miércoles, 9 de mayo de 2012

OTRA VEZ EL CARDENAL ORTEGA Y LA PRENSA

Otra vez el Cardenal Ortega y la Prensa Por Lorenzo Gonzalo, 9 de Mayo del 2012 Es ridículo que en medios de prensa de gran envergadura como BBC Mundo y otros pertenecientes a grandes corporaciones, continúen tratando el tema del Cardenal Jaime Ortega Alamino, pretendiendo señalar que sus declaraciones han provocado disgusto dentro de los “opositores” del gobierno cubano. No se puede continuar llamando oposición a personas que causan problemas en lugar de brindar soluciones. Oposición en cualquier lugar del mundo, son aquellos que buscan soluciones consensuadas, acuerdos entre pensamientos múltiples y el acercamiento de las personas que están en la administración del Estado y las que realizan actividades de otra naturaleza. Oposición somos nosotros, que vivimos fuera del país y todos aquellos que diariamente en Cuba, buscan cómo resolver los entuertos creados por criterios políticos que resultaron fallidos y buscan, con seriedad y dedicación avenidas personales, cubanas, propias, que permitan salir del atolladero, sin necesidad de recurrir a la crisis europea y a las brutales asimetrías salariales de Estados Unidos. Oposición es respetar el orden de cosas, no desinformar, no mentir, no buscar exposición pública por la vanidad de andar en boca de la prensa, sirviendo de instrumento a los intereses que desean prevalecer por encima de reales procedimientos democráticos. Quienes hemos criticado y criticamos al gobierno de Cuba y los millones de personas de valor y entendimiento que viven en la Isla, asumiendo sus derechos ciudadanos frente a las viejas barreras que aun se levantan a contrapelo de las realidades, no aceptamos callados que se le llame oposición a personas que son resultado de un accidente creado Son oposición esos que en Cuba y en el exterior persisten en reconocer las jerarquías y acatan los procedimientos escritos en la Ley, al tiempo que defienden otras políticas y nuevas leyes. Oposicionistas son aquellos que reclaman un cumplimiento estricto de la Constitución vigente, violada según muchos y cuya letra debería acatarse, antes que nuevas regulaciones sean implementadas. La ausencia de Partidos Políticos, hace pensar que en Cuba no existe oposición cívica, cuando en realidad hay tanta discrepancia y posiciones como las existentes en Estados Unidos, donde el Poder está fraccionado en dos Partidos, el Demócrata y el Republicano. Pero aun dentro de cada uno de esos Partidos hay concepciones y opiniones que muchas veces son divergentes. En Cuba ocurre otro tanto, excepto que los funcionarios, dirigentes y civiles en general, no invocan una agrupación para demostrar o expresar criterios contrarios o diferentes a las políticas oficiales. No vamos a negar que la represión social y el doctrinarismo dentro del proceso anterior a la caída del Bloque Soviético, prevalece aún, creando grandes limitaciones, pero eso no excluye la existencia de novedosas concepciones que se abren camino sin violar el orden del Estado cubano. En Cuba hay cientos de personas ocupando cargos de gobierno y de instituciones estatales, que abiertamente rechazan el orden vigente, aunque mantengan la disciplina ciudadana y el acatamiento a la Ley. Cierta prensa, la poderosa perteneciente a las grandes corporaciones, la que busca negocio y le interesa un bledo informar, insiste en presentar la política de Cuba, con una visión de Estado como la existente en Estados Unidos, Europa Occidental y otros países. Esa visión confunde y hace pensar que constituye la única realidad política, la única verdad y que no habrá soluciones si no se aplican las mismas reglas. Los patrones utilizados por la prensa al servicio de la política estadounidense, a la hora de analizar a la sociedad y el Estado cubano, son los mismos que se usaban durante la Guerra Fría. Como resultado, solamente obtienen una distorsión de la realidad. Dicen que ha ocurrido un “divorcio entre la iglesia y la disidencia en Cuba”. Así reza hoy un título de BBC Mundo. Para empezar en Cuba hay muchas iglesias y la última en ser aceptada, escuchada y respetada, ha sido la Iglesia Católica. Todo el mundo sabe que la Iglesia Católica confrontó al gobierno cubano por muchos años y que de sus filas surgieron multitud de personas que combatieron al gobierno del momento con las armas en la mano, cometiendo incluso actos de terrorismo bajo las órdenes de los servicios de inteligencia estadounidense. Hoy, gracias a los cambios ocurridos en el pensamiento socialista, con los errores que llevaron a la URSS a su disolución y a la paciente labor de un Cardenal como Jaime Ortega Alamino, las cosas han cambiado radicalmente en Cuba y para la propia Iglesia representada por el Cardenal. La Iglesia Católica en Cuba tiene hoy posiblemente mayor peso dentro de aquel país que el que pueda tener en Estados Unidos. Desde que Cuba adoptó una Constitución Laica en 1992, devino un proceso de acercamiento entre las autoridades eclesiásticas y el gobierno. Fue un proceso lento porque la Iglesia fue crítica de actitudes hostiles y de procedimientos que no solamente limitaban sus funciones, sino elementales derechos ciudadanos. Quienes dicen estar disgustados son personas que una prensa seria no debía presentarlos en sociedad. Si en Cuba fuesen un poco más creativos, los medios estatales les darían a los personajes que cierta prensa presenta como “opositores”, un espacio público. Estamos seguros que se convertiría en el mejor programa cómico del país. No hay ninguna seriedad en continuar diciendo que la “oposición” cubana se ha divorciado de la Iglesia Católica. Lo que deben hacer es resaltar la apertura de sus templos y el espacio ganado dentro de esa sociedad, frente a las autoridades del Estado. Pena y bochorno debían darles a los periodistas que por ganarse el pan están obligados a decir sandeces. En Cuba hay mucho por hacer. No hay dudas. Somos muchos quienes no compartimos el ritmo de los ajustes y cambios que andan en proceso de implementación, pero con honestidad no se puede negar que un Estado no puede desenredar sus cuerdas tonta y locamente. Especialmente el Estado cubano, cuyo vecino insiste en su derecho de imponer normas a los demás. La prensa que se sienta con más vergüenza, debía dedicar un par de días del mes a decir verdades sobre Cuba, asumir una postura objetiva, entre ellas criticando y ofreciendo opiniones alternas. Un par de días bastarían para que sus lectores y escuchas entiendan que el resto del mes, solamente reciben información enlatada y puras sandeces.

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