domingo, 22 de noviembre de 2015

POR LOS SUEÑOS CHAVISTAS, ASÍ SERÁ MI VOTO CRÍTICO

ELIGIO DAMAS ¿Qué diferencia sustancial hay entre un chavistas y quien no lo es? Al intentar responder esta pregunta, posiblemente quien se atreva hacerlo, que podría ser mucha gente, se enfrasque en una disquisición hasta teórica en la cual se manejen palabras y expresiones como clase social, proletariado, burguesía, marxismo, keynesianismo, liberalismo, socialismo, capitalismo, imperialismo y dele. No faltará de un lado y otro, expresiones agresivas e insultantes. Por esto último, referiré que en un mercado público de acá de Barcelona, hace poco menos de dos horas, escuché de labios de un joven humilde decir que los chavistas “son todos traficantes de drogas”. Lo que quiere decir que la información relacionada con los dos supuestos sobrinos de la señora Cilia Flores, pareciera haber logrado algo de la finalidad puesta en la intencionalidad de los grandes medios y los laboratorios informativos internacionales, sembrar ideas falsas y aberrantes como esa que reprodujo aquel joven y lanzar basura sobre la gente honesta para lograr sus propósitos. Por lo que también, quien esto escribe, podría ser uno de esos potenciales “delincuentes” a quienes se refirió el humilde muchacho que pasó a mi lado, envenenado por la prensa cizañera. Se trata de destruir lo que sembró Chávez y los sueños que engendró en una sustancial y amplia capa de la población. Como no intento abordar la interrogante de la manera que suelen hacerlo los “académicos y enjundiosos”, elaborar un manual o comportarme como grabadora o simple cotorra, sino de modo más humano, caluroso y perceptible, comenzaré de la siguiente manera. El chavista que, en mi caso la palabra significa revolucionario, que no es tener una camisa roja puesta todo el día, es incapaz de promover o lanzar infundios como ese. Trabajar con la verdad es, para el auténtico chavismo primordial, por la sencilla razón que los hechos siempre la convalidan. Tarde o temprano ella aflora. Mentir, hacer ofertas o demagogia son gestos contrarios a la conducta y cultura del revolucionario porque la justicia y una sociedad armónica no se construyen sobre la base de embustes. El chavista verdadero piensa como Confucio, “no te daré mi pescado, te enseñaré a pescar” que, si lo pensamos bien, es también robinsoniano o como el pensar de Simón Rodríguez. Porque es poner en manos del ciudadano un arma contundente, hacerle libre o republicano. Aquellos gestos, mentir, distraer, engañar, si son muy útiles a quienes ponen por delante los negocios y la máxima ganancia, es decir a los agentes de la derecha. Pero estos últimos, hay que tenerlo claro, no envuelve al pueblo noble que por alienación, falta de claridad, a aquella pudiera acompañar o el creer identificarse en ese espacio. Por lo mismo, el chavista tiene un gran respeto por la condición humana y sabe separar las ideas de los sentimientos. No es en él pertinente odiar a alguien porque no comparta sus opiniones políticas. Una cosa es la política, las ideas sobre ella y otra las personas, sentimientos y valores. Un chavista no cree en eso de “con la familia con razón o sin ella” porque eso no es sinónimo de justicia. Es una frase infeliz aunque muy internalizada en mucha gente. Como tampoco es loable que los revolucionarios se agrupen para protegerse mutuamente y secuestrar el cambio, que podrían confundir con el bienestar de quienes aquello hacen. La justicia es un valor real por encima de las relaciones personales que uno tenga y estas no deben interferir la búsqueda de aquella. Los chavistas, insistiré en llamar así a los revolucionarios, estén donde sea, sólo que siempre será del lado de la revolución, del cambiar la sociedad injusta a justa, noble y solidaria, son persistentes soñadores. No importa que estén inconformes con Maduro y hasta con el propio presidente en mala hora fallecido porque, en su momento, no hizo lo que ellos se habían “craneado” como posible. Desde el mismo momento que asumen el compromiso, se construyen como revolucionarios, comienza un soñar cada segundo, hora, día, semana y año que nunca termina ni con la muerte. Esos mismos sueños, a muchos, en veces, les llevan a discrepar hasta de la realidad cuando esta no cuadra con ellos; no obstante, todo pensado y hasta actuado de buena fe, sin cálculo material alguno de por medio ni preguntar “¿cuánto hay pá eso? Acabamos de enterrar a un viejo amigo, familiar íntimo, militante toda la vida del PCV, llamado Porfirio Campos Valencia, por sus iniciales PCV que él utilizaba con orgullo, nacido en Río Caribe, en la bella costa sucrense, donde los poetas hacen ribazones, quien pocas horas antes de morir pidió a su hijo mayor que, al enterrarle, no olvidaran cantarle el “Bella Ciao”, aquella canción de los partisanos italianos que fueron militantes del PCI, héroes de la segunda guerra mundial y combatientes contra el nazi-fascismo. Se fue al otro mundo, donde sin duda será honrado por su honorabilidad y entereza, soñando como buen revolucionario. En los últimos momentos de su vida recordó orgulloso su militancia comunista, que significó para él y otros camaradas de su generación puro sacrificio y entrega sólo por los sueños; dar todo a cambio de nada; por eso al morir, sólo materialmente hablando, era tan pobre como cuando inició sus luchas. Los revolucionarios sueñan que “otro mundo es posible”; otra sociedad humana y humanista, aunque quienquiera pudiera decir que eso es sólo una utopía, es el permanente sueño de los revolucionarios. Por esto y lo anterior, los revolucionarios, como los poetas, siempre andan detrás de cuanto sueño hermoso sea concebible. Los revolucionarios siempre andarán detrás de los obreros, campesinos, pobres, no para explotarles, valerse de ellos para enriquecerse, sino para enseñarles a luchar por sus derechos. Para ellos no hay otro premio que no sea ver realizados sus sueños, aunque sea en un pequeño avance y cuando están por morir, como pasó con mi amigo, se preparan para partir felices por la convicción de haber contribuido desinteresadamente en una causa noble. No tasan en metálico o beneficio material su aporte a la lucha que es inherente a todo revolucionario. No son dados a pensar en “me voy a meter en eso porque quiero lograr tal beneficio o alcanzar aquella posición”. Por eso son estoicos, capaces de soportar todas las dificultades, hasta la tortura, se les margine, ignore, por mantener en alto los principios y defender lo que sea pertinente. Los chavistas tuvieron a Chávez. Más que un líder, un compañero de sueños y de bellos deseos para la humanidad. Cuando se vaya a juzgar al arañero con la debida serenidad, decantados odios y pasiones, a nadie se le calificará de equivocado al decir fue un soñador, un poeta detrás de las mariposas, los versos y hasta palabras sueltas pero bellas y dignas. Quizás hasta alguien le califique de iluso pero bien intencionado, lleno de amor y bondad. El, como auténtica representación de un revolucionario en el frente de lucha entre la justicia y la injusticia, la avaricia y la bondad, no tuvo dudas para ubicarse y combatir los monstruos. Por eso, estos últimos, que son muy poderosos en la redondez de la tierra, le declararon la guerra y con sus medios intentaron poner el mundo y, con éste a él, al revés. Pero pese todo eso, la verdad prevalece. No pierda nadie el tiempo nombrándome personas y haciendo acusaciones al voleo. Dije que un chavista es un revolucionario auténtico, no un simple tipo con una camisa roja todo el día, hasta que como Isea, aquel que fue gobernador de Aragua o el “Gato” Briceño, también ex mandamás en Monagas, opte por desnudarse o le quiten la careta. Pero no he hablado de las pesadillas de quienes no son chavistas; como dije, no hago alusión al generoso y noble pueblo que también tiene sus bellos sueños; que acompaña por error de apreciación e incomunicación al antichavismo y tampoco lo voy hacer sobre otro sector, porque basta con palabras como guarimba, degollamiento, desmembrar, especulación, explotación, enriquecimiento desmedido, acaparamiento, avaricia, exclusión para que el lector ponga en juego su capacidad asociativa. Además, en la derecha, la de cada momento, porque siempre la ha habido, aun antes de la revolución francesa, dentro de la cual nacieron aquellas connotaciones de izquierda y derecha, durante todo el proceso histórico, entre su dirigencia, nadie ha luchado por hacer el mundo más justo sino para que los dominantes hagan sus buenos negocios. ¡Es su lógica, la del capital! Para ese sector, el cambio sugiere beneficios exclusivos para la clase dominante y mayor explotación para el pueblo. Por todo lo dicho, el 6D, seguiré soñando, pues no sufro de pesadillas y votaré por Chávez, con la tarjeta del PCV, siendo del PSUV, como una manera de manifestar o protestar porque mis sueños, no “solo sueños son”, como dijese Calderón, sino aspiran hacerse realidad. -- Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 11/21/2015 08:51:00 a. m.

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