Juan Guaidó, ¿Un paquete chileno, colombiano o gringo? Recordando a Luis Piñerúa y a “Bobenzo”
Eligio Damas
El maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, siendo candidato del MEP, en aquellas elecciones que terminó ganando Luis Herrera Campins de Copei, estando en Güiria, pueblo sucrense en el cual nació Luis Piñerúa, candidato de AD, mientras discurseaba en un mitin, escuchó a alguien dentro de la concentración, allá abajo, gritar, “ese viejo está cansao”.
El grito llamó tanto la atención al orador que interrumpió su discurso, calló por breve tiempo y respondió sonriendo a aquel como atrevido e imprudente:
“Mijo, ¿cómo no voy a estar cansao si me pasé todo el día de hoy, de escuela en escuela de Güiria, buscando el certificado de sexto grado de Piñerúa y para más que busqué no lo encontré en ninguna de ellas?”.
Como era habitual, en las concentraciones y hasta cualquier espacio donde el insigne educador margariteño hablase, al margen de la composición del público, aquella ocurrencia fue respondida por una risotada estentórea y de seguidas un muy nutrido aplauso. Como buen oriental, solía acompañar sus sabias conversaciones con chistes, ocurrencias o irreverencias.
Siendo Piñerúa el candidato del partido gobernante y en consecuencia un rival de mucha importancia desde el punto de vista cuantitativo, se había convertido en el punto de referencia y objetivo de los ataques de los demás participantes en la contienda. Pero aparte de eso, el Dr. Prieto lo era de un partido emergido de AD y en buena medida se disputaba un espacio electoral muy particular como común a ese y el suyo, el MEP. Con la desventaja para el gran maestro que la izquierda participaba en la contienda con candidatura aparte.
De los tres candidatos mencionados, aunque había más, el único sin título universitario ni pliegos intelectuales, era Piñerúa; circunstancia en la que quienes diseñaron las campañas de sus contrincantes pusieron el centro de sus ataques. Pareciera ser que aquella estrategia dio sus resultados; siendo AD el partido de gobierno, con todas la ventajas que eso daba y ejercidas sin moralismos por los gobernantes, pese algunos crean que eso es novedoso en Venezuela, Piñerúa terminó disputando el 2do. lugar con el Dr. Prieto
En 1972, se dio el caso que Lorenzo Fernández, abogado, egresado de la ilustre Universidad caraqueña, conocida como UCV, siendo candidato de Copei, se enfrentó al de AD, el bachiller, simple bachiller, Carlos Andrés Pérez. Antes, en 1998, el Dr. Rafael Caldera, brillante abogado, también egresado de la universidad caraqueña, de la que fue por años ilustre profesor en la escuela de Derecho, perdió también la competencia por la presidencia de la República con el bachiller Rómulo Betancourt.
Betancourt, como bien se sabe, había sido de los líderes de la generación del 28 del siglo pasado, de aquellos muchachos de la universidad caraqueña, pero nunca llegó a graduarse. No obstante, desarrolló una importante labor intelectual que le permitió redactar muchos de los documentos de los frentes de lucha en los cuales participó, como aquel libro “En las huellas de la Pezuña”, que escribió conjuntamente con Miguel Otero Silva, abundante documentos epistolares, artículos de prensa y “Venezuela Política y Petróleo”, que le permitió por muchos años parecer un experto en la materia y referencia muy importante. Pero al mismo tiempo, había sido presidente de la República entre 1945-48, a raíz de aquel golpe militar, que pomposamente llamaron “Revolución de Octubre”, a todas luces ilegal e injustificado contra el gobierno del General Isaías Medina Angarita, que serviría de fundamento y hasta soporte al posterior alzamiento de Marcos Pérez Jiménez, contra el insigne escritor venezolano Rómulo Gallegos el 24 de noviembre de 1948.
Pero el Dr. Lorenzo Fernández perdió la contienda con un simple Bachiller de la República, sin pliegos de intelectual, sino un vocabulario habitual entre políticos y una significativa capacidad para moldearse y moverse entre gente exactamente como él y que en definitiva ayudan a inclinar la balanza. Además, Pérez cargaba la fama del mal policía por el rol que desempeñó como Ministro o jefe policial del muy represivo segundo gobierno de Betancourt. Fernández, pese su título universitario y haber desempeñado cargos importantes y hasta ser Secretario General de Copei, en buena medida por el persistente respaldo del prestigio y poder del Dr. Caldera, era una figura apagada, sin peso intelectual alguno, brillantez o por lo menos ese fuego que movía a Pérez, pasó a la historia como el simple “Bobenzo”, como fue bautizado por sus opositores y calificativo que le hizo más famoso y menos propenso para llegar a la presidencia, pese era él el candidato del partido de gobierno, siendo el Dr. Caldera el presidente y por supuesto gozando de las ventajas que eso significaba. La derrota fue tan contundente que “Bobenzo” quedó como si le hubiese pasado un tren por encima.
La historia de Guaidó, por reciente, es bastante conocida. Antes de “autoproclamarse” como presidente interino, su mayor aporte en la lucha política venezolana, de lo que hay abundantes pruebas, es haber participado en una manifestación, sin antecedentes en nuestra historia, en la cual él, junto a otros jóvenes, cada cierto tiempo o espacio recorrido, mostraban las nalgas “en pelo” a los transeúntes y a los fotógrafos de la prensa que se encargaron de difundir aquello por el mundo, sin que nadie todavía haya encontrado en eso un rasgo de sensatez, inteligencia, menos de contenido político ni relación con el carácter de la protesta. Los hechos posteriores demostraron que eso a nada condujo sino a la baja estimación de quienes en eso participaron.
Eso sí, Guaidó, según dicen, es egresado como “ingeniero en informática” de la UCAB. Como político, por esa “ilustre” actividad de exponer sus intimidades en plena calle y otras, que uno supone dado el carácter del modo de lucha habitual del partido del cual forma parte, salió electo a diputado. Y estando en ese rol, dada la estampida, por motivos de la lucha nada convencional desarrollada por su partido, de buena parte de la representación a la AN y dirigentes de este, por el orden, de modo casi accidental, le tocó asumir la presidencia de la AN y por disposición del Departamento de Estado de EEUU, declarada ya de manera frontal la guerra al gobierno de Venezuela, auto proclamarse presidente de la República Bolivariana de Venezuela.
Piñerúa, solía escribir en la prensa nacional, tal como también lo hacía Luis Herrera. Si no recuerdo mal, tenía una columna semanal en Últimas Noticias, el diario de mayor penetración en la Venezuela de entonces y creo, también en El Nacional. Aparte que aparecía en buena cantidad de los diarios regionales, todos ellos de lectores por demás exigentes. Pese la campaña desatada contra él, por la falta de título académico, que en verdad lo aplastó, sobre todo porque la emprendió y sostuvo un intelectual de altísimos méritos y gran prestigio nacional e internacional, maestro de escuela insigne, como para aprobar o raspar a quien fuese, como el Dr. Prieto, Piñerúa nada tuvo de Guaidó o para decirlo mejor, este no tiene absolutamente nada de la cultura y pulcritud que sí tuvo Piñerúa. Fue éste un militante que durante muchos años, en Caracas y el exterior, se movió entre aquella brillante generación que fundó primero el PDN y luego AD. Y es obvio, si lo sabremos muchos, “quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”.
Si hago un balance ligero de la gente con quien desde joven anduvo Piñerúa, sin que el orden nada particular signifique, tendría que mencionar a Rómulo Gallegos, Betancourt, Valmore Rodríguez, el propio Luis Beltrán Prieto, Juan Pablo Pérez Alfonzo, Andrés Eloy Blanco, José Antonio Mayobre, Manuel Pérez Guerrero, Gonzalo Barrios, Leonardo Ruiz Pineda, Luis Manuel Peñalver y paremos.
Haga el lector un balance de la gente con quien Guaidó ha estado ligado estos pocos años, compare y saque conclusiones. Por ejemplo para ahorrar espacio, Leopoldo López nada tiene de Betancourt.
Quienes le apoyan, desde EEUU y Colombia, porque ese es el foco central, lo hacen no por él, porque es eso que solían llamar antes un bodrio, una estafa, un “paquete chileno”. “Ya tu sabes, tú estás allí no porque seas una gran vaina, sino que el azar, ese como derrumbe que hubo entre tu gente e hizo te encontrásemos allí, porque en verdad hubiésemos preferido que fuese Ramos Allup, te metió en un pote de Quaker que compramos en un abasto y del fondo del mismo te sacamos”. Y para que no fuera a creerse que era algo así como la única “pepsicola en el desierto” le agregaron, “vas a estar allí, porque no hay otra cosa que hacer y agarrando aunque sea fallo, pero tendrás que hacer y decir sólo lo que te digamos. Y cuando te digamos algo, porque no será te vuelvas a pelar las nalgas, ensaya bien lo que vas a decir para que no metas la pata. Y sobre todo, nunca se te ocurra decir algo que no te hayamos dicho.”
Y le dijeron, “dirás que asumes la presidencia interina porque en Venezuela hay un dictador y usurpador de la presidencia a quien nadie eligió”. Y le dijeron eso porque no había más nada que decirle.
Pasaron por alto que, si al caso vamos, a él tampoco lo eligió nadie y revisando la constitución no se hallará ni un refilón de ella que lo avale. Es, en cualquier circunstancia, más usurpador que cualquier otro y para más, su argumento de Maduro dictador, lo tumban muchos cuando haciendo uso de la legalidad eso dicen, a él le avalan como presidente y nada les pasa. Y para terminar, se autoproclamó, se hace llamar “presidente”, dispone de recursos del Estado y la Nación, como los derivados de Citgo, contrae compromisos en el exterior a nombre la República y el gobierno no le toca un pelo.
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