lunes, 15 de octubre de 2018

DE VUELTA POR MANTILLA

Ciro Bianchi Ross (cirobianchiross@gmail.com)To:you + 53 more Details
De vuelta por Mantilla
Ciro Bianchi Ross
ciro@juventudrebelde.cu

Los historiadores no se ponen de acuerdo en cuanto a la fecha en que
se fundó Mantilla ni al porqué de su nombre.
Hay confusión, dudas, contradicciones en cuanto a la fecha
fundacional, pero la más antigua que esgrimen los especialistas es
la del 23 de agosto de 1822. Es entonces que aparece por primera vez
una taberna y pulquería llamada Mantilla, que se erigía a la vera del
camino que llevaba, desde La Palma al Calvario y a Managua. Es el
mismo origen de otras muchas poblaciones cubanas, digamos Luyanó.
Ya para entonces El Calvario contaba con 197 casas y una población de
865 habitantes, mientras que el caserío de Managua lo componían 18
casas de mampostería, tres de madera y 14 de embarrado y guano para
una población de 358 habitantes.
Un grupo de labradores que edificaron sus viviendas en la falda de la
loma de El Calvario dieron origen, en 1735, a la localidad habanera de
ese nombre, destruida en 1779 y reconstruida al año siguiente. Fue
entonces que se erigió un nuevo templo, de mampostería, a diferencia
del anterior, que era de madera. La obra se costeó con las limosnas de
los feligreses y los donativos del obispo Santiago Echevarría.
Cuando se organizaron en La Habana, en 1825, los escuadrones rurales
de Fernando VII tocó a El Calvario nutrir sus filas con un contingente
de setenta y cinco plazas por lo que diez años después se dotó a la
localidad de un pequeño cuartel de mampostería para su cuadro de
alistados y voluntarios que allí recibían instrucción militar.
En 1730 el presbítero Matías de León Castellanos demolió el corral
Managuana, de su propiedad, y construyó una ermita. Alrededor de dicho
templo, varios colonos construyeron sus viviendas de embarrado y
guano. Así nació Managua, al pie de las lomas del mismo nombre, las
Tetas de Managua, elevación de más de 265 metros de altura.
Creció la población de esa localidad y en 1750 eran ya treinta las
viviendas y unos 390 los habitantes, mientras la iglesia pasaba a ser
tenencia auxiliar de la parroquia de Güines bajo la advocación de
Nuestra Señora de los Remedios. En 1846 la población disminuyó a 147
habitantes y quedaban solo cuarenta y una viviendas. En 1862 Managua
cobró auge de nuevo. Fue entonces que se reedificó la iglesia y se
instalaron sendas escuelas para hembras y varones.
Los caminos hacia Bejucal y hacia Managua, coincidían en lo es La
Palma en la actualidad. Era el camino del campo. Salía de la puerta de
la Muralla, frente a la calle de ese nombre, y llegaba a Monte.
Torcía a la izquierda en lo que es ahora la Esquina de Tejas y seguía
por Jesús del Monte. En Toyo se podía girar a la izquierda para
alcanzar Luyanó, o seguir el camino principal que pasaba frente a la
iglesia de Jesús del Monte, tocaba La Víbora y en La Palma, hacia la
derecha, empezaba a ser el camino de Bejucal, y por ende, de Santiago
de las Vegas, y hacia la izquierda, el camino de Managua y por tanto
de Mantilla y El Calvario.
Mantilla fue en sus primeros años un cuartón del barrio del Calvario
y luego un reparto de esa localidad, hasta que la división político
administrativa de 1976 convirtió a Mantilla en un consejo popular del
municipio Arroyo Naranjo.
Hubo en la zona siembra de caña de azúcar, café y frutos menores,
pero se abandonaron esas tareas, bien porque la tierra se agotó o no
dio nunca lo que se esperaba de ella. Y sus pobladores sobrevivieron
gracias a la venta de comidas y bebidas y de otros productos a los
viajeros.
En 1841 Mantilla contaba con 139 habitantes y se registraban 25
fincas y 200 establecimientos comerciales. En 1856 eran 185 sus
moradores.
EL CASTILLO
En 1917 se construye el llamado castillo de Averhoff, edificación de
estilo inglés que se erigió en la zona del Tumbadero, en la finca San
Carlos, entre Mantilla y el Calvario.
Fue un regalo del poderoso farmacéutico Ernesto Sarriá a su hija Celia
con motivo de la boda con Octavio Averhoff, que en tiempos de la
dictadura de Machado sería rector de la Universidad de La Habana y
ocuparía las carteras de Educación y Hacienda en el gabinete
presidencial. Tras la caída de la dictadura, el 12 de agosto de 1933,
Averhoff salió del país, en el mismo avión del dictador y tanto el
castillo como su residencia, en la esquina de Malecón y Lealtad,
fueron «visitados» por el pueblo y saqueados.
Averhoff, a quien apodaban Coquito, regresó a Cuba en 1936 ó 37
acogido a la amnistía que benefició a los machadistas e inició un
largo proceso para obtener la devolución del castillo, que había sido
confiscado y donde funcionaba una unidad de la policía montada. Logró
su propósito. Se instaló en una gran casa de 17 esquina a L, en el
Vedado. Todavía su nombre aparecía en las guías sociales y libros de
oro de la sociedad habanera correspondientes a 1960. La familia
Averhoff nunca vivió en el castillo. Fue siempre una casa de campo o
de verano, donde, dice el comentario popular, tenían lugar grandes
orgías, lo que no parece ser cierto.
Tampoco son ciertos los calabozos y cuartos de tortura subterráneos
que el imaginario popular asegura existieron en el castillo para
encerrar y martirizar a los opositores de Machado. Y mucho menos el
túnel que lo conectaba bajo tierra con el castillo de Atarés. Nunca
se encontró rastro de eso en la propiedad.
Tras el triunfo de la Revolución se ha dado al castillo diversos usos.
Fue sede de entidades estatales, de la Asamblea Provincial del Poder
Popular de la provincia de La Habana y, ahora, de un instituto
preuniversitario.
LA RUTA 4
De suma importancia para la vida de Mantilla fue la instalación en la
localidad del paradero de la Ruta 4 (Mantilla- Avenida del Puerto).
Sus antecedentes se remontan a 1928 cuando se fusionó la línea de
ómnibus La Esperanza del Calvario con la ruta de Mantilla, lo que dio
lugar a La Esperanza de Mantilla que devendría Ruta 4.
A partir de ahí, la vida de la comunidad giró, directa o
indirectamente, en torno a esa fuente de empleo. Fue de las rutas de
ómnibus más eficientes de la capital, con una frecuencia de salida de
sus carros que todavía corta el aliento. Fue nacionalizada a comienzos
de 1960. El antiguo paradero, siempre tan lleno de vida, es en la
actualidad un parqueo de ómnibus escolares.
Muy importante asimismo resultó para Mantilla la creación en 1954 de
la cremería-pasteurizadora El Lucero en la carretera de ese nombre.
Fue nacionalizada el 15 de septiembre de 1961.
EL BAR DE ALIPIO
Memorable es asimismo en la zona el Ali Bar, el bar de Alipio García,
en la carretera de El Lucero esquina a la calle Dolores. Abrió sus
puertas en 1940. Estaba en la línea de los llamados cabarets de
segunda, pero la presencia habitual, cantara o no cantara, de Benny
Moré en el establecimiento a partir de 1953, le confería realce
especial. Fue allí que Benny hizo la apuesta que dio motivo a esa
canción suya que dice: «Hoy se cumplen 21 días que no me doy un
trago…». Por su escenario pasó lo mejor de la canción romántica de su
tiempo: Orlando Vallejo, Orlando Contreras, Ñico Membiela, Blanca Rosa
Gil, Fernando Álvarez, y artistas foráneos como el español Juan
Legido. Existe aún, pero muy venido a menos.
LA IGLESIA Y EL VIVAC
La iglesia local está puesta bajo la advocación de San Rafael, patrono
de la villa.
La Casa de Socorros se instituyó en 1929. Dejó de serlo en 1956 cuando
el alcalde batistiano Justo Luis del Pozo hizo construir una moderna
instalación de salud. La vieja Casa de Socorros se convirtió en vivac
de mujeres, tanto para las acusadas de delitos comunes como
políticos, en sustitución del vivac de Guanabacoa. Allí estuvieron
recluidas luchadoras antibatistianas como Aida Pelayo y Nilda Ravelo.
También América Domitro, que fuera novia del legendario Frank País. El
Museo Municipal de Arroyo radica en lo que fue la cárcel.
El liceo de Mantilla, creado en 1904, fue famoso por sus bailes
populares. Ya no existe. Viejos mantilleros lo recuerdan con nostalgia
y fueron inútiles los reclamos de la vecinería para reactivarlo. Ya no
será posible, al menos en el mismo sitio, porque el local fue
subdividido para viviendas.
La periodista Margarita Torres, ya fallecida, ofició como una
extraordinaria promotora cultural. Su casa, conocida como El Tótem,
llamada así por un ídolo que encontró en la playa y colocó en su
patio, fue centro de numerosas actividades de todo tipo.
El laureado escritor Leonardo Padura ha escrito en Mantilla, donde
nació y vive, toda su obra. Residente asimismo de la localidad es el
célebre humorista Omar Franco.
Vecino ilustre de Mantilla fue Juan Gualberto Gómez. La casa donde
residió fue devorada por un incendio. En su lugar, sus deudos
construyeron otra, que todavía habitan. Viviendas muy modestas ambas
pues Juan Gualberto que ocupó por elección importantes cargos
públicos —fue Senador de la República— militó siempre en la oposición
y no disfrutó de los beneficios de la cercanía del poder. Es el amigo
de Martí. El hombre a quien el Apóstol llamó «mi hermano mulato» fue
el destinatario de la orden de alzamiento del 24 de febrero de 1895.
La recibió envuelta en un tabaco. Murió en 1933. Meses antes del fin
de la dictadura de Machado, a la que tanto combatió. Sus últimas
palabras fueron «Martí, Cuba…»
(El escribidor agradece la colaboración del Museo Municipal de Arroyo
Naranjo en la realización de esta página)





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Ciro Bianchi Ross
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