jueves, 3 de mayo de 2018

EN MÉXICO, A LÓPEZ OBRADOR, HARÁN CAYAPA O GUANABANA A LA VENEZOLANA


ELIGIO DAMAS


            Los caraqueños llaman guanábana una fruta que los cumaneses le decimos catuche. Desconozco cómo la llaman los “manitos”. Como todos saben, es blanca por dentro, como lo era la tarjeta blanca de Acción democrática, y verde, que te digo verde, por fuera, el color de Copei. Dos partidos que firmaron el Pacto de Punto Fijo, junto con URD, en 1958, como una continuación del llamado “Pacto de Nueva York”, que habían firmado en esa ciudad antes que cayese Pérez Jiménez, pero por asuntos del desenvolvimiento de la historia y la política venezolana, esos pactos desembocaron en el de la “guanábana”, llamado así, como es obvio, por los colores de esos dos partidos. Y en buena medida consistió en un período para uno y otro para el otro. Pero con un rasgo distintivo y como gracioso, se la pasaban todo el tiempo dando la impresión de odiarse mutuamente, tal como matrimonio obligado. Pero así como los burros se buscan para rascarse, un adeco buscaba un copeyano o viceversa, para asociarse en una empresa que contratara con el Estado. De esa manera, sin importar quien estuviese en el gobierno, AD o Copei, esa empresa siempre gozaría de los beneficios de aquél. A la hora de buscar el contrato o cobrarlo, siempre había el enchufe adecuado. Pues la presidencia de la empresa cambiada inmediatamente que lo hacía el gobierno.
            Los adecos y los copeyanos, eso sí, como dije antes, fingían odiarse. Como si cada una de esas parcialidades representara una clase social o familia totalmente distinta a la del otro, así mismo como los Capuleto y Montesco.  Lo que le daba a aquello un carácter de drama, tal como Romeo y Julieta, no por estos dos, sino por sus familias o la obra. Se la pasaron casi toda la vida creyéndose enemigos y viviendo en desconfianza. En 1998, hace ya la bicoca de veinte años, pese el tango cantó que “veinte años no es nada”, Copei inició la campaña electoral apoyando a la ex reina de belleza Irene Sáez, sobre todo porque esta tuvo la osadía de lanzarse a la presidencia de la república y rápidamente las encuestas la ubicaron en el primer lugar y hasta holgadamente. AD, más conservadora, en ese momento, lanzó a quien era lo que ellos mismos llamaban su “caudillo”, un personaje oscuro, de aparato de partido, de poca cultura, como la señorita Sáez, pero esta era la belleza misma, ex mis universo y Alfaro Ucero, el caudillo, era viejo, provinciano, chaparro y por demás obtuso.
              Chávez, en ese momento o mejor en aquella contienda, también lanzó su candidatura. Como es historia por demás sabida, la resumiré recordando, vainas uno que no sabe exactamente por qué, que cuando aquel tsunami electoral que fue el comandante del “por ahora”, comenzó a subir, las olas a alcanzar el cielo, los partidos que se creían opuestos y ganados para odiarse, se unieron en matrimonio, como si Romeo y Julieta, en lugar de morir antes de tiempo, se hubiesen unido en matrimonio y ya sabe el lector cuánto se amaban esos dos muchachos. Copei, le retiró su apoyo a la Sáez, los adecos decidieron que su “caudillo” dejó de serlo o no les servía y optaron por apoyar a un ex copeyano llamado Salas Rómer, quien para el momento ocupaba el segundo lugar en las encuestas, detrás del nacido en Sabaneta. Hicieron  suma y una resta y sacaron al final una cuenta que creyeron sería la que sacarían las urnas. Y perdieron.
            Allá en el país de los aztecas, Hernán Cortés el conquistador, encontró en la Malinche, una hija de esa tierra, su intérprete, mujer y consejera. Como si se hubiesen unido el agua y el aceite. Fueron dos. Dando saltos muy largos en la historia, pasando aquel proceso duro que fue la Revolución mexicana, llegamos a la fundación del PRI por Plutarco Elías Calles, y luego al General Lázaro Cárdenas. Ambos fueron herederos de aquella hecatombe que elevó el nacionalismo y orgullo mexicanos. Pero llegaron los tiempos de la decadencia y aquel partido que se llenó de corruptos y desnacionalizados. Tanto que llegó a perder en 1989 por primera vez una elección, desde su fundación en 1989. Si el lector saca cuentas, cualquiera pudiera, si nos acogemos al lenguaje superficial y fácil interpretación de hoy,  fue un período de “partido único” por la bicoca de sesenta años. Y perdió con el PAN, que no por su nombre, ha sido un partido siquiera progresista sino de la extrema derecha, espacio hacia donde también se arrinconó o movió el PRI. Pero PRI y PAN, como AD y COPEI, también se ocuparon y todavía ocupan de “odiarse” en público, como para que la gente tenga como escoger en cada elección algo distinto. De manera que desde 1989, ellos se intercambian el poder y el elector se queda con la sensación que hay cambio y cree haberse vengado cuando saca a uno u otro del poder
            Porque el mundo está lleno de insondables misterios. Uno le ve de una manera e intentándolo entender, parece que se volteara y tomase otra. Pero él sigue por instantes muy breves como era, o para mejor decirlo cambia tan lentamente que uno no tiene espacio ni tiempo en la cabeza para percibirlo, mientras que cuando lo vuelvo a ver ha cambiado y vuelvo otra vez a esforzarme en entenderlo y cuando termino el ejercicio y creo haberlo atrapado, al volverlo a ver se me parece de una manera distinta a todas las anteriores. Porque los cambios que él da o sufre o goza, no son los mismos que le doy en mi cabeza. Y eso no sólo me pasa a mí sino a todo la gente. De donde hay tantos mundos como lo permite el cambio y las infinitas cabezas conciben y cambian.
            Hoy México, refleja un cambio. Manuel López Obrador, según las encuestas, estaría encabezando cómodamente las preferencias del electorado mexicano. En las alecciones anteriores, se dijo, lo que conmocionó al país azteca por meses, que el actual presidente Peña Nieto, del PRI, en gran medida repudiado por los mexicanos, por tantas cosas y ahora por permitir que Trump les humille, ganó a López Obrador mediante un descarado fraude. Pero lo nuevo está en que López Obrador no es del PAN, sino del partido Morena y es candidato de una coalición más o menos “izquierdista”. Para mejor información ofrezco a los electores un enlace para leer un trabajo reciente sobre el clima electoral mexicano.
             Este nuevo escenario mexicano, ha logrado “el milagro”, que como sucedió en Venezuela, quienes fingían ser opuestos y no la necesaria pareja de cómicos que parecen contradecirse para hacer más divertida la comedia, el PRI y PAN, comienzan a hablar para llegar a un acuerdo, intentando impedir que López Obrador gane las elecciones. Por supuesto como esas dos agrupaciones y su gente gozan del buen aprecio de quienes mandan en EEUU, estos harán de catalizadores para que esa amalgama se endurezca. De la misma manera que AD y COPEI se unieron al grupo de Salas Rómer para intentar parar a Chávez. Veremos qué sucederá allá, en aquel bello país que uno, cuando joven y veía su cine y escuchaba sus cantantes, aprendió a quererlo como si fuese el nuestro.

         



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