lunes, 22 de julio de 2019

DE NUEVO LA MUERTE ME SORPRENDE

Felix Sautie Mederos (felixsau@enet.cu)To:you Details
500 LEP De nuevo la muerte ...... (188 KB)


A LA ATENCIÓN DE FRANK
De nuevo la muerte me sorprende con Rita Buch. El tiempo es implacable con nuestra existencia terrenal
2103vg34-2017

La espiritualidad prohibida No. 450


De lo que he visto, de lo que he vivido, de lo que pienso y creo




Félix Sautié Mederos
http://www.poresto.net/wp-content/uploads/Aprehensión22-300x281.jpgTodavía en mis recuerdos de niño, me asaltan con insistencia algunos pensamientos y criterios vivenciales que entonces acaparaban mi mente infantil y de joven adolescente; los que en determinados momentos han regresado con mucha fuerza a mis pensamientos e incluso a mi conciencia. Son los referidos a las causas que han determinado la existencia de la vida, lo que siempre me pregunto desde mis primeros años de mi uso de razón, con menor o mayor sofisticación conceptual según la edad. Lo hago con insistencia, en temas como son la creación del mundo y su final a que estamos abocados que por primera vez los conocí en La historia sagrada, sustituto bíblico que estudiábamos en los colegios católicos de la época, al punto que muy temprano llegué a considerar filosóficamente que todo lo que comienza termina.

Relaté algo de eso recientemente, pero sin extenderme mucho en La Espiritualidad Prohibida (LEP) 498 en que narro los sentimientos que me produjo la noticia inesperada relativa a la desaparición física del general amigo Oscar Fernández Mel. Quizá tendría que poner ambos capítulos en línea: ese al que me refiero (LEP 498) y el que voy a escribir ahora. Porque de nuevo en el lapso de unos pocos días, cuando me disponía a escribir este capítulo con el propósito de reflexionar en relación con el paso del tiempo y con mis 81 años de presencia física en este mundo terrenal, que cumpliré el próximo 28 de julio de 2019; recibí una llamada sorpresiva en este caso de un matrimonio muy cercano a quienes aprecio muy especialmente, Pelayo Terry y su esposa Olguita, ambos colaboradores de POR ESTO!, quienes me avisaron que nuestra compañera del grupo de los amigos cubanos que publicamos en POR ESTO!, la Dra. Rita Buch acababa de fallecer en un hospital de La Habana.

Rita en POR ESTO!, ha sido para mí una colega muy especial entre otras cosas más al respecto de su comprensión hacia mi ideas y concepciones. Ambos, junto con la destacada profesora universitaria e intelectual Marta Núñez Pascual somos los cubanos que publicamos con mayor regularidad en Unicornio, suplemento científico cultural del periódico. Rita siempre estuvo muy cercana a lo que publico en mi serie LEP, en los temas conceptuales, filosóficos, teológicos y políticos. Los leía y reiteradamente recibí sus estímulos y consejos. Tengo vivo todavía y lo recuerdo en estos momentos, lo que me escribió al respecto hace algún tiempo, su última comunicación conmigo, porque fue cuando la enfermedad contra la que siempre luchó denodadamente le comenzó a impedir que viajara a los encuentros de POR ESTO! en Mérida, Yucatán. No lo puedo olvidar, ahora cuando ya no está con nosotros, porque en ese mensaje quedó en vernos en el próximo encuentro por el aniversario del periódico y ya no lo pudo hacer. Cito textual en su recuerdo el mensaje que quizás premonitoriamente en su momento consigné en mi página WEB. Cito pues:
Rita Buch
November 03, 2018 8:39 pm
QUERIDO SAUTIÉ:
HE TENIDO LA POSIBILIDAD DE LEER ALGUNOS DE TUS ULTIMOS ARTICULOS PUBLICADOS EN NUESTRO QUERIDO POR ESTO! ME PARECEN EXCELENTES.
DESEARÍA QUE CUANDO COINCIDAMOS EN NUESTRO PRÓXIMO VIAJE A MÉRIDA EN MARZO DEL AÑO QUE VIENE, LLEVARAS AL VIAJE UNA MEMORIA FLASH CON EL CONTENIDO DE TODOS LOS ARTÍCULOS QUE TE HAN PUBLICADO CONSECUTIVAMENTE EN EL DIARIO, DESDE EL COMIENZO, PARA PODERLOS COPIAR Y LEER LA PRIMERA PARTE QUE NO CONOZCO Y ASÍ PODER CONOCER SU CONTENIDO DESDE EL PRINCIPIO HASTA LA FECHA EN QUE VAYAMOS, PARA PODER LEER EL TEXTO INTEGRALMENTE.
TE FELICITO DE TODO CORAZÓN. UN FUERTE ABRAZO, EXTENSIVO A TU ESPOSA.
RITA
(Nota: La primera parte a que Rita se refiere es lo publicado semanalmente a partir de marzo del 2008, durante aquel primer año en que comencé a publicar La Espiritualidad Prohibida en Unicornio. Cito textual la nota enviada a mi correo electrónico con letras mayúsculas no usadas antes, lo que considero símbolo de que ya su estado de salud no era bueno.)
En definitiva, confieso que aquella llamada con la muy triste noticia a que me refiero, me dejó en una sola pieza, como se suele de decir, porque la posibilidad de la muerte segura sin que nos falle, irrumpió repentinamente de nuevo en mis reflexiones de vida. La existencia terrenal sin la muerte en realidad no es posible. También recordé con gran intensidad nuevamente aquella constante del Evangelio de Mateo, que expresa: “Manténganse alerta, pues, porque no saben ni el día ni la hora”. (Mateo. 25:13).
En este orden de pensamiento, recuerdo un poema referido en mi criterio muy personal a esta expresión evangélica, que expresa una meditación poética del obispo emérito de Sao Felix do Araguaia del Mato Grosso brasileño don Pedro Casaldáliga, mi mentor más cercano en la Teología de la Liberación, cuyos versos muchas veces entran en mis meditaciones y reflexiones existenciales. Es un poema que quiero citar en espera de la muerte que a todos un día nos habrá de llegar y que a mi amiga Rita Buch ya le llegó para llevársela definitivamente a la Gloria de los Justos. La muerte segura, culto sagrado del pueblo mexicano tan cercano a nosotros. Cito pues:
Ella vendrá
Ya la acogí en las sombras muchas veces
y la temí rondándome, callada.
No era el vino nupcial, eran sus heces;
era el miedo al amor más que la amada.
Pero sé que vendrá. Confío en ella,
amada fiel de todos y maldita.
No hay modo de escapar a su querella.
Sin hora y sin lugar, ella es la cita.
Vendrá. Saldrá de mí. La llevo dentro
desde que soy. Y voy a su encuentro
con todo el peso de mis años vivos.
Pero vendrá… para pasar de largo.
Y en la centella de su beso amargo
Vendremos Dios y yo definitivos.
En mi criterio, es la muerte la realidad más segura que tenemos por delante cuando nacemos; siempre prevista que sucederá en un día no marcado, que ineluctablemente nos habrá de llegar. En este orden de pensamiento, quiero citar que Marco Aurelio, retirado de Roma en los últimos diez años de su vida se dedicó a escribir sus cuadernos sobre la muerte y en uno de sus pensamientos expresa un muy importante concepto coincidente, en mi opinión muy personal, con este tema del planteamiento evangélico de Mateo y del poema de don Pedro Casaldáliga que cito textual: “la perfección moral consiste en esto: en pasar cada día como si fuera el último, sin convulsiones, sin entorpecimientos, sin hipocresías…”.
La muerte, aunque se diga lo contrario de boca para afuera, constituye una realidad de la vida terrenal de la que no nos conformamos, a pesar de que también sabemos perfectamente que en última instancia siempre nos sucederá. En mi opinión, una cosa es sobreponerse al miedo y la otra es decir que no se le tiene miedo a la muerte. Tenerlo en mi criterio es un sentimiento muy natural en el ser humano, porque solo por medio de una fe religiosa asumida es que nos planteamos la existencia de una vida más allá de la muerte y de la descomposición de la materia que ella comporta.
Pierre Teilhard de Chardin, sacerdote jesuita, eminente antropólogo y pensador católico de las profundidades, escribió en su libro Himno del universo, un “Himno a la materia”,en el que gira en todo momento en torno a la realidad de la muerte y la importancia de la materia que se corrompe con nuestro final terrenal. Himno que comienza con un párrafo en que plantea textual: “Bendita seas tú, áspera materia, gleba estéril, dura roca, tú no cedes más que a la violencia y nos obligas a trabajar si queremos comer…”; y termina con unos párrafos en los que plantea:
Tú, materia, reinas en las alturas en las que los Santos se imaginan haberte dejado a un lado; Carne tan transparente y tan móvil que ya no te distinguimos de un espíritu.
¡Arrebátame, Materia allá arriba, mediante el esfuerzo, la separación y la muerte; arrebátame allí donde sea posible abrazar castamente el Universo!
Abajo en el desierto que se ha vuelto a calmar alguien lloraba: “¡Padre mío! ¡Qué viento alocado se lo llevó!
Y en el suelo yacía un manto…”
En tanto que el destacado especialista contemporáneo Juan José Montiel Montes, a quien he podido leer en mis estudios de teología, hace algún tiempo publicó en la revista Utopía y Praxis Latinoamericana (Año 8, abril-junio 2003, páginas 59-72, Revista Internacional de Filosofía Iberoamericana y Teoría Social / ISSN 1315-5216.-CESA-FCES-Universidad del Zulia. Maracaibo- Venezuela), una excelente tesis en mi criterio, titulada “El pensamiento de la muerte en Heidegger y Pierre Theilhard de Chardin”, en cuyo resumen inicial plantea algunos conceptos al respecto de la muerte con los que coincido plenamente en mis meditaciones y reflexiones. Conceptos que considero esenciales al respecto del tema que me ocupa y cito textual algunos de sus párrafos específicos:
“Reflexionar sobre nuestra muerte, es reflexionar sobre nuestra vida. La muerte es una dimensión de la vida. Es nuestra compañera más fiel, la única que nunca nos abandona puesto que puede sobrevenir en cualquier momento. Rechazar la muerte, hasta el extremo, es negarse a vivir. Para vivir plenamente hay que tener el coraje de integrar la muerte en la vida. Con estas palabras tratamos de presentar nuestro tema, que quiere dar a conocer el sentido fenomenológico, cristiano, psicológico, médico y antropológico de la muerte. Enfocándolo fundamentalmente a partir de dos autores como lo son: por una parte, el filósofo existencialista Martín Heidegger, y por la otra el pensador, científico y sacerdote Pierre Teilhard de Chardin […]”
En este orden de pensamiento, quiero citar otro recuerdo muy especial de mi colega Rita Buch y su labor filosófica, que precisamente es su libro “Aprehensión de la historia de la filosofía con sentido ético cultural” que un día en Mérida, durante uno de los encuentros convocados por el periódico POR ESTO! me regaló con gran afecto sin realmente hacer gala de su profundo contenido, en mi opinión enciclopédico, en relación con la historia de la filosofía. Aquel libro, con su dedicatoria de puño y letra cargada de afecto y de sencillez intelectual, lo conservo en mi biblioteca, ahora con mayor afecto porque es algo muy suyo que quedó conmigo como muestra de nuestra amistad. Cito “Para Félix Sautié con afecto. Rita Buch. Mérida 20 de marzo de 2016”. De más está decir que me lo he leído e incluso subrayado con sumo interés porque, además, los temas de filosofía y teología son de mucha asiduidad en mis lecturas, pues tienen que ver con buena parte del contenido de lo que regularmente escribo en mis artículos, crónicas y testimonios.

En el prólogo de presentación, escrito por el Dr. Roberto Pupo Pupo, doctor en filosofía, doctor en Ciencias, profesor e investigador titular de la Universidad de La Habana, escrito con fecha 10 de mayo de 2010, en sus párrafos iniciales retrata nítidamente a Rita Buch y los cito textual:
“La obra Aprehensión de la Historia de la Filosofía con sentido ético–cultural. Su concreción en el pensamiento cubano electivo, resume una rica trayectoria científica docente. Expresa la madurez intelectual de una persona consagrada a la enseñanza y a la investigación histórico-filosófica. Una obra, que con enfoque marxista, no desecha nada que contribuya a su enriquecimiento. // En el desarrollo del libro, desde la introducción hasta el último capítulo, el discurso de la autora muestra alto vuelo aprehensivo. Cada tesis está fundada en ricas fuentes bibliográficas clásicas, y sólidos argumentos teóricos con profunda connotación metodológica. Además, el numen cultural emerge con fuerza por todas partes, así como un acertado lenguaje magistral y ameno, propio de una especialista que domina el oficio con excelencia científico-académica […].”
Rita Buch siempre fue para mí una amiga, una colega y un ser comprensivo en actitud y función permanente de cooperar y ayudarme intelectual y políticamente. Espero que un día podamos encontrarnos de nuevo en la “casa que no se acaba”, a donde todos habremos de marchar ineluctablemente. HASTA SIEMPRE AMIGA Y COLEGA.
En una segunda parte de este testimonio de vida, que fue mi plan inicial antes del aviso de la muerte física de mi colega Rita Buch, quiero exponer algunas reflexiones que bien podría calificarlas como escatológicas y coincidentes en buena parte de su contenido con las reflexiones anteriores motivadas por la ida definitiva hacia la Gloria de los Justos de mi muy apreciada colega. Lo hago con énfasis especial al respecto de la muerte y de su llegada a nosotros para acogernos definitivamente, que no conocemos ni el día ni la hora, al decir de Mateo en su Evangelio.
Un primer concepto que viene a mi mente, por motivo de mis 81 años, es que el paso del tiempo es implacable con nuestra existencia terrenal. La que comienza siempre con un final previsto del cual reitero que no podemos saber ni el día ni la hora cuando nacemos al mundo de los vivos. Es en definitiva implacable; y aunque nos propongamos eludirlo o incluso eliminarlo, el soma que poco a poco se va desgatando con marcas indelebles en nuestro cuerpo físico, y muchas veces incluso en nuestra alma, nos los recuerda y lo sentimos con achaques e insuficiencias que se hacen cada vez más evidentes en nuestro día a día. Puedo decir entonces, sin temor a equivocarme, que en esta cuarta edad transito por la etapa definitiva de mi peregrinaje terrenal, con una mayor madurez y experiencias de vida que me permiten evaluar la existencia humana con mayor precisión de ser el don más importante con que venimos a este mundo.
No obstante, esas evidencias existenciales a que me refiero, quiero expresar que no me siento vencido ni mucho menos por el tiempo ni por la edad, los considero gracias especiales que siempre tendré que agradecer al Ser Supremo; que es mi muy especial concepto de mi fe cristiana en Dios, de la cual no me arrepiento ni me avergüenzo, y que siempre la he proclamado.
En honor a la verdad, debo afirmar también que ya no tengo ni el vigor ni la fuerza física que pude siempre desplegar durante los años de mi vida útil, consagrados plenamente en favor de la Revolución que ha traído la paz, la justicia social y la mayor suma de felicidad a nuestro pueblo según la expresión bolivariana que hago muy mía para calificar los resultados benéficos de la Revolución cubana triunfante que he vivido desde sus principios.
En esta etapa decisiva del actual momento de mi vida terrenal, quiero confesar que vivo muy especiales circunstancias existenciales cargado de achaques somáticos, en las que me es posible comprobar con un muy profundo énfasis, que mi decisión desde muy joven, 1957, cuando era uno de los dirigentes de la Acción Católica Juvenil cubana (la JEC, Juventud Estudiantil Católica) de enrolarme para siempre en el proceso revolucionario cubano, ha sido el más acertado paso que he dado en mi vida. A este hecho quiero dedicarle mis reflexiones en los 81 años, porque fue un punto inflexión decisivo para siempre en mi existencia terrenal de tantos años.
En este orden de cosas, quiero afirmar que tampoco para nada me arrepiento de la proclamación de mi fe cristiana en Dios en los principios de los años sesenta del siglo pasado, cuando en la etapa conocida como la del sectarismo de viejos militantes preconizada por el viejo líder comunista cubano Aníbal Escalante, en la que recuerdo que se realizó un proceso de análisis entre los que éramos cuadros políticos de las ORI (Organizaciones Revolucionarias Integradas que agruparon al Movimiento 26 de Julio de Fidel, al que yo pertenecí militantemente; el Partido Socialista Popular, de los comunistas, y al Directorio Revolucionario, de los estudiantes universitarios) en aquella época de la Revolución Triunfante, con la aplicación de un cuestionario de 100 preguntas que debíamos responder ante un trío analizador, a las que incluso la Orquesta Aragón le compuso un chachachá bailable que se hizo muy popular en la radio y la televisión cubana de aquellos años con aquel tema de las 100 preguntas, conocido como“Cuéntame tu vida”. Ante ese proceso político, debo decir que yo respondí alto y claro, afirmando mi fe en Dios que siempre he mantenido con altas y bajas, pero vigente en la realidad vivida, y quiero testimoniarlo con todo lo que recuerdo de aquel momento.
Lo concreto resultó ser que había en el documento dos preguntas que se planteaban juntas, horquilladas como algunos le decimos: ¿Tiene usted creencias religiosas? ¿Cree usted en Dios?; y alguien que estaba detrás de mí me dijo “Di que no, di que no”. Yo como si me hubieran accionado con un resorte, me puse de pie frente a la mesa en que estaba la Comisión interrogadora. Expresé en voz muy alta casi gritando:“¡Carajo! (y otra palabrota más que me reservo) Cómo voy a decir que no creo. Aquí todo el mundo sabe que soy creyente. Si comenzamos así, comenzaremos muy mal”.
Fueron quizás los instantes más dramáticos de mi vida en aquella época. Confieso que para mis adentros pensé que todo se había acabado, pero me sentí profundamente satisfecho con mi respuesta, ya eran algunos años intensos de vida revolucionaria y no podía negar mis orígenes, porque si lo hacía me quedaría sin el sostén espiritual que siempre me ha acompañado; y que al respecto también me acompaña hoy en mis 81 años, del cual, aún casi 60 años después. Vuelvo a reiterar y escribir al respecto de este acontecimiento. Hechos que por primera vez los narré en mi libro Sin tiempo para morir, que varias veces he mencionado en mis testimonios de vida que estoy publicado desde el año 2008 en Unicornio.
El muy conocido dirigente político cubano Joel Domenech, en función de su cargo de secretario general de las ORI en La Habana en aquellos momentos y quien entonces presidía la Comisión interrogadora me respondió algo que nunca he podido olvidar:“Sautié, a usted nunca le hemos hecho esa pregunta”. Y con voz de autoridad planteó: “¡Anúlenle esa pregunta a Félix Sautié, a Félix Sautié no se le puede hacer esa pregunta!”.
Este hecho que estoy testimoniando ha sido muy importante para mi historia personal (finales de 1961 principios de 1962) porque fue en el IV Congreso del Partido años después (Santiago de Cuba, del 10 al 14 de octubre de 1991) en que se autorizó la militancia en el PCC a los creyentes en activo, y entonces yo ya era un militante por excepción que no había negado su fe cristiana.

Finalmente les reitero mi correo electrónico con el propósito de que puedan trasmitirme dudas, criterios, opiniones y preguntas: fsmederos@gmail.com
Publicado el domingo 21 de julio del 2019 en el Suplemento de Ciencia y Cultura de Por Esto! y en la Sección digital de Especiales del periódico Por Esto! de Mérida, Yucatán, México.

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