domingo, 12 de noviembre de 2017

UNA SONADA DISPUTA SE DESATO EN LA HABANA COLONIAL

Ciro Bianchi Ross (cirobianchiross@gmail.com)To:you + 53 more Details
Disputa en La Habana colonial
Ciro Bianchi Ross
ciro@juventudrebelde.cu

Una sonada disputa se desató en La Habana colonial entre cuatro
vecinos de la Plaza Vieja y el Gobernador de la Isla. Corría el año de
1835 y ejercía el mando de la colonia, con grados de Capitán General,
el teniente general Miguel Tacón y Rosique, Vizconde de Bayamo y
Marqués y Duque de la Unión de Cuba
Tenía el personaje su camarilla palaciega conformada por sus
consejeros principales que a veces servían de financistas a las obras
públicas que acometía y que siempre se beneficiaban con sus
concesiones. Y no le faltaban, claro está, grandes enemigos, que de
alguna manera encabezaba don Claudio Martínez de Pinillos, Conde de
Villanueva, habanero que tenía a su cargo la Intendencia General de
Hacienda.
Ocurrió que cuatro vecinos principales de la Plaza Vieja, las
fachadas de cuyas viviendas se asomaban a la calle San Ignacio,
elevaron una queja por considerar que las casillas de mampostería que
se construían para mercado en el área violaban la privacidad de sus
viviendas.
Lo curioso del asunto es que para hacer pública su protesta
esperaron a que la obra estuviese casi terminada cuando desde antes de
que comenzara la construcción se sabía, por su convocatoria a
subasta, de las características de la misma. Las nuevas casillas no
excederían en altura en ningún caso a las de madera que existieron en
el lugar. Tenían seis varas y cuatro pulgadas de alto y sobrepasaban
en veinte y siete pulgadas el suelo del balcón de las viviendas. Una
calle mucho más ancha de lo habitual en La Habana de intramuros de
entonces, mediaba entre las casillas y las fachadas de las casas.
Todo esto se conocía de antemano y no se hacía necesario esperar a
que la obra estuviese casi lista para la protesta. Lo mejor del
asunto es que a esa altura, solo uno de los inconformes seguía
viviendo en la Plaza Vieja. Los otros tres se habían ido con su música
a otra parte.
¿Por qué protestaron? Escribe la doctora María Teresa Cornide en su
interesantísimo libro De La Havana, de siglos y de familias (2008):
«Se trataba de una provocación de estos vecinos en respuesta a los
“taconazos” del Gobernador en contra de los miembros de familias
importantes de la época»
MIGUEL TACÓN, ¿QUIÉN ERES TU?
Tacón nació en Cartagena, el 10 de enero de 1771. Militar de academia
ascendió paulatinamente hasta alcanzar el grado de teniente de navío
por su valor en el desastroso combate de Trafalgar. Pasó destinado a
las fuerzas que se dedicaban a hacer el corso contra argelinos y
británicos, con lo que volvió a demostrar sus dotes de mando y su
valor personal. Un accidente determinó su traslado a las fuerzas de
tierra como capitán, pero con el grado interino y responsabilidades de
teniente coronel. En 1810 se le nombró gobernador político y militar
de Popayán, en Colombia. Derrotado por los colombianos buscó refugio
en Lima, donde arribó con solo 25 hombres. Allí recibió el ascenso a
mariscal de campo (1819). Retornó a España con órdenes del virrey de
Perú de informar de la situación por la que atravesaban las tropas
españolas allí destacadas y la falta de medios para mantener el
dominio colonial. Fue Gobernador de Málaga, y poco después Gobernador
de Sevilla, obligación que desempeñó entre 1823 y 1834, cuando fue
ascendido a Teniente General y nombrado Gobernador de Cuba, cargo del
que tomó posesión el 7 de junio del último año citado. El 15 de abril
de 1838 recibía la notificación de su cese en el mando y su
sustitución por Joaquín de Ezpeleta. En 1852, bajo el reinado de
Isabel II, se le nombró Senador. Falleció en Madrid el 12 de octubre
de 1855.
Aseguran especialistas que su buen gobierno en la isla, y sobre todo
en La Habana, en materias cotidianas y de obras públicas estuvo
ensombrecido por sus actos despóticos y su fomento del comercio de
esclavos. Algunos historiadores le atribuyen, dicen la doctora
Cornide, el haber inaugurado la venta de esclavos emancipados para el
trabajo en los ingenios. No estaba solo en esos manejos. De su
camarilla aúlica, dos eran los preferidos: el catalán Francisco Marty
y Torrens y el andaluz Manuel Pastor y Fuentes.
Tenían ambos «derecho de mampara» en el palacio de gobierno y se
reunían todas las tardes con el Gobernador para gozar de su cercanía y
compartir los juegos de tresillo que organizaba en los altos de la
Cárcel Nueva. El célebre Don Pancho, que tenía el monopolio del
pescado en la capital, acuñó una frase en la que sintetizaba su
actividad mercantil. «Ha pasado la vida vendiendo negros y comprando
blancos», decía.
Pastor tenía la concesión de todos los nuevos mercados habaneros,
gabela que le reportaba una renta considerable. El erudito Juan Pérez
de la Riva lo consideraba uno de los cerebros mejor organizados de su
tiempo. Puso sus grandes conocimientos y su capacidad técnica al
servicio de la industria azucarera, desarrollando científicamente la
trata de negros en sus aspectos financiero y político. En este campo
su labor fue brillantísima. Tiempo después de la salida de Tacón,
Gaspar Betancourt Cisneros conceptuaba a Pastor como la eminencia gris
de la llamada «compañía negrera», cuyos beneficios llegaban, se dice,
a la Reina Madre Cristina, que recibía su dinerito por cada «saco de
carbón» que entraba a la Isla.
Coronel retirado de la Infantería y Capitán del Cuerpo de Ingenieros,
Manuel Pastor fue el asesor técnico de Tacón en su plan de obras
públicas, sin contar las que acometió a su cuenta y provecho. Bajo la
administración de Tacón se empedraron y rotularon las calles y se dio
número a los locales. Se construyeron o reconstruyeron los mercados de
Cristina (en la Plaza Vieja) el del Santo Cristo y de la Plaza del
Vapor.(actual Parque del Curita). Se trazó el Paseo Militar (Carlos
III), y el Campo de Marte (Plaza de la Fraternidad), y se habilitó en
la Quinta de los Molinos un residencia de verano para el Capitán
General. Se edificó además la Cárcel Nueva y se hicieron
remodelaciones en el palacio de Gobierno. Se le abrió una nueva
puerta a la muralla y se ampliaron y mejoraron los hospitales de San
Ambrosio y San Juan de Dios. Se construyó el Gran Teatro de La Habana.
El Gobernador puso su nombre a todo lo que pudo: Teatro de Tacón,
Cárcel Nueva o de Tacón, Paseo Militar o de Tacón…
EL INTENDENTE
Imposible resulta escribir la historia del capitalismo en Cuba sin
mencionar a Claudio Martínez de Pinillos, Conde de Villanueva. Su
influencia fue decisiva en la introducción del ferrocarril en la Isla,
así como de la maquinaria indispensable para la modernización de los
ingenios azucareros. No practicó directamente la trata negrera, pero
fue protector de negreros distinguidos, y aún tuvo tiempo de serlo de
importadores de chinos y de gallegos contratados. «En la galería de
los grandes explotadores del pueblo cubano, el Conde merece un lugar
de honor, que nosotros no le escatimaremos», escribe Pérez de la Riva.
.
Escenificó aquí el choque de las fuerzas nuevas contra los
«ayacuchos», como se llamaba a militares y funcionarios españoles que
querían seguir manteniendo el orden que ya los ejércitos de Bolívar
habían borrado en América.
Su rivalidad con Tacón trascendió del plano personal. En un comienzo
se llevaron de maravillas, pero la personalidad absorbente y despótica
del General alargó las distancias y avivó el liberalismo de Villanueva
que empezó a acusar a Tacón de arbitrariedades y abusos. Dice Pérez
de la Riva que la tirantez llegó a tal extremo que ambos hacían
publicar por trasmano, en el extranjero, panfletos recíprocamente
injuriosos y amenazaban a la Corte con la renuncia. Porfía que
entusiasmaba a los ministros en Madrid que temían que un Gobernador
demasiado fuerte o un Intendente demasiado popular se pasaran de rosca
y quisieran proclamar la independencia o pasarse al carlismo.
Esa trifulca animaba chismes y comentarios entre los habaneros, pero
redundó en beneficio de la ciudad pues el Conde, para competir con
Tacón, inició su propio plan de obras públicas. Tacón no concebía que
Cuba tuviese ferrocarril antes que España; su oponente sí y lo
consiguió. Entonces la estación de trenes de Villanueva pudo oponerse
al Mercado de Tacón, y el paseo del acueducto de Fernando VII al Paseo
Militar. La Fuente de la India, regalo de Villanueva al pueblo de La
Habana, pudo ser comparada con la Fuente de Neptuno, regalo de Tacón,
y las escuelas tecnológicas impulsadas por el Conde con la Cárcel
Nueva.
. Durante los primeros años de su mandato, la influencia de Tacón,
ligado al grupo de los «ayacuchos» fue predominante en la Corte. Pero
resbalaron y perdieron dominio. Entonces pudo Villanueva deshacerse de
Tacón. Pronto se asustó el gobierno progresista de Madrid del poder
que podía ganar el Conde, aliado a los hacendados, sin el contrapeso
de Tacón, y lo destituyó. Volvería a la Intendencia, pero había
aprendido la lección. Se mostró entonces más discreto y aumentó el
subsidio a España. Eran tiempos en que los honorarios de ministros y
otros funcionarios españoles dependían de la Hacienda de La Habana.
El sueldo del propio hermano de Tacón, embajador de España en EE UU,
así como los gastos de los consulados españoles en ese país, eran
pagados directamente por el Conde de Villanueva, con cargo a los
ingresos fiscales de la Isla.
LAS CASILLAS DE LA DISCORDIA
A estas alturas el lector se preguntará en que acabó la protesta de
los vecinos de la Plaza Vieja. Apunta la doctora Cornide: «A
diferencia de otros incidentes más importantes del mandato de Tacón,
la queja elevada por los vecinos prestigiosos de la plaza se divulgó
rápidamente».
Tacón se defendió como gato bocarriba, y en una carta que dirige al
Ministro de Ultramar caracteriza uno a uno a los demandantes. A los
Montalvo, tío y sobrino, que figuraban entre sus peores enemigos, los
acusa de propagar todo lo que se les ocurre a fin de rebajar el
prestigio de su autoridad. Llama joven inexperto al Conde de Cañongo,
manejado a su antojo por el brigadier Montalvo, Minimiza a Gabriel de
Cárdenas, acosado por sus muchos acreedores, A José Suarez Argudín
lleva tenso. Su historia es conocida en los tribunales. Apunta el
Gobernador: que «tiene contra sí la voz pública de haber manchado el
tálamo de su gran favorecedor el difunto Conde de casa Lombillo y de
haber por lo menos intentado envenenar a este, casándose enseguida con
su viuda…»
¿Cierto o falso? La verdad es que, por ese hecho, el hombre,
estuvo detenido e investigado durante casi un mes, y que a la postre
casó con la viuda de su socio a los cuatro años de muerto este, margen
de tiempo que despertó. sospecha por su brevedad. . Pero una hija del
Conde de Lombillo contrajo matrimonio con un sobrino del supuesto
asesino que, digamos de paso, llegó a ser, a juicio de los cónsules
ingleses, el primer negrero del mundo.
Y las casillas, bien gracia. La queja de los vecinos no prosperó y
fue desestimada. Terminaron en su momento de edificarse y
permanecieron en la Plaza Vieja hasta 1908, cuando fueron demolidas,











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Ciro Bianchi Ross
cbianchi@enet.cu
http://wwwcirobianchi.blogia.com/

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