martes, 1 de mayo de 2018

ABRIENDO Y CERRANDO EL CANAL HUMANITARIO COMO UN PESTAÑEAR

Por: Armando Lafragua
            Tengo dudas. No sé si ponerme de parte del lado de quienes dicen querer un canal humanitario. Porque pese lo piden, al mismo tiempo piden que nos lo cierren o le pongan más piedras al camino. Quienes dicen que no necesitamos ese canal, dicen y se quejan que alguien lo está cerrando o mejor no deja que se construya.
              Quienes uno sabe, porque no hay dudas, arrastra piedras desde cualquier sitio, porque le sobra como hacerlo, para cerrar los caminos o vías antes existentes, pide que le dejen abrir o le abran un camino humanitario. Un como dejarles entrar sin pagar entrada y menos siquiera dar las gracias.
              Esta pantomima, en la que no sólo los gestos sirven, también las palabras, a uno que no es nada inteligente y por eso le cuesta interpretar a cada personaje, le enreda y le cuesta asumir posición.
              No sé bien, porque quienes dicen lo contrario me enredan, si carecer de medicinas, hasta de jeringas y algodón, por lo menos a precios accesibles, porque de todo  se halla, de eso se encargan las redes sociales, pero a los precios que el filibusterismo impone, tiene algo de eso de crisis humanitaria.  Es decir, esas  cosas entran, pero sin espíritu humanitario sino con el  del capitalismo salvaje y por demás feroz. Porque, como dije, si se encuentran; basta preguntar por un teléfono, aunque en la farmacia no “exista”. Como tampoco sé si lo es o no el comer, eso que Brecht calificó como primero que la moral y el Quijote creyó necesario para contener el peso de las armas. A mí,         en mi intimidad, pese el discurso de un político le convenga decir que no, me haga dudar, si me parece que eso conforma una crisis humanitaria y se requiere la ayuda de quienes puedan y de verdad quieran hacerlo para superarla. Pero eso sí. Ayudar, socorrer a alguien no es meterse en sus espacios a saquearla. Tampoco ponerle condiciones infamantes, como “véndeme tus corticos barato, a precio de gallina flaca, para que puedas cenar esta noche”. O “te doy este saquito de maíz y dejas me lleve por unos días a esa carajita tuya que está allá, jorungándose los pies”.
            No entiendo cómo hay quienes desde adentro piden que llegue ayuda y hablan de crisis humanitaria, mientras a sus productos, que ellos fabrican, aunque el dólar to day, dándole a este el derecho de determinar los precios, baje o se mantenga estático o suba un poquito, les suben de  precio de manera desmesurada. Y mientras eso hacen, dicen por aquí, por allá, ellos mismos o por intermedio de sus voceros que hay crisis humanitaria. Claro eso de “no entiendo” es un decir, porque lo que quieren es “ayuda humanitaria” para ellos. Como que le den un montón de vainas para hacer una piñata y a esta solamente le metan un caramelo y los demás es agua. Igualito que la red de carajos que se meten en los Clap y a este secuestran. O reciben dólares preferenciales para comprar cosas y cuando estas ponen a la venta parten de lo que indica la divisa paralela. Por aquello de quien reparte y reparte se queda con la mayor parte.
             Tampoco entiendo cómo EEUU y esto es una verdad como una catedral, sólo que muchos entretenidos en su deseo de tumbar a Maduro, quien tiene la culpa que ese sentimiento aumente por lo malo que es como presidente, pero no por dictador u otros falsos defectos que le endilgan, sino por ineficiente e incompetente para acertar en algo, nos crea esa crisis humanitaria habiéndonos declarado “amenaza inusual”, como un gorila hablando de algún piojito que le mordió un minúsculo espacio de la nalga derecha y nos aplique una serie de medidas y obstrucciones, tan rígidas como el saboteo a Cuba, tenga el cinismo de denunciar que sufrimos una crisis humanitaria y requerimos de su ayuda para salvarnos. Es decir, genera el problema y luego lo denuncia como un peligro causado por otro y se ofrece para resolverlo, pero como si sus causas fueran distintas a las reales. Si suspendiendo todas esas medidas empezarían a hacerlo y por darle oportunidad al venezolano que juzgue a su gobierno con más equidad y equilibrio.
            La injerencia gringa que sólo es aplaudida, por ahora, por quienes están obcecados por el odio contra Maduro, pues ese sentimiento hace perder el juicio, tanto como la gran dama, esposa que se llena de odio contra una infante a quien su marido, el amo de las tierras y los hombres, raptó,  como los “meros machos” antes procedían;  y mientras llora, blasfema llena de rabia, con la otra cara o alma enternecida, ruega que su inocente amado vuelva y se aparte de los brazos de aquella bruja. Es decir, quienes están atrapados en el odio, pasan por alto que esas medidas tomadas desde EEUU, las referidas estrictamente a lo económico, no a las referidas a algún funcionario, tienen más o menor culpa, eso depende,  de este estado de cosas que llamamos crisis humanitaria. Para ser justo, sin que esto implique identificarse con el gobierno cubano, que no es el caso nuestro, cuánto ha afectado a ese pueblo el bloqueo.
            Si algún pueblo sabe de crisis humanitaria es Haití. Tanto que podríamos decir sin exagerar que desde su independencia ha vivido en ese estado. Pero por estar ubicado donde los huracanes y todos esos dañinos fenómenos que convoca esa zona geográfica y posición astronómica, casi constantemente al hambre y abandono en que vive allí la gente, ellos acompañan para aumentar allí las dificultades y hacen más grave esa permanente crisis humanitaria. ¿Y quién les ayuda? ¿Han averiguado, quienes piden que dejen a los gringos nos ayuden humanamente, si ellos le han prestado alguna vez ayuda a ese pobre pueblo? ¿Si la respuesta es positiva, por qué después de tantos años sigue como está?
               De lo que sé y es bastante, porque los años me han permitido atesorar esa información, cada vez, sólo cada vez, que un particular fenómeno de alta intensidad azota a Haití, o un estremecimiento político, allí llega más rápido que inmediatamente la “ayuda humanitaria” norteamericana,  pero sólo la vestida con uniforme militar y portadora de armas para evitar que nadie se alebreste. Llegan los “Rambo” con sus armas y porte como de extraterrestres que meten miedo. Y luego se van, pasado un tiempo, cuando ven la marea tomar su nivel, la de la mar y la del estado de ánimo de la gente. Dejando la crisis humanitaria, sobre todo la del hambre, tal cual como estaba. Y se van porque allí no hay nada que cogerse.
            Por todo eso, el tema del la crisis humanitaria y la pertinencia de solicitar la ayuda que ella demanda, se me confunden; además, quien quiere ayuda y nadie por muy insensato que parezca y está necesitado, la desprecia y rechaza. Ayude y no mire a quien. Pero también, agarrando aunque sea fallo.


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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 4/30/2018 06:33:00 p. m.

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