domingo, 26 de enero de 2020

LA ESPIRITUALIDAD PROHIBIDA


2020
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La espiritualidad prohibida No. 520


De lo que he visto, de los que he vivido, de lo que pienso y creo


Félix Sautié Mederos
Medir el tiempo en años, meses, días, etc., es un recurso creado por los seres humanos para conmensurar el movimiento de la naturaleza y, por tanto, de la vida. En mi criterio, el transcurso del tiempo es quizás la más importante realidad en que estamos inmersos desde que nacemos hasta nuestra muerte y más allá aún, porque ese movimiento, que es la señal básica de la vida y del cual dependemos, existe desde que el universo es universo, con el big bang con que tratamos de explicarlo; así como con la concepción teológica de que es Dios quien lo creó todo, comenzando por el movimiento de la vida.
En diversas ocasiones he escrito al respecto de los conceptos básicos que definen el tiempo como categoría filosófica, incluso comentando definiciones y concepciones filosóficas que han planteado importantes pensadores, como son Teilhard de Chardin, Albert Einstein y Stephen Hawking. En este sentido, creo determinante la definición de que una cosa es el tiempo en nuestra dimensión humana espacio temporal y otra cosa en la dimensión del Universo aún inexplorado por la sabiduría humana en la mayor parte de sus secretos.
Pero, de momento, no voy a entrar en esos conceptos filosóficos básicos. Solo baste decir que el tiempo constituye una categoría filosófica de la que no podemos prescindir porque, aunque no pensemos ni tengamos en cuenta sus definiciones y conceptos esenciales, realmente transcurre con independencia de nuestra conciencia y nuestra voluntad en tanto que como instrumento nos permite medir por así decirlo, nuestra cantidad de existencia. En consecuencia, considero que cuando humanamente el tiempo se pierde en realidad, desde el punto de vista físico, no se podrá recuperar lo perdido, aunque existan paliativos e intentos de aceleramientos encaminados a recuperar la capacidad perdida en los nuevos tiempos que transcurran.
Esto es básico y esencial tenerlo muy en cuenta en el enunciado de los propósitos y planes que nos planteemos lograr en la vida, porque los seres humanos tenemos limitado el tiempo de nuestra existencia terrenal de acuerdo con los niveles de sobrevivencia que conocemos como “esperanza de vida”, que son específicos y determinantes en cada país de que se trate. En este orden de pensamiento, quiero recordar que en el transcurso de la existencia terrenal todos tenemos derecho a vivirla y disfrutarla; aunque eso para algunos no sea lo relevante, porque para ellos lo importante son solo sus derechos individuales a vivir ellos y nada más. Por tanto, comienzo por decir que los propósitos y planes que nos planeemos en este inicio del 2020, su cumplimiento siempre estará afectado positiva o negativamente por el transcurso del tiempo en su ejecución y su administración más efectiva.
En resumen, reitero que precisamente el tiempo es una categoría filosófica de la que no podemos prescindir, aunque así lo queramos o no la tomemos en cuenta, porque, en definitiva, transcurre ininterrumpidamente como tal, nunca se detiene ni lo podemos detener. Las unidades de medida que hemos inventado, nos permiten conocer la dimensión de nuestra existencia terrenal y de la historia dentro de la cual nos desenvolvemos delimitados por los marcos de referencia del tiempo que vivimos específicamente.
Estamos, pues, ante una realidad del presente en que nos encontramos enclavados, que nunca deberíamos tratar de pasar por alto, que es el tiempo necesario de cada vida individual para alcanzar sus realizaciones específicas. Este tiempo necesario lo medimos astronómicamente con la dimensión de unidades de medida en años, meses, semanas, días, horas, minutos, segundos, como ya he expresado al principio. Las que, además, son utilizadas en nuestro caso a partir y de acuerdo con el calendario gregoriano, creado artificialmente por el genio humano para medir el movimiento de nuestra existencia terrenal; que no es el único método, pero que es el nuestro de acuerdo con la civilización cristiana occidental, dentro de la cual estamos insertados querámoslo o no.
Ello no es poca cosa, porque marca la permanencia de nuestra vida en la tierra, y por eso, de una forma u otra, incluso determinadas por las concepciones filosóficas y/o las creencias religiosas, es que definimos y nos regocijamos por haber cumplido un año más de existencia terrenal, así como por comenzar el nuevo recorrido existencial que vamos a medir en el espacio del nuevo año que iniciamos.
Quizás para algunos sean excesivas o innecesarias estas consideraciones filosóficas, esenciales en mi consideración muy personal, de las cuales parto para comenzar esta nueva entrega de La espiritualidad prohibida, en la que me propongo plantear las esencias de mi pensamiento en un nuevo año de vida, para mí el 81-82 que me va marcando el final de una etapa existencial. En lo personal, lo que he escrito desde el principio lo considero necesario, porque cuestiones tan serias como las que voy a plantear a continuación deben ser analizadas a profundidad desde sus esencias básicas. Por mi parte, dado mi avanzada edad, lo hago más allá del bien y el mal, como expresa el contenido de esta frase de origen hispánico tan popular en Cuba.

Para comenzar con mis reflexiones personales de inicio del nuevo año 2020, primero quiero decir que para lo que a nosotros corresponde en el plano subjetivo, el tiempo no aguanta más en muchas cosas necesarias que nos estamos demorando excesivamente, como quizás pudiera haber expresado en vida Juan Formel en una canción suya no ya dedicada a La Habana, sino al conjunto de todo. Vivimos insertados en realidades específicas nos gusten o no, tanto en los aspectos que dependen de nosotros, como los que dependen del exterior, pero dentro de las realidades verdaderas y no de las que conservadores, burócratas o incluso enemigos tratan de artificialmente imponernos. (A veces todas por una vía u otra convergen en un mismo plano y/o dirección estratégica). Si verdaderamente somos marxistas como proclamamos, tendremos siempre que partir de un análisis estructural que tenga muy en cuenta el espacio y el tiempo en que nos encontramos. Ello sin concesiones filosófico-espirituales de ningún tipo.

Esto es fundamental en el año 61 de una Revolución a 90 millas del imperialismo, lograda cuando parecía imposible; en tanto, que nunca hasta el momento actual ha sido derrotada, a pesar de que en este pasado 2019, como muy acertadamente expresó nuestro Presidente Miguel Díaz-Canel, a quien apoyo sin reservas y lo expreso claramente para que no quede ninguna duda, nos dijo que “Nos tiraron a matar y estamos vivos”. Una realidad incuestionable de la cual necesariamente tendremos que partir en todos los análisis y propósitos que nos planteemos en este 2020 que recién estamos comenzando.

Lo que planteo constituye una realidad que de momento es esencial, pero que desde un enfoque u otro no es inmutable y puede cambiar de acuerdo con el movimiento de la vida en que se produce nuestro accionar concreto. Ante todo, porque no debería caber dudas de que continuarán tirándonos a matar, posiblemente cada vez con más intensidad. Además, de que en el tiempo esa realidad a la que me refiero, en la vida funciona como si fuera una especie de cuenta bancaria en la que siempre hay que estar depositando positivamente, porque con extracciones sin depósitos de seguro podría ser liquidada en su totalidad. De aquí que la objetividad con que comencemos por analizar el presente en que estamos inmersos, será determinante para que podamos alcanzar un futuro en el que, aunque continúen atacándonos, no podrán matarnos definitivamente.

Para lograrlo, lo determinante, desde el punto de vista interno, además de derrotar los propósitos imperialistas en primera instancia, será imprescindible, en mi opinión muy personal, derrotar definitivamente a la quinta columna interna que integran entre otros la burocracia, los esquemáticos, los dogmáticos y los autoritarios, así como con el acompañamiento del pensamiento conservador, que muchas veces coinciden por causas de los dogmatismos y los extremismos conceptuales. Todos los que de conjunto, si no los reconocemos en sus verdaderas existencias y realidades para derrotarlos, continuarán extrayendo de la cuenta bancaria que fundó Fidel sin hacerle caso alguno a lo que nos dejó planteado en su legado; además de tomar las medidas necesarias a tiempo y nunca más allá del tiempo necesario, como se propugna a partir de los conceptos inmovilistas que algunos pregonan.

Por otra parte, apoyo sin reservas los planteamientos esenciales de Miguel Díaz-Canel, en su primera reunión con el nuevo Consejo de Ministros que fue la última Reunión del 2019, cuando enumeró cuatro prioridades fundamentales para el año 2020, que cito textualmente:
La batalla ideológica, frente a la actual plataforma colonizadora que nos quieren imponer y los intentos del gobierno norteamericano para desacreditar la Revolución; la defensa del país; el intenso ejercicio legislativo iniciado para apoyar la Constitución de la República; y la batalla económica.
Lo planteado por nuestro presidente, en esta reunión del Consejo de Ministros a que me refiero, es objetivamente necesario y fundamental, pero en mi criterio muy personal no es lo único; además, de que tiene que partir imprescindiblemente del hecho innegable de que el tiempo transcurre, y con ello la esperanza de vida se va consumiendo, por decirlo de una forma más comprensible. Aunque, efectivamente, estas esperanzas sean superadas en lo estadístico, siempre son limitadas, porque la vida es en realidad efímera.
En este orden de cosas es esencial dirigir un plan de medidas especiales para estimular a los jóvenes que se abren a la vida después de la formación académica que la Revolución les ha hecho posible, mientras que algunos que podrían ser muchas más de los que pensamos, no encuentran en su desenvolvimiento laboral inicial perspectivas de desarrollo concreto, así como posibilidades de asentarse por sí mismos más allá de su vida en sus casas paternas; lo que está influyendo sensiblemente en las cifras de emigración hacia el exterior de jóvenes en edades fértiles de procrear, lo que constituye un serio problema que no se puede ocultar.
Precisamente en esta cuestión, los conservadores y los dogmáticos tratan de mantener una tendencia encaminada a extender en el tiempo sus inmovilismos que subsisten. De conjunto determinan una situación concreta, que sutilmente en la actualidad se encuentra vigente en el ambiente sociopolítico y económico del momento, muy a pesar de que públicamente ellos no lo quieran aceptar, y que reconozco es afectada en lo esencial por el bloqueo nuestro principal obstáculo, pero que requiere de nosotros, además, una especial atención a los aspectos subjetivos que dependen de nuestra parte y que también determinan sensiblemente afectaciones al respecto.
Considero, pues, que en la ejecución práctico-concreta de esos fundamentales propósitos enunciados por nuestro presidente, en muchos estamos demorados en el tiempo necesario, no solo por causa del bloqueo, que reitero es nuestro fundamental obstáculo, sino también por falta de creatividad y audacia con medidas que se concreten en el mínimo tiempo necesario, aunque con toda calidad y profundidad, así como más allá aun de las dificultades objetivas del bloqueo y de la guerra económica que nos tiene impuesta el imperialismo.

En este orden de pensamiento, quiero expresar algunas consideraciones y reflexiones personales que considero esenciales plantear en estos inicios del 2020:
Necesariamente en todo momento tenemos que partir de que el pueblo sufre todos los embates, tanto los que provienen de los enemigos como los que causan los burócratas, los autoritarios y los conservadores, entre otros que ya he relacionado más arriba. En este sentido, la categoría tiempo en mi criterio hay que tomarla muy en consideración a partir de la esperanza de vida, que se alcanza por el conjunto, porque todo en la vida si bien tiene sus tiempos necesarios, también tiene sus límites que no deberían propasarse. En consecuencia, los tiempos concretos pueden ser factores determinantes para el éxito de las realizaciones necesarias y a la vez factores decisivos para los desengaños y los estímulos fundamentalmente entre la juventud.
Por otra parte, además de lo importante que es el trabajo político e ideológico, a lo cual me voy a referir más adelante, pienso que la agilidad, la audacia, la creatividad y las definiciones que necesariamente deben ser planteadas necesitan de una mayor puesta en práctica con toda la responsabilidad imprescindible para hacer verdaderamente efectivos los propósitos que nos planteemos para el nuevo año 2020. Un ejemplo de ello puede ser el cronograma legislativo para que la Constitución tenga todas sus leyes complementarias que a simple vista me parece excesivamente demorado en el tiempo.
Considero porque lo vivo desde mi muy adentro de mi militancia revolucionaria partidaria, que el trabajo político e ideológico se encuentra en un proceso rutinario de pocas iniciativas basado en frases repetitivas cual si fueran mantras transformadoras en sí mismas y requiere de un proceso de renovación, modernización, creatividad y mayor audacia para hacer frente a la intensificación de las campañas anticubanas que con todos los recursos intelectuales, incluso científicos, se realizan sin descanso en los medios informativos y las redes sociales. En este sentido es esencial, sacar a flote la realidad en que estamos insertados para analizarla tal cual es, más allá de los triunfalismos y las consignas por muy positivas que sean, que como ya he expresado muchas veces se convierten en mantras abstractos.
Lo que se filtra diariamente contra la Revolución cubana cargado de mentiras por vía de la televisión digital internacional, que entre otros medios y redes sociales conocemos como “la antena”, por ejemplo, determinan la información de muchas personas en lo interno de nuestro país y requieren, en mi criterio, de mayor agilidad creativa en su enfrentamiento.
Se desarrolla una campaña de descrédito de los dirigentes políticos y económicos, incluyendo la actuación de sus familiares, que no debería quedar sin respuesta ya, lo que debemos preservar de los hipercriticismos tan dañinos siempre. En aquellos casos que tuvieran algunos resquicios de verdad, deberían ser rectificados lo antes posible para que no se queden sin respuestas ni sin solución efectiva.
Por otra parte, la acción diaria y puntual de los burócratas en la base es una constante que da fundamentos en muchas ocasiones a lo que se plantea contra la Revolución, de lo cual incluso se elaboran un conjunto de fake news que, por su repetición en ocasiones se convierten en verdades artificiales que muchos se la creen y van, formando sutilmente estados de opinión, convirtiendo en victimarios (me refiero al Gobierno y a la dirección general del País) a los que en realidad son también parte esencial de las víctimas; lo que no puede ser enfrentado solo con consignas repetidas hasta el cansancio y acciones grises que también se repiten en sus esencias básicas.
No obstante, al respecto considero que hay ejemplos muy alentadores, como, entre muchos otros que sería extenso citar, la labor que viene desplegando la actual dirección del Partido en La Habana con su primer secretario presente en primera línea en las tareas y actividades que se realizan en la Ciudad, la que considero muy intensa, efectiva, ejemplarizante y encomiable.
La respuesta a los planteamientos de los problemas que se plantean desde la base tiene que ser ágil y efectiva y nunca dejarlos sin responder, lo que contrasta con planteamientos de consignas que se repiten y se repiten sin que se produzca a tiempo una respuesta adecuada de análisis, explicación y/o solución efectiva.
Es cierto que el tiempo a veces, por lo puntual en la manifestación del problema de que se trate, desaparecen las pruebas del mismo; lo que da fundamento a cierta impunidad, a los que perpetran maltratos a la población, fundamentalmente en los servicios en las bases a que acude el pueblo de a pie para resolver sus necesidades básicas y problemas esenciales.
Además, también se manifiestan en muchas ocasiones acciones de maquillaje y falsedad con que los burócratas se preparan para enfrentar las visitas gubernamentales. Comprendo que a veces no son fáciles de detectar en los momentos de su realización, y aquí se presenta la necesidad de una evaluación sistemática en el tiempo posterior a la visita en que se producen los comentarios al respecto del pueblo testigo.
En estas situaciones el sistema de “opinión del pueblo” es determinante en la necesidad de su priorización, así como en su perfeccionamiento operativo-práctico que requiere de una objetividad más allá de los prejuicios y criterios conservadores, que muchas veces afectan la objetividad de los planteamientos con un “triunfalismo” insistente como para que no se molesten o alarmen los que los reciben en las instancias de decisión.
Un hecho muy importante de este año 2020, que necesariamente se manifestará objetivamente serán las actividades preparatorias para el Octavo Congreso del PCC a efectuarse en abril del 2021, hecho decisivo y fundamental para el futuro de la Revolución Cubana y del relevo en continuidad de las nuevas generaciones formadas por la Revolución.
Es mi criterio de militante de muchos años; fui uno de sus constructores desde sus inicios y fundación. Ese proceso preparatorio tiene que romper todos los moldes tradicionales, en ocasiones conservadores con que generalmente se están preparando estos eventos en las organizaciones políticas y de masas, porque realmente estamos ante unas nuevas circunstancias que requieren de las audacias y creatividades primigenias que hicieron del PCC la vanguardia del pueblo cubano desde sus inicios, así como la erradicación de los secretismos que muchas veces acompañan a las decisiones que se plantean como necesidades del trabajo político e ideológico.
En este sentido, es necesario tener en cuenta que el pueblo de hoy, aunque es el mismo pueblo de ayer, se ha forjado en un medio muy distinto, e incluso apenas tiene vivencias de lo que fue en Cuba el capitalismo depredador de épocas de la República mediatizada y ha vivido en una época de Revolución, de justicia social y de bloqueo que le ha dado una idiosincrasia muy específica, que requiere a su vez de métodos muy específicos en el accionar ideológico en que lo repetitivo de las consignas y de las tareas no se podrán materializar si no se produce una profunda renovación creativa.
En síntesis, puedo decir que ante el conjunto de desafíos y de problemas que se nos presentan en este año 2020, además de los objetivos planteados por el presidente Miguel Díaz-Canel en lo que fue la última reunión del Consejo de Ministros en el año 2019, para su realización concreta y efectiva es necesario tener muy en cuenta los problemas que he estado analizando, porque en lo interno de la población se mueven criterios, preocupaciones junto con las consecuencias de las acciones de los burócratas, autoritarios, triunfalistas y conservadores que actúan sutil y puntualmente en las bases cuya derrota ha de ser esencial para alcanzar las derrotas definitivas del bloqueo y de la guerra de cuarta generación que ponen en práctica en la actualidad Mr. Trump y sus acólitos.
Considero que el apoyo a las justas medidas y a los propósitos que se plantea el Gobierno de las nuevas generaciones formadas por la Revolución, requieren de una actitud de franqueza y objetividad sin claudicaciones que coadyuve a las más efectivas soluciones y que siempre tengan muy en cuenta los criterios, anhelos y preocupaciones que se mueven en lo más interno de la sociedad cubana del momento. Finalmente, quiero expresar que apoyo decisivamente el planteamiento de buscar más soluciones que justificaciones.
Así lo pienso y así lo expreso, en mi derecho a opinar, con mis respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular.
Continuará.
Finalmente, les reitero mi correo electrónico con el propósito de que puedan trasmitirme, criterios, opiniones y preguntas: fsmederos@gmail.com

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