viernes, 4 de enero de 2019

BOLSONARO BOTARA A QUIEN TENGA "IDEAS COMUNISTAS" .?ESO ES DEMOCRACIA?


Bolsonaro botará del trabajo a quien tenga “ideas comunistas”. ¿Eso es democracia?

Eligio Damas

            Intentando, según él y sus mentores, lo que incluye al Mike Pompeo y el Departamento de Estado, “salvar la democracia y combatir las tiranías”, el recién electo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha anunciado que botará de los cargos en la estructura del Estado brasileño a “todo aquél que defienda ideas comunistas o socialistas”. Para ellos, sin duda, una medida de esas es necesaria para limpiar el cuerpo social y la sociedad que corrompidos están. Es decir, Bolsonaro se propone una nueva cruzada, de las tantas de la derecha del mundo, como las descalificadas cacerías de brujas para salvar la sociedad. Nada habrá de extrañar que reaparezcan agrupaciones cazadoras de brujas en el Brasil al cual él llega a gobernar. Según su estrecha, desnaturalizada y fascista percepción aquella no es la típica sociedad capitalista donde se ha configurado un infierno de desigualdades, acumulación exorbitante de riquezas por parte de unos pocos y una inmensa multitud de pobres y marginales por las políticas de Temer, sino una sociedad comunista que necesita reacomodar. Quienes antes gobernaron que, aparte de Lula y Dilma Rousseft, esta por un breve tiempo, pues Temer, nada diferente a él mismo se desempeño por casi todo el período presidencial producto de un golpe amparado por todo el estamento militar y burocrático de la sociedad brasileña, el mismo universo que ahora mismo le apoya, parecieran haber sido fichas del “comunismo”, que en la creencia suya son algo más o menos parecido a agentes de Lucifer.
             Mientas tanto es bueno saber que el Brasil que dejó Lula y el PT llegó a ser la ser la sexta economía del mundo, se incrementó en su mejor momento hasta 7% anual el PIB, aumentó en 54% el salario mínimo, disminuyó el índice de GINI de  desigualdad en el ingreso a 0,522,  redujo el desempleo a 4,5% y sacó a unos 50 millones de la pobreza. Es decir, se procuró materializar la igualdad y la democracia. El programa de Lula fue en esencia tres comidas diarias para todos, lo que pasa por aumentar la productividad y distribuir mejor la riqueza. Eso no lo busca el diablo.
            El de Bolsonaro es el mismo discurso y razonar repleto de mala fe, más que ignorancia, según el cual hasta la Rusia de hoy está en manos de los viejos soviets. No es suficiente lo que pasó en aquel mal llamado “mundo comunista”, que sólo fue una experiencia de capitalismo de Estado repleta de desviaciones personalistas y cuando más de grupos; tampoco es suficiente lo que los mismos rusos dicen y como viven, los mismos que se deshicieron de aquel estado de cosas y menos lo que Putin acaba de declarar en relación con la imposibilidad que su país vuelva a aquella vieja experiencia. Nada enseña ni sirve para cambiar esa fantasmal percepción que los capitalistas rusos inviertan con seguridad en su proyecto de país y hasta potencia mundial que hasta se vuelve imperialista en lo sustancial como EEUU mismo. China país para quien la definición de comunismo es como si fuese un símbolo para identificarse o definirse cultural y hasta políticamente que la diferencie de aquella vieja sociedad de emperadores y mandarines, mientras su modelo económico en gran medida opera, sobre todo a nivel mundial, también como una potencia capitalista e imperialista que busca mercados y áreas de influencia y no por razones ideológicas, que ojalá eso fuese, sino como EEUU para multiplicar sus capitales. Eso nada enseña a los Bolsonaro. Solo se trata de comunistas o infieles que hay que exterminar, pero no el modelo, por qué cómo van a exterminar al capital, sino a los comunistas, esos enemigos del señor.
            El derecho de la gente a pensar, expresar y defender sus ideas, que según la gente como Bolsonaro niegan los comunistas, siendo eso la esencia de la libertad y la democracia, según él, pues lo acaba de declarar, no está dispuesto a respetarlo. Por eso ¡Van pá,  fuera! Es decir, si logro entender a Bolsonaro, se propone rescatar las libertades negándole todos sus derechos a quien no piense como él.
           Pero para ellos, la gente como Bolsonaro, ciertos grupos poderosos en el mundo de hoy, las embajadas y muchas ONG, todo pensamiento liberador, independiente que oriente las luchas de independencia en cualquier sentido, lo que significa hacerlo contra cualquier forma de imperialismo, es comunismo. Y al comunismo le asignan definiciones y fines como si se tratase de una agencia de Satanás. No les satisface que el pensamiento revolucionario de hoy, en gran medida está formulado en base a una casi renuncia a las viejas prácticas de Europa del Este. Tampoco que simplemente se trate de expresiones nacionalistas que no implican renuncias ni pronunciamientos contra el capital y el capitalismo. Para ellos comunismo es todo aquello y aquél que se manifiesta contrario a la coyunda imperialista y procure la formación de nuevos espacios para defenderse de los capitales de ella. Antiimperialismo que habla de evitar que una economía caiga bajo las garras de una potencia capitalista y se vea sometido a sus dictados,  un muy viejo deseo de muchos pueblos antes que naciese Marx, es comunismo. Pero tampoco el comunismo que el viejo pensador alemán concibió sino todo eso que los cerebros aberrados le endilgan, donde a lo que fue la URRSS y los países del este de Europa, le agregan las aberraciones del nazi fascismo y de las crueles dictaduras que EEUU ha sostenido en el mundo. Hasta esa horrible cosa que ahora intenta imponer Bolsonaro en Brasil sin temor a contradecirse, según la cual quien tenga ideas favorables al comunismo, socialismo o simplemente al nacionalismo no tiene derecho al trabajo. Comunismo sería entonces, no aceptar que nuestro espacio es el patio trasero de EEUU y sus socios capitalistas del área.
            Por esta actividad de escribir por Aporrea, los “pensadores y fieles defensores de la libertad y la democracia”, que por lo uno cree casi nunca leen tal como debe ser lo que se escribe, pues más bien parecen guiarse por el título o en base a una frase suelta o sacada con pinzas del texto, se nos premia con insultos, amenazas y generalmente “por aberrados comunistas”. Cuando en lo escrito apenas hay una manifestación de desacuerdo por la injerencia de Pompeo o cualquier otro funcionario estadounidense en los asuntos nuestros. No importa si en la misma nota el escrito también se manifestó contrario a dejarse seducir por el capital de otro origen o cualquier otra forma de injerencia. De donde pareciera uno concluir que la palabra comunismo está tomando otra acepción. Comunismo no es ahora aquella formulación ideal de Marx, de una sociedad sin clases ni Estado, donde la propiedad quede abolida y los bienes pertenezcan por igual a todos los hombres; no lo es tampoco aquella aberración de Stalin y sus seguidores y ni siquiera militar en el Partido Comunista, entidades que casi han desaparecidos y vuelto iglesias y cofradías como hermanos de la caridad o masones rebeldes pero civilizados. Los comunistas de hoy son aquellos que luchen para que su país sea independiente, aun bajo el orden capitalista y procuren que aquél no caiga bajo el control de Estados Unidos y sus fieles servidores a la democracia, la de ellos, esa de Bolsonaro donde para trabajar hay que estar de su parte.
             Y en esta cruzada, porque es una cruzada, como aquella de los europeos según las cuales iban a rescatar los santos lugares, se define como enemigo a todo aquel ciudadano, hasta amigo de toda la vida y por los profundos nexos familiares y que determinan el pequeño espacio, por el sólo hecho de ser nacionalista y luchar para que su país no caiga en manos de ninguna potencia imperialista. Para Bolsonaro, un partido como el de los trabajadores del Brasil que nada tiene que ver con el comunismo y si mucho con las fallas que lo llevaron a perder el poder, no merece ejercer sus derechos y entonces el Fascismo del nuevo presidente de Brasil, eso mismo que entre otras cosas destruyó a Europa, adquiere el derecho a imponer su voluntad. 

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