lunes, 9 de septiembre de 2019

DETERIOROS NEOLIBERALES EN AMERICA LATINA


Deterioros neoliberales en América Latina
Hedelberto López Blanch

Las leyes neoliberales impuestas en América Latina por Estados Unidos
y organismos financieros internacionales como fundamento principal del
capitalismo, han llevado a la  región a enfrentar grandes escollos
económicos y sociales para su subsistencia.
El objetivo de ese sistema como parte del capitalismo globalizado es
impulsar la liberación del comercio en general, eliminar la injerencia
del Estado en la economía y reducir al máximo el gasto público con el
consecuente empobrecimiento de millones de habitantes y en
contraposición, el enriquecimiento de pequeñas minorías.
Son varios ejemplos los que destacan en esta oleada de derechización
regional auspiciada desde Washington y que han llegado al poder por
diferentes vías como golpes de Estado, destituciones parlamentarios o
elecciones fraudulentas.
Empecemos por Honduras que tras el golpe al presidente  Manuel Zelaya,
se eliminaron el ciento por ciento de las leyes acordadas en ese corto
período para beneficio del pueblo lo que trajo como consecuencias la
congelación de la Ley del Salario Mínimo, pérdida de 300 000 empleos,
fragmentación de las jornadas laborales, derogación de los acuerdos
con el ALBA, restitución de privilegios a las compañías
transnacionales e impulso de las privatizaciones.
En la actualidad según el diario La Prensa casi seis millones (71 %)
de los 8,5 millones de habitantes del país son pobres; de esa cifra,
4,2 millones están en situación de extrema pobreza que tratan de
sobrevivir con solo un dólar al día, mientras solo 15 familias
controlen el 80 % de las riquezas nacionales.
Guatemala ha sido considerado como uno de los Estados fallidos
arrasados por Occidente donde se unen corrupción, pandillas, pobreza,
desigualdad, desnutrición y mortalidad infantil.
Economistas aseguran que el país se aproxima a la catástrofe
humanitaria y las áreas rurales son las más afectadas de donde procede
la mayoría de los emigrantes. Los recursos son escasos; la presencia
del Estado, inexistente; el crimen organizado, poderoso; y la presión
de los grupos de poder para implementar proyectos mineros e
hidroeléctricos, casi insostenible
Un informe de Desarrollo Humano elaborado por la ONU asevera que más
de tres millones de guatemaltecos viven en pobreza extrema y casi 12
millones de personas, 67 % de la población, "sufren carencias que
vulneran su bienestar".




Paraguay esta considerado como uno de los países más desiguales de
Suramérica, donde la pobreza golpea al 30 % de la población que ha
sufrido en los últimos años grandes inundaciones y dejado desamparado
a miles de habitantes. Para la ONG Oxfam ésta es la cara más cruel de
la desigualdad en un país donde los más pobres ganan hasta 22 veces
menos que los más ricos. Asimismo, con la progresiva mecanización de
la agricultura, ligada a la producción extensiva de la soja, se
produjo un éxodo masivo desde el campo y los emigrantes que huyeron
del hambre se instalaron en áreas de riesgo, como el lecho del río
Paraguay en los barrios de Asunción, vulnerables a las riadas.
En cuanto a Ecuador, en solo dos años el gobierno de Lenin Moreno ha
impulsado al Estado a la década de 1990 al desmontar importantes
avances democráticos de la Constitución Política de 2008. Durante los
gobiernos de Rafael Correa, el país redujo la pobreza y los programas
sociales beneficiaron a los habitantes pero ahora, con los acuerdos
con el FMI, Moreno redujo el gasto público de 3 461 millones de
dólares a 773 millones con graves perjuicios para las mayorías.
Pero los casos más desafortunados en los últimos tiempos han sido los
de Argentina y Brasil. En este último, tras el golpe parlamentario
contra Dilma Rousseff y las arbitrariedades jurídicas para detener a
Inacio Lula da Silva para que no se pudiera presentar a elecciones,
los regímenes de Michel Temer y de Jair Bolsonaro han desmontado todos
los programas sociales y privatizado numerosas empresas públicas.
Entre los más afectados aparece el Sistema Único de Salud (SUS)
instaurado por los gobiernos de Lula y Dilma que atendía al 65 % de la
población y que Temer y Bolsonaro lo redujeron drásticamente con la
excusa de que “no hay suficiente capacidad financiera que permita
suplir todas las garantías constitucionales”. A la par, ambos
gobiernos atentaron contra la Amazonía al autorizar a terratenientes y
empresas transnacionales a deforestar esa reserva de la biosfera
mundial.
Mientras en Argentina, con la llegada al poder de Mauricio Macri y su
política neoliberal llevaron a la nación a un endeudamiento abismal,
acuerdos leoninos con el FMI y profunda devaluación de la moneda que
pasó de 2014 a la fecha de 16 a 61 pesos por dólar.
Según la Universidad Católica Argentina (UCA) la "pobreza
multidimensional" que abarca carencias económicas, de diversos
derechos y servicios básicos, subió al 41,2 % de los habitantes.
En cuatro años de gobierno, se duplicaron los precios del transporte
público automotor y en 70 % los del metro urbano; el costo de la luz
subió en 500 %; el agua y gas en más de 320 %; la atención médica y de
las medicinas en 50 %, y la gasolina, 30 %. La Argentina actual es una
nación fallida, dirigida no por Macri, sino por el FMI.
Después de estos ejemplos podríamos preguntarnos: ¿Permitirán nuestros
pueblos continuar siendo saqueados por el sistema neoliberal
capitalista? El tiempo dará la respuesta.

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