jueves, 17 de noviembre de 2011

EL YERNO CUBANO DE DON BENITO JUAREZ

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Pedro Santacilia, el yerno cubano de Don Benito Juárez
Por: Eloy Arnaldo González.*




Pedro Santacilia

“Mi querido hijo Santa”…, con esta frase comienza la carta del Benemérito, Benito Juárez a Pedro Santacilia, escrita en enero de 1865. Por aquel entonces Juárez se encuentra en Chihuahua y había perdido a su hijo Pepe. “Dispense usted mis borrones, señala, porque mi cabeza esta perdida”. Son las palabras de un hombre dado a la lucha, pronto para las ideas como para el sentimiento noble. Admiración se debe sentir cuando un hombre de tal entereza, da paso a una lágrima inefable.

Por esta fecha, Pedro Santacilia se encuentra en Nueva York acompañando a Margarita, la esposa de Juárez y al resto de su familia ya en el Exilio. El cubano Santacilia realizaba en el vecino país del Norte las gestiones necesarias para logar que se proveyera ayuda a la campaña para derrocar a los partidarios de Maximiliano.

Pedro Santacilia fue un poeta cubano, que muy temprano y apegado a sus ideas de libertad para el pueblo de Cuba bajo el yugo colonial español; participó en conspiraciones que le llevaron, primero a la cárcel y después al destierro. Su largo Exilio que sólo concluyó con su muerte, lo llevó a lugares tan remotos como Málaga y Nueva Orleáns. En este último lugar es que el poeta errante y proscrito conoce al que fuera el “Benemérito de las Ameritas”, Don Benito Juárez.

Alrededor del año 1856, Pedro Santacilia se encontraba en Nueva Orleáns, y es allí que conoce a un emigrado mexicano,- indígena zapoteca de origen -, que había llegado a ser a pesar de su origen y condición social, gobernador del Estado de Oaxaca y diputado de la Nación. Este hombre buscaba que su querida patria transitara el camino de la prosperidad y libertad para beneficios de todos. Quería este hombre de bien, buscar para su patria que ésta superara los escollos que habían quedado de la etapa colonia; que aún estaban presentes en la sociedad mexicana.




Don Benito Juaréz. "Benemérito de las Americas"

De inmediato Juárez y Santacilia establecieron una sólida y resuelta amistad que pasaba por el camino de la convergencia de pensamientos políticos e ideas afines; amistad que habría de durar por largos años. Cuando Benito Juárez regresa a México, allá en Nueva Orleáns había dejado un amigo y confiable colaborador resuelto de su causa. Al producirse la intervención francesa; Santacilia no duda en seguir al lado de su amigo mexicano. Siempre estuvo a su lado, en las buenas y en las malas.

En mayo de 1868, el poeta cubano, Pedro Santacilia se casa con Mañuela Juárez y Maza, la primogénita de Don Benito Juárez; estableciéndose entre el cubano y el prócer mexicano un vinculo familiar que vino a completar su estrecha relación.

Cuando el imperio de Maximiliano fue derrotado, Santacilia acompaña a su amigo y padre de su amada esposa en el periodo de superación y reformas que siguieron a la confrontación.

Un año después de la entrada de Benito Juárez en ciudad de México, en el año de 1867, se produce en Cuba el alzamiento de Céspedes el 10 de octubre. Para esta fecha Santacilia es designado agente diplomático de la República en Armas.

El 3 de abril de 1869 a instancias de Pedro Santacilia se firma un decreto presidencial por el cual se permitía que los buques que enarbolasen la bandera cubana fueran recibidos en los puertos mexicanos. En un segundo paso, el Congreso Mexicano aprobó una proposición de Ley, presentada por Santacilia, apoyando el decreto del Presidente Benito Juárez. De esta forma México fue la primera nación que reconocía la independencia cubana y el derecho de los cubanos a la beligerancia.

El 15 de julio de 1872 muere Benito Juárez, “Benemérito de las América’; Pedro Santacilia, su yerno, amigo y cercano colaborador habría de continuar en México. A pesar de su avanzada edad dedicó mucho de su tiempo, y energías haciendo causa común con aquellos que luchaban por la libertad de Cuba.

Pedro Santacilia, no regresa a la Patria que tanto amó, murió en México a la edad de setenta y seis años el 2 de marzo de 1910. Cuba anduvo en su corazón, no fue sólo el doloroso destierro sino las muestras de su dedicación por la Patria distante. Al preparar esta nota he leído con interés el artículo que con el título: “Una danza cubana” escribiere el también poeta y exiliado, Bonifacio Byrne. Allí se cuenta la anécdota de la profunda sensibilidad de Santacilia, capaz de llorar en una calle de Nueva York al escuchar la música de una danza cubana.

No hubo regreso a la Patria para este hombre de bien, que hizo del destierro vida completa. Quedan sus versos en aquel memorable poema que escribió probablemente al partir de Cuba: ¡Adiós! Versos que pueden al ser traídos al presente, generar un agudo sentimiento de frustración y enojo,- y ha no dudar-, tristezas; las suficientes como para dar por concluido este artículo. Aquí los versos:

¡Adiós ,pueblo mío¡--la voz iracunda
que parta me ordena destino feroz
el llanto por eso mis ojos inunda
que es triste a la Patria mandar un ¡ adiós ¡

Si quiere el destino que lejos sucumba
del suelo dorado que vida me dio
mi voz postrimera; la voz de la tumba
en alas del viento te ira con mi ¡adiós!



* Artículo publicado en el Periódico Panorama de Nuevos Horizontes, Fort Worth, TX. agosto del 2005. E-mail: eloy_gnzlz@yahoo.com
Publicado por Desconocido @ 10:31

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