sábado, 23 de julio de 2016

¿EL NEOLIBERALISMO NOS MUERDE LA COLA? LOS QUEJIDOS DEL MINISTRO MENÉNDEZ

ELIGIO DAMAS

            El neoliberalismo, no es una receta pura. Él puede disfrazarse y tomar de aquí y de allá. Entonces, quienes lo practican pero intentan ocultarlo, apelan a comparaciones y por descarte de alguna u otra cosa, sacan la conclusión que ellos nada tienen de eso. En parte norte occidental de Anzoátegui hablan de un “Morro-gallo”, que sería una mezcla extraña de morrocoy con gallo.
            Macri, antes lo he dicho, se mostró como un neoliberal confeso cuando hizo su campaña y una vez llegado al gobierno se convirtió en convicto. Es decir, es confeso y convicto. Eso significa que ese señor que ahora gobierna en Argentina es coherente. Su discurso y su hacer van en sana paz o para decirlo mejor se la llevan de lo mejor. Si algo bueno tiene es que jode al pueblo argentino, habiéndoselo advertido. Pendejo aquel de los explotados que diga ahora “ese tipo me engañó, voté por él porque creí que mejoraría las cosas para mí”.
           Macri ahora está haciendo lo que dijo haría. Que votaría del trabajo a miles que estaban al servicio del aparato del Estado, daría rienda suelta a los precios, elevaría el precio de los servicios, como demandan las normas del capital e impondría impuestos al granel. Digo sólo esas cosas por sólo nombrar algunas. Porque Macri es un neoliberal y como tal actúa. Es pana del FMI y a mucha honra.
            Pero se da el caso que uno, hasta en su casa, habiendo dicho que sería un combatiente contra el neoliberalismo y estando por largo tiempo -¡no me digan que veinte años no es nada! – al frente del gobierno, al presentar un balance de la realidad que manejo, construida o expandida con mi anuencia o no, pero bajo mi administración, termino por confesar que el neoliberalismo me tiene atado por el cuello. El ministro Menéndez quien es de Planificación - ¡nada más ni menos! -, como la cabeza del clavo, ahora en la ONU, no sólo confiesa, reconoce que “es necesario librar de los monopolios todos los mecanismos logísticos, de infraestructura, de distribución de los productos”. Sí; eso es verdad; pero a esta altura del partido no luce una oferta novedosa si quienes tuvieron tiempo de aplicarla, casi dos décadas después, nos echan el mismo cuento. Como si dijese, “me estafaron en mi propia cara. Pero denme una nueva oportunidad o “time”, como dicen los carajitos, “para cambiarlo todo”.
            Con la misma lógica del gobierno desde hace cuatro años, Menéndez en la ONU se limita a hablar de un diagnóstico que más parece un quejido o un pedido de comprensión. Dijo allá, en la ONU, que “el desvío en la distribución de los productos que ha afectado el acceso del pueblo a los alimentos, ha sido ocasionado por los oligopolios del sector privado”; lo planteó como quien descubre el agua tibia o inventó la colilla de cigarro. Si como decir eso, en algo nos ayuda; olvidando que Chávez, desde 1998, dijo casi hasta el cansancio que, para alcanzar la independencia había que lograrla primero en el área alimenticia. ¿Y para qué esta se logre no existe un ministro de Planificación o es solo para hacer diagnósticos y lamentarse? ¿Sólo para ir aquí, allá, a los organismos internacionales a explicar porque “ñequeamos” o adelantar tareas con todos los detalles para que eso no llegue a suceder?
            Es verdad, eso es hasta un simplismo, que la caída de los precios del petróleo nos afectó sobre manera. Pero también es una verdad, como aquellas de Perogrullo, que estamos como estamos porque no hicimos nada, con toda la montaña de dólares que nos entró por un relativo largo período, para crear una base de sustento o soportar todo lo que ahora se nos vino encima.  Hoy el gobierno boliviano se enorgullece de haber previsto eso y evitado que la crisis del capitalismo agobie a los ciudadanos. En cambio, nosotros hicimos muy poco para desarmar o disminuir sustancialmente el control de esos grandes grupos económicos; no creamos sistemas alternativos, sino que “planificamos”, si es valedera la palabra en este caso, sobre la falsa ilusión que de la renta petrolera seguiría manando a raudales. Haber actuado así, es grave; tan grave como para que quien lleva años dentro de los asuntos de Planificación de jefe o segundo de abordo, pusiese su renuncia. Si no hizo lo que debía porque le impusieron otros criterios, el asunto no deja de ser grave.
            Hugo Chávez llegó a la presidencia de Venezuela en 1998, después de esos años transcurridos, que no son pocos, el Ministro de Planificación, como para defenderse,  defender al gobierno o intentar explicar el drama que ahora nos abate, dice lo siguiente, no sé si de manera inocente, tomando en cuenta que desde las alturas del poder se habla de “transición al socialismo”,  que “En Venezuela el 49% del total  de los ingresos lo concentran tres grupos económicos, que son grandes corporaciones. Esos oligopolios  son los que han venido generando desvío de los productos……”
            Eso lo sabe Raimundo y todo el mundo desde años atrás; por lo que nada hacemos parapetándonos detrás de ese burladero; es como ver a un avestruz metiendo la cabeza en un hueco; aunque en este caso sería en una lluvia de palabras innecesarias.
            ¿Si ese es el cuadro de la economía venezolana y mejor aún, la distribución del ingreso, después de casi veinte años en el gobierno, tomando en cuenta que la tarea era revertir el anterior que ya era injusto, como se evalúa eso? ¿Sirven los argumentos de Menéndez para continuar dándole confianza y “bandera alta” a quienes acompañan a Maduro en el alto gobierno? ¿Puede uno esperar que hagan realidad lo que Menéndez a nombre del gobierno ofrece “la construcción de un nuevo modelo que apunte a la soberanía productiva y al autoabastecimiento? ¿Acaso no fue eso lo que planteó Chávez y dejó impreso en el Plan de la Patria? ¿No es esa la tarea asignada desde hace casi dos décadas? ¿Mientras tanto que hacía Menéndez, sólo diagnosticar? ¿Algo así como llover sobre mojado?
          Alguien dijo, uno de esos teóricos a quienes suelen nombrar para justificar lo que se hace, que no era suficiente acertar en el diagnóstico. El rentismo y la alta concentración de capital en Venezuela son cosas tan viejas como el caminar hacia adelante; lo que interesa es el hacer para cambiar o sustituir lo que está malo.
          ¿Hay motivos, razones, para que uno espere que quienes después de tanto tiempo dejaron que llegáramos a esto, disponiendo de grandes recursos y apoyo popular desbordante, cumplan la tarea que dejaron abandonada?
           Hace seis meses yo planteé, cuando eso no era bandera de la derecha, que el presidente Maduro a “motu propio”, llamase a referendo. Como lo dije, era una manera de desarmar a la derecha, quitarle una bandera que levantaría, desafiar la voluntad popular y evitar que el chavismo no fuese “achicharrado”. Que de perder, revocatorio y posterior elección, el peor de los escenarios, a aquél dejaba intacto. Hoy las cosas han cambiado. El revocatorio lo tomó la derecha como bandera y es notorio el cisma que se está sintiendo en las filas revolucionarias. Por eso, ahora, lo pertinente es llamar a la unidad de estas; que el revocatorio, que es sólo una opción, quede en manos de la oposición. Pero la unidad de los revolucionarios no puede entenderse como esa lealtad a “raja tabla” de la cual hablan algunos. Como eso de dar un cheque en blanco. Tampoco es ético usar la figura de Chávez y sus discursos para forzar a una lealtad que no se construye sanamente. La unidad pasa por escucharnos, por acercarnos, por respetar la discrepancia y hasta tomar en cuenta las opiniones que por solidarias tienen la misión de ayudar. Empezar lanzar al voleo acusaciones de deslealtad o traición por discrepar, criticar o pedir cambios sustanciales, como ese del gabinete ministerial, donde hay muchos que hasta han envejecido allí sin dar señales de vida trascendente, no es muestra de entender lo que sucede. ¿Qué se quiere? ¿Acaso que viendo al gobierno naufragar y hasta comenzar a pensar y actuar como neoliberales, empezando hacerse el desentendido ante una inflación asesina, sea o no, por el discurso, anti neoliberal, uno debe callar y hasta aplaudir? Sí. Hay quienes eso hacen. ¿Pero hacen bien? ¿Hay que aplaudir esa avalancha de aumentos de precios en los servicios, que nada extraña alcancen al agua y electricidad, además del criminal de los alimentos, mientras el salario se ha vuelto una miseria? ¿Qué distinto es eso a lo declarado formalmente neoliberal?

             Cuando se entiende que lealtad es obediencia ciega, no se es revolucionario, ni se tiene idea cómo se debe ser. Bolívar y Chávez, tengámoslo presente no tenían ese concepto de lealtad.


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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 7/23/2016 12:22:00 p. m.

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