lunes, 22 de agosto de 2011

LA FRUTA MADURA Y EL CARBURO

La fruta madura y el carburo

Si la “fruta” llegara a madurar, habría que “agradecerlo” al carburo neoestalinista implantado en Cuba en nombre del “socialismo y el poder de la clase obrera”

Por Pedro Campos



En abril de 1823, el Presidente norteamericano John Quince Adams estableció su conocida política de la “Fruta Madura” para Cuba: “Hay leyes de gravitación política, como de gravitación física, y Cuba, separada de España, tiene que gravitar hacia la Unión…No hay territorio extranjero que pueda compararse para los Estados Unidos, como la isla de Cuba…ha venido a ser de trascendental importancia para los intereses políticos y comerciales de nuestra Unión”.



Han transcurrido 188 años, y la fruta no acaba de madurar; pero la importancia estratégica política, militar y económica de Cuba para el imperio, no ha disminuido un ápice.



Hoy por hoy y cada día más, el anexionismo como concepción política, entre los cubanos, se reduce a pequeños segmentos en la extrema derecha, sin ningún predicamento en la población. En Cuba, incluso los grupos antigubernamentales, de alguna significación, han tomado clara distancia del anexionismo clásico y muchos se han pronunciado contra el bloqueo y las políticas agresivas de EE.UU. contra Cuba.



Sin embargo, las sistemáticamente agravadas consecuencias económicas políticas y sociales del modelo neoestalinista de “socialismo de estado”, -un capitalismo monopolista de estado, disfrazado- por rechazo natural pendular, han ido generando un progresivo aumento de simpatizantes del sistema económico y político norteamericano, que se ha convertido en referente para muchos cubanos, especialmente entre los jóvenes, quienes no ven otra salida que no sea la emigración a EE.UU., o el trasplante a Cuba de esa sociedad.



¿Culpa de John Quince Adams, de Richard Nixon, George Bush, o Barack Obama?



Las cúpulas gobernantes de Cuba han reconocido a los verdaderos enemigos de los cambios en el burocratismo, la corrupción, el inmovilismo, la doble moral y toda esa mentalidad perniciosa generada por el modelo estatalista y centralizado de corte neoestalinista.



Si por desgracia la “fruta” llegara a madurar y a caer al destino que le procuraba el sexto Presidente de EE.UU., entonces habría que “agradecerlo” a ese modelo implantado en Cuba en nombre del “socialismo y el poder de la clase obrera”, que ha actuado a manera del carburo, compuesto químico usado por comerciantes cubanos para madurar las frutas artificialmente.



Por eso hace tiempo venimos denunciando la existencia de un novedoso neoplattismo, que siempre ha estado achacando todas nuestras desventuras al bloqueo norteamericano, desviando la atención del verdadero responsable.



No habrá que esperar el veredicto de la historia para identificar lo que ha resultado ser el mejor aliado del imperialismo y del anexionismo.



A tal desastre ideológico ha llevado el engendro, que el propio Partido Comunista ha decidido emprender reformas económicas, bajo el slogan de la “actualización”, preñadas de recetas neoliberales: despidos de trabajadores, aumento en la edad de jubilación, ampliación de la explotación del trabajo asalariado por el capital privado, otras entregas de tierras a capitalistas extranjeros para negocios turísticos, drástica disminución de las prestaciones sociales, extensiva ahora a minusválidos y enfermos crónicos, ampliación de las posibilidades al capital extranjero, autonomía administrativa de las empresas sin control de los trabajadores y otras.



La “actualización” no propone soluciones a dos problemas básicos que están generado corrupción, desangrando la economía popular y estimulando el abandono del país y el envejecimiento de la población: bajos salarios y doble moneda; mientras centra las remiendos en la disciplina impuesta, el control y la exigencia desde arriba: el voluntarismo siempre fracasado, que hace responsables del desastre a los de abajo, a los trabajadores.



Los economistas de la “actualización”, al no comprender las causas del fracaso del “socialismo de estado”, escogieron, para la economía cubana, el desfiladero capitalista a dónde apuntan los llamados lineamientos del VI Congreso del PCC.



Y no es que los “actualizadores” indirectamente se propongan la anexión real o virtual de Cuba a EE.UU., es que quizás no comprendan, que la plena imbricación (y digo imbricación, no intercambio) de la economía cubana con el sistema capitalista contemporáneo, nos puede llevar a la dependencia y a la anexión real o virtual al capital norteamericano, tan cercano, tan imitado en sus costumbres y tan siempre deseoso de controlar esta estratégica posición.



Y esto deberían saberlo todos los que deseen el regreso al capitalismo privado, con su “libre” circulación de capitales, aunque se distancien de las ideas anexionistas. No se trata de “salir de guate-mala, para entrar en guata-peor”



E. Preobrazhenski, uno de los grandes economistas de la Revolución de Octubre en su trabajo “Perspectivas de la Nueva Política Económica” sentenció: “La alianza contra natura entre el estado socialista y el gran capital extranjero fracasa y es reemplazada por una alianza natural entre este último y todas las fuerzas burguesas de Rusia.” (1)



La historia le dio la razón en Rusia, en el resto de la Europa ex socialista y en China.



¿Han pensado qué sería de una Cuba con su petróleo explotado por compañías norteamericanas; con dos millones de estadounidenses anuales haciendo turismo aquí; con compañías gringas administrando o co-administrando con el estado nuestras instalaciones turísticas y playas, nuestra industria azucarera-alcoholera, nuestros hoteles y centros científicos?.¿Con más de una docena de campos de golf para ricachones y zonas residenciales restringidas, de lujosas mansiones, y limosinas por transporte; con varias marinas y atracaderos para yates de millonarios; con un puerto gigante en el Mariel, “zona económica especial” con un parque de maquiladoras que explotaría mano de obra barata cubana y trasegaría varios millones de contenedores que tendrían como destino y origen a EE.UU.?



¿Es la Cuba que se nos quiere legar? Crucero del mundo, sí; apéndice de EE.UU., no.



¿No es ya bastante que nuestros servicios especiales de inteligencia cooperen con los del imperio en su frontera sur, en el control del narcotráfico, la emigración ilegal y el terrorismo y que sirvamos como ejemplo de “socialismo” inoperante para el continente? Y miren el pago imperial: nos vuelven a poner en la lista de países que apoyan el terrorismo.



Y nadie está abogando por un abismo por medio con EE.UU., ni por la plena autarquía económica, el desconocimiento del mundo contemporáneo o la ausencia de intercambio de todo tipo con el exterior, como se intentó en Albania, Corea del Norte o China en una época.



Colaboración internacional, sí; pero no para desarrollar el capital a costa del trabajo. La tecnología y el dinero por sí solos no generan desarrollo socialista. Éste parte de priorizar el avance y consolidación de las formas de producción bajo control de los trabajadores, democráticas, afines, genéricamente socialistas, con amplia participación de los trabajadores en la propiedad, el manejo de las empresas y la repartición de las utilidades, de tipo cooperativo-autogestionario. Fenómeno que viene dándose, hace siglos, en el seno de los países capitalistas más y menos desarrollados, como alternativa natural al fracaso capitalista.



Los economistas formados en la desideologización de los 90 hacen énfasis en los problemas macro-económicos, tradicionalmente tratados por expertos burgueses, como los relativos a las políticas fiscales, el movimiento de las finanzas, el marketing y otros, desechando categorías y análisis de la economía política marxista, que consideran “pasada de moda”.



Tan “informados”, nos dicen: “hay que vivir con el mundo moderno, integrarse con él”. No confundan: una cosa es intercambiar con el mundo capitalista y otra integrarse al mismo.



Olvidan, ignoran o no quieren saber, que sin cambios efectivos en las relaciones de producción asalariadas del capitalismo, no se podrá llegar conseguir una nueva forma de producir y vivir.



Y una vez más repito, para quienes insistan en no entender, que no se trata de convertir todo en cooperativas, sino en priorizar la socialización de la propiedad estatal a través de procesos de cogestión (trabajadores-estado y capital nacional o extranjero cuando sea necesario) y autogestión de los trabajadores en las empresas del gobierno, industriales, agrícolas o de servicios; liberación plena del trabajo cooperativo con amplio apoyo estatal en créditos, bajos impuestos y libertad para intercambiar y el completo desarrollo del trabajo por cuenta propia –incluidos todos los profesionales- individual o familiar, que no explota trabajo asalariado, una forma autogestionaria de producción.



Un filósofo, ignorante del marxismo que el estalinismo pretendió ocultar, perteneciente a la camada intelectual neoliberal que generó la desideologización de las Ciencias Sociales en Cuba, promovida después de la caída del “socialismo real”, ha dicho que el marxismo no ha podido explicar aquellos acontecimientos y que no ha ofrecido una alternativa viable, al capitalismo. Ni leyó al criollo Dacal, para no mencionar otros no publicados en el patio.



Fue ese mismo rechazo de la economía política marxista, lo que desarmó ideológicamente al propio Partido Comunista y lo que lo ha llevado, en buena medida, a asumir las políticas de la “actualización del modelo”, cuando de lo que se trata es de cambiarlo en sus fundamentos estado-céntricos y asalariados.



En la génesis del estalinismo estuvo la supeditación a un pensamiento único, la no comprensión de que el capitalismo es un modo de producción sustentado en la explotación del trabajo asalariado, la concentración de la propiedad y de los resultados de la producción y la continuación de formas de dominación y opresión social; y de que el socialismo implicaba la mayor libertad de pensamiento, el avance paulatino hacia nuevas formas de producción distintas al trabajo asalariado, que conllevan la socialización (no estatización) de la propiedad y sus resultados, junto a la democratización de la vida política del país y la desalienación de la sociedad por la eliminación de todas las formas de opresión.



Fue la identificación esquemática del capitalismo con un sistema de gobierno; y del socialismo con una forma de distribución. De todo eso se derivaron múltiples errores políticos, como el combate a todas las formas de gobierno democrático-burguesas, la absolutización de la lucha armada como vía revolucionaria, la subestimación de las propias transformaciones en las formas de producción en el seno del sistema capitalista, el menosprecio de las luchas económicas de los trabajadores, la negación de la autogestión y otros.



Neutralizar el efecto “carburo”, precisa del concurso de todos: comunistas, socialistas, revolucionarios, demócratas y cubanos de buena voluntad. La filosofía, los métodos y las concepciones neo estalinistas deben ser desmontados del partido, del gobierno y la sociedad toda, para hacer realidad la “unidad de la nación” y la Cuba “con todos y para el bien de todos”.



El VI Congreso del PCC dejó un plan que mira más a la capitalización que a la socialización, a las diferencias que a la igualdad. La Conferencia de enero, pudiera rectificar el camino y rescatar los contenidos libertarios, democráticos, socializadores y fraternales de la revolución, que muchos seguimos procurando. .



Hemos contribuido al debate sobre la situación actual y perspectiva y seguimos dispuestos a hacerlo en cualquier escenario. Lo articule el gobierno, la oposición u otros interesados.



Socialismo por la vida.



La Habana, 16 de agosto de 2011. A tres años de publicado el documento “Cuba necesita un socialismo participativo y democrático. Propuestas Programáticas”. perucho1949@yahoo.es



Vea mi página en kaosenlared.net donde están todos mis escritos publicados desde el 2006: http://www.kaosenlared.net/colaboradores/pedrocampos



Notas:

1- E. Preobrazhenski Perspectivas de la Nueva Política Económica. Teoría económica y economía política en la construcción del Socialismo. Ediciones Roca. S.A. México 1974

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