viernes, 22 de junio de 2012

SPD 103


----- Mensaje reenviado -----
De: Perucho Figueredo <perucho1949@yahoo.es>
Para: Figueredo Perucho <perucho1949@yahoo.es>
Enviado: Viernes 22 de junio de 2012 18:11
Asunto: SPD 103


SPD
No. 103 (26/año 4). La Habana, 22-junio/2012
“Se reconoce a los ciudadanos libertad de palabra y prensa conforme a los fines de la sociedad socialista”.
Art. 53 de la Constitución
Boletín por un socialismo más participativo y democrático.
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ÍNDICE
La violencia en Cuba: pasado, presente y ¿futuro?
Por Pedro Campos
CONTENIDO
La violencia en Cuba: pasado, presente y ¿futuro?
Por Pedro Campos
Resumen: La violencia en Cuba es consustancial a su historia como nación y, naturalmente, tantos siglos de violencia, han dejado muchas huellas afines en la sociedad cubana actual. Tenemos, desgraciadamente, una cultura marcada por la violencia. La revolución armada contra el gobierno dictatorial de Batista no restauró la democracia  que se proponía y se continuó con otro ciclo de violencias y enfrentamientos, que llega hasta nuestros días, aunque con manifestaciones distintas. La “dictadura del proletariado” para instalar el “socialismo de estado” ha mantenido el siste3ma de trabajo asalariado de la fuerza de trabajo, que da lugar a la explotación de unos seres humanos por otros, la causa fundamental histórica de la violencia, solo que –ahora- por el estado todo-poseedor y decisor. Se trata de una gran violencia de tipo estructural, ejercida por todo el entramado económico-político y social impuesto al pueblo cubano. La agresión y el bloqueo económico y comercial de EE.UU. contra el gobierno y el pueblo de Cuba y el poder absoluto de un mismo grupo de “históricos” durante más de medio siglo, se retroalimentan y justifican mutuamente, pagando el pueblo  cubano, dividido a ambos lados del Estrecho de la Florida. Sería absurdo, injusto y hasta contraproducente intentar encontrar culpables individuales, lo que solo podría generar nuevas violencias. De lo que se trataría sería de hallar los medios, las vías, para cambiar las bases del aberrado modelo burocrático de centralización económica y política, estatal-asalariado, creído socialista, que condiciona generadores de violencia, insatisfacciones e incomodidades de todo tipo. Y para eso no podemos esperar, plattistamente, a que el imperialismo abandone sus presiones y su bloqueo y “nos cree el clima necesario” para lograr entre los cubanos las condiciones de paz que nos permitan internamente ponernos de acuerdo. Hay que reconocer que, con todos sus déficits, el gobierno de Raúl Castro ha abierto el camino a cambios en el sistema y hay numerosas señales de que muchas cosas se intentan cambiar. Pero sobre todo es evidente que a pesar de toda esa violencia que subyace en la sociedad cubana, el pueblo cubano ha sido capaz de generar noviolencia, ansias de paz y democracia. A tal punto que hoy existe un consenso creciente en la nación, sobre la necesidad de realizar profundas transformaciones en el sistema económico y político actual que lleven no solo a un mejoramiento económico del nivel de vida medio del cubano, sino a la creación de un clima de diálogo, no violencia y a una mayor democracia. Y no es fácil para el grupo de los “históricos” comprender su propia necesidad de asumir métodos no violentos para tratar las diferencias políticas, debido a su propia historia de violencia y de enfrentamiento a la violencia de sus enemigos. Téngase presente que “los históricos” no han “gobernado” en medio siglo, sino que han “mandado”.  Es progresivo el sentimiento de que existe la oportunidad para evitar la reanimación de un nuevo ciclo de violencias, de por sí inaceptable. Una buena parte de la oposición ha decidido enfrentar pacíficamente al gobierno. Éste con la mediación de la Iglesia Católica ha dado algunos pasos para aflojar las tensiones internas y ha posibilitado, en medio de grandes conflictos, la discusión limitada sobre los problemas del país. Cuba necesita resolver sus contradicciones internas sin reanudar otro ciclo de violencias, que podría acabar con la nación cubana. El partido-gobierno en el poder, por ser el más fuerte debe ceder; pero los demás deberán también asumir, consecuentemente, la noviolencia. No hay soluciones mágicas ni al parecer posibilidades de conseguirlo en breve. Se recomiendan algunas medidas de “confianza” y acciones para  avanzar al diálogo y la solución pacífica de nuestros problemas. Fin del resumen.
Sumario
1-Breve sinopsis de la historia de la violencia en Cuba
2-Existen varios tipos de violencia.
3-Es necesario encontrar las vías no violentas para cambiar las bases del actual modelo socio-político-económico,  generador de violencias.
4-Algunas propuestas de medidas de confianza para favorecer un clima de cambios sin violencia.
 Documento completo.
1-Breve sinopsis de la historia de la violencia en Cuba
La violencia nos viene a los cubanos de nuestra propia historia como nación: la conquista y sometimiento de la Isla por España, la práctica eliminación de la población indígena, el desarrollo de una economía sobre la base del trabajo esclavo y toda la violencia que conllevó sobre la población negra, que se inicia con su secuestro en África y se continúa con el comercio de esclavos, su explotación y la represión a sangre y muerte de los distintos intentos de sacudir aquel yugo.
Le siguieron las sangrientas guerras de independencia del Siglo XIX, la práctica devastación de la isla y de su población; el período republicano de vínculos neo-coloniales con EE.UU., el primer medio siglo XX con violentas luchas por el poder, que incluyeron guerras civiles, golpes de estado, dictaduras y la intervención directa o indirecta del imperialismo norteamericano y la lucha de los poderes internacionales por el control de la Isla.
Después de la independencia de España, la esclavitud clásica de la población negra cambió para esclavitud asalariada super-explotada. Siguieron siendo los negros, -que constituyeron la masa del Ejército Mambí-, el sector menos favorecido en el período neo-republicano, lo que dio lugar a la creación del Partido de los Independientes de Color y a un alzamiento  en 1912 por los derechos de los negros, que culminó con una matanza salvaje de varios miles. El hecho más sanguinario y violento del siglo XX cubano. Imposible de olvidar. Pendiente de justicia histórica.
Tan solo entre 1940 y 1952 existió un espacio de relativa paz social, –el gobierno de Carlos Prio (48-52) desmontó violentamente el movimiento obrero controlado por los comunistas-, signado por la II Guerra Mundial y los años posteriores, la Constitución democrática avanzada del 40 y el predominio de concepciones de carácter socialdemócratas entre los principales partidos en el poder, hasta el fatídico golpe de estado de 1952 que interrumpió el curso constitucional e inauguró otro ciclo de violencias.
Como resultado de la lucha armada contra la tiranía batistiana por el restablecimiento -nunca conseguido- de la democracia, desde mediados de los 60, comenzó a instaurarse un sistema político del tipo de la “dictadura del proletariado” de corte neoestalinista para tratar de establecer un “socialismo de estado”, siempre hostigado y en pie de guerra contra el poderoso vecino del Norte y demás enemigos y adversarios internos que, en diverso grado fueron afectados económicamente por las estatizaciones del nuevo gobierno y sus medidas para beneficiar a los menos favorecidos.
Una nueva guerra civil, con participación indirecta del imperialismo norteamericano, tuvo lugar a principios de los 60 que se continuó con acciones violentas de diversa índole hasta años recientes, cuyos momentos principales fueron la  explosión del vapor La Coubre, la invasión de Girón, la Crisis de Octubre, los alzamientos masivos en el Escambray y otras zonas montañosas y los sabotajes directos contra la economía.
El acercamiento cubano-soviético y la Crisis de Octubre, marcaron el desencadenamiento del bloqueo norteamericano, el cual ha tenido especial significación en la violencia aplicada contra el gobierno y el pueblo cubanos, ejercido por parte de la mayor potencia económica mundial de todos los tiempos, agresión y forma de violencia que se prolonga –con variaciones-  por más de medio siglo, con el deliberado propósito de generar hambre y miseria.
Ya en los 70-80 y 90 la violencia continuó con acciones de grupos  terroristas como la explosión en pleno vuelo de un avión civil en 1976, atentados contra el personal y misiones y diplomáticas y oficiales cubanas en el extranjero y contra instalaciones turísticas en los 90´s. Por su parte el gobierno envió muchos cubanos a guerras fuera de sus fronteras. Este periodo de violencias  culmina con el fusilamiento del General Ochoa y otros altos oficiales; el fusilamiento de tres jóvenes que intentaron secuestrar una lancha en Regla, el hundimiento del remolcador 13 de Marzo y la oleada de emigrados “balseros” hacia EE.UU.
Pero desde los 70 aparecieron intentos de oposición pacífica, a pesar del clima de violencia, con los grupos defensores de los derechos humanos, coincidiendo con la política de defensa de los derechos humanos de James Carter. Hubo entonces una breve etapa de distensión en las relaciones entre EE.UU. y Cuba.
En todo este tiempo, hemos tenido un mismo  gobierno que para mantenerse en el poder, lógicamente, ha tenido que sustentarse en la violencia de todo tipo ejercida desde un estado que no ha sido capaz de eliminar la principal causa histórica de violencia y dominación, especialmente: la explotación de unos seres humanos por otros, solo que ahora sobre la base de la propiedad del estado, que explota trabajo asalariado, creído “socialismo”.
Las estatizaciones de las empresas privadas nacionales y extranjeras de los primeros años debieron derivar al manejo directo de las mismas por lo trabajadores; pero la concepción estalinista de socialismo predominante, concentró la propiedad, la administración y las utilidades en manos del aparato burocrático del estado.
La explotación asalariada, sea por privados o por el estado, despoja al obrero de parte del valor producido con su trabajo, la plusvalía de la cual se apropia el dueño de los medios de producción y si arriba de eso no se paga siquiera el valor de la fuerza de trabajo como hace el  “estado socialista”, el nivel de explotación aumenta aún más, generando desigualdades, opulencia, pobreza y, desde luego, violencia.
Se trata de toda una historia de violencias ejercidas sobre los trabajadores y ciudadanos cubanos por los poderosos, de todas las épocas, externos e internos, para garantizarse el control económico político y militar del país y los beneficios de la explotación de nuestros trabajadores fueran indígenas, negros, blancos o chinos, esclavos o asalariados.
Naturalmente, tantos siglos de violencia, han dejado muchas huellas afines y rencores en la sociedad cubana actual, que se manifiestan de distintas formas evidentes y sutiles, desde las relaciones del estado y sus leyes con el pueblo -siempre todo estado tiene carácter represivo-, pasando por el revanchismo de los que fueron expropiados; los resentimientos de los que han sido explotados;  los recelos, discriminaciones y prejuicios raciales que han afectado sobre todo a los menos favorecidos de siempre, los negros y mestizos,  hasta las diferentes forma de dominación ejercidas en el seno de las familias, sobre las mujeres y los niños; en los centros de producción y servicios, en las escuelas, en los lugares públicos comunes y en todos los lugares donde la jerarquía del poder económico y político ha dejado su impronta.
Tenemos, desgraciadamente, una cultura marcada por la violencia. No tenemos una cultura de la noviolencia y ésta, tenemos que desarrollarla. Es un imperativo de la modernidad y base de la continuidad de la especie humana y la naturaleza; y para los cubanos, la posibilidad de salvar la nación. Cuando no existían las armas de exterminio masivo ni las técnicas militares modernas, la violencia tenía efectos limitados. Desde que aparecieron en la faz de la tierra, el uso de la violencia armada linda con el suicidio. Muchos poderosos no lo comprenden aún.
Hay quienes confunden la noviolencia, con la cobardía. No saben que la no violencia no consiste en la pasividad ante los problemas, sino precisamente en enfrentarse constantemente a ellos mediante métodos no violentos, a pesar de sus posibles consecuencias. En nuestra historia reciente hay algunos casos trágicos de resistencia no violenta.
2-Existen varios tipos de violencia.
Téngase presente que la violencia no es solo la que provoca daños físicos, está también la que produce daños psíquicos y emocionales, como las amenazas, hay violencia sexual de género e infantil; en fin hay muchos tipos y formas de violencias. Toda imposición que vaya contra la voluntad de un ser humano es violencia. Y hay violencia verbal, gestual, directa, indirecta, estructural y otras.
Las leyes sancionan muchos tipos de violencias, pero hay leyes que son, de hecho, violencia ejercida sobre la sociedad y las personas, como las leyes y resoluciones discriminatorias o impuestas contra toda lógica. Tal es el caso de las llamadas por el Presidente Raúl Castro “absurdas prohibiciones”, muchas de las cuales siguen vigentes, como las regulaciones migratorias.
Y hay también violencia en la ausencia de leyes que demandan la realidad, como el respeto más pleno a todos los derechos de los seres humanos reconocidos internacionalmente en los pactos, que el gobierno cubano firmó pero no ha querido ratificar.
Y sobre todo hay una gran violencia estructural, la que ejerce toda la estructura socio-económica impuesta al pueblo cubano: Su base descansa en las relaciones asalariadas de trabajo para el estado todo-poseedor, sobre la cual se erige todo el modelo político-económico-social de dominación actual.
Es lo que le permite al estado disponer cuánto paga, sin contar con los que producen la riqueza y determinar a su arbitrio sobre la distribución, inversiones y consumo de toda la riqueza producida por el pueblo trabajador. Todos sabemos que los “contratos colectivos” de trabajo no solo han sido siempre violados, sino que -a la hora de establecerlos- la burocracia manipula y oculta datos e información sobre resultados de producción y ventas. Lo ha hecho hasta para desinformar la gobierno central.
Se sabe que no hay ninguna transparencia en el manejo del dinero de las empresas. ¿Cuánto gana ETECSA, cuánto TRD, cuánto ECASA, cuánto Gaviota, cuánto CUBANACAN, cuánto entra al estado por vía del turismo, cuánto por CADECA? Para solo mencionar algunos monopolios estatales. ¿Y qué relación hay entre lo que ganan esas empresas y lo que pagan a sus trabajadores?
La violencia no nos llega del aire. Tiene su base en la sociedad existente. Hoy, la opresión y explotación asalariada de los trabajadores por el estado, junto al poder absoluto del estado para determinar los derechos que debe o no respetar y su monopolio sobre ingresos y precios, son los mayores generadores de violencia que existen en Cuba.
Como consecuencia  de esa opresión y explotación aparecen muchas formas de violencia como el desvío de recursos, la apropiación indebida y el usufructo por la burocracia de prebendas salidas del bolsillo de los trabajadores, así como la cárcel para los que “roban” al estado, el empobrecimiento de los trabajadores y la consecuente dedicación de muchas hijas e hijos de trabajadores a la prostitución y a negocios turbios; y paro ahí  la lista que otros se encargan todos los días de recordarnos.
Estamos ante un estado todo-poseedor que es parte y juez, ejecutor y legislador, controlador, policía y cárcel a la vez. Sepárense todas esas funciones, ¡por favor!
Hay violencia desde el estado al decidir el despido de millón y medio de trabajadores, cuando todavía  no ha sido capaz de crear condiciones para que la gente pueda depender de medios y vías propios de subsistencia, cuando todavía no existe una ley de cooperativas que permita a la gente organizarse para producir en forma socialista, fuera del estado y se vea obligada a someterse a la explotación por otros ciudadanos que sí tienen capital. Esto sería una forma de violencia indirecta, estructural.
Se aprecia la violencia claramente, también, en las relaciones del estado cubano con el pueblo, donde las libertades y derechos siguen limitados y el énfasis se pone en “la exigencia, el control y la disciplina” impuestas  y de corte militarista, para que el estado pueda explotar mejor  -salariadamente- a los trabajadores, en lugar del autogobierno y el auto control de los grupos de trabajadores, humanos y sociales.
Hay violencia policiaca que no es debidamente encarada por el estado, desde las formas de detención en la vía pública por cualquier razón, el uso arbitrario de las esposas, los registros indiscriminados en plena calle, el encarcelamiento en los calabozos de las estaciones de policía sin razones, el asedio a los negros y mestizos en áreas turísticas y otros que sería largo enumerar.
Hay violencia desde el poder, cuando el estado se niega al diálogo con los diferentes, cuando impone y sanciona leyes que la población no aprueba.
Especialmente la hay en los centros de producción o servicios estatales, no solo con el trato autoritario hacia los que deben servir, sino también por parte de los jefes y administradores amparados con los poderes casi absolutos que brinda el verticalismo autoritario, quienes deciden, disponen, hacen y deshacen con el dinero y los recursos de las empresas “estatales” y el sudor y el tiempo de los trabajadores.
Formas de violencia se aprecian en los hogares, en el trato autoritario-paternalista con los hijos, en las relaciones entre las parejas donde se establecen vínculos de dominación sobre bases de poder físico o económico y se obliga a sexo o formas de sexo no deseados; en las escuelas donde algunos maestros imponen y hasta castigan, en lugar de enseñar y donde veladamente se rinde culto a la historia cubana de violencias y militarismos por encima del pensamiento libertario y democrático de los próceres cubanos. Hay mucha violencia en el transito, donde los más poderosos se imponen.
Particularmente, tenemos la violencia presente, con asiento de primera fila,  en la televisión –toda estatal-, con sus películas y seriales norteamericanos de horror, asesinatos y terror y novelas nacionales que hacen culto al sexo agresivo y a la violencia de genero y hasta en la música que se transmite preferentemente por nuestras hondas radiales, donde solo nichos de paz, como Radio Enciclopedia y Radio Musical Nacional, transmiten otra música, digamos que relajante.
Cese la opresión y la explotación asalariada del estado sobre el pueblo y los trabajadores y  cesará la causa principal de violencia en la Cuba actual.
Pero toda esa violencia del estado sobre el pueblo cubano, va acompañada y reforzada por la violencia que ejerce el imperialismo norteamericano sobre el pueblo y el gobierno de Cuba. El imperialismo “justifica” su bloqueo con el poder absoluto y monopólico del estado y el estado justifica sus déficits democráticos, con el bloqueo y la agresión imperialista; y entre ambos, someten a la opresión al pueblo cubano que sufre y se divide a ambos lados del Estrecho de La Florida. El llamado doble bloqueo.
Sería absurdo, injusto y hasta contraproducente intentar encontrar culpables individuales, lo que solo podría generar nuevas violencias. Las razones han venido dadas por condicionamientos históricos, por la propia forma violenta de los procesos políticos cubanos, por los enfrentamientos mundiales que caracterizaron la llamada “guerra fría”, por el interés histórico del imperialismo de tener en la isla un gobierno aliado y por las concepciones erradas de “socialismo” que predominaron.
3-Es necesario encontrar las vías no violentas para cambiar las bases del actual modelo socio-político-económico,  generador de violencias.
De lo que se trataría sería de hallar los medios, las vías, para cambiar sin violencia las bases del actual aberrado modelo económico político  y social estatal-asalariado, centralizador de todas las decisiones, creído socialista, que condiciona generadores de violencia, insatisfacciones, incomodidades, mal carácter, hastío, escapismos hacia el alcohol y las drogas, salidas del país y violencia –de distinta forma- en el hogar, en el Círculo Infantil y la escuela, en centros de producción y servicios y en  los espacios públicos, especialmente en la televisión y la radio que ocupan mucho tiempo en el quehacer de los cubanos.
Y para eso no podemos esperar, plattistamente, a que el imperialismo nos de el “visto bueno”, abandone sus presiones y su bloqueo y “nos cree el clima necesario” para lograr entre los cubanos las condiciones de paz que nos permitan internamente ponernos de acuerdo.
Hay que reconocer que, con todos sus déficits, el gobierno de Raúl Castro ha abierto el camino a cambios en el sistema y hay numerosas señales de que muchas cosas se intentan cambiar; pero mientras no se cambien las bases socio-económicas y políticas del estatalismo-asalariado y se sigan realizando estudios interminables para aplicar los cambios necesarios, existirán condiciones para el desarrollo de las violencias.
La leve dinámica de los cambios y la falta de integralidad en los mismos están agotando la paciencia de los cubanos.
Hoy está planteada una lucha clara: ¿para dónde van esos cambios?, si para más capitalización, más explotación y más violencia, o por el contrario hacia más socialización, cooperación y noviolencia.
Pero sobre todo hay que reconocer, que a pesar de toda esa violencia que subyace en la sociedad cubana y de todos estos siglos vividos bajo violentas formas, el pueblo cubano ha sido capaz de generar noviolencia, ansias de paz y democracia.
A tal punto que hoy existe un consenso creciente en la nación, presente también en algunos funcionarios del gobierno-partido, sobre la necesidad de realizar profundos cambios en el sistema económico y político actual que lleven no solo a un mejoramiento económico del nivel de vida medio del cubano, sino a la creación de un clima de dialogo, no violencia y a una mayor democracia que posibiliten el establecimiento de una sociedad de paz, derechos, concordia y prosperidad para todos los cubanos.
Así, por ejemplo, parte importante de la oposición tradicional asentada en Cuba, ha asumido el enfrentamiento pacífico al gobierno.  Y no pocos disidentes  han declarado explícitamente su oposición al bloqueo y a cualquier intervención extranjera en nuestros asuntos internos. Esto no debe ser menospreciado por el partido-gobierno, aunque, quizás, en la vía de ir creando puentes de “confianza”, la oposición debería dejar  bien establecida su independencia de todo tipo respecto al gobierno de EE.UU. y a los sectores más recalcitrantes de la extrema derecha en el exilio.
El gobierno, por su parte, en medio de conflictos, ha estado utilizando la mediación de la Iglesia Católica con esa oposición y ha liberado presos por razones políticas y varios miles por otras causas. Hay críticas desde distintas posiciones a la Iglesia por algunas expresiones y acciones que pudieran afectar su papel mediador; pero lo importante es que ese papel lo ha jugado y podría y debería seguir jugándolo. El pueblo cubano necesita diálogo y paz, concordia y, por supuesto, una democracia verdadera efectiva, directa.
En estas circunstancias, el principal responsable de que avance o no un diálogo entre cubanos o se desate otro ciclo de violencias, es el más poderoso, el que tiene los resortes del poder, el que está en mejores condiciones para ceder: el partido-gobierno.
Y se debe entender que no es fácil para el grupo de los “históricos” comprender su propia necesidad de asumir métodos no violentos para tratar a los  que pensamos diferente, aunque no sea en todo, debido a su propia historia: llegó al poder por la vía de la lucha armada, la cual deja huellas indelebles en todos y por medio de la violencia estatal se ha mantenido más de medio siglo en el poder, enfrentando además al imperio más poderoso de todos los tiempos.
Téngase presente que “los históricos” no han “gobernado” en medio siglo, sino que han “mandado” y siguen mandando por medio de decretos, y no han tenido la voluntad política  para enfrentarse pacíficamente con otros partidos, en un parlamento con oposición, con una prensa libre critica y cosas por el estilo. No defiendo a nadie, trato de entender y de explicar.
Pero entre ellos mismos crece el convencimiento de que un nuevo ciclo de violencia puede terminar definitivamente con su poder. Que sean capaces de evitar o generar más violencia, depende de ellos mismos, que son los que tienen el poder; pero es algo a lo que  -quizás- todos podamos contribuir con nuestra propia noviolencia.
Es muy difícil, quizás imposible, que todos los cubanos nos pongamos de acuerdo sobre todos los aspectos de la nueva sociedad que todos queremos, pues es muy claro que no compartimos las mismas aspiraciones ni las mismas formas para llegar a ellas. Pero sí es probable que seamos capaces de sentar si no a todas, a la gran mayoría de las posiciones a conversar en una mesa amplia de diálogo, que nos permita ir encontrando el camino que todos aceptemos, desde la conciencia de cada uno de no estar plenamente satisfecho, concesión necesaria para el concordato con otros. No vale para nadie el todo o nada Y creo que el gobierno-partido lo sabe.
Desde el boletín SPD, los partidarios del Socialismo Participativo y Democrático, estamos tratando de poner un granito de arena en el empeño de alcanzar un diálogo constructivo entre cubanos. Sabemos a qué nos arriesgamos. Pero creemos que en Cuba hoy, esta es una tarea de urgencia.
Es creciente el sentimiento de que existe la oportunidad para lograrlo y evitar la reanimación de un ciclo de violencias, de por sí inaceptable; pero que, además, muy probablemente terminaría con la nación por la intervención de la potencia extranjera que ha añorado por siglos tener en la isla a un estado más incorporado a su conjunto de estrellas o, al menos, un aliado sumiso a sus intereses de todo tipo.
A tal resultado apuntan algunos opuestos a todo diálogo constructivo entre cubanos, interesados en provocar un sisma en la nación que conduciría a esa indeseada, por la mayoría, intervención extranjera.
Y con vistas a no hacer demasiado extenso este comentario, dejo para otra ocasión la violencia que se ejerce sobre los animales y la naturaleza.
4-Algunas propuestas de medidas de confianza para favorecer un clima de cambios sin violencia.
No hay soluciones mágicas ni al parecer posibilidades de conseguirlo en unos pocos días; pero sí hay muchas maneras en que todos podemos contribuir a generar un espíritu contrario a la violencia y a sus manifestaciones.
Los que están fuera del partido-gobierno, también tienen la responsabilidad de no generar violencia y  pueden dar otros pasos como renunciar abierta y decididamente a la misma y denunciarla como perniciosa para sus propios fines, así como tomar distancia de las apetencias y compromisos  imperialistas. Algunos lo han hecho claramente, otros tímidamente y otros no.
Un aspecto que contribuiría a disminuir las tensiones, sería la eliminación de  calificativos y epítetos denigrantes hacia las posiciones diferentes.
Pero, básicamente, la creación de un clima de noviolencia es responsabilidad principal de los que tienen el poder político-militar, económico, el control de los medios de divulgación, las escuelas y los centros de trabajo.
Estas serían algunas acciones concretas que podría realizar el estado:
-Generar un clima de sosiego, diálogo y tolerancia con el pensamiento diferente, con la permisión de nuevos espacios para las manifestaciones responsables de esas inclinaciones, sin aprensiones ni represiones, especialmente con la suspensión de los mítines y acciones de repudio y el hostigamiento constante de los órganos de la seguridad.
-Creación de una Comisión de Derechos en la Asamblea Nacional del Poder Popular que reciba, investigue y proceda con todas las quejas sobre violaciones a las leyes y a los derechos de los ciudadanos y rinda cuenta periódica de su labor públicamente y ante ese órgano. Es evidente que la Oficina del Consejo de Estado que recibe quejas es insuficiente y no puede ser juez quien es parte. Toda queja debe tener una respuesta y toda injusticia debe ser reparada.
-Cambiar paulatinamente, las bases socio-económicas de la violencia actual, con una apertura amplia a una mayor participación directa de los trabajadores en todas las decisiones importantes en los centros de producción y servicios, en la dirección, la gestión y en la distribución de una parte de las utilidades, con plena transparencia, de manera que se vaya avanzando a formas de trabajo, cogestionadas, que junto a una ley cooperativa por establecer, vayan desplazando las formas de explotación asalariadas, sean por privados o el estado, que generan autoritarismo, verticalismo, abuso y explotación, para hacer a las personas más libres y auto-responsables, más capaces de decidir ellas mismas sobre sus propios destinos.
-Detener la explotación de contratados por privados, que genera división social de clases, opulencia, individualismo, egoísmo y formas de violencia por la existencia de pequeños poderes hegemónicos.
-Generar y desarrollar campañas publicitarias que demuestren la nocividad de la violencia ejercida en distinta formas contra los niños, las mujeres y los ancianos y contra otros seres humanos por cualquier “razón”, contra la naturaleza y otros seres vivos. Debo señalar que vi recientemente un anuncio muy positivo en contra de la violencia en la TV, ojala lo repitan mucho y hagan otros por el estilo.
-Propiciar formas transparentes de crítica y control popular sobre los espacios de radio y televisión que tiendan a promocionar la no violencia y las formas de convivencia en paz en todos los contextos sociales que se aborden por esos medios. Y, especialmente,  censurar todo culto a la violencia en los medios de divulgación nacionales.
-Las escuelas primarias son significativas forjadoras de voluntades. Una atención especial debe dedicarse a este tipo de enseñanza, priorizarse por el estado y brindarle todos los recursos posibles y estímulos de todo tipo, desterrando el facilismo, los maestros inexpertos e incompetentes y vinculando la enseñanza a la comunidad que deberá controlar estrechamente planes, recursos y ejecución.
Esos pasos no representan máximas aspiraciones socialistas, ni siquiera las medianas; pero podrían generar otros de mayor significación e ir caminando a la confluencia de opiniones.
Socialismo por la vida.
21 de junio de 2012 perucho1949@yahoo.es

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