miércoles, 17 de julio de 2013

CARTA ABIERTA DE LA COMPANERA LELA SANCHEZ ECHEVERRIA AL DR. MIGUEL BARNET , PRESIDENTE DE LA UNION NACIONAL DE ESCRITORES Y ARTISTAS EN CUBA




Agradezco a Norma Porras las posibilidad de enviar este correo porque a mí no me han asignado uno

CARTA ABIERTA AL DR. MIGUEL BARNET
                                                                                                                    13 de julio de 2013
                                                                     
Para: Dr. Miguel Barnet, Presidente de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba.
De: Lela Sánchez, Socióloga jubilada. 

El día 26 de junio de este año, llegué a la sede de la UNEAC contenta y un poco asombrada. Iba a asistir a una conferencia del historiador Newton Briones que tenía el sugerente título de LA MALETA DE CHIBÁS.

Contenta, porque consideraba que, por primera vez en muchos años, se abría  la posibilidad de discutir, franca y públicamente, un asunto que durante un buen tiempo había sido visto solo desde un ángulo oficial, o mejor, oficialista, sin posibilidad de disentir o aportar elementos que no se ajustaran a este punto de vista, como no fuera de manera privada.
Y esto era un buen comienzo para abrir también otras posibilidades de polemizar o discutir sobre tantas cuestiones que requieren ser revisadas en este país, de forma honesta y pública.
Confieso que mi alegría se vinculaba, igualmente, al hecho de que la cuestión que resultaría pionera en esta aparente nueva etapa de foros de discusiones abiertas y desapasionadas, resultaba ser una que me atañía personalmente. Como usted ya debe saber, soy hija de Aureliano Sánchez Arango, uno de los dos personajes vinculados por los siglos de los siglos a la maleta en cuestión.

Pensaba que en este marco podría aportar datos de interés para aclarar algunos aspectos relativos al tema, muchos de los cuales aparecen en mi libro, La polémica infinita,  que no se autorizó publicar en Cuba. Pero la conferencia fue larga y aportó elementos exhaustivos sobre la personalidad y la trayectoria de Eduardo Chibás, tal vez inclinada a aquellos elementos negativos en ambos aspectos. Algo bueno tiene que haber tenido el senador, digo yo, pero no me pareció escuchar esto en el parlamento de Briones.

Y es por esa razón que no fui lo suficientemente explícita a la hora de intervenir, ahondando en características que podrían considerarse censurables. No dije por ejemplo, que Chibás usó el artificio de ubicar el lugar donde mi padre supuestamente había invertido el dinero robado, según su denuncia, en Guatemala, a donde viajaba con frecuencia, porque allí precisamente se estaba produciendo la primera ayuda internacionalista que ofreció un gobierno cubano a otro país. No hablamos de posiciones individuales o de algunos grupos que se habían involucrado en diferentes contiendas como la Guerra Civil Española o el caso de Cayo Confite, por poner algunos ejemplos. Nos referimos a posiciones oficiales, ya que fue el propio gobierno el que secretamente le ofreció ayuda en armas y municiones a Arévalo, para hacer frente a un proyecto de golpe de estado preparado en su contra con el apoyo de EEUU.

Como tampoco dije que el cambio de su denuncia de un Reparto Residencial en aquel país, al de poseer un emporio maderero en él, se debía a un intento de lograr que Carlos Prío detuviera la polémica para que no saltara la liebre de que su cuñado dominicano, estaba preparando un ataque contra Trujillo y movía las armas en un barco maderero con bandera guatemalteca.
Felizmente la prueba del envío clandestino de armas al que hago referencias, la dio el General Carreras, Héroe de la República de Cuba, en una entrevista que le ofreció a Luis Báez y que se publicó en su libro con el título de Confesiones de Generales.

Todo lo anterior está directamente relacionado con el tema, pero saliéndonos de él, tampoco hablé de las incongruencias en otros aspectos de las proyecciones elaborada por Eduardo Chibás cuando, por ejemplo, designó a un conocido terrateniente de la provincia de Oriente, Fico Fernández Casas, como responsable de la política agraria del Partido Ortodoxo. O cuando, según el libro de Luis Conte Agüero, biógrafo y gran admirador del dirigente, dijo haber querido renunciar EN CINCO OCASIONES, a la inmunidad parlamentaria, a sabiendas de que era irrenunciable por tratarse de una facultad colectiva y no personal. La última de las veces fue durante la polémica con mi padre, supuestamente para poder presentarse ante el tribunal en el que estaba siendo acusado por difamación, a pesar de que Aureliano, abogado al fin, le sugirió la única fórmula con la que podía hacerlo y él no se dio por enterado.

Pero todo esto es solo parte de lo que no dije en mi intervención para no hacer más larga la conferencia y, como ya he manifestado, no seguir recalcando los aspectos negativos de la personalidad de  Chibás.

Valga decir, que tampoco respondí adecuadamente algunas observaciones de Ana Cairo en aras de mantener la posibilidad de otros encuentros con distintos temas de interés tan necesarios para que este pueblo pueda tal vez hundir sus raíces en tierra más firme, más sana, sin medias verdades históricas, mentiras y omisiones conscientes, provocadas por ignorancia, posiciones fanatizadas o, en muchos casos, oportunistas. Es válido señalar que esto solo logra el desconcierto en aquellos que no vivieron esos hechos, cuando ocasionalmente se conoce alguna parte de la realidad de los acontecimientos que pertenecen a nuestro pasado y  que difieren de lo publicado o enseñado en las escuelas del País.

Otro ejemplo de lo cuidadosa que fui puede verse cuando la historiadora en cuestión habló de la necesidad de hacer un estudio de la política mediática de aquella época, sin explicar que en mi libro me tomo el trabajo de contar la polémica por la prensa, entonces debí decirle que eso sería sano y ciertamente interesante, porque de la de ahora no hay que hacer estudios, está bien clara para cualquiera que haya mirado alguna vez la prensa, visto la televisión, estudiado libros de textos, o leído aquellos que sí fueron autorizados publicar, como el de Elena Alavés, Enrique Cirules o el de ella misma, bastante reciente.

Puede Ana, ya que no le es posible probar la deshonestidad de mi padre, como ofreció, buscar los errores de Aureliano hasta con una lupa si quiere, en un intento por limpiar los de Chibás. Papá, como todo ser humano, tiene errores, pero no fue un ladrón como pretendió demostrar el Senador.

Tampoco le dije a Max, al querido Max, que lo de aquella anécdota de la antigüedad mencionada por él, en cuanto a que la afirmación de que la tierra se mueve, no tuvo pruebas entonces pero sí que fue, como todos sabemos, efectivamente probada con el tiempo; no le dije, repito, que este ejemplo precisamente lo invalida para justificar el asunto que tratamos, porque,  él lo sabe, lo diferencia sustancialmente de la imputación hecha a mi padre, ya que los años transcurridos no han hecho más que demostrar que era una calumnia.

Y entonces podemos llegar, más o menos, a la razón de esta carta abierta:

Usted, en un escrito que llegó hoy a mis manos y que encabeza con el título de Cordura, equilibrio y razón dirige una carta a Newton y a su buen amigo Max.
En esa carta hay una frase desafortunada. Quiero que esté usted claro en el hecho de que yo sé que cordura no viene de cordero, sino de cuerdo de mente. Pero, por si acaso existiera alguna confusión con las actitudes sumisas que les corresponden a las ovejas, me tomo el trabajo de responderla como merece. La frase en cuestión dice:
“Qué más da si la maleta estaba vacía o no”.

Pues sí da más. La maleta era el símbolo que Chibás usó para exhibirla a toda hora y en todo momento, golpeándola y diciendo que en ella tenía las pruebas sobre la deshonestidad de Aureliano. Me obliga usted, entonces, a decirle que el hecho de que estaba vacía no hace más que ubicarlo como un farsante y un difamador. Y a mi padre como un hombre honrado.

Fíjese usted que llevo muchos años resistiendo la publicación reiterada de esta mentira y respondiendo con todas las fuerzas y apoyo de que dispongo, que por cierto es  bien poco, pero esas fuerzas nacen  precisamente de la razón. Sepa también que, a pesar de todo, no han logrado romper mi equilibrio emocional y síquico. Mi optimismo es tal, que llegué a pensar que, felizmente, en esta conferencia quedaba zanjado el asunto con objetividad.

Soy, en realidad, una persona dulce y pacífica, pero creo en la verdad histórica, en cualquier caso, no solo cuando me compete directamente. No es un problema entre Max y Newton, es un problema que atañe a la historia. Por lo tanto,  debería interesarle a usted también.

Sin más, se despide,



Lela Sánchez Echeverría

Dirección:  Calle 74 No. 907 e/ 9 y 11, municipio Playa. La Habana.

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