Polos
opuestos en elecciones colombianas
Por
Hedelberto López Blanch
El gobierno
que surja este 17 de junio en la segunda vuelta electoral en Colombia deberá
enfrentar grandes retos sobre todo después de que su actual presidente, Juan
Manuel Santos acordara la entrada del país a la Organización de
Comercio y Desarrollo Económico (OCDE) y a la Organización del
Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Por primera
ocasión un gobierno de la región se pliega a las directrices de una
organización como la OTAN ,
caracterizada por su agresividad militar en diferentes regiones.
La entrada a
la OCDE como lo
hizo efectivo el presidente actual Juan Manuel Santos, implicará mayor carga
tributaria, reforma en las pensiones, privatizaciones, flexibilización laboral
a cambio de que supuestamente llegue capital extranjero al país.
Analicemos
primero lo que deja Santos a su sucesor. Según CEPAL entre 2012 y 2017, la
deuda externa estatal se duplicó del 12,5 % al 23,2 %. La deuda externa privada
creció del 8,8 % al 16,6 %, y las dos en total suman el 40 % del Producto
Interno Bruto (PIB), 20 % más que hace cinco años.
El 64 % de
los colombianos trabajan en la informalidad; el 18 % en labores ilegales,
mientras el 89 % de los asalariados no tienen protección social y el 47,1 %
ganan menos del salario mínimo legal.
Colombia es
el segundo país más desigual de América Latina, solo superado por Honduras, y
de los 43 millones de habitantes, 22 millones están en condiciones de pobreza.
Desde la
firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos en 2012, se ha
acrecentado la fuga de capitales, la destrucción ambiental, aumentó la
privatización de servicios esenciales como electricidad, agua, educación, salud
y se redujo la producción alimentaria con la entrada de mercancías subsidiadas
procedentes de Estados Unidos.
Sumamente
deplorable, pese a los acuerdos de paz alcanzados con las fuerzas guerrilleras,
son los constantes asesinatos de líderes sociales y ex miembros de las FARC que
solo en lo que va de año han dejado más de 200 muertos. La inseguridad es otra
de las amenazas diarias de los colombianos.
Iván Duque,
del Partido Centro democrático, (representante del ultraderechista Álvaro
Uribe) que obtuvo en la primera vuelta el 39 % de los votos plantea un
continuismo neoliberal en un país donde ha primado la violencia contra los
movimientos sociales. En el otro extremo aparece Gustavo Petro, del Partido
Colombia Humana, que obtuvo 25 % de los sufragios y se inclina por programas
nacionalistas a favor de las mayorías excluidas del país.
Durante su
campaña, Duque se centró en una reforma fiscal a favor de las clases altas con seis
días sin IVA cada dos meses para según él, reactivar el comercio y la
liquidación de inventarios; la simplificación tributaria y la reducción de los
trámites para facilitar la relación del Estado y las personas; la reducción de
impuestos para que la tasa impositiva del sector privado quede entre 27 y 28 %
a niveles de la OCDE ;
habló de atajar la evasión para cumplimentar la evasión de impuestos a través
de la factura electrónica.
La
austeridad forma parte del eje del candidato que quiere reducir los gastos del
Estado que tildó de innecesarios y subrayó que el gobierno se gasta 800 000
millones de pesos en publicidad y eventos, pero la realidad es que prevé
recortes; propone diversificar las ventas externas para no depender de 15
productos que representan el 75 % de las exportaciones; desarrollar el mercado
de capital para generar mayor participación en la Bolsa.
Por su
parte, Gustavo Petro, ex alcalde de Bogotá que con su agrupación Colombia
Humana alcanzó el 25 % de los sufragios, afirmó que es el candidato de los
pobres y que su voz es la de los colombianos excluidos del debate político por
la pobreza endémica, la inequidad y la violencia.
Prometió
enriquecer a los pobres a través de la educación y evitar que la economía siga
dependiendo de la exportación de los recursos naturales para que el trabajo de
las familias en el campo pueda despegar y señaló que el Estado puede orientar
la producción agrícola, la energética y el financiamiento de los servicios
públicos, mientras que Duque planteó que todos esos aspectos deben ser dejados
en manos de los privados.
El candidato
de Colombia Humana quiere retirar modelos económicos sustentados en la
extracción de petróleo y carbón para cambiarlos por políticas agrícolas
productivas; fortalecer el sector público sustentado en la institucionalidad
por medio de la educación y la descentralización burocrática; propuso
establecer un impuesto para terrenos con más de 1 000 hectáreas
fértiles.
Sobre las
pensiones señaló mantener la edad en la que se accede a esos ingresos; el
concepto de salario mínimo se transformaría en un salario real basado en el
capital e ingresos; y priorizar el mercado interno con una estrategia
industrial.
Para el
balotaje final, las alianzas o seguidores de los otros partidos como el de
Sergio Fajardo que alcanzó el 23 % o el de Germán Vargas, de los verde con 7 %
podrán cortar la diferencia entre los dos candidatos pero para Petro será
difícil alzarse con la victoria por dos motivos.
El primero
es que la derecha colombiana tiene una larga historia de compra de votos,
pérdida de urnas y hasta asesinatos de opositores para inducir miedo a la
población y por tanto hará lo imposible por mantenerse en el poder con el apoyo
director de la irreverente OEA.
En segundo
lugar, Estados Unidos considera a Colombia como su principal bastión contra la República Bolivariana de
Venezuela, y será difícil que permita que algún gobierno nacionalista obtenga
el triunfo.
Vean lo que
dijo esta semana en una entrevista a Bloomberg, durante la publicación de su
libro Facts and Fears, el exdirector de Inteligencia Nacional James Clapper al
reconocer las injerencias estadounidenses en varias naciones,.
"Cuando
intentamos manipular o influir en más de 80 elecciones, o incluso derrocar
gobiernos, se hizo con los mejores intereses de la gente del
país en cuestión".
Las palabras
huelgan.
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