miércoles, 4 de julio de 2012

PAUL CRAIG ROBERTS

PAUL CRAIG ROBERTS


– Cuando el presidente Reagan me nombró secretario adjunto del Tesoro para Política Económica, me dijo que teníamos que restaurar la economía de Estados Unidos, rescatarla de la estanflación, a fin de hacer sentir a la dirigencia soviética todo el peso de una economía poderosa para convencerla de que negociara el fin de la guerra fría. Reagan dijo que no había motivo para seguir viviendo bajo el peligro de una guerra nuclear.
Fue el propio vicepresidente y sucesor de Reagan, George Herbert Walker Bush, quien primero violó los acuerdos Reagan-Gorbachov al incorporar expartes constituyentes del imperio soviético a la OTAN y al llevar bases militares occidentales a la frontera rusa.
El proceso de rodear a Rusia de bases militares continuó constantemente durante otros gobiernos de EE.UU. y varias “revoluciones de color” fueron financiadas por la Fundación Nacional por la Democracia de EE.UU. (NED), considerada por muchos como un frente de la CIA. Washington incluso trató de instalar un gobierno controlado por EE.UU. en Ucrania, y tuvo éxito al hacerlo en la antigua Georgia soviética, cuna de Joseph Stalin. El presidente de Georgia, un país ubicado entre el Mar Negro y el Mar Caspio, es un títere de Washington. Recientemente anunció que se programa que la exGeorgia soviética se convierta en miembro de la OTAN en el 2014.
Los suficientemente mayores recordarán que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) era una alianza entre Europa Occidental y EE.UU. contra la amenaza de que el Ejército Rojo invadiera Europa Occidental. El Atlántico Norte queda muy, muy lejos de los mares Negro y Caspio. ¿Cuál es el propósito de que Georgia sea miembro de la OTAN si no dar a Washington una base militar en un área vulnerable de Rusia?
La evidencia es simplemente abrumadora de que Washington —ambos partidos— apunta a Rusia y China. Por el momento no es claro si el propósito es destruir ambos países o simplemente hacer que no puedan oponerse a la hegemonía mundial de Washington. Sin tener en cuenta la intención, una guerra nuclear es el resultado más probable.
La prensa prostituida de EE.UU. pretende que un maligno Gobierno sirio asesina ciudadanos inocentes que solo quieren democracia y que si la ONU no interviene con medios militares, EE.UU. debe hacerlo para salvar los derechos humanos. Rusia y China son vilipendiadas por oponerse a cualquier pretexto para una invasión de Siria por la OTAN.
Los hechos, por supuesto, difieren de cómo los presentan los corruptos medios estadounidenses y miembros del gobierno de EE.UU. Los opositores sirios están bien armados con armas militares. Los opositores combaten al Ejército sirio. Los opositores masacran civiles e informan a sus meretrices en los medios de Occidente que el culpable fue el Gobierno sirio, y estos difunden la propaganda.
Alguien está armando a los “rebeldes” ya que obviamente las armas no pueden ser compradas en los mercados locales. La mayoría de la gente inteligente cree que las armas provienen de EE.UU. o de sus testaferros.
Por lo tanto, Washington ha iniciado una guerra civil en Siria, tal como lo hizo en Libia, pero esta vez los rusos y chinos han comprendido lo que se proponen y se han negado a permitir una resolución de la ONU como la que fue explotada por Occidente contra Gaddafi.
Para superar ese obstáculo, se saca a relucir un viejo caza Phantom de la era de la guerra de Vietnam en los años sesenta y Turquía lo hace volar dentro de Siria. Los sirios lo derriban, y entonces Turquía puede pedir ayuda a sus aliados de la OTAN contra Siria. A falta de la opción de las Naciones Unidas, Washington puede invocar su obligación según el tratado de la OTAN, e ir a la guerra en defensa de un miembro de la OTAN contra la Siria demonizada.
La mentira neoconservadora tras las guerras de hegemonía de Washington es que EE.UU. lleva la democracia a los países invadidos y bombardeados. Parafraseando a Mao, “la democracia brota del cañón de un fusil”. Sin embargo, la Primavera Árabe ha producido poca democracia, como en el caso de Iraq y Afganistán, dos países “liberados” por invasiones democráticas estadounidenses.
Lo que EE.UU. aporta son guerras civiles y el desmembramiento de países, como lo que el régimen del presidente William Clinton logró en la antigua Yugoslavia. Mientras más países pueden ser despedazados y disueltos en facciones rivales, más poderoso es Washington.
La Rusia de Putin entiende que es amenazada no solo mediante el financiamiento por Washington de la “oposición rusa”, sino por los antagonismos entre musulmanes desencadenados por las guerras de Washington contra estados musulmanes seculares, como Iraq y Siria. Esa discordia se propaga a la propia Rusia y causa problemas como el terrorismo checheno.
Cuando un estado secular es destruido, las facciones islamistas obtienen la posibilidad de destrozarse entre sí. Los feudos internos conducen a la impotencia de los países. Como escribí anteriormente, Occidente siempre prevalece en Medio Oriente porque las facciones islamistas se odian más de lo que odian a sus conquistadores occidentales. Por lo tanto, cuando Washington destruye gobiernos seculares, no islamistas, como en Iraq y como ahora quiere hacer en Siria, los islamistas emergen y se enfrentan para lograr la supremacía. Eso conviene a Washington e Israel, ya que esos estados dejan de ser antagonistas consistentes.
Rusia es vulnerable, porque Putin es demonizado por Washington y los medios estadounidenses y porque la oposición rusa es financiada por Washington y sirve a intereses de EE.UU., no de Rusia. Las turbulencias que Washington desencadena en estados musulmanes se filtran hacia poblaciones musulmanas rusas.
A Washington le ha sido más difícil el intento de interferir en los asuntos internos de China, aunque se ha sembrado la discordia en algunas provincias. Se espera que dentro de algunos años la economía china exceda en tamaño a la de EE.UU., y que una potencia asiática desplace a otra occidental como la economía más poderosa del mundo.
Washington está profundamente inquieto ante esta perspectiva. Esclavizado y controlado por Wall Street y otros grupos empresariales de intereses especiales, Washington es incapaz de rescatar a la economía de su decadencia. Los beneficios a corto plazo del agio en Wall Street, las ganancias del complejo militar/industrial, y de la deslocalización de la producción de bienes y servicios para mercados de EE.UU., cuentan con más representación en Washington que el bienestar de los ciudadanos estadounidenses. Mientras la economía de EE.UU. se hunde, la economía china crece.
La reacción de Washington es militarizar el Pacífico. La secretaria de Estado de EE.UU. ha declarado que el Mar del Sur de China es un área de interés nacional estadounidense. EE.UU. hace la corte al Gobierno filipino jugando la carta de la amenaza china, y trabaja para lograr que se vuelva a invitar a la Armada de EE.UU. a su antigua base en Subic Bay. Recientemente hubo ejercicios militares/navales conjuntos de EE.UU. y las Filipinas contra la “amenaza china”.
La Armada de EE.UU. desplaza flotas al Océano Pacífico y construye una nueva base naval en una isla sudcoreana. Marines estadounidenses están ahora en una base en Australia y son reasignados de Japón a otros países asiáticos. Los chinos comprenden que Washington intenta cercar a China.
Para un país incapaz de ocupar Iraq después de ocho años e incapaz de ocupar Afganistán después de 11 años, enfrentar simultáneamente a dos potencias nucleares es un acto aberrante. La arrogancia ciega de Washington, alimentada a diario por neoconservadores dementes, a pesar de los extraordinarios fracasos en Iraq y Afganistán, apunta ahora a potencias formidables: Rusia y China. Nunca en toda su historia el mundo ha visto una idiotez semejante. Los psicópatas, sociópatas, y tarados que imperan en Washington conducen al mundo a su destrucción.
El gobierno de insensatez criminal de Washington, sea demócrata o republicano, no importa cuál sea el resultado de la próxima elección, es la mayor amenaza para la vida que haya existido en el planeta.
Además, el único financiamiento con el que cuentan los criminales en Washington son las máquinas impresoras de billetes. En un futuro artículo examinaré si la economía de EE.UU. completará su colapso antes de que los criminales de guerra de Washington puedan destruir el mundo.
GLOBAL RESEARCH
Cuando el presidente Reagan me nombró secretario adjunto del Tesoro para Política Económica, me dijo que teníamos que restaurar la economía de Estados Unidos, rescatarla de la estanflación, a fin de hacer sentir a la dirigencia soviética todo el peso de una economía poderosa para convencerla de que negociara el fin de la guerra fría. Reagan dijo que no había motivo para seguir viviendo bajo el peligro de una guerra nuclear.

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