amado Martínez-Malo: “De
entre un grupo de buenas canciones que compuso, Nosotros es la más
famosa. Tus ojos, la más bonita y Estoy triste, la más compleja, pero
todas llevan un sello inconfundible que las hace imperecederas”. Aldo,
por su parte, me decía en 1990: “Tiene algunas composiciones muy
buenas y yo diría que hasta mejores que Nosotros. Hablo de Me lo dijo
el mar, Tus ojos, Soy como soy, Yo te lo dije… Fue un pianista
excelente, extraordinariamente dotado, y nadie cantaba como él sus
melodías, aunque raras veces lo hiciera fuera de un ámbito reducido.
Era también hombre de otras inquietudes: hizo estudios de derecho, que
dejó inconclusos, y fundó en Pinar del Río la Asociación de Prensa y
Radio”.
    Nosotros se estrenó en público en febrero de 1943, apenas dos meses
antes de la muerte de su autor. La cantó Tony Chiroldes a través de
las ondas de la emisora pinareña CMAB, y poco después la cantaba Mario
Fernández Porta en la RHC Cadena Azul, de La Habana. Ese mismo día
Junco graba en su voz Mentiras tuyas, de Porta, y en la misma placa
Porta grabó Nosotros. Pero ese disco, que era un ejemplar  único, se
partió en dos; lo pegaron y siguió dejando escuchar la voz de Pedro
Junco, en la única grabación que se le conoce, hasta que desapareció
para siempre.
    En 1945 el cantante mexicano Pedro Vargas visitó a los padres del
compositor. Les llevaba el diploma de la Asociación de Artistas de
México que acreditaba que Nosotros se había mantenido en el hit parade
de ese país durante dos años consecutivos. Ese era solo el comienzo de
la carrera exitosa que conocería la melodía. Pero Pedro Junco no
sabría de ese triunfo. Había muerto el 25 de abril de 1943.
    Aldo Martínez-Malo me dijo que murió de tuberculosis. Pero otros
aseguran que no se conoce con certeza la causa de su muerte. La
enfermedad apareció en agosto de 1942 envuelta en el misterio que aún
la rodea, afirma Amado Martínez-Malo. Fue de todos modos una dolencia
pulmonar la que devastó aquel cuerpo joven de 180 libras y unos seis
pies de estatura y que a la postre lo fulminó.
    Una recaída había aconsejado la hospitalización de Junco en una
clínica de La Habana. Allí tenía, junto a su cama, un aparato de
radio. Una noche, aquella del 25 de abril, escuchaba la emisión de un
programa cuando el locutor anunció su melodía Soy como soy,
interpretada por René Cabel, “El Tenor de las Antillas”. Al escuchar
el anuncio, Junco se incorporó en el lecho y, muy agitado, comenzó a
llorar. Tuvo un golpe de tos y una expulsión de sangre que empapó la
sábana. Su hermana, que lo acompañaba, salió de la habitación en busca
de ayuda. Cuando regresó con la enfermera ya Pedro Junco estaba
muerto, mientras que del radio seguían brotando las notas de su
música.
    Lo enterraron en su ciudad natal. El tránsito allí se paralizó. Los
comercios cerraron sus puertas. La emisora de radio local se declaró
en duelo. El ataúd, cubierto con la bandera cubana, fue llevado en
andas por la calle Martí, la principal arteria de la urbe. Las
mujeres arrojaban flores al paso del cortejo. Y un coro gigante
cantaba Nosotros.





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Ciro Bianchi Ross

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