Carta a un amigo Chileno por la xenofobia que, en la Argentina, hirió a su nieto venezolano
Eligio Damas
Mi amigo es chileno. Lleva décadas viviendo en Venezuela. Por lo que ha enterrado sus raíces en este país. Uno de sus nietos, venezolano, ahora está en la Argentina por razones que no hace falta ventilar. Allá ha sentido las mordeduras de la xenofobia y al hablar del asunto, él como muy bien indicado para hacerlo, al lamentarse menciona eso como algo ajeno a la cultura venezolana. Mi amigo me solicitó opinase acerca del texto que produjo su nieto. Le respondí esto mismo que ahora pongo en este medio, como una contribución para que todos los hombres, sobre todo los jóvenes de nuestro espacio americano lo mediten. Pero antes advirtiéndoles, tengan cuidado, como a los venezolanos mismos, nos quieren odiándonos y nos veamos como enemigos. No hay razones de ninguna índole, inherentes a nosotros para eso; si para quienes tienen sus planes hegemónicos.
El siguiente el texto enviado a mi amigo:
Amigo, el venezolano de hoy está viviendo una experiencia casi inédita. Todo esto es novedoso, incluso para los de mi generación que ya tiene más de ochenta años. Por eso tu nieto a su edad, reacciona de esa manera. Está muy afectado y no es para menos. La lucha por la independencia de la América nuestra no fue posible sin aquella unidad y hermandad que privaron entre nuestros precursores y héroes. Para sólo citar un caso, O’Higgins, chileno y Francisco de Miranda, venezolano, fueron grandes amigos y compartieron los mismos ideales. No obstante, refiriéndome a lo de Ecuador que él menciona de manera particular, es un hecho doloroso y condenable pero en sí intrascendente que no tiene fundamento para descalificar la venezolanidad. Ahora mismo he leído un comentario de Alex Candal, hijo de aquel célebre narrador de futbol a quien llamaban Papaíto Candal, quien es venezolano y ahora reside en España, la tierra de su padre, según el cual, en la localidad donde vive, justamente, o mejor precisamente, un ecuatoriano acaba de asesinar a su esposa sin que la comunidad reaccionase contra él y los ecuatorianos, como lo hicieron en Ecuador contra los venezolanos. Resulta, como bien sabes y nadie mejor que tu para saberlo, que los venezolanos no somos mejores ni peores que los demás hermanos de América y el mundo. Solo sucede y eso debe saberlo tu hijo o nieto, que los grandes medios, esos que ideologizan en favor del gran capital y centros de poder, intentan generar una imagen pésima, deplorable del venezolano, curiosamente al mismo tiempo que dicen querer ayudarnos, protegernos y hasta salvarnos. La vieja prensa venezolana, todavía en los tiempos de Pérez Jiménez, que es como la misma de este tiempo, ponía igual énfasis, sin un plan grande como el de ahora, en descalificar y vilipendiar la ciudadanía colombiana por los mismos motivos. Cualquier delito era publicitado sobre todo con aquello de “fue cometido por colombianos”. Hay en eso una contradicción y no azarosa, porque tiene un fin específico. Es verdad que la presencia masiva en esos países, también un hecho inédito, de venezolanos, los dueños del espacio hacia donde generalmente concurrió la gente que necesitaba auxilio por las tradicionales dificultades, tanto del área del Caribe como Sur, Centro América y hasta Europa y parte del mundo árabe, les está aumentando sus dificultades. Fuimos hasta excesivamente generosos, porque estábamos obligados a serlo, con nuestros hermanos europeos a raíz de la segunda guerra mundial y la española. El venezolano ahora es un inesperado visitante y hasta competidor por los pocos recursos y oportunidades. Esto sólo, por lo inusual y hasta imprevisto, debe crear un estado de incomodidad y predisposición ante ese inesperado visitante. En el juego de fútbol de la sub 20, en Rancagua, Chile, de muchachos, durante el juego entre el país sede y Venezuela, ayer mismo, un jugador del amado país sureño, el mismo de Pablo Neruda, Manuel Rodríguez y Salvador Allende, molesto por el resultado, pues Venezuela ganaba como ganó 2 a 1 y habiendo dado, según mi apreciación y conste que algo sé de ese deporte, por lo menos en ese juego, muestras de superioridad física, manejo del balón y control de los espacios, llamó a uno de los muchachos venezolanos "muerto de hambre". Y te diré sin duda alguna, lo que quedó demostrado por las excusas presentadas posteriormente por el joven chileno y los argumentos que dio como tener grandes amigos venezolanos, que esa expresión es el resultado que se ha creado contra el venezolano por la intermediación y hasta saña de los grandes medios y políticos. Los mismos medios que denigran y predisponen contra los marchantes centroamericanos hacia EEUU o los migrantes africanos hacia Europa. Sobre los políticos basta hacer mención la conducta del actual presidente de Ecuador, quien por un incidente donde apareció relacionado un venezolano desató un discurso y proceder llenos de xenofobia. Hoy mismo me he enterado, como un periodista no venezolano, después de ese juego al entrevistar a Dudamel, Director Técnico de la Vinotinto, lejos de ocuparse del juego y sus detalles, intentó generar conflictos a lo interno de la selección venezolana por motivos políticos.
De lo que se trata entonces amigo es que Venezuela, al margen de todo lo negativo que pueda significar la gestión de Maduro, ha representado un gesto, una actitud contraria a los intereses del gran capital y un escollo en América Latina en la lucha, no sé si llamarla sorda, de los grandes mecanismos y centros de poder del capitalismo por hacerse del control. Y en esta lucha Venezuela particularmente, por lo bien que conoces, juega un rol por lo menos llamado propiamente singular. Por lo que a Venezuela, su gobierno, que bastaría dejarle sólo para que se cueza en su propia salsa, por su incompetencia y tantos defectos, hay que descalificarla y hasta si es posible borrarla del mapa, desintegrarla. Y en esa búsqueda o práctica, por medio de la inserción de valores o calificativos contrarios a lo que el país encarna, por su historia y enorme potencial, destinada a destruirla y destruir el mensaje que encarna como la posibilidad de la integración latinoamericana, por inercia se atenta hasta contra el individuo. Se crea la imagen, quizás no de manera deliberada, pero si como resultado de lo complicado al manejar el asunto, que el venezolano es dañino, corrosivo y hasta indigno. Es posible que hasta se le vea como algo contaminante, peligroso, de lo que nadie quiere. Les ha resultado difícil desvincular en el mensaje y la campaña al venezolano, porque todo está dirigido no contra Maduro, es lo menos significativo, sino lo que encarna Venezuela y el venezolano concreto que se aborda, aunque éste pudiera estar alineado contra aquél. Es, repito, un asunto por demás complicado y enredado.
Como sabes bien como es el venezolano, ya lo dije, ni mejor ni peor que nuestros hermanos del continente, te es fácil comprender que somos víctimas de calificaciones indebidas, llenas de xenofobia, por hechos particulares, no ajenos a cualquier nacionalidad y cuando los nuestros también suelen llenar los medios informativos como víctimas. ¡Cuántos de esos venezolanos migrantes no han sido asesinados y objetos de distintas formas de agresión! Puedes percibir fácilmente como una fuente de poder, responsable también de lo que nos acontece, se ha excedido en tal magnitud que intentando combatir a un gobierno al cual se le podría calificar sin duda, en buena medida, también responsable de la diáspora venezolana, por intereses muy particulares y de los cuales ya hablamos, ha logrado la infamia hasta ahora de imponer en ciertos espacios y mentes, lamentablemente del universo de los humildes, una matriz de opinión contraria al venezolano y absolutamente a su idiosincrasia.
Por eso, en lo que al texto de tu nieto se refiere, lo que acontece en esos espacios es el desarrollo normal de la vida, con la particularidad que hay un pequeño universo de migrantes como novedoso, inesperado y sobre el cual hay un bombardeo propagandístico que, quiérase o no, le afecta y hasta altera, contamina la valoración que sobre él y sus actos se haga. Tanto como que si un venezolano entre los migrantes de Ecuador, Chile y Colombia comete un asesinato en el primero de los países nombrados, no es un crimen o feminicidio que, como tal es condenable y deplorable, sino lo resaltante es lo de haber sido cometido por un venezolano. ¡Imagínate amigo, qué tendríamos haber dicho los venezolanos y hasta sentir en estos últimos ochenta años de historia! Los buenos suramericanos, por sólo hablar de este íntimo espacio y hasta los venezolanos que con suficientes razones se oponen al gobierno, para lo que razones les sobran, deberían meditar mucho sobre este asunto. Pues no es sólo un intento aislado de descalificar la nacionalidad venezolana sino también crear odios y resquemores entre nosotros los hijos de este continente. Nos quieren así, viéndonos con odio y como enemigos. Eso no es nada azaroso. Será interesante meditar serenamente sobre eso.
Gracias por tus incontables manifestaciones de afecto, tú chileno, de Gabriela Mistral y yo un cumanés, de la costa oriental venezolana, de los de toñito Sucre, el Mariscal de América, un americano inmenso y abnegado.
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