Por: ELIGIO DAMAS
Las dos preguntas del título parecieran formar parte de un intento simplista de abordar lo acontecido ayer 20 de mayo. ¿Cómo pensar que buena parte de los venezolanos fueron manejados y hasta se acordaron para participar en un acto de fuerza contra el Estado? ¿Por qué no hacerlo en el sentido más racional, lógico y sencillo, que el venezolano está de esa manera, como sabe hacerlo, protestando contra lo que le acontece? ¿Cómo entender que Maduro y sus íntimos, que están obligados a revertir esta grave crisis, agravada por la disminución de la producción petrolera cuando el precio del barril sube, ganan en una situación precaria, tal como esperaban sus peores enemigos, asuma los resultados, incluyendo los votos opositores, tal como para celebrarlos?
¿Quién puede garantizar que esa enorme cifra de venezolanos que dejó de votar lo hizo porque quiere un cambio violento, una guerra o una intervención extranjera? ¿O es manejada por un tinglado opositor que ni siquiera hace política, salvo hacer correr chismes, mentiras y mediocridades por los medios? ¿Por qué no asumir los resultados como una protesta, lo que este escribidor siente, contra quienes manejan el Estado y los opositores de todas las tendencias? ¿Cómo concebir también que esa oposición que renunció a su liderazgo y abandonó la lucha dentro de los cánones que el pueblo espera reclame a su vez un triunfo?
Todo eso es tan absurdo, como lo que pretende Colombia, en un país donde el sistema electoral es fraudulento, las mafias hacen su juego, hasta hacer sentir a los candidatos temer por su vida y la participación es tan baja que hace cualquier resultado de hecho ilegítimo, pretenda desconocer lo que aquí ocurrió, aparte que eso no es asunto suyo.
La abstención fue muy grande. Basta comparar los resultados de estas con las anteriores para comprobarlo. Pero es demasiado simple y hasta oportunista atribuir un triunfo a la prédica abstencionista de la oposición radical.
Si queremos saber acerca de las cifras de abstención y votación obtenido por el gobierno desde que Chávez asumió la presidencia, leamos el artículo de Néstor Francia siguiente este link: https://www.aporrea.org/actualidad/a263528.html
Lo primero por observar, que quizás muchas “analistas” interesados pasan por alto, es como disminuyó la votación de quienes antes votaban por el gobierno. Es decir, allí hubo una abstención enorme, que sería simplista sumársela a la oposición abstencionista o por seguir los llamados de esta. Sé de una muestra representativa de votantes chavistas que ahora lo hicieron por Falcón. Es decir, en esos resultados hay de todo.
Debo decir que comparto el juicio de Francia, cuando dice que pudiera estarse formando un cuadro parecido al de antes del “Caracazo”, cuando una enorme cantidad de venezolanos se predispuso contra el Estado, las clases dominantes y los partidos todos. Lo que significa que en esta elección nadie puede engolosinarse y prender cohetes celebrando un triunfo que, como dice Francia, en el mejor de los casos es “pírrico”.
El gobierno obtuvo mayoría según las cuentas del CNE. De eso no hay duda. Pero aparte de las enormes dificultades que confronta, las que empiezan por las duras condiciones en las que se desenvuelve la vida del venezolano, el fenómeno de la abstención, al margen de la interpretación que cada quien le dé, quedó muy mal parado. Es cierto que en países vecinos, como en Colombia, Chile o Perú, donde las cifras de abstención son descomunales, tanto como que Santos es un presidente con un poco más allá 14 ó 15 % de los votos depositados, pero en Venezuela la abstención, en las peores dificultades, había sido baja. Y justo, por la duda que eso genera, factores de la oposición venezolana y externos, van a utilizar eso como causa, no sólo para seguir agrediendo al venezolano, para llevarlo hasta la irritación extrema e intentar convencer a quienes puedan que eso les da fundamento a conductas ilegales, violentas y más sabotajes y sanciones. Falcón y Bertucci, fundamentados en cosas baladíes, han empezado a poner en duda los resultados y hasta lanzar mensajes que pudieran tener como propósito tratar de reengancharse de quienes antes se distanciaron. Gesto por el cual no es como para arrendarle la ganancia.
La alta abstención, sin duda alguna, según como dijimos antes, tiene fundamento en la decepción que prevalece entre el venezolano todo, empezando por quienes solemos llamar chavistas, por la ruindad en que vivimos, donde la relación precios y salarios pudiera ser una de las más injustas del mundo y los servicios deteriorados al máximo, habiendo un gobierno que se define como revolucionario. Donde comer, habiendo alimentos en abundancia en la calle, se ha vuelto casi una proeza y por lo que el venezolano de ahora parece aquel hombre recolector que pasaba todo su tiempo rondando los espacios para encontrar cómo y qué comer.
Pero como dice Luis Britto García, “el bolivarianismo ya no tiene excusas para no atender el clamor del pueblo”*. Es obvio que el importante intelectual pareciera sentirse satisfecho con los resultados y el cómo el presidente Maduro fue reelecto, pero aún así deja sentado un dejo de inconformidad cuando agrega:
“Los partidos del Polo Patriótico tienen en sus manos una acumulación de poder que los obliga a tomar medidas urgentes porque el pueblo no aguanta. Varias veces he dicho que lo único peor que no tener poder es tener poder y no usarlo".*
Aunque debo observar, que uno de los primeros cambios que debe hacer Maduro para recuperar la credibilidad, es revisar sus relaciones con ese GPP, que nunca ha tenido esa “acumulación de poder” de la cual habla Luis Britto. El Polo Patriótico no es si un cúmulo de inconformes e inconformidades y un conjunto de agrupaciones políticas que viven quejándose de la indiferencia como les trata quienes de verdad ejercen el poder.
Pero Maduro, y hablamos así, como de una sola persona, porque pareciera que así funcionase todo, por lo menos esa es la imagen que el gobierno quiere imponer, debería empezar por revisar la integración del mismo, acusado por todos los medios por lo menos como ineficiente, incompetente para abordar la multitud de problemas que nos agobian, y hasta de los más sencillos de detectar, como la especulación, el manejo ilegal de precios donde el pago electrónico, con la complicidad de la banca, incluso la oficial, se ha vuelto un arma que asesina a mansalva a los venezolanos, la corrupción, esa que al decir de Julio Escalona ha infiltrado al gobierno. Como “ya no tiene excusas”, como dijo Luis Britto, esa revisión debe conducir a deshacerse de quienes haya que hacerlo, sobre todos aquellos que llevan años en un cargo u otro sin hacer nada meritorio y hasta cambiar de asesores en muchas áreas porque, por lo menos, es evidente, no entienden nada de lo que está pasando, pues manuales, manuales son, o los filos de sus navajas, entendido esto de la mejor buena fe, no cortan ni el agua.
Maduro, en lo inmediato, sin seguir hablándonos de pálpitos o pases de magia, debería intentar, de verdad, no con discursos dobles, como uno que hace ahorita y otro diferente más tarde o casi inmediatamente el vicepresidente se encarga de esta tarea, buscar la manera de entrar en diálogo con el sector opositor que participó en las elecciones y evitar, que ese, como dije antes, reenganche con el extremismo. Es necesario y oportuno ese diálogo amplio para desatar los nudos que sean necesarios y posibles.
Sería un disparate abordar la abstención que se expresó en los números como un intento de golpe de Estado. Una es la intención de los factores radicales e injerencistas y otra la de quienes no acudieron a votar. Hay, como ya dijimos, un buen número de revolucionarios que no votaron. Y no es esta la primera vez. Otro sería que quienes gobiernan asuman el resultado como una victoria satisfactoria para seguir como veníamos. Y otro, para sólo incluir esto en los tantos en que se podría incurrir, no percatarse que ha llegado el momento, por multitud de razones, no solo de cambiar muchas de las caras que gobiernan, sino hasta dirigen al partido. Como también revisar la relación partido-gobierno, donde el primero deje de ser un instrumento del segundo para que pueda funcionar lo participativo, protagónico y hasta la contraloría.
¿No será un momento apropiado para hablar de “golpe de Timón”, hasta con tripulación nueva y renovada?
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