miércoles, 17 de octubre de 2012

EL TRABAJADOR SOCIAL Y EL EMPRESARIO


                               El  trabajador social y el empresario
                                  Por Lorenzo Gonzalo, 17 de octubre del 2012
 
El debate presidencial de ayer martes, 16 de octubre, obliga a muchas reflexiones que no caben en un solo artículo. Pero señalaremos algunas de las falsedades y espejismo que proyecta el método de alternancia de gobierno en que se ha convertido el sistema administrativo del Estado y las payasadas a las que recurren las personas supuestamente serias que en él participan.
 
 Primero recordemos el debate - entrevista entre el Vicepresidente Biden y el Congresista Paul Ryan, donde el republicano Ryan se comportó como una persona común de la calle, especulando con desfachatez sobre los resultados y sucesos de la actual administración y los problemas internacionales.
 
Un candidato a la vicepresidencia de Los Estados Unidos no está supuesto a especular con tanta impunidad. Para las personas más críticas, aquellas que no creemos ni en líderes ni héroes, Bryan parecía alguien del montón, débil y capaz de caer en lo ridículo, siempre que esa ridiculez logre proyectar una imagen favorable de su persona. Porque la aspiración más preciada de los políticos no es la verdad, sino la imagen que proyectan los equipos digitales de hoy.
 
Recientemente en Youngstown, Ohio, en una cocina donde se hacen sopas para los desvalidos el aspirante republicano a la vicepresidencia se apareció en el sitio sin anunciarse, el lunes 15 de octubre. Dicha cocina es un lugar de caridad que vive de donaciones privadas y que tiene como ley interna no mezclarse en política.
 
El Congresista Ryan entró al recinto sin permiso alguno, le regaló a alguien un delantal blanco y pidió un caldero para que le tirasen una foto publicitaria, que lo hiciese aparentar como el buen samaritano que posiblemente no es. Porque parece que en eso consiste el objetivo primario de todos los políticos con contadas excepciones: ser lo que no son.
 
Antes de su nominación para la vicepresidencia, durante mucho tiempo se opuso al embargo – bloqueo impuesto sobre Cuba por Washington desde el año 1962. Resulta que cuando Ryan comenzó su maridaje con el Partido Republicano, para aspirar a la candidatura de la vicepresidencia, cambió de casaca. Luego, en la Convención de Tampa, ante los cubanos de origen que allí estuvieron, representantes todos de una Cuba que ya no existe y que el tiempo y otras circunstancias, para bien o para mal, ya borraron del entorno, convirtiéndola en una falsa entelequia, confesó que había cambiado de parecer porque comprendió la realidad. En buen cubano y en buen lenguaje latino, diríamos que cambió porque se vendió a intereses que le eran favorables para sus aspiraciones políticas. Nadie cambia tan radicalmente de posición sobre todo tratándose de un asunto que compete a los más sanos conceptos de justicia.
 
Las personas pensantes, cuando cambian no niegan los sentimientos que puedan reflejar sus conceptos doctrinarios. Una persona muy religiosa puede llegar a convertirse en atea, pero si sus creencias no son oportunistas, no niega de los preceptos humanos dimanadas de las lecturas bíblicas.
 
Amén de la postura guerrera que Ryan proyectó en aquel debate, la cual es parte de la agenda republicana y su desconocimiento de las circunstancias que obligan a los administradores del Estado a actuar con cautela, en una época donde la racionalidad de los grandes poderes se hace cada vez más necesaria, también encontramos ahora la cara del oportunismo en este nuevo evento donde se convirtió en lava platos durante 15 minutos, según declaró Brian J. Antal, presidente de Mahoning County St. Vincent De Paul Society.
 
Este estilo no es patrimonio de los republicanos ni de lo demócratas, sino de todos los políticos. La sociedad vive de imágenes y los dueños del poder, de una y otra tendencia emplean el método con plena conciencia de los males que esto genera. Lo triste es que, aun quienes piensan en términos sociales, con mayor sentido de justicia y mejor convencimiento de las anomalías a las cuales ha sido conducida la economía y por ende la sociedad, lejos de buscar las vías para erradicar el método, muchas veces amplifican su uso.
 
El debate – conversatorio, entre el Presidente Obama y el aspirante republicano Mitt Rommney en la noche de ayer, 16 de octubre, confirmó ese estilo, especialmente por parte de este último.
 
Obama, quien también es parte del establishment, tiene una mezcla que reúne, junto a estos factores negativos, un sentido común y un apego a la justicia, que reducen considerablemente sus probabilidades de proyectar una imagen ganadora, en un debate de esta naturaleza. Al Presidente Obama parece resultarle un poco difícil, payasear en un círculo donde se conversan asuntos tan sensibles como el bienestar de los habitantes de un país y la mejor estabilidad entre las naciones.
 
La sociedad estadounidense, como todas las existentes, ha sido acostumbrada al circo. Es cierto que, al parecer, ciertos cambios se están entretejiendo, quizás producto del pragmatismo que el desarrollo tecnológico trae consigo y la confianza en sí mismas que las personas están adquiriendo, lo cual favorece un rechazo de los políticos a ultranza.
 
En el debate en cuestión, Obama contemplaba a Romney con el semblante de quien asiste a una comedia bufa, porque mientras el Presidente hablaba con fundamento, enfocado en realidades que solamente se pueden solucionar a través de un trabajo social intenso, convirtiendo cada vez más al Estado en un instrumento de la sociedad, el aspirante Romney se encargaba de resaltar los valores de la empresa individual.
 
No hubo en los enfoques del aspirante republicano un solo atisbo de garantizar el futuro, sino las ganancias inmediatas del sector empresarial, con total menosprecio de las víctimas que dichos procedimientos originan, como consecuencia de los despidos laborales y el cierre de los negocios menos competitivos, pero no por eso menos necesarios.
 
No sabemos cómo el sector más realista de la ciudadanía, reaccionará en las próximas semanas, respecto al debate de anoche aburrido de escuchar pregones y palabras altisonantes de gente que esconde oscuras agendas.
 
Sabemos que quienes pretenden encontrar en esos eventos un espectáculo circense, pensarán que el Presidente no enfrentó al empresario con estilo de gladiador. Romney por su parte, acostumbrado a hacer valer su voz con impunidad en sus predios privados, donde ningún voto lo remueve del cargo y las regulaciones del Estado son fácilmente circunvaladas cuando llega la ocasión, insistió con ahínco, que las realidades se resuelven de igual manera que se fabrican las ganancias. No sabemos si realmente estará convencido de ello o sabrá que se trata de una inmensa falacia. Lo peligroso del caso es que el planteamiento en este caso viene por boca de alguien que ha declarado con desfachatez que la solución para una empresa que comienza a tener pérdidas es dejar que se hunda aunque ello signifique dejar en la calle decenas de miles de personas. Mucha gente no analiza las consecuencias de caer en manos de un sector que solamente piensa en sí y menosprecia a los demás o al menos los considera parte de un engranaje, como si la sociedad fuera un equipo mecánico, manejable circunstancialmente.
 
Obama quizás no sea la persona que posibilite la transición de la sociedad estadounidense a una mejor época, pero el fenómeno de su elección ha puesto en escena para muchos, el contraste entre los políticos y las personas de convicciones humanas firmes, concientes de que ellos no son dioses, ni iluminados, ni determinados por la historia o por instrucción divina, a decidir los destinos de una sociedad. Obama parece ser de estos hombres, con lo cual podemos esperar que sin necesidad de héroes, el país pueda en algún momento evolucionar con mayor racionalidad y sentido social. En realidad el país nació en 1786 en condiciones semejantes y el primer Estado liberal de la historia se ha desarrollado, con relativa estabilidad y parece que está llegando en el presente a una nueva etapa que en la vuelta de varias décadas pudiera reestructurarse para bien y para mejor.
 
Estas elecciones y las que se avecinan en las próximas décadas, pudieran sentar base para una sociedad futura.
 
Los seres humanos, siempre hemos sido víctimas de la degeneración que el tiempo ha causado al proceso de producir y al desarrollo de nuevas formas de vida.
 
En esta etapa de la civilización, especialmente en el caso de Los Estados Unidos de América, la sociedad victimada parece estar descubriendo su destino y la apatía cede ante el entendimiento y los cuestionamientos. Una nueva sociedad florece en medio de los desvaríos. Al menos, eso es lo que indican los procesos electorales del Siglo XXI. De no ser interrumpido por la casualidad, esa nueva sociedad tiene probabilidades de hacerse del Poder en el devenir de unas décadas, permitiendo que el país continúe su crecimiento y el proceso evolutivo fluya por cauces menos accidentados.
 
Lo dicho no es especulación sino está reflejado en el entendimiento que muchos tuvieron anoche del debate.
 
Le hecho de muchas personas hayan entendido las cuestiones económicas planteadas por el Presidente, su defensa del sistema impositivo que pretende implementar y lo terrible del planteamiento de Romney referido al mismo tema, nos dan una idea de cuánto ha avanzado esta sociedad.
 
De no existir un entendimiento real por parte del público, del significado de la discusión entre Obama y Romney, la opinión generalizada se hubiese ido del lado de este último, quien pretendió asumir la actitud de bravucón impenitente, mientras Obama sonreía con desconcierto, contemplándolo con ingenuo asombro.
 
En el debate de anoche Obama se enfocó en los asuntos macroeconómicos y macrosociales, mientras Romney insistió todo el tiempo en la empresa privada y en destacar sus dotes de administrador de talleres, comercios y eventos deportivos. Para Obama debe haber sido como conversar con un sordo. Uno hablaba de cómo salir del precipicio y el otro insistía en buscar la manera de cómo vivir mejor en el agujero.
 
Si las personas entendieron el debate mayoritariamente a favor de Obama, entonces podemos decir que hay un despertar de conciencias, de aquí que no es de soñadores decir que la sociedad victimizada tiene grandes probabilidades de hacerse del Poder en varias décadas.
 
Los estadounidenses se han ido cansando de los políticos. La época de los héroes está quedando en las páginas de los cuentos de hadas. La mayoría de las personas contemplan debates como el anoche por razones de hábito.
 
Ese hábito es el que favorece aún la presencia de líderes en estos tiempos de los grandes descubrimientos y del avance vertiginoso de la ciencia. Sin embargo, nuevas opiniones y actitudes indican que hay un aburrimiento que demanda cambios en el inmenso lodazal en nos han sumido las contradicciones políticas. Vuelvo a repetir: las contradicciones políticas, porque son estas las que impiden que la economía avance de manera fluida y con ajuste a unas proporcionalidad objetiva en la distribución de lo producido.
 
Ayer, en el debate, Obama relumbró como el Trabajador Social que parece ser y Romney como el empresario despiadado que, en muchas instancias, ya ni siquiera es la representación genuina de ese sector.

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