domingo, 28 de septiembre de 2014

TODA VA BIEN. TODA VA MAL. QUIEN SE PICA ES PORQUE AJÍ COME



ELIGIO DAMAS

           “Los extremos se tocan” dice una vieja frase que no ha dejado nunca de tener sentido y pertinencia. Los extremistas políticos o religiosos, suelen coincidir en muchas cosas, aunque ellos se vean diametralmente opuestos.
           En su espacio, aquel que defienden, los proyectos que asumen, todo marcha sobre ruedas; en el lado contrario no se haya nada ni nadie, menos se hace algo digno de elogiar. Ni siquiera se le mira con la ponderación necesaria para asumir frente aquello la respuesta adecuada.  Ambos tienen la misma tabla para evaluar.
          Hay más cosas que les unen. Por lo general se odian mutuamente y todo lo que el contrario encarne. El odio que acumulan es visceral, tanto que puede ser a muerte. Por eso son peligrosos y capaces de cometer actos injustos y excesivos creyendo impartir justicia. Loren Saleh, por ejemplo ha llegado a un estado tal que para él la política es asunto de “bajar muñecos” y poner bombas y explosivos que lesionen a quien sea, lo importante es enlodar la imagen del contrario. El Estado de Israel no le importa mutilar y matar niños sólo por ser palestinos.
          Quizás sea por eso mismo, que los comentaristas deportivos, inadecuadamente, suelen llamar a todos los aficionados a un deporte, especialmente en el béisbol, fanáticos.
          El verdadero fanático del béisbol, no necesariamente amante del deporte sino de la rencilla, que los hay, no ve en la excelente jugada del contrario una hazaña o joya digna de aplauso, sino al jugador o circunstancia que impidió que su equipo lograse un objetivo; envasar a un jugador, impulsar una carrera, ejecución de un bello “doble play o matanza”, un engarce de sueños o un inspirado y complicado lanzamiento hacia home, para el fanático, no son dignos de aplauso y admiración sino de rabia y por supuesto envidia, si esas proezas las ejecuta el contrario.
           Si un pitcher un buen día llegó al diamante, como solían decir en mi pueblo “por la goma”, que no es más que con un excelente control y dominio sobre sus lanzamientos y logra la hazaña de por lo menos ganar con facilidad, el contrario fanático, en ese momento, le odia a muerte y hasta desea se lesione en cualquier instante y otros males mayores.
           En la política venezolana abundan esos personajes; esos que creen que todo lo que el contrario haga es malo y bueno lo que hagan los suyos. Estos tipos, jamás se les ocurre pensar que de su lado algo funciona mal tanto como acumular derrotas consecutivas o se produzca una fractura que podría provocar que el barco haga agua. Si es por ellos, la nave se les hunde porque nunca dirán nada a quien compete sino que al presentar sus informes dirán como aquella vieja canción “no hay novedad señora baronesa, solo pasó que anoche cayó un rayo y la techumbre hizo volar”.
          Es decir, son en excesos “críticos” o más bien criticones con el “enemigo”, porque eso también es su rasgo, no hay adversarios sino enemigos, pero a los suyos “ni con el pétalo de una rosa”, menos un comentario discrepante, porque si es de una estirpe, lo asume como una traición o un acto ayuno de solidaridad. Si es de la otra, la menos deseable, siempre calla “porque es mejor halar bolas en la sombra que escardilla en el sol”.
         Estos tipos son muy, sino estimados, por lo menos tratados con la mayor cordialidad y complacencia, porque se les tiene como eso que “llaman patria o muerte”, “dignos de toda confianza”, “con ellos estamos como acorazados”. Son unos diamantes en bruto, sólo que si se les abandona así se quedan. No ponen peros cuando se les ordena algo y hacen o defienden lo que sea inherente a su grupo sin esa vaina de andarle buscando “cuatro patas al gato”, aunque no haya ninguna premura de por medio.  Porque al enemigo no hay que darle ni esto. ¡Y vaya como son de celosos en esto! Tanto que son de quienes quieren tapar el sol con un dedo.
         No obstante esa solidaridad automática con todo lo que hagan los jefes o la institución a la cual están adheridos, aparte de odiar hasta la muerte al enemigo declarado, identificado de manera definitiva en el otro bando, es desconfiado de todo aquel que en su propia trinchera exprese alguna inconformidad o desacuerdo con lo que acontece  o se práctica en ella y por órdenes de los jefes o “dirigentes”, como suele llamarlos, para disimular su incondicional adhesión.
         Eso de percibir los errores para corregirlos y evitar males mayores, así como se valoran las acciones victoriosas para sacar buenas experiencias, no se aviene con esos tipos, porque tienen la dichosa virtud que nada ven mal. ¡Cómo pensar que el jefe alguna vez se equivoca! Eso es desleal según su código. ¡Además darle banderas al enemigo!
        Es como el fanático del béisbol que viendo al manager de su equipo, en la parte de abajo del noveno inning, con el contrario con tres hombres envasados, dos “out”, ordenar la base por bolas, sale a defender aquel disparate por “lealtad al equipo y al enloquecido manager” que en fin de cuentas es “jefe aunque tenga cochocho”.
        Pero esos tipos, pese todo, pueden ser exitosos de alguna manera, porque abundan quienes piensan como ellos y al verlos así actuar se excitan y les aplauden.   Y hasta mucho más que eso pudieran conseguir.

            En mi pueblo, ¡siempre en mi pueblo!, solían decir “quien se pica es porque ají come”.


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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 9/28/2014 05:35:00 a. m.

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