lunes, 26 de enero de 2015

"EL CAMAJAN"( primera parte )

"El Camaján", libro de los autores Arleen Rodríguez Derivet y Lázaro Barredo Medina Con la presentación este 18 de agosto en La Habana del libro “El Camaján”, de los periodistas Arleen Rodríguez y Lázaro Barredo, ha quedado al desnudo la verdadera historia de Elizardo Sánchez Santa Cruz-Pacheco, otro de los llamados opositores que han hecho de la disidencia un medio de vida en Cuba. Todo libro tiene habitualmente en su inicio un prólogo, una presentación, una introducción... pero en este caso haremos una excepción de la regla. La historia que este libro pone a la consideración del lector, se explica por sí sola. No obstante, si alguien creyera que es obligatorio cumplir con ese requisito, le recomendamos leer las páginas que vienen a continuación en: “Doble juego”. Los autores Índice Doble juego. Primera parte No hay humo sin fuego Nace una estrella El cartero siempre llama dos veces Hombre de “familia” Testimonio documental y gráfico Carlos Alberto Montaner Francisco José (Pepe) Hernández Calvo Ricardo Bofill Pagés Hubert Matos Benítez Nelsy Ignacio Castro Matos Fundación Nacional Cubano Americano (FNCA) Domingo Moreira (padre) Domingo R. Moreira (hijo) Andrés Nazario Sargen Entre pillos anda el juego El padrino La conexión europea La dolce vitta Testimonio documental y gráfico Frank Calzón Frank Hernández Trujillo Misión imposible Fantomas se desenmascara Testimonio documental y gráfico Doble juego. Segunda parte “El gladiador” Testimonio documental y gráfico Otto Reich Joe García Sánchez, no te enganches Doble juego. Primera parte Es la mañana de un día cualquiera de 1997. En su oficina de Villa Marista, sede de la Dirección General de la Contrainteligencia cubana (DGCI), el jefe de un departamento, da instrucciones a uno de sus oficiales operativos: —Esta tarde tengo un importante contacto con el agente Juana. Quiero que estés listo a las 16:00 horas para que me acompañes, porque de ahora en adelante te vas a hacer cargo de la S.O. [situación operativa] de este caso, que tiene bastante complejidad— informa el Jefe al oficial subordinado, quien inmediatamente se interesa por los detalles. —Sería conveniente —dice— que me facilitara el expediente para estudiar el caso y prepararme para el encuentro... El Oficial superior esboza una pícara sonrisa… —No, no quiero que veas el expediente todavía. Solo te puedo adelantar que ya tú conoces a esa persona que vamos a ver—contesta el Jefe con sorna, disfrutando de antemano la escena que imagina para esa tarde. Horas después, los dos oficiales conversan, a la sombra de los árboles del parque capitalino de 30 y 31, en el municipio de Playa, cuando el oficial operativo ve avanzar hacia ellos a una persona conocida. Mira a su Jefe, que sostiene una jodedora sonrisa y todavía sin dar crédito a lo que está viendo, pregunta en voz baja: —¿Y ese es el agente…? Quien se aproxima para el contacto de contrainteligencia es un personaje magnificado por la propaganda e inflado de manera singular por ciertos políticos en el exterior. El agente Juana para la seguridad cubana, no es una mujer, sino un hombre. Es, nada más y nada menos, que el connotado “disidente” Elizardo Sánchez Santa Cruz-Pacheco… No hay humo sin fuego Esta historia, que parece cosa de novela, pero es absolutamente fiel a los hechos reales, corre el riesgo de no ser totalmente comprendida por los cubanos nacidos después de 1959, si antes no decimos qué cosa es un camaján, especie política hace mucho tiempo en desuso, aunque alguna vez fue dueña y señora de la vida nacional. Según el diccionario de cubanismos de Argelio Santiesteban, el camaján es “un vividor en sentido peyorativo”. El adjetivo, originalmente asociado a la desprestigiada politiquería rural, se inventó para señalar mordazmente a quienes trataban de sacarle el mayor placer a la vida con la menor cuota posible de trabajo y sacrificio. Hablando mucho y haciendo nada. La república mediatizada sufrió tanto de ese mal, que seguramente la Revolución se hizo, además, para barrerlos de la escena cubana. Y el camaján político se fue extinguiendo en la misma medida en que el pueblo se liberaba, por la cultura de un sistema donde el esfuerzo es la única fuente legítima de reconocimiento social. Parecía que de los camajanes solo quedaba el apelativo en la memoria de los mayores. Pero algunos resucitaron tan pronto apareció la primera donación extranjera para vividores cubanos. De conocer profundamente a esa especie por el hábito de tratarla, debe haber nacido en los compradores la convicción de que los camajanes de la vieja política cubana, ya en extinción, podrían reaparecer al soltarse las monedas imperiales. Y así fue. Particularmente a partir de la década del 80 del pasado siglo. Todos los gobiernos de Estados Unidos han intentado destruir violentamente el proceso de profundas transformaciones que hace más de cuatro décadas y de manera soberana, se dio a sí mismo el pueblo cubano. Todos, de una manera u otra, se han empeñado también en “fabricar” una oposición interna que permita camuflajear la guerra permanente contra la isla detrás de las ya desgastadas banderas de la libertad y la democracia. Pero la llamada era Reagan marca una escalada. Con el ascenso al poder del viejo cowboy de Hollywood y la ultraderecha estadounidense a principios de los 80, se profundiza la política anticubana de aislamiento político y estrangulamiento económico, de agresiones armadas, de promoción a la subversión interna y de continuidad de las acciones terroristas contra la Revolución, concebidas, financiadas y apoyadas por todas las administraciones anteriores. También se prioriza la fabricación de organizaciones subversivas. Bajo esa estrategia nace la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), de raíz terrorista y rostro lobbista, que terminó por consolidarse como la organización hegemónica de la contrarrevolución en Miami. Y se comienza a trabajar intensamente en la creación de la quinta columna contrarrevolucionaria. La Directiva de Seguridad Nacional No. 77 de 1983 del gobierno de Reagan, más conocida como Proyecto Democracia, definió que “el objetivo es desarrollar presiones públicas contra Cuba” y delineó la estrategia de desgaste de la Revolución con procesos de fabricación de una “oposición” interna. Tras ese objetivo creció, de manera sustancial, el monto de los recursos financieros que las agencias norteamericanas encargadas de fomentar la subversión y la contrarrevolución en el mundo dedicaban a las acciones encubiertas contra la isla. Y comenzó la búsqueda de lumpens, oportunistas y camajanes, anticomunistas furibundos; posibles mercenarios todos por sus tendencias anexionistas y contrarrevolucionarias y por la predisposición a vender sus servicios a quien estuviera dispuesto a pagarlos. Otra de las direcciones principales del Proyecto Democracia fue estimular la localización y agrupación de individuos con un pasado junto a la Revolución que pudieran considerarse frustrados, resentidos o descontentos, por simple oportunismo o cobardía ante situaciones de real riesgo para el país. Ese objetivo se intensificaría ante la progresiva crisis política en la URSS y otras naciones socialistas, en la creencia de que estaba cercano el fin de la Revolución. La idea era que los antiguos partidarios y defensores del proceso revolucionario engrosaran la desgastada reserva de la contrarrevolución, completamente desmoralizada por su historial terrorista y su alianza nada discreta con la mafia de Miami. Desde posiciones profundamente cuestionadoras de la estrategia revolucionaria frente a todos los desafíos, los nuevos reclutados comenzaron a cumplir las instrucciones de agruparse en torno al discurso aparentemente apolítico de los derechos humanos y se prestaron a la intensa campaña internacional de los sectores más conservadores de la derecha, con el fin de desarticular el creciente movimiento de solidaridad con Cuba y confundir a las fuerzas progresistas a partir de una magnificación de la labor mercenaria. Así se fabricó la “oposición” virtual a la Revolución dentro de Cuba. Sin ningún nexo con el entramado social y la realidad del país, el germen debuta en la década del 80 del pasado siglo, con los primeros grupúsculos de apátridas, sostenidos con ingresos de agencias federales de Estados Unidos y otras vías creadas o promovidas por el gobierno norteamericano y sus principales aliados. A diferencia del anterior programa de subversión acometido hasta entonces por la Agencia Central de Inteligencia desde su estación JM/WAVE* en Miami, la nueva oposición no será encubierta ni violenta. Tendrá un discurso político moderado, incluso “nacionalista”, y no todos pedirán el derrocamiento del gobierno cubano, sino un “diálogo para una apertura política y el cambio pacífico”. Nace una estrella Entre los elementos reclutados por la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana (SINA), para construir esta oposi- * La estación más grande que tuvo la CIA, fuera de su sede central. Se asentó en Miami con una cobertura de más de 500 oficiales y unos 6 000 agentes, con un presupuesto de más de 100 millones de dólares anuales para llevar adelante la guerra subversiva contra Cuba y organizar planes de atentados contra la vida de los principales dirigentes de la Revolución Cubana y, en especial, contra Fidel Castro. Un buen día, el señor Sánchez Santa Cruz-Pacheco comenzó a aparecer en los grandes medios norteamericanos, latinoamericanos y europeos y ya no ha dejado de hacerlo hasta hoy. No han faltado para él invitaciones y giras internacionales, premios y reconocimientos pero, sobre todo, dinero, mucho dinero, que parece ser el único amor verdadero de su vida. La manipulación y la mentira son factores vitales en la promoción de este hombre péndulo que de partidario de la ultraizquierdista microfracción1 se transformó en “líder disidente” por obra del poder mediático que ejercen Estados Unidos y sus principales aliados, la mayoría de ellos hoy bajo gobiernos ultraderechistas que no aceptan la sobrevivencia de Cuba al colapso de la experiencia socialista, o de socialdemócratas de nuevo cuño, arrepentidos de su pasado en la izquierda y para quienes la dignidad de la isla debe resultar una alusión incómoda y ofensiva. Néstor Baguer, uno de los escasos periodistas verdaderos entre los famosos “independientes” y quien durante años actuó como agente de la Seguridad del Estado dentro de los grupúsculos asociados a la SINA, cuenta en el libro “Los disidentes” que en su primera visita a la casa de Elizardo, fue sorprendido cuando la novia de aquel lo recibió preguntándole si buscaba “al señor Presidente”. Otra agente, Tania —la “disidente” Odilia Collazo—, dice que puso a correr a Elizardo, cuando aquel quiso sacarla de la presidencia del Partido Pro Derechos Humanos para poner a otro personaje. Esas características, que podrían avalar sus socios y abundantes enemigos en el negocio de la disidencia, desde La Haba- na hasta Miami, restan total trascendencia a las precisiones de que nació el 29 de junio de 1944, en la localidad santiaguera de La Maya, en una familia de “agricultores”, como insisten en presentarlo los que prefieren su lado izquierdo. Con solo acercarse al cúmulo de reseñas y entrevistas que sus promotores han puesto a circular por Internet, se puede confirmar el movimiento de Elizardo de un extremo a otro en disímiles posiciones políticas y descubrir un solo rasgo invariable en la maraña de sus declaraciones públicas: la contradicción típica del doble y hasta del triple discurso. La verdadera historia de Elizardo Sánchez, la política, podría decirse que comienza en 1959, cuando se convirtió en militante del Partido Socialista Popular y ferviente defensor de la Revolución. Ya en 1962 era funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores, donde ocupó diferentes cargos hasta 1966, cuando un curso intensivo lo transformó en profesor de Filosofía Marxista de la Universidad de La Habana. Dos años después causaría baja de la Universidad, según compañeros de entonces, por el peso de la autosuficiencia, la ambición personal y el resentimiento manifiesto hacia el resto de la cátedra. Elisoviet le llamaban con ironía algunos de sus contemporáneos por la intoxicación de ultraizquierdismo y el vínculo con la sectaria “microfracción” que en su momento lo llevaron a acusar a los principales líderes de la Revolución de formar “una elite pequeño- burguesa que ponía en riesgo el rumbo socialista del proceso revolucionario”. Es decir, que uno de los más prominentes asalariados de la SINA que conocemos hoy, comenzó su vida política nada más y nada menos que como un acérrimo crítico de la Revolución, por “no estar suficientemente a la izquierda”. De acuerdo con las pruebas obtenidas por la Contrainteligencia cubana, también en esa época, y de manera espontánea, Elizardo se convierte en informante de la Inteligencia norteamericana. Una declaración firmada por la agente de la CIA Martha Frayde Barraqué, devela que recibió información de Sánchez sobre las opiniones de otros “microfraccionarios”, que fueron remitidas a Langley, sede de la “compañía”. Pero volvamos a los años 80 del siglo xx y a la política de la administración Reagan que puso a Elizardo en el camino del dinero, disculpe, quisimos decir de la creación de organizaciones subversivas. Quienes han seguido de cerca su itinerario, afirman que a partir de 1985, tras cumplir una sanción de cinco años por actividades contrarrevolucionarias, es que comienza a singularizarse su vínculo con la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana. Bajo la dirección de la SINA, Sánchez Santa Cruz-Pacheco se consagra a la creación de al menos dos organizaciones de derechos humanos. Poco importan hoy los nombres —que apenas varían por el orden de colocación de las palabras—, los objetivos o la inocultable orientación contrarrevolucionaria de estos grupúsculos. Todos serían su nuevo medio de vida. El antiguo revolucionario de extrema izquierda ya se ha convertido a la ideología liberal burguesa y deviene “defensor” prominente de esta concepción de los derechos humanos, cuando ingresa en el denominado Comité Cubano Pro Derechos Humanos, creado por Ricardo Bofill Pagés, vividor y fullero profesional que, con su servicios a la SINA ganó finalmente la visa para irse a residir en Miami. Por las noticias que los promocionan en esos años y los chismes frecuentes de El Nuevo Herald, es fácil advertir que ambos, viejos camaradas de la simulación marxista en la Universidad, comienzan a colaborar al mismo tiempo que compiten por el estrellato de la contrarrevolución interna. Las visitas a la SINA se hacen cada vez más frecuentes con el pretexto de entregar denuncias sobre supuestas violaciones de los derechos humanos en el país. Para el año 1987 Elizardo es ya el flamante “Vicepresidente” del comité fundado por su socio, con el que comienzan las contradicciones. Sucesivos desencuentros y rencillas personales deben haber empujado su salida del grupúsculo encabezado por Bofill e “inspirarle” la fundación, el 23 de octubre de 1987, de la denominada Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), de la cual inmediatamente, se nombra Pre- sidente, cargo que todavía sigue ocupando —a despecho de sus pasos políticos posteriores—, para asegurarse la llave de la fuente más segura y permanente de financiamientos encubiertos. Es precisamente ese año 1987 el del salto a la vida sin escaseces y plena de comodidades que disfruta Elizardo con los dividendos que le proporciona su “gestión humanitaria”, completamente enajenada de las dificultades que atraviesa su país. No sorprende por eso su insistencia en que el bloqueo norteamericano no es la causa real de los problemas económicos cubanos. A partir de 1989, año de inicio de la debacle socialista europea, y en una práctica que persiste en la actualidad, la SINA comienza a planificarle entrevistas a Elizardo con cuanto político o legislador de Estados Unidos visite a Cuba. Su misión es entregar información —falsa o manipulada— y trasmitir “preocupaciones” con el claro propósito de interferir en los crecientes esfuerzos de un sector cada vez más amplio y diverso de la sociedad norteamericana a favor de un entendimiento entre ambos países sobre la base del respeto mutuo, algo que pondría en peligro a la jugosa industria de la contrarrevolución de la que él se alimenta. Por esos años, Elizardo consolida sus contactos con organizaciones transnacionales de derechos humanos, como Human Rights Watch y Amnistía Internacional, hacia las cuales canaliza testimonios de supuestas violaciones de los derechos humanos en Cuba, fabricados por él mismo y sus principales colaboradores. Vendrán después múltiples conspiraciones y traiciones, además de otra condena de privación de libertad por poco más de un año. Al salir de la prisión en 1992, Elizardo se enfrascó afanosamente en la tarea de presentarse como una alternativa política interna, relegando a planos secundarios su supuesta lucha por los derechos humanos. Es cuando crea el llamado Proyecto de Programa Socialista Democrático, así como el Centro de Estudios sobre Democracia (CEDE). ¿Qué había pasado? ¿Por qué el “luchador por los derechos humanos”, que más de una vez declaró no tener ningún interés político, presenta en 1992 un ambicioso proyecto de ese tipo? ¿Acaso la desaparición del campo socialista, la desintegración de la URSS, el recrudecimiento del bloqueo y el superanunciado fin de la Revolución Cubana, le hacen creer a Elizardo Sánchez que “ha llegado su hora” de asalto al poder? ¿O lo inspira la agitación de la mafia, que alista otra vez sus maletas en la vana ilusión de instalarse en una Cuba poscastrista y la atmósfera creada por el entonces presidente de Estados Unidos, George H. Bush, quien por aquellos meses proclamó que él sería el primer presidente norteamericano en pisar tierra libre cubana? Muy oportunamente y como adelanto, para que “a la otra parte” no le quedaran dudas de su posición conciliadora, en una entrevista para El Nuevo Herald el 27 de julio de 1991 Elizardo había afirmado que “Es absurdo que alguien de la disidencia interna cubana no necesite el apoyo de los exiliados…” “[…] En la isla, la intolerancia de la izquierda comunista es realmente peligrosa, ya que nos encarcelan. Sin embargo, los grupos de extrema derecha en Miami no son un peligro inmediato para nosotros […]” El cartero siempre llama dos veces ¿Quién no recuerda el desesperanzador año 1991? ¿Quién que haya compartido alguna vez las ideas revolucionarias puede olvidar el desastre inminente sobre la entonces Unión Soviética como confirmación del amargo y adelantado aviso de Fidel en 1989 de que Cuba debía prepararse para despertar un día con la noticia de que aquella gran nación dejaba de existir? Mientras toda Cuba se disponía a enfrentar el recrudecimiento oportunista de la política de bloqueo y los impactos de una campaña de desmoralización de las fuerzas progresistas sin precedentes en la historia —como resultado del desmerengamiento socialista europeo— los estrategas de la subversión interna sentían próxima la concreción de sus aspiraciones más profundas: crear partidos políticos de oposición que minaran la mayor fuerza de la Revolución Cubana desde los días fundacionales de José Martí: la unidad. Una carta de Carlos Alberto Montaner lo explica todo. Escandalosamente silenciada por los grandes medios que sostienen las campañas anticubanas y hasta por quienes se han rasgado las vestiduras declarándose partidarios críticos de la Revolución, el documento firmado por el viejo agente de la CIA, que presume de “intelectual liberal”, es indispensable para comprender la historia de los llamados “partidos políticos de la oposición en Cuba”. Fechada en Madrid el 29 de julio de 1991 y dirigida entre otros, a Gustavo Arcos Bergnes, Oswaldo Payá y Elizardo Sánchez Santa Cruz-Pacheco, la carta es una descarada invitación a la subversión interna, que solo podrían aceptar sin insulto, personas con alma mercenaria. Dice Montaner a sus pupilos en Cuba: Mis queridos Gustavo, María Elena/Luque, Payá y Elizardo: No quiero parecer dramático, pero esta carta puede ser muy importante para el destino de la democracia en nuestro país. Les ruego la lean con mucho detenimiento. […] Quien lleva la carta es una persona de absoluta confianza. Un viejo amigo que siempre ha estado junto a nosotros, aun cuando el anticomunismo o más todavía, el anticastrismo, no estaban de moda. Si pueden volver a verlo antes de que él salga del país y comentar cuanto les planteo, creo que sería provechoso. Y ahora la orientación: […] En síntesis, lo que quiero que estudien es la creación en Cuba, a corto plazo, de la PLATAFORMA DEMOCRÁTICA CUBANA, no como un apéndice o filial de lo que nosotros hemos hecho en el exilio, sino al revés, como la instancia principal, la cabeza de la institución, convirtiéndonos nosotros en delegados en el exterior del núcleo central de la Isla. La trampa es clara: el mundo debe ver a una oposición interna capaz de concertar en un solo cuerpo a muchas fuerzas, incluidas las externas. Y es preciso que los de afuera se subordinen aparentemente a los de adentro para hacer invisible la mano extranjera que mueve los hilos. Pero para que no haya duda respecto a quienes realmente deciden, se aclara que todo esto lo respalda el poder de Miami: […] Por supuesto, antes de escribir esta carta he consultado con José Ignacio Rasco, Presidente de la Democracia Cristiana y con Enrique Baloyra y Alfredo Sánchez, personas claves de la Coordinadora Socialdemócrata. Más adelante, aparece un verdadero ejemplar de “cartilla de alfabetización” para los futuros “dirigentes políticos” sobre las organizaciones que deberán fundar y dirigir: […] debo extenderme en algunas consideraciones que me parecen útiles. Y la primera tiene que ver con la naturaleza de la PLATAFORMA. Como sabrán, la institución está compuesta por tres partidos vinculados a otras tantas tendencias ideológicas: liberales, democristianos y socialdemócratas. Estas tres tendencias pertenecen a un arco democrático común, y conviven más o menos armoniosamente dentro del mismo sistema de economía de mercado, pluralismo político y defensa de las libertades. Si hubiera que marcar diferencias, que siempre son de matices, habría que decir que los democristianos subrayan cierto orden, los socialdemócratas la justicia y los liberales las libertades individuales. Pero eso sólo como referencia inmediata porque en la vida cotidiana los límites son mucho más borrosos. Y como no olvida que solo se harán efectivas las orientaciones si aparecen razones financieras, Montaner explica a sus discípulos de dónde y cómo sale el pago por las órdenes que se obedecen, según su experiencia: […] nosotros no nos embarcamos en la creación de la PLATAFORMA solamente por amor a las convicciones ideológicas, que todos las tenemos y muy firmes, sino porque en ese concepto estratégico había un enorme caudal de ayuda potencial. […] De manera que al juntar en la misma mesa a liberales, democristianos y socialdemócratas, la PLATAFORMA […] se abría paso hasta la ayuda que las Fundaciones europeas destinan a las causas políticas. Cada Internacional tiene por lo menos una gran fundación que suele contribuir económicamente a los grupos afiliados. […] Por otra parte, al margen del respaldo económico, este contacto entre la PLATAFORMA y el mundo político internacional aportaba beneficios muy concretos: acceso a gobiernos, parlamentos e instituciones académicas para volcarnos en nuestra dirección; acceso a medios de comunicación vinculados a los grupos políticos; posibilidad de influir sobre los centros de poder que tienen alguna relación directa con Cuba: Moscú, Washington, Madrid, Caracas, México, etc. Por supuesto que todo el desparpajo con que este hombre habla en una carta de destinatario colectivo, tiene que ver con la euforia que inundó a las fuerzas contrarrevolucionarias en el portal de los 90. A fuerza de anunciar repetidamente la caída de la Revolución, llegaron a creer firmemente en ello y así lo trasmitieron a sus colaboradores dentro del país como preámbulo a las órdenes más importantes y concretas: […] Partamos de la base, bastante razonable, de que el castrismo se encuentra en su último episodio […] Esto nos precipita a una conclusión inevitable: en cualquier caso hay que fortalecer a la oposición política dentro de la Isla […]Y si esto es así, la pregunta que se hace inevitable es ésta: ¿se puede, desde los grupos de Derechos Humanos, hacer una oposición política con gran peso? Por supuesto que las denuncias que estos grupos —ustedes— llevan a cabo han sido fundamentales para desenmascarar al castrismo, pero —a nuestro juicio— hay que dar un salto cualitativo y pasar al terreno de la oposición política. Y aquí aparece un leve toque de cinismo: […]no es lo mismo movilizar a los liberales o a los democristianos alemanes, por ejemplo, para ayudar a un perseguido independiente que a un correligionario en peligro. Esto podrá parecer injusto, o hasta mezquino, pero forma parte de la naturaleza humana. En cuanto al insalvable obstáculo de la división que suele aparecer en todas las actividades movidas por dinero, Montaner trasmite la misma orden con la que 12 años más tarde desembarcará en La Habana James Cason: Tienen que unirse ahora, que después nosotros nos encargaremos de separarlos. […] la primera batalla contra el totalitarismo hay que darla en un solo frente. Una vez derrotado el castrismo ya habrá tiempo para la muy conveniente diversidad e incluso atomización, pero el primer golpe requiere toda nuestra energía. Así ha sido en todos los lugares donde mejor se ha conseguido derrotar a los comunistas. Más claro ni el agua, dirían nuestros abuelos. Pero Montaner no cree en el talento de la gente a la que manda su carta y se esmera en los detalles de lo que deberían hacer en el mercenarismo: […] supongamos que Elizardo, Payá, Mariela, Luque, Gustavo Arcos, Indamiro Restano, etc., deciden darle vida a la PLATAFORMA dentro de la Isla. Esto puede hacerse asumiendo cada grupo la representación de uno de los partidos que constituyen la PLATAFORMA en el exterior. Gustavo, por ejemplo, si se siente cómodo, o Mariela/Luque, pueden asumir la presidencia de la Unión Liberal Cubana dentro de la Isla. Payá puede hacer lo mismo con la Democracia Cristiana. Elizardo y Restano, que se han movido en el entorno socialdemócrata, acaso pueden encarnar en Cuba a la Coordinadora Socialdemócrata, lo que llevaría a Cernuda a formar parte en la emigración de este sector. Una vez asumidas y aclaradas esas representaciones, se pasaría a firmar un documento en el que dan por constituida la PLATAFORMA dentro del país, toman como propias las Declaraciones de Madrid y de Caracas —que se adjuntan— aceptan dirigir la Institución ratificando a la PLATAFORMA en el exterior como organismo delegado del que existe dentro de la Isla y acaso redactan un manifiesto que recoge estos extremos. Ese documento podrá ser sacado del país por una delegación internacional formada por un liberal, un socialdemócrata y un democristiano, enviados a Cuba con ese fin, y quienes tan pronto llegaran al extranjero (a Caracas, Madrid o Berlín, por ejemplo), darían una conferencia de prensa y anunciarían la formal constitución de la PLATAFORMA dentro de la Isla. Simultáneamente, nosotros lo tendríamos todo preparado para anunciar a bombo y platillo la consolidación en Cuba de una oposición moderada, respetable y con un gran reconocimiento internacional. Inmediatamente notificaríamos a las Internacionales y a los partidos que forman la creación de esta organización. […] Esa sería la oposición, la gran e internacionalmente reconocida oposición. Pero, no sabemos si por un arranque de sinceridad, se le escapa la más elemental de las dudas: Por último, no se me oculta que en este planteamiento hay un aspecto mecánico un poco difícil de tragar. ¿Cómo y por qué transformarse súbitamente en liberales, socialdemócratas o democristianos? […] Conociendo, como conoce bien el viejo agente de la CIA a Elizardo, Payá y los demás, Montaner advierte: […] esta tarea requiere una cuidadosa carpintería entre todos ustedes y la voluntad de olvidar viejos agravios y rencillas. Sé que la parte humana es la más difícil de todas, pero también sé que lo que los une es infinitamente mayor que lo que los separa. Si una cosa hemos aprendido en contacto con chilenos y polacos, con húngaros y checos, con quienes han conseguido liquidar por vías pacíficas a la dictadura, es que es indispensable unir a la oposición política para la tarea. Créannos que la PLATAFORMA surgió con ese propósito […] […] Van con ésta otros papeles relacionados con el tema. Y mi abrazo fraterno y esperanzado como siempre. Carlos Alberto Montaner Así nació, en 1991, de la mano de la CIA y con abundante financiamiento externo, la Concertación Democrática Cubana —como arreglo de conveniencia impuesto desde el exterior a varios pequeños grupos contrarrevolucionarios— de la que Elizardo queda como organizador principal. Pero si bien cumplió al dedillo la instrucción norteamericana de entrar en el juego de la “oposición política”, creando un partido político de naturaleza virtual, el señor Sánchez consideró conveniente, por razones financieras, no abandonar su anterior puesto al frente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), posición que le ha permitido continuar desempeñándose como el principal centro distribuidor del dinero destinado a la “asistencia humanitaria” de los mercenarios y antipatriotas al servicio de Estados Unidos y sus familiares. Y como dice el refrán, entre los pícaros, el que reparte y reparte… Al final, la actividad contrarrevolucionaria de Sánchez Santa Cruz-Pacheco consistirá primordialmente en intentar socavar las sólidas bases de la Revolución Cubana, fabricando y potenciando una “oposición política” supuestamente pacífica, que hasta ahora solo ha existido en la febril imaginación del gobierno de Estados Unidos y sus medios transnacionales de propaganda. (continuara)

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