APUNTES DEL CARTULARIO
Ciro Bianchi Ross
El Presidente accidental
Los acontecimientos se precipitan tras la caída del presidente Carlos
Manuel de Céspedes. Batista, artífice del golpe que lo derrocó el 4 de
septiembre, pasa en una noche de Sargento Taquígrafo a Sargento Jefe
del Ejército y cuatro noches más allá es ya Coronel. El gobierno
colegiado —Pentarquía— da paso a la presidencia de Ramón Grau San
Martín. Los oficiales depuestos por la asonada militar se refugian en
el Hotel Nacional e intentan desde allí la restitución de Céspedes. Se
cierne sobre la Isla la amenaza de la intervención norteamericana.
«Por mí no se derramará sangre en Cuba ni habrá intervención
extranjera», declara Céspedes con mucha dignidad. Batista, a
cañonazos, desaloja del Nacional a los oficiales amotinados; a la
salida del hotel, ya rendidos, diez militares son asesinados a
mansalva. Crecen las desavenencias entre el Coronel y el Presidente.
Guiteras, secretario de Gobernación, Guerra y Marina, impulsa con sus
decretos las medidas más revolucionarias del llamado Gobierno de los
Cien Días, decretos que, justo es decirlo, Grau firma. Es intervenido
el monopolio eléctrico, propiedad norteamericana. El 15 de enero de
1934 Grau decide suspender el pago de la deuda externa. Es el fin. Al
día siguiente, presionado por Batista, debe presentar su renuncia.
Carlos Hevia, designado sustituto de Grau, no goza del respaldo del
Coronel. A las dos de la mañana del 18 de enero Hevia renuncia a la
presidencia, abandona el Palacio Presidencial y deja acéfala a la
República, pese a su compromiso de aguardar el arribo de Carlos
Mendieta, escogido por Batista para Presidente.
Es así que alguien recuerda a Manuel Márquez Sterling, a la sazón
Secretario de Estado de los gobiernos de Grau y de Hevia, que a esa
hora duerme a pierna suelta en la habitación 412 del Hotel Nacional.
Es uno de los grandes periodistas cubanos de todos los tiempos, y un
hábil diplomático que, en 1913, siendo embajador en México, trató en
vano de salvar la vida del presidente Madero.
Tocan a la puerta de la habitación que ocupa Manuel Márquez Sterling
en el Hotel Nacional y le ofrecen la presidencia de la República que
ocuparía de manera transitoria. Sería una presidencia más breve que la
de Hevia. Eran las 4:30 de la mañana. Don Manuel se niega a aceptarla.
Pide a Hevia, por teléfono, que regrese a Palacio y espere a Mendieta
a fin de traspasarle el cargo. Si no, Mendieta debía recibir la
presidencia de manos de Batista; algo muy feo pues el embajador
Jefferson Caffery ya había comunicado a Washington que la trasmisión
del poder sería exclusivamente entre civiles, sin participación de los
militares.
Márquez Sterling reclama la presencia de algunas figuras políticas.
Quiere escuchar opiniones y consejos. La ciudad duerme, pero entre los
interesados la noticia corre veloz. Pronto la habitación 412 se llena
de gente. Llega Ramón Zaydín, a quien apodan «Mongo Pillería». Llegan
los emisarios de Batista que transmiten a Márquez Sterling el deseo
del jefe del Ejército de que asuma la presidencia de modo transitorio.
Llegan los representantes de organizaciones y sectores oposicionistas:
el ABC, el ABC Radical, los marianistas, los menocalistas…No hay cita
más acudida que la del jamón. A las 5:30 aparece don Federico Edelman,
presidente del Tribunal Supremo. Se salva la dificultad que tres horas
antes parecía insuperable. Edelman está de acuerdo con la fórmula del
triple play: Hevia a Márquez a Mendieta. Empieza a planearse la
transmisión de poderes. Todo marcha… Llega un soldado con un mensaje
urgente. Trae un sobre que contiene la renuncia de Hevia y una carta
de Batista en la que expresa que estima que es a Mendieta a quien
corresponde ocupar la presidencia. A Márquez Sterling no le interesa
leer la carta.S abe bien, por el embajador norteamericano, a quien
debía entregar «la cuestión entre civiles».
Los «patriotas» de la oposición proponen fórmulas cada vez más
inviables y parece que la reunión no terminará nunca. Cortan la
electricidad y cunde el pánico entre los reunidos: recuerdan el
cañoneo del hotel, en octubre del año anterior. Márquez Sterling no
espera más. A la luz de las velas que los camareros traen de la sala
Taganana jura la presidencia ante el presidente del Supremo. Son las
6:10 de la mañana del 18 de enero. Será Presidente hasta las doce
meridiano del propio día. Un Presidente accidental.
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Ciro Bianchi Ross
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