ELIGIO DAMAS
¡Cómo es verdad que quién no escucha consejo no llega a viejo! También “no hay peor ciego que quien no quiere ver”.
Esas sabias expresiones las he escuchado y usado a todo lo largo de mi vida. Nadie necesita se las interpreten, pues su sabiduría va inserta o mejor envuelta en construcciones literarias por demás sencillas.
No puedo ufanarme, porque aparte que carezco del sustento necesario, como títulos académicos, de ser competente para aconsejar a tipos como Nícmer Evans y Héctor Navarro. Pero no obstante, me atreví en varias oportunidades a hacerlo, simplemente porque he visto mucha agua correr bajo los puentes, tanto que casi toda mi vida me la he pasado entre Cumaná y Barcelona, donde dos ríos bajan del Turimiquire y pasan justo por el centro de ambas ciudades. Es decir, porque creo el diablo sabe bastante por viejo.
A aquellos dos aconsejé mantenerse adentro, pues así la lucha contra las desviaciones del movimiento revolucionario se hace mejor y con mayores posibilidades de éxito, lo que significa también garantía de mantenerse fiel a los viejos principios. ¡Si sabremos eso los de la generación nuestra!, quienes estuvimos inmersos en situaciones parecidas y por hacer lo que ellos intentaban y terminaron haciendo, salimos con las tablas en la cabeza. Es un error dejar esa enorme multitud, además impregnada del discurso y el fervor de y por Chávez, el pueblo competente para impulsar los cambios bajo el control de quienes uno pudiera creer se equivocan cuando actúan o persisten en pecar por omisión por decir lo menos. Les dijimos que allá afuera, estarían solos y hablarían por encima de la barda, sin saber a quién dirigir el discurso. Y la gente que abandonaron, les verían ajenos, extraños, si no como simples saltimbanquis. Pero del otro lado, hay otra barda, que se deja rebasar por gritos y reclamos de quienes luchan, en buena medida, por cosas distintas a las nuestras. Les advertimos que quedarían atrapados entre dos bloques, uno, el donde antes estuvieron y el otro, el de quienes siempre se habían opuesto. El primero, por el volumen, persistencia y prioridad del discurso que pronunciarían, propio de quienes quieren y necesitan justificar su reciente distanciamiento y conquistar espacios, les rechazaría con demasiada furia, sin ningún disimulo; el otro, hasta le haría carantoñas, por verle criticar ásperamente a su enemigo y llegaría el momento que les llenaría de halagos, les entonaría cantos de sirena y lanzaría cómodos y holgados salvavidas. Es decir, les advertí que corrían un peligro, como Mercedes, la mujer de la canción de Simón, el de dejarse engullir por sus antiguos adversarios. La soledad nos hace débiles y proclives a cualquier tipo de influencia, hasta de la más nociva, sólo por dejar aquel penoso estado.
Pero ellos se fueron, o mejor, como antes dije, se fue Nícmer y a Navarro lo echaron y optó por poner mucho más distancia. Pero parecen haber llegado a más. El primero le pareció también como una limitación quedarse en “Marea Socialista” y de allí también se fue a “explorar otras posibilidades de inserción”; creo esa fue la excusa. Pero uno observa, no sin dificultad, aunque el desplazamiento pareciera leve, como si lo hiciesen sin pausa.
No escucharon a nadie y por supuesto menos a un idiota como quien esto escribe. Por eso, cuando uno les escucha razonar ahora, pasado no mucho tiempo, les percibe como demasiado extraños, tanto como si comenzasen hablar otra lengua, una de la que no se les entiende nada. En el tránsito, la vuelta del camino, el recodo para ajustar el nuevo rumbo, pareciera que el lenguaje y hasta el contenido del discurso va mutando.
Pero justamente, en otra lengua, nos habló Trump. Amenazó con tomar medidas, no contra Maduro, sino contra Venezuela, si no le hacemos caso. Habló de rudas medidas económicas que afectarían en primer término al pueblo, ya bastante agredido, y, la gente del Comando Sur, nos volvió a mostrar el tramojo de la intervención. Justamente, lo importante y curioso, es que aparte de inmiscuirse en un asunto que no es de la incumbencia de ellos, sí a todas luces, tomando en cuenta los detalles, un apoyo irrestricto a la opción opositora interna más radical y ratificación de lo que harían, lo que Evans y Navarro bien saben. Pero constituye, por encima de todo, un irrespeto y agresión a la dignidad nacional y a los venezolanos todos.
No creo necesario decirles, preguntarles a ellos ¿qué es lo qué quiere el negro? O mejor el rubio en demasía. Ellos saben bien de los nada oscuros propósitos de Trump y lo que este representa. Como alguna vez cantó Nicolás Guillen, el petróleo venezolano nos ha resultado demasiado amargo. Contra eso lucharon Evans y Navarro toda su vida. No creo discurso e intención les gusten.
Para Nícmer Evans y Navarro, eso constituye un reto. No creo, si ellos siguen siendo lo que uno cree, pasarán por alto tan grave insulto e insolencia. ¿O acaso la soledad y el deseo de cualquier compañía ya hizo sus efectos?
Uno entiende se discrepe a fondo de Maduro y del “chavismo” que controla al Psuv y gobierno, hay suficientes razones para eso, pero esas no son pertinentes para justificar ponerse del lado del imperialismo, política del Departamento de Estados y tropas gringas que pudieran invadir al país. Pues ni siguiera es digno y dignificante hacerse el loco ante tan grave intromisión, tomando el atajo de “Maduro no me gusta”, “se vende a las trasnacionales y capital colados en el arco minero”, “han amamantado y cubierto con la impunidad la corrupción” y etc.
A lo largo de las calles de esta ciudad, por donde camino diariamente, como de costumbre, me he hallado decenas de amigos que no estaban ganados para votar por la constituyente por distintas razones, y a quienes el abundante discurso de Maduro y sus cercanos les resbala, tan ofendidos por las amenazas e intromisión de Trump que, en solidaridad con la patria, el principio de la soberanía, la autodeterminación y el antiimperialismo, sin haberse reunido, sino cada uno de ellos por su cuenta, han decidido votar el próximo 30 de julio. Es su reacción, no por apoyar a Maduro, sino mostrar su rechazo a Trump y al imperialismo o lo que es lo mismo por defender su dignidad y respeto a el concepto de patria, abstracto y vago para algunos pero sagrado e íntimo para ellos; concepto que forma parte de su cultura, percepción de la historia nacional, la de ellos mismos como seres humanos y latinoamericana; por los intereses de la misma, que no se cambian por cualquier cosa, aunque esta esté llena de muy buenos motivos. Mucha de esa gente no dudó en respaldar a Evans y Navarro cuando expusieron sus denuncias y discrepancias al principio. ¿Ellos fueron consecuentes con toda esa gente que ha estado a la deriva?
Curiosamente, casi todos ellos, como ya dije, habían manifestado antes simpatía y hasta solidaridad con los arriba mencionados. Pero ninguno ha puesto empeño en poner distancia más allá de la que recomienda la prudencia para no romper el contacto con los suyos y menos navegar en aguas extrañas, pobladas de fauna distinta a aquella entre la cual siempre han vivido. Quizás, hasta eso, un poco sumergidos, ocultos, sin nombres y sin rostros, pero llenos de dignidad y demasiada entereza.
¡El viejo diablo se los advirtió a tiempo!
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