lunes, 4 de diciembre de 2017

DIOS MIO DE UN MAZASO TUMBARON A DIOSDADO

 ELIGIO DAMAS


            Te lo advertí Diosdado, no me hiciste caso. Sé bien que una que otra vez me lees. Antes lo hacías con más frecuencia, pero los tiempos han cambiado y sabes bien, como los venezolanos, al hablar de tiempos, como en este caso, nos referimos al todo y al casi todo.
           La última vez que escribí específicamente sobre ti, lo hice para advertirte que quienes te hacían el programa te banalizaban. Desconozco si lo vienen haciendo de manera deliberada o por incompetencia. ¡Todo es posible en esta viña del Señor! No sé si intentaste darme una respuesta el miércoles siguiente, como otras veces lo hiciste nombrándome, como decimos los orientales, con nombre y apellido, pero diste una explicación disimulada de lo que es tu programa de donde concluí que esa vez también me habías leído pero subestimaste o, para decirlo de la misma manera, también banalizaste mi advertencia.
            Siempre he creído que gozaste de la más absoluta confianza del presidente Chávez, porque fuiste su subalterno en el ejército y él dio muestras de valorar muy bien a quienes desde el inicio, cuando comenzó sus luchas en el seno de aquel cuerpo, le respaldaron. Llegado al ocaso de su vida, no me cabe la menor duda, cada día me convenzo más de eso, en la misma medida que más me interrogo acerca de quién fue Chávez, hubiera preferido que fueses tú quien le sustituyese. Él creyó mucho en eso mismo que llamas lealtad, que más que con los principios pareciera corresponderse con el individuo, el hombre de carne y hueso y a nadie tiene porque extrañarle eso sea así tomando en cuenta se formó en una escuela, la de los militares, donde por la verticalidad del mando, el poco apego a aceptar la discrepancia del subalterno, la contingencia de la guerra para la cual ellos se forman, lo que pudiera confundirse con irrespeto a la disciplina. Sabía bien de tu lealtad, te había medido o mejor evaluado con detenimiento. Pero ante  aquel “sobrevenido” momento, pensó no sin razón, que todavía no habías crecido lo necesario, sobre todo para manejarte políticamente y el escogido era un político, por esencia díscolo, pero con cierta experiencia y además apoyado por un bien organizado movimiento que se había conformado como un fuerte partido dentro del partido, desde los primeros días de cuando nació el MVR. Maduro tenía la experiencia política y además la fuerza organizada que le favorecían para manejar la herencia de Chávez en aquel momento. Y él, tu comandante, bien lo sabía.
            Es más, sospecho, que en aquellas difíciles circunstancias, cuando ya Ramírez estaba derrotado, por muchas de las cosas que ahora se ventilan, pudo haberse producido un acuerdo, explícito o no, según el cual tú serías el sustituto de Maduro. Eso es coherente con lo de haber quedado de vicepresidente del partido y vocero principal del mismo sin que nadie te eligiese para ese rol, en un tiempo cuando se venía reconociendo al militante el derecho a elegir sus dirigentes y candidatos. Al parecer habían llegado a un acuerdo y a la equilibrada repartición de deberes y derechos, con lo que cerraron el proceso que venía restando participación a la militancia.
             Para eso creaste tu programa “Con el Mazo Dando”. Sería tu ventana semanal para comunicarte con el partido y eso que el lenguaje estereotipado suele llamar las masas, promover tu imagen presidenciable y cambiar la que la derecha y sus medios habían construido para el público de ti. Quizás por eso, el hacedor de la tuya, quiso que el individuo bonachón, alegre y chistoso, sin dejar de ser irónico y en veces hasta ácido, como típico oriental, la que bien conozco porque es la que siempre me ha acompañado, se contrapusiese a aquella de hombre cruel, detrás del trono, oscuro, hasta de bajos sentimientos, malhumorado, capaz de todas las villanías y bajezas que tus enemigos te habían construido y la que muchos de ellos, como tú mismo lo sugieres, conservan. Pero esos hacedores de tu imagen, que en buena medida, hablando de buena fe, quizás por ser oriental como tú, es coherente contigo, se les pasó la mano o para mejor decirlo, por su poca imaginación y madurez, exageraron o cayeron en lo repetitivo y terminaron por lo que ya dije, banalizarte. En lugar de mantener tu imagen en el nivel que estaba, empezaran a descenderte hasta que la fuerza de gravedad comenzó a halar tu proa. El tiempo, la poca creatividad y falta de talento político de aquellos hacedores de tu imagen - no basta la lealtad - te tiraron una emboscada. Tu programa, créemelo, busca analistas que te ayuden a interpretarlo, pero no entre “leales”, donde abundan muchos adulantes, sino entre gente de vanguardia, libre, de buena fe y los méritos necesarios, parece uno divertido para pasar el rato y enterarse de los chismes relacionados con los pequeños políticos de la derecha, pero no para hacerte la imagen presidenciable. Para aquello ya existen “Los Roberto” y se dice que, “nunca segundas partes fueron buenas”. Las copias, aunque sean de un Stradivarius y del siglo XIX, siempre serán eso, copias. Sin olvidar que el sonido del original nadie ha podido copiar.
            Con el apresuramiento de la crisis y debacle económica, la hambruna que amenaza a Venezuela, tragedia que envuelve a PDVSA, el arrume de corruptos allí hallados y los que fuera de ella se descubrieron y están por descubrirse, tanto que los adecos quedaron como unos niños de pecho, entre los cuales hay muchos “leales” y hasta históricos, y los hechos electorales, se nos “sobrevino” la escogencia como adelantada de candidato presidencial. Eso “sobrevenido”  te sorprendió con la línea defensiva abierta y descuidada. Tu imagen que debiera ser presidenciable parece como inmadura y la de artista de carpa de circo trashumante y con un guión que se repite y habla de cosas intrascendentes, sobre la vida de políticos de baja estirpe del bando opositor, mientras allá fuera, la vida real demanda un discurso denso, original, atrevido y una comandancia tan seria como ella.
             El año pasado, Elías Jaua, allá en Ecuador, sin consultarle al partido, menos a las bases y seguro que tampoco a ti, lanzó la candidatura de Maduro para el 2018. Tú ignoraste aquello, casi nadie se dio por enterado, menos Maduro, quien comenzó a comportarse en concordancia con lo propuesto por quien entonces era su canciller.
            Tú seguiste desgastándote en tu programa, creyéndote con “el mazo en la mano” y blandiéndolo para tumbar todo lo que creías se entorpeciese en tu camino. Llegamos a este cruce de vías. Y no esta una simple frase. El carácter, la profundidad de la crisis, la ausencia de un sólido liderazgo, violación de todas las normas democráticas del PSUV y el GPP, parecen haber bifurcado el camino por el que veníamos. La candidatura de Samán y otros hechos quizás menos sonados pero sí serios y hasta lamentables, avivó la crisis. O mejor, esta estalló por distintos ángulos. El llamado a la unidad, o a “zafarrancho” como dicen los marineros, en virtud de la gravedad de los acontecimientos se produjo en mal momento para ti. Tanto que alguien a quien siempre he ubicado entre los tuyos, por eso está ahora en la vicepresidencia, Tarek El Aissami, ha salido a proponer, como antes lo hizo Jaua, la candidatura de Maduro. Casi seguro estoy, por los hechos, a ti te consultaron y diste tu visto bueno dado que tu figura no subió lo suficiente y tus líneas estaban en desorden y hasta “distraídas”; o quizás los “leales”, una vez más, probaron no serlo tanto. Por supuesto en eso pudieras mal decidir por estar mal asesorado o acompañado. Pese la sorpresa, pudieras invocar se respete el derecho de la militancia a ser consultada y considerar las propuestas que el derecho democrático debe admitir, incluso el de tu pre candidatura. Sería esta una forma de mejorar tu imagen y acercarte con una nueva a eso que la demagogia de muchos llama “el Poder Popular”, pero sigue siendo el pueblo preterido e ignorado. Pues rescatarías un derecho conculcado por la cúpula.
           En la guerra, y estamos en una muy confusa, uno no sabe en veces de dónde salta la liebre y se hallan los desleales.

           No dejes uno crea lo que dice el título, “De un mazazo tumbaron a Diosdado”.

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