domingo, 3 de diciembre de 2017

!TENGO RECUERDOS DE HART QUE NUNCA PODRE OLVIDAR!


Atención Frank

¡Tengo recuerdos de Hart que nunca podré olvidar...!
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Félix Sautié Mederos

Crónicas cubanas

Queridos lectores de Crónicas Cubanas, ya han transcurrido unos pocos días de la partida definitiva, que nos espera a todos y de la que no podremos escapar, de Armando Hart; para mí el hecho fue un golpe espiritual muy intenso. Aunque, lógicamente, dado su estado de salud siempre era esperable, pero con la esperanza de la demora en el tiempo, mientras que estaba ahí en la posibilidad de verlo y de saber que aún se encontraba entre nosotros y podía orientarnos. Es una sensación muy socorrida hacia nuestros familiares y amigos más cercanos porque aunque la muerte constituye un destino natural que no podemos obviar, es muy difícil acostumbrarse voluntariamente a ella; no obstante, reitero que las realidades de la vida nos obligan, por así decirlo, a aceptarla y a prepararnos para lo peor.

En la mística coincidente con el Concilio de Trento en que fui educado desde que era un niño, me inculcaron la necesidad de prepararme para una buena muerte, concepción que confieso que caló en las profundidades más íntimas de mi ser interior y es un tema recurrente en mis escritos, así como en lo que pienso con reiteración. Desde entonces es para mí una realidad que trato de percibirla lo más lejana que me es posible, quizás, en definitiva, sea para mí la base de lo que se denomina la resignación cristiana que se fundamenta en la vida de las almas en la eternidad, en lo que se puede traducir como un cambio esencial de sustancia que nos permite habitar en una casa que nunca se acaba, en la que podemos encontrarnos con Dios.

Todas esas concepciones son componentes esenciales de la fe de vida que muchos comulgamos y para la que muchos nos preparamos durante toda nuestra existencia terrenal, pero que cuando nos toca de cerca y muy adentro de nuestros afectos más queridos, no podemos evitar que el dolor nos dañe profundamente, aunque seamos capaces de ahogarlo en el interior de nuestras conciencias y de nuestra espiritualidad cristiana. Pero también es el caso de que verdaderamente se nos hace muy difícil aceptar su tránsito para el otro mundo de quienes para nosotros son los arquetipos ejemplarizantes en nuestras vidas, que han sido decisivos en la modelación de nuestras ideas existenciales básicas y de nuestras actitudes cotidianas en las relaciones con el medio y con las personas que nos rodean y que son coetáneas con nuestra existencia.

Esto es lo que me sucedió cuando de golpe me enteré de que Fidel se había ido para la inmortalidad definitiva y que dio origen a mi muy sentida crónica titulada “Fidel es Fidel”,1 en la que traté de comunicar mis sentimientos más profundos y los propósitos de vida y de lucha que en mí reverdecieron cuando su partida definitiva. Incluso, confieso que cuando repaso mis Crónicas Cubanas escritas desde entonces a la fecha, encuentro en ellas una actitud muy personal y especial, caracterizada por una mayor defensa de los procesos revolucionarios en que me involucré desde muy joven en favor de la insurrección de Fidel en la década de los 50 del siglo pasado y en la Revolución triunfante de 1959 hasta el presente. Ha sido una prevención innata mía de que podría ser destruida muy cercanamente y de que no podría estarme tranquilo sin actuar con una mayor decisión aún para defenderla ante los nuevos y más agresivos peligros que podrían arrasarnos irremisiblemente. No sé si mis palabras son lo suficientemente explícitas para explicarles a mis lectores lo que en realidad pienso cuando ya estoy próximo a cumplir los 80 años; y por decirlo de una manera muy cubana, en realidad me encuentro más allá del bien y el mal, terminando mi recorrido existencial y sin mayores necesidades de futuro que no sean luchar contra mis dolencias y alargar lo más que me sea posible mi existencia terrenal.

Bueno, pero en caso de la partida definitiva de Armando Hart, es un acontecimiento que confieso más cercano a mi escala de vida y a mis acciones más directas en favor de la Revolución de Fidel, porque Hart estuvo físicamente más cerca de mi cotidianidad y de Hart recibí más directamente los impulsos y los ejemplos existenciales que en realidad me son inolvidables para realizar las tareas que a mí me han correspondido al objeto de cumplir con mis compromisos de vida revolucionaria y militante. Esos son los recuerdos que tengo y que con su partida se han revivido con una fuerza tal que me obligan a compartirlos con mis lectores de Crónicas Cubanas, aun cuando sobre algunos de ellos ya los he mencionado en mis crónicas y escritos anteriores. Estos son recuentos y testimonios de vida que considero muy importante comunicarlos porque de esas pequeñas piedras son con las que en realidad se edifican las murallas que arropan y dan existencia a la Revolución Cubana, que se componen de los grandes hechos extraordinarios y patrióticos y del día a día modesto y cotidiano de los revolucionarios que devenimos la fuerza de trabajo en la base que poco a poco la va edificando y defendiendo.

De Hart debo decir que parto de su trato directo y aleccionador más allá de lo que fue su investidura en la cúpula de la Revolución, en la que por derecho propio siempre participó, para explicarme las concepciones de las cuales partían las tareas y orientaciones que debía darme, nunca órdenes, y confieso que en todos los años que trabajé dentro de la órbita revolucionaria que dirigía Armando Hart nunca recibí ningún planteamiento de ordeno y mando, siempre una propuesta de lo que debía hacer fundamentada en una explicación y una lógica conceptual política y filosófica.

Por otra parte, de Hart siempre pude apertrecharme del concepto de Fidel, del que ya he escrito en algunas otras crónicas sobre la necesidad de tener pensamiento propio, de plantearlo y defenderlo, porque Hart no solo ha sido un adelantado de esos conceptos, sino que básicamente también siempre puso en práctica la capacidad de escuchar a los demás y, sobre todo, a quienes trabajábamos dentro de su órbita de acción. Esa es mi experiencia sobre esta cuestión que la expreso abiertamente porque fue para mí una de las grandes virtudes de su vida: EL PENSAMIENTO PROPIO.

Otro recuerdo y experiencia de vida a la que quiero referirme en el corto espacio de que dispongo para mis crónicas es el anti dogmatismo y el espíritu de búsqueda y sospecha renovadora que siempre nos inculcó Hart desde sus altas responsabilidades del Partido, a los que en aquellos momentos formábamos parte del Buró Nacional de la UJC encabezados por Miguel Martín, primero, y por Jaime Crombet, después de la partida de Martín, para otras tareas revolucionarias. A mí me había enviado el Partido junto con otros compañeros militantes jóvenes a fortalecer el trabajo de la UJC en el año 1964 y en Hart encontramos ideas claras, certeras y renovadoras que nos permitió darle un vuelco al trabajo de la organización política juvenil de la Revolución Cubana. Fue un vuelco en el que el impulso, los debates y diálogos con Hart en la más alta instancia partidista, fueron decisivos, sin que nunca que yo recuerde recurriera al tan socorrido recurso del ordeno y mando. Hart fue un hombre de diálogo y de convencimiento; ese es mi resumen de esta experiencia.

Ya se me acaba el espacio de esta crónica de las ideas y del alma revolucionaria y quizás escriba otras más con el tema porque se me quedan muchas cosas por decir. Espero que el periódico me dispense que me haya pasado un poco en el número de cuartillas y termino como es mi costumbre, afirmando que así lo pienso y así lo expreso en mi derecho a opinar, con mis respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular. fsmederos@gmail.com

1 Ver en Por Esto! Sección de Opinión, de Mérida, Yucatán, México el domingo 27 de noviembre del 2016,

Publicado en el periódico Por Esto! Sección de Cultura de Mérida Yucatán México el viernes 1ro de diciembre del 2017.


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