Guaidó ya chocó con los gringos. Demócratas pusieron a Guaidó en su sitio
Eligio Damas
En la novela “Margarita está linda la Mar”, del nicaragüense Sergio Ramírez, quien al parecer, pese haber sido aliado del “Frente Sandinista” y hasta vicepresidente de su país en el primer gobierno de Ortega, ahora está en muy buenas migas en Estados Unidos, tanto que tiene chamba en universidades de allá*, aparece un personaje, todo un patán, oficial del ejército norteamericano destacado en Managua quien más que asesora, ordena al viejo “Tacho” Somoza, el iniciador de la dinastía que gobernó en aquel país centroamericano y a sus fuerzas militares como si todo aquello fuese una hacienda suya. Porque “Tacho”, como luego su hijo que le sucedió en el poder hasta que lo aventaron los sandinistas, nunca pasó de ser un socio menor en aquella empresa.
Por supuesto, “Tacho” y sus hijos, siempre dieron a entender que tenían la sartén por el mango y podían hacer a su antojo, pese sabían eso tenía un límite que no podían rebasar. Pues la verdadera jefatura estaba en aquel patán que hasta directamente ordenaba a las fuerzas represivas del gobierno y las suyas propias a cometer toda clase de tropelías. Dije “las suyas propias”, porque en efecto, tenía bajo su comando, dentro del territorio nicaragüense sus propias fuerzas, del ejército de Estados Unidos, actuando dentro del país centroamericano como país invadido. Como dato curioso cabe señalar que, hasta de estas fuerzas, se nutría el anillo de seguridad personal de “Tacho”. El poder de éste, o mejor su condición de “presidente de Nicaragua”, provino de haber sido un empleaducho de la gran bananera, creo se llamaba United Fruit Company, que le puso allí para que les hiciese el mandado. De modo que “Tacho y “Tachito” – éste si estudió creo en West Point, la academia militar cercana al rio Hudson- en fin de cuentas no fueron más que empleados del capital de Estados Unidos y puestos en donde les pusieron de capataces cuidadores de los espacios, hombres y, eso, bajo el “asesoramiento” de oscuros y turbios personajes como el oficial ya mencionado.
Esta historia viene a cuento por lo que acaba de acontecer con Guaidó apenas comenzó a “ejercer” su cargo de presidente paralelo de Venezuela pero sin verdadero mando. Digo así porque es evidente, gústele a uno o no, aquí el presidente sigue siendo Maduro y el “poder” de Guaidó, está sujeto a lo que le digan quienes en eso le pusieron. Pero resulta que el muchacho al parecer como que se creyó el cuento y ya empezó a dar “órdenes” que nadie escucha, como que los militares deben hacer esto y aquello y hasta ofrecerles amnistía – uno no sabe por cuál delito – si optan por apoyarle y dejar pasar la “ayuda humanitaria”. Algo así como comprar la obediencia y hasta el afecto, lo que desdice mucho de la autoridad o liderazgo del cual se presume.
En eso de cogerle el gusto a lo de dar órdenes a diestra y siniestra y como “lanzao” o “desbocao”, Guaidó, llegó a decir algo parecido a esto, como imitando a Trump, “si lo considero necesario en cualquier momento llamo a las tropas de Estados Unidos para que invadan”. Una burda imitación de eso que suele decir el presidente de Estados Unidos, “con respecto a Venezuela, todas las opciones están sobre la mesa”. Una manera nada sutil de decir que si es necesario meten sus tropas y san se acabó.
Guaidó y los suyos, esos que le rodean aquí y quizás uno u otro que le llama desde un café o un bar de Miami, pensaron que Maduro y su gente, por ese gesto inmediatamente le acusarían de traidor a la patria y de allí no pasaría la cosa. Es más, lo tomarían a risa y serviría para exhibir ante la multitud cómo se atreve a desafiar el poder “constituido”. Más de uno habrá dicho “ese carajito es un predestinado, tiene las bolas que le faltaron a los otros y en este país eso es lo que siempre ha hecho falta”. Y volverá aquello del hombre o gendarme necesario de Laureano Vallenilla Lanz, con lo que las clases dominantes justificaban el gomecismo. ¿Pero en verdad, se puede comparar a Guaidó con Gómez? ¿Es suficiente pensar en éste, porque apenas su compadre Cipriano Castro salíó del país, llamó al representante de Brasil en Venezuela, encargado de los asuntos de EEUU, para solicitarle apoyo de ese país, por lo que inmediatamente tres buques de guerra arribaron a La Guaira? No se puede olvidar que Gómez fue un guerrero y jefe. No hay comparación posible. Como dijo Orlando Araujo, fue “el gran intuitivo de aquella transición planteada entre latifundismo y burguesía comercial”. Basta recordar que estuvo más de 30 años ejerciendo el poder.
Pero la cosa no les salió por allí, como ellos querían. Se dice que nunca se sabe por dónde salta la liebre y menos lo sabe quien carece de los instintos propios del cazador avezado. Por el simplismo y hasta la altísima polarización de la opinión política venezolana, y por ella misma, esperaban solamente que sus contrarios estallasen, como en efecto lo hicieron, con lo de vende patria y agente del imperialismo, pero el tiro les vino por donde no lo esperaban o lo que es lo mismo, la liebre saltó por donde le dio la gana.
Fue nada más y nada menos que el presidente de la Comisión de exteriores de la cámara de representantes del país del norte, quien se le salió el pasó a Guaidó y le puso en su sitio. De manera hasta casi procaz le dijo se ocupase de ordenar lo que le viniese en gana con respecto a Venezuela, lo que no es mucho, pero que las decisiones de esa naturaleza la tomaban ellos y eso, por los momentos, “no estaba sobre la mesa”.
Guaidó, como suelen decir los muchachos se echó un pelón de padre y señor mío, se creyó pájaro y muy alado y hasta intento volar y le derrumbaron prontamente. No le llamaron “perro pero le mostraron el tramojo”, dicho así, con todo el respeto personal que me merece, para hacerlo de la manera muy gráfica y persuasiva como lo suele hacer el venezolano en estos casos. Apenas comenzando a “gobernar” ya chocó con los gringos, quienes apoyan cosas como las de Guaidó, pero no para que él se crea lo que no es y quiera volar por su cuenta. No usted está allí para servir y atender órdenes.
No quiere decir que la agresión a Venezuela, eso que Guaidó quiere por puro beneficio personal, y muchos que a éste apoyan no quieren y tampoco apoyarían, no “esté sobre la mesa”. Sigue estando en la de republicanos y demócratas, sólo que por razones de política interna y el peso de lo acontecido cuando Obama y la Clinton en otros espacios, los segundos han optado por esperar y en esa decisión Guaidó no cuenta o no tiene “vela en ese entierro”. Él no es Pérez Jiménez, eso es algo como demasiado, si acaso un “Tachito” y tampoco, porque este tuvo su herencia personal y un pequeño ejército, aunque controlado por los agentes gringos y hasta su “Caimana”**. Debe aprender, si quiere subsistir, cuáles son sus funciones y no tiene autonomía de vuelo.
*Lo dicho arriba no niega el valor de Ramírez en el campo de la narrativa, con una larga lista de cuentos y novelas y muchos premios como el muy prestigioso Alfaragua 2018, justamente por la novela mencionada.
**Personaje de la novela de Sergio Ramírez.
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