martes, 11 de julio de 2017

TRAINED TO KILL

Posted on 21 Abril, 2017 by Café Fuerte in Cuba,         TRAINED TO KILL
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Antonio Veciana en 1963.                                                                                                                   
Por Miguel Fernández Díaz
Acaba de salir al mercado del libro la biografía a dos voces del exiliado cubano Antonio Veciana, AMSHALE-1 para la CIA, fundador del grupo paramilitar anticastrista Alpha 66. El coautor es Carlos Harrison, integrante del equipo del diario The Miami Herald que en 1991 se alzó con el Premio Pulitzer de Reportaje de Actualidad.
El libro se titula Trained to Kill (Skyhorse Publishing, 232 pages) y trae prólogo de David Talbot, quien viene adentrándose en historias ocultas con sendas obras sobre los hermanos John y Robert Kennedy (Brothers, 2007) y el director de la CIA Allen Dulles (The Devil’s Chessboard, 2015).
Veciana subtituló su biografía The Inside Story of CIA Plots against Castro, Kennedy, and Che.Aquí resume disímiles relatos desperdigados por entre su testimonio en 1978 ante el Comité Selecto de la Cámara de Representantes sobre Asesinatos (HSCA), el libro de Gaeton Fonzi The Last Investigation (1993) y diversas entrevistas o reportajes que pueden consultarse en el sitio Latin American Studies.org, al cuidado del profesor Antonio Rafael de la Cova.
Senderos que se bifurcan
El relato más controversial atañe al episodio en que Veciana encontró al oficial de la CIA David Atlee Philips con Lee Harvey Oswald en Dallas antes del asesinato de JFK. Veciana toma distancia frente a Bishop y refiere que solo vio brevemente a un hombre joven que se marchó sin decir nada y al cabo resultó ser el Oswald de las noticias.
Siempre con el alias de Maurice Bishop, Philips reclutó a Veciana en La Habana a mediados de 1960 y mantuvo esta relación hasta 1973. Al robarse el show de la conferencia “El Informe Warren y el asesinato de JFK”, en 2014, Veciana confirmó que Bishop era efectivamente Philips, algo que había negado bajo juramento ante HSCA pòr temor a perder la vida.
Veciana precisa en su biografía que, antes del asesinato, Bishop estuvo preguntándole cómo conseguir una visa en el consulado cubano de Ciudad México, a sabiendas de que su prima Hilda Veciana trabaja allí por ser la esposa del consejero comercial Guillermo Ruiz.
Después del asesinato, agrega Veciana, Bishop vino con encargo de grueso calibre: reclutar a Guillermo Ruiz para que, a cambio de una buena suma, desertara y declarara públicamente que agentes de Castro habían dado a Oswald instrucciones detalladas para matar a JFK. Nunca preguntó a Bishop sobre Oswald porque no era asunto suyo.
Otra encrucijada
Sin embargo, el ex jefe y actual historiador de la Seguridad del Estado, mayor general (retirado) Fabián Escalante, alega que Veciana tergiversa los hechos. Escalante sospecha que el encuentro en Dallas entrañaba el doble propósito de un trío -Philips, Oswald y Veciana- de conspiradores: planificar la visa para Oswald en Ciudad México y la deserción de Ruiz, como parte del complot para matar al presidente Kennedy.
A tal efecto Escalante saca de la manga un curioso incidente, acaecido antes del asesinato, en que la prima de Veciana se topó, durante su trayecto a pie hacia la embajada cubana en Ciudad México, con un grueso rollo de dólares en la acera. Un mexicano desconocido se acercó y le dijo: ¡Señora, ese dinero es suyo! Otras dos personas se aproximaban y ella corrió espantada hasta la sede diplomática.
Para Escalante, la única explicación del incidente radica en que, de haber recogido el dinero, Hilda Veciana habría sido fotografiada en el acto desde el puesto de vigilancia de la CIA [LIONION] ubicado frente de la embajada cubana. Y enseguida se habría procedido a chantajear a Ruiz.
Acceso a la verdad
La teoría clásica del asesinato de JFK despacha a Veciana como mentiroso por fijar el marco temporal de aquel encuentro en Dallas a fines de agosto o principios de septiembre de 1963, cuando Oswald estaba parando en Nueva Orleans. Sin embargo, la teoría crítica se apoya en la cronología más acuciosa sobre Oswald, elaborada por la investigadora Mary Ferrell, para puntualizar que los peritos calígrafos del FBI no pudieron autenticar la firma del desempleado Oswald en dos formularios que se llenaron con su nombre el 27 de agosto y el 9 de septiembre en la oficina de Nueva Orleans del Departamento de Seguridad Económica. Lo mismo sucedió con dos certificados cobrados en efectivo en nombre de Oswald en un supermercado Winn-Dixie cercano a su domicilio en la misma ciudad.
Un infiltrado de la Seguridad del Estado en la CIA, Nicolás Sirgado, fue reclutado por Philips —ahora Harold Benson— en Londres hacia 1966 y revelaría hasta qué punto este oficial de la CIA odiaba a JFK. Tras ser “quemado” por Castro en el memorial a las víctimas del crimen de Barbados, Sirgado permaneció activo hasta 1991 y se retiró con los grados de teniente coronel. En el documental ZR Rifle (1993) contó la anécdota de que Benson le dijo haber aprovechado la oportunidad para orinar sobre la tumba de Kennedy en el cementerio de Arlington, ya que lo consideraba “a damned Communist”.
Las pruebas de la conexión Philips-Veciana-Oswald pudieran estar ocultas entre los 1,100 documentos sobre el asesinato que la CIA mantiene sin desclasificar, incluidos cuatro expedientes sobre operaciones de Phillips y una hoja de registros y trámites de Veciana.


Otras peripecias biográficas
Veciana narra su participación como organizador de tres atentados contra Fidel Castro planeados por Philips: con bazuca (La Habana, 1961), revólver escondido en cámara de televisión (Santiago de Chile, 1971) y rifle de largo alcance (Quito, 1971), así como en otro de su propia factura (Nueva York, 1979) con explosivo C-4 en pelota de softball.
También describe sus acciones clandestinas contra Castro entre 1960 y 1961, cómo fue entrenado por la CIA en sabotaje y guerra psicológica, así como su escapada en bote a Estados Unidos y su historial en Alpha 66, que corre desde la fundación en Puerto Rico hacia 1962 hasta la captura de Eloy Gutiérrez Menoyo dentro de Cuba en 1965.
Otros pasajes interesantes con los tres atentados contra su vida —en Puerto ¨Rico, Bolivia y Miami— que atribuye a agentes de Castro, aunque no descarta la posibilidad de que el último haya sido perpetrado por la CIA (p. 194 s). Igualmente considera que Bishop tuvo algo que ver con el juicio a que fue sometido en 1973 por narcotráfico. Veciana fue condenado a siete años, pero cumplió solo unos dos años y al salir en libertad fue entrevistado por Fonzi, a quien reveló por primera vez su relación con Bishop.
Veciana cumplirá 90 años en el 2018 y está arrepentido de haber dado prioridad a la política por encima de su familia. A diferencia de otro exiliado cubano muy involucrado en la guerra contra Castro, Eugenio Rolando Martínez, alias Musculito, quien rehúsa escribir sus memorias para evitar tener que contar fracasos, Veciana estima que su biografía da indicios que pudieran servir al esclarecimiento del asesinato del presidente Kennedy, así como de la causa primordial de los atentados fallidos contra Castro: quienes se dispusieron a matarlo querían también ver el entierro.
Veciana precisa en su biografía que, antes del asesinato, Bishop estuvo preguntándole cómo conseguir una visa en el consulado cubano de Ciudad México, a sabiendas de que su prima Hilda Veciana trabaja allí por ser la esposa del consejero comercial Guillermo Ruiz.
Después del asesinato, agrega Veciana, Bishop vino con encargo de grueso calibre: reclutar a Guillermo Ruiz para que, a cambio de una buena suma, desertara y declarara públicamente que agentes de Castro habían dado a Oswald instrucciones detalladas para matar a JFK. Nunca preguntó a Bishop sobre Oswald porque no era asunto suyo.
Otra encrucijada
Sin embargo, el ex jefe y actual historiador de la Seguridad del Estado, mayor general (retirado) Fabián Escalante, alega que Veciana tergiversa los hechos. Escalante sospecha que el encuentro en Dallas entrañaba el doble propósito de un trío -Philips, Oswald y Veciana- de conspiradores: planificar la visa para Oswald en Ciudad México y la deserción de Ruiz, como parte del complot para matar al presidente Kennedy.
A tal efecto Escalante saca de la manga un curioso incidente, acaecido antes del asesinato, en que la prima de Veciana se topó, durante su trayecto a pie hacia la embajada cubana en Ciudad México, con un grueso rollo de dólares en la acera. Un mexicano desconocido se acercó y le dijo: ¡Señora, ese dinero es suyo! Otras dos personas se aproximaban y ella corrió espantada hasta la sede diplomática.
Para Escalante, la única explicación del incidente radica en que, de haber recogido el dinero, Hilda Veciana habría sido fotografiada en el acto desde el puesto de vigilancia de la CIA [LIONION] ubicado frente de la embajada cubana. Y enseguida se habría procedido a chantajear a Ruiz.
Acceso a la verdad
La teoría clásica del asesinato de JFK despacha a Veciana como mentiroso por fijar el marco temporal de aquel encuentro en Dallas a fines de agosto o principios de septiembre de 1963, cuando Oswald estaba parando en Nueva Orleans. Sin embargo, la teoría crítica se apoya en la cronología más acuciosa sobre Oswald, elaborada por la investigadora Mary Ferrell, para puntualizar que los peritos calígrafos del FBI no pudieron autenticar la firma del desempleado Oswald en dos formularios que se llenaron con su nombre el 27 de agosto y el 9 de septiembre en la oficina de Nueva Orleans del Departamento de Seguridad Económica. Lo mismo sucedió con dos certificados cobrados en efectivo en nombre de Oswald en un supermercado Winn-Dixie cercano a su domicilio en la misma ciudad.
Un infiltrado de la Seguridad del Estado en la CIA, Nicolás Sirgado, fue reclutado por Philips —ahora Harold Benson— en Londres hacia 1966 y revelaría hasta qué punto este oficial de la CIA odiaba a JFK. Tras ser “quemado” por Castro en el memorial a las víctimas del crimen de Barbados, Sirgado permaneció activo hasta 1991 y se retiró con los grados de teniente coronel. En el documental ZR Rifle (1993) contó la anécdota de que Benson le dijo haber aprovechado la oportunidad para orinar sobre la tumba de Kennedy en el cementerio de Arlington, ya que lo consideraba “a damned Communist”.
Las pruebas de la conexión Philips-Veciana-Oswald pudieran estar ocultas entre los 1,100 documentos sobre el asesinato que la CIA mantiene sin desclasificar, incluidos cuatro expedientes sobre operaciones de Phillips y una hoja de registros y trámites de Veciana.
Otras peripecias biográficas
Veciana narra su participación como organizador de tres atentados contra Fidel Castro planeados por Philips: con bazuca (La Habana, 1961), revólver escondido en cámara de televisión (Santiago de Chile, 1971) y rifle de largo alcance (Quito, 1971), así como en otro de su propia factura (Nueva York, 1979) con explosivo C-4 en pelota de softball.
También describe sus acciones clandestinas contra Castro entre 1960 y 1961, cómo fue entrenado por la CIA en sabotaje y guerra psicológica, así como su escapada en bote a Estados Unidosy su historial en Alpha 66, que corre desde la fundación en Puerto Rico hacia 1962 hasta la captura de Eloy Gutiérrez Menoyo dentro de Cuba en 1965.
Otros pasajes interesantes con los tres atentados contra su vida —en Puerto ¨Rico, Bolivia y Miami— que atribuye a agentes de Castro, aunque no descarta la posibilidad de que el último haya sido perpetrado por la CIA (p. 194 s). Igualmente considera que Bishop tuvo algo que ver con el juicio a que fue sometido en 1973 por narcotráfico. Veciana fue condenado a siete años, pero cumplió solo unos dos años y al salir en libertad fue entrevistado por Fonzi, a quien reveló por primera vez su relación con Bishop.
Veciana cumplirá 90 años en el 2018 y está arrepentido de haber dado prioridad a la política por encima de su familia. A diferencia de otro exiliado cubano muy involucrado en la guerra contra Castro, Eugenio Rolando Martínez, alias Musculito, quien rehúsa escribir sus memorias para evitar tener que contar fracasos.  Veciana estima que su biografía da indicios que pudieran servir al esclarecimiento del asesinato del presidente Kennedy, así como de la causa primordial de los atentados fallidos contra Castro: quienes se dispusieron a matarlo querían también ver el entierro.

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