jueves, 10 de mayo de 2012

PENA POR LOS CARAJITOS QUE QUIEREN IRSE

PENA POR LOS CARAJITOS QUE QUIEREN IRSE PARTE II No es un sentimiento autèntico; les fue inducido. Eligio Damas Se podrìan mencionar estadìsticas, anècdotas, historias y cuànta cosa pueda a uno ocurrírsele, que abundan, como los reportajes fílmicos o fragmentos de pelìculas que mostrò el programa de William Castillo, en el cual se tratò sobre el video donde “unas jovencitas y jovencitos”* se lamentan por no poder irse del país por ahora y tener que calárselo, pero prefiero recordar aquì una historia que se hizo comùn en nuestro tiempo. ¡Hace muchos años! Adecos, copeyanos y todos aquellos que difrutaban la era cuatro treinta, no sòlo se iban, venìan y llevaban sus hijos a estudiar a EEUU, como lo siguen haciendo en buena medida; tenìan, como tambièn unos cuantos todavìa, sus segundas casas y hasta segundos frentes allà. Pero la viajadera y la furia de estudiar afuera se volvió una epidemia que invadió todos los espacios; un pre o postgrado en universidad extranjera se convirtió en una obsesión colectiva y en un puntaje alto y envidiable en el curriculum; ahora mismo, quien no lo tiene se le mira como un bicho maloso y el afectado se cree un desgraciado. Para eso habían dólares baratos y quien no aprovechó aquella ganga fue un pendejo o un marginal. Al llegar por aquì a cosas baladìes como comerse las hayacas o pasar unos dìas en Morrocoy, mientras sus padres, quienes tambièn se habìan ido, revisaban y cuadraban los negocios, para lo que el paìs falta hacia, los muchachos y muchachas*, se dedicaban - no tenìan otra cosa què hacer - a despotricar contra toda lo que veìan. La gente, las reglas, los procederes, contra todo. Era una manera de matar el tiempo no habiendo de què hablar. Como quienes se encuentran todas las tardes a comentar invariablemente sobre el estado del tiempo. “En Estados Unidos, eso no se hace. Las cosas son de otra manera y todo es de maravilla. Aquì nada bueno hay”. “El sol de allà no molesta como éste de aquì.” Lo ùnico que les gustaba era la mata de dòlares baratos que les permitìa darse la gran vida, derrochar dinero y mal gusto. A la cual por supuesto no regaban ni daban ningùn otro cuidado. En aquèllo se la pasaban “muchachas y muchachos”** todo el dìa y la noche tambièn, mientras aquì pasaban unos dìas aburridos y de sufrimiento. Pero curiosamente olvidaban por completo que sus padres gobernaban y lo malo completico, era producto de cuarenta años de ese mal manejo paternal del coroto. Hasta los gobernantes, no sòlo sus hijos, recièn llegados de algùn viaje, entre grupos de amigos y palos, solìan decir: -“Aquel paìs es admirable. Allà todo el mundo marcha por donde debe. No como aquì. Esto es un desorden y un manà de vicios y defectos”. Vicios y defectos que tenìan en ellos sus màximos exponentes, creadores y amantadores para que todo igual siguiese. Ademàs, era ni màs ni menos que el modelo impuesto aquì por la metròpoli donde ellos residìan o viajaban con frecuencia. Asì estaba planificado todo. Un modelo continental con dos polos. Los gobernantes y sus hijos, se dedicaban entre ellos y hasta sin importar a quienes tuviesen cerca, no a exaltar al paìs visitado sino a despotricar de Venezuela; lo que en fin de cuentas era un hablar mal de sì mismos y sus obras. Por eso, no es extraño que lo sigan haciendo los hijos y nietos de quienes quedaron fuera del poder e integrantes del enorme espacio que ellos influyeron y protegieron; ahora hasta lo haràn por un simple discurso defensivo o rebeldìa sin causa. Lo que les hace creer que razòn tienen. Pero debe haber mucho en cierto modo ajeno o alejado de aquellas responsabilidades. ¡No hay tantos oligarcas ni herederos de los culpables! De modo que esas “jovencitas y jovencitos”**, que no pueden irse, precisamente lo que motiva sus lamentos, no se sienten identificados con su entorno, la gente, historia y menos tienen un proyecto de paìs, deben llamarnos a la comprensiòn; han sido vìctimas de modelos que miraron por años, fueron sus ùnicas fuentes de inspiraciòn, pero les son ajenos. Porque tampoco pertenecen a aquellos que intentan imitar y quisieran seguir. ¡Vamos por ellos! Dèmosles un himno, una causa; insuflèmosles amor por el espacio en què vivimos y que es de ellos, la bella gente con la cual convivimos y estàn destinados a vivir, mostrèmosles que hay muchas cosas que nos unen a todos, como nosotros y ellos. Estàn todavìa màs cerca de nosotros que de aquellos que les dejaron atràs, quienes pueden irse cuando quieran y no tardaràn en olvidarles. *En verdad la frase me arruga. **idem

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