lunes, 16 de diciembre de 2019

EL HIJO DE MARTI

APUNTES DEL CARTULARIO
Ciro Bianchi Ross
El hijo de Martí

La vida de los hijos de los grandes hombres despierta siempre la
curiosidad de todos. ¿En qué se parecieron a sus padres y en qué se
diferenciaron? ¿Fueron tan valientes, inteligentes, virtuosos como sus
progenitores? Cierto es que en la mayor parte de los casos la
descendencia de los grandes rara vez supera el accionar de sus
progenitores, pero es constante el interés de saber en qué esos
hombres fueron útiles a su época, a su  país, a su cultura.
    En el caso particular del hijo de José Martí, Apóstol de nuestra
independencia, esa curiosidad suele rayar casi en lo morboso. ¿Fue
Pepito Martí, aquel hombre a quien de niño el padre dedicó el poemario
Ismaelillo, digno heredero de su padre?
    «Tengo para mí… la satisfacción del deber cumplido; fe y esperanza en
la utilidad de la virtud y en el mejoramiento humano...» escribe el
hijo de Martí en una carta que remite al gran periodista Ramón
Vasconcelos quien, desde las páginas del periódico habanero El País,
lo había acusado de su «falta de deseos de servir a la patria» y de
mostrar una «enervante y plácida tendencia a la vida fácil y alegre».
Confiesa el hijo de Martí la pena que le provocó leer el artículo de
Vasconcelos, que consideró «injusto e inexacto» y quiere «aclarar y
rectificar» ciertos conceptos. Ese es el motivo de la misiva que
dirige al periodista de Dos años bajo el terror en mayo de 1927, y con
la que quiere que Ramón Vasconcelos y todos sus conciudadanos sepan
cómo siente Pepito Martí. Aclara enseguida que se alude a sí mismo de
esa manera porque por ese diminutivo lo conocían y llamaban
cariñosamente sus compañeros de armas en la manigua. Diminutivo al que
añadían el apellido que, dice, «creo haber sabido llevar con el decoro
y respeto que exige ese nombre que pesa tanto».
Ya para entonces el hombre que nació en 1878 en una modesta casita
de la calle Tulipán, en el Cerro, está fuera de las Fuerzas Armadas.
Pasó a retiro con el grado de general. Fue, en el gobierno de José
Miguel Gómez, jefe del Estado Mayor del Ejército y jefe interino de
dicho cuerpo, y, con posterioridad, ministro de Guerra y Marina en el
gobierno de Mario García Menocal. Participó, en 1912, en la represión
de la protesta de los Independientes de Color,
Dice el hijo de Martí a Vasconcelos: «Hace treinta años, a los 17 años
de edad, no usaba yo uniformes de galones dorados, ni sable
centellante, ni abultadas hombreras de oro, sino la guerrera y el
pantalón de mambí, mi machete paraguayo en la cintura y sobre el
hombro izquierdo la bandolera en que llegué a ostentar las estrellas
de capitán». Precisa que de esos días guarda, con especial orgullo, un
diploma que lleva la firma de «aquel caudillo que ostentaba en la
frente luminosa la afirmación indeleble de su heroísmo», y que dice
textualmente: «Por su heroico comportamiento sirviendo en el cañón
dinamita  en la toma de la ciudad de Tunas de Bayamo. Calixto García».
No saca Pepito Martí a relucir esos hechos por pura vanagloria. Pero
llegó el momento en que decidió actuar en la vida pública y quiere que
por lo menos se conozca su actuación ya que en su artículo Vasconcelos
parece desconocerla o la pasa por alto. Lo cierto es, dice en el hijo
de Martí, que sirvió a Cuba en su lucha por la independencia en las
filas del Ejército Libertador y que en cumplimiento de ese honroso
deber mereció el elogio de Calixto García, uno de los grandes de las
gestas mambisas. No lo dice en su carta, pero participó en otros
muchos combates.
Desde que salió de las Fuerzas Armadas, apunta, no ha dejado de
interesarse por los problemas políticos del país. Cree que hay que
desarraigar la podredumbre, acabar con la oligarquía encasquillada en
privilegios y prebendas, romper toda una muralla de intereses creados.
Su salud, sin embargo, es precaria y lo obliga a reiteradas salidas de
la Isla  en busca de mejorías. Se opuso a Machado y gracias a sus
esfuerzos fue posible reunir, el 4 de abril de 1938, en su residencia
de la calle Calzada,  a jefes antagónicos de la oposición al coronel
Batista que fijarán allí una estrategia común con vistas a la asamblea
constituyente de 1940, estrategia que se resume en una sola frase:
«Constituyente primero, elecciones después», principio contrario a lo
que estipulaba el jefe del Ejército. Militó Pepito Martí en el partido
ABC.
Murió en su residencia el 22 de octubre de 1945, a los 67 años de
edad. Luego de un corto velatorio privado en su propia casa,  sus
restos se expusieron en el Salón de los Pasos Perdidos del Capitolio.
Fue inhumado con honores de Mayor General.




--
Ciro Bianchi Ross

No hay comentarios:

Publicar un comentario