lunes, 30 de abril de 2012

RECONCILIACION Y DIALOGO:DIFICILES, PERO NECESARIOS

Reconciliación y diálogo: difíciles, pero necesarios Félix Sautié Mederos Crónicas cubanas En la búsqueda de medios pacíficos para enfrentar las crisis que estamos atravesando en Cuba durante los últimos tiempos, se han realizado algunos esfuerzos plausibles por alcanzar un diálogo con el reencuentro y la reconciliación entre cubanos. En tanto que paralelamente se plantean negaciones, insultos y amenazas en un intento de anularlos con la finalidad de dar paso a las acciones más extremas, influidas por los rencores, las revanchas y los odios inducidos durante los últimos cincuenta y tantos años de proceso socio político cubano. Si bien soy del criterio que todos sin excepción tenemos el derecho de plantear libremente nuestras opiniones sin que medien la descalificación, el insulto ni las represiones al pensamiento diferente, no por ello me abstengo de plantear mis consideraciones con toda franqueza y con el mayor respeto al pensamiento diferente que me es posible, referidas a las diversas posiciones encontradas que se manifiestan al respecto de estos asuntos que, por demás considero esenciales para el futuro de la Nación Cubana. Ante todo para que no quepan dudas, quiero comenzar reiterando mi criterio que la Nación Cubana está integrada sin excepción de ningún tipo por todos los cubanos con similares derechos, vivan adentro o en el exterior del país, porque plantearlo, aunque parezca una verdad de Perogrullo, lo considero imprescindible a los efectos que mis posiciones no se puedan confundir ni manipular en otro sentido. Todos tenemos derechos similares y nadie, absolutamente nadie, está facultado para conculcarlos en función de determinados intereses grupales, por muy justos que se consideren. Vivimos momentos muy complicados y hemos llegado a un decisivo punto de inflexión del que no será posible desentenderse, muy a pesar de las fuerzas autoritarias que desde posiciones de poder pretenden negarlo y que se esfuerzan por tratar de imponer sus concepciones sin posibilidades de que puedan ser replicadas. En tales propósitos controvertidos, convergen los extremos de uno y otro bando; y, se convierten, en mi manera de verlo, en el primer obstáculo con que chocan los esfuerzos de reconciliación y diálogo entre cubanos. A tal extremo se ha llegado que de conjunto en medio de su contrapunteo y polarizaciones, algunas de las partes encontradas y coincidentes en los extremos, se niegan a aceptar que subsistan esos esfuerzos así como el derecho a tener criterios, ideas, propósitos y proyectos propios. Coinciden en un vale todo con el concepto de tierra arrasada, e imposibilitan avanzar en la búsqueda de una solución concertada que pueda sacarnos del estancamiento que estamos afrontando. Paralelamente, dentro de los que aceptamos la necesidad del diálogo y la reconciliación entre cubanos, hay quienes se plantean hacer una casa propia y exclusiva para dialogar entre ellos y con los que les resultan más afines a sus intereses específicos, aún en medio de las contraposiciones que manifiestan abiertamente unos u otros. Coinciden además con la exclusión de quienes les resultan molestos para sus posiciones de centro, derecha o izquierda. Parten del criterio de reconocer solo a los aprobados, o bien a los académicos, intelectuales y/o funcionarios orgánicos de uno u otro bando. Estas posiciones convergen hacia un desprestigio del diálogo y de la reconciliación que, en cambio, para ser de verdadera utilidad, deberían manifestarse con todos y para el bien de todos. Reconciliación y reencuentro, en mi opinión, no quiere decir la negación de la justicia porque sin la justicia no se podrán alcanzar los aspectos mínimos que nos unan para avanzar hacia delante en la búsqueda de la concordia, el desarrollo, la verdad y la paz para la Patria Cubana desarrollada en una República en la que quepamos todos en medio de la diversidad, la convivencia y la gobernabilidad con todos y para el bien de todos y valgan las redundancias de los conceptos. Los que pretendan mediar para hacer posibles el reencuentro, el diálogo y la reconciliación entre cubanos deberán ser muy cuidadosos en el reconocimiento y el respeto de cada una de las partes en sí mismas y entre ellas. Excluir a unos para facilitar que otros participen, son acciones que niegan la necesaria ética de base que dará confianza a todos y que podrá asegurar efectos positivos por pequeños y limitados que sean. Asimismo, el no ser asequibles a las consultas, requerimientos y criterios sobre el diálogo; o bien inclinarse más de un lado que del otro, anula la necesaria imparcialidad de reconocimiento de las partes implicadas que constituye un elemento básico de la capacidad de convocatoria. Las posiciones de intransigencia, arrogancia así como de insultos, deberían ser desestimadas de cualquier intermediación que se plantee, para hacerla eficaz y verdaderamente útil. Las buenas costumbres, la amabilidad, la elevada cultura y la flexibilidad incluyendo los principios cristianos de caridad y misericordia, son cuestiones esenciales que deberían caracterizar estos procesos para su efectividad. Las posiciones y conductas de los próceres que forjaron nuestra Patria y las luchas por nuestra independencia deberían ser ejemplos a seguir para el presente y el futuro político de nuestro país. Tampoco es aceptable cualquier posicionamiento detrás de instituciones sociales, económicas, académicas, políticas y mucho menos religiosas que deben ser fundamento esencial de una Casa de común, para apoyar la exclusión de unos hacia otros, así como determinados posicionamientos por muy justos que puedan considerarse, porque de plano ello sería contradictorio con la convocatoria y la realización del diálogo, del reencuentro y de la reconciliación que tanto necesitamos los cubanos. Así lo pienso y así lo expreso con el mayor respeto que me es posible por el pensamiento diferente. fsautie@yahoo.com

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