Por Miguel Fernández Díaz
Acaba de salir al mercado del libro la
biografía a dos voces del exiliado cubano Antonio Veciana, AMSHALE-1 para la
CIA, fundador del grupo paramilitar anticastrista Alpha 66. El coautor es
Carlos Harrison, integrante del equipo del diario The Miami Herald que en 1991
se alzó con el Premio Pulitzer de Reportaje de Actualidad.
El libro se titula Trained to Kill (Skyhorse Publishing, 232
pages) y trae prólogo de David Talbot, quien viene adentrándose en
historias ocultas con sendas obras sobre los hermanos John y Robert Kennedy (Brothers, 2007) y el director de la CIA Allen Dulles (The Devil’s Chessboard, 2015).
Veciana
subtituló su biografía The Inside Story of CIA Plots against
Castro, Kennedy, and Che.Aquí resume disímiles relatos
desperdigados por entre su testimonio en 1978 ante el Comité Selecto de la
Cámara de Representantes sobre Asesinatos (HSCA), el libro de Gaeton Fonzi The Last Investigation (1993) y diversas entrevistas o
reportajes que pueden consultarse en el sitio Latin
American Studies.org, al cuidado del profesor Antonio Rafael de la
Cova.
Senderos que se bifurcan
El relato más controversial atañe al
episodio en que Veciana encontró al oficial de la CIA David Atlee Philips con
Lee Harvey Oswald en Dallas antes del asesinato de JFK. Veciana toma distancia
frente a Bishop y refiere que solo vio brevemente a un hombre joven que se
marchó sin decir nada y al cabo resultó ser el Oswald de las noticias.
Siempre con el alias de Maurice Bishop, Philips
reclutó a Veciana en La Habana a mediados de 1960 y mantuvo esta relación hasta
1973. Al robarse el show de la
conferencia “El Informe Warren y el asesinato de JFK”, en 2014, Veciana
confirmó que Bishop era efectivamente Philips, algo que había negado bajo
juramento ante HSCA pòr temor a perder la vida.
Veciana precisa en su biografía que, antes
del asesinato, Bishop estuvo preguntándole cómo conseguir una visa en el
consulado cubano de Ciudad México, a sabiendas de que su prima Hilda Veciana
trabaja allí por ser la esposa del consejero comercial Guillermo Ruiz.
Después del
asesinato, agrega Veciana, Bishop vino con encargo de grueso calibre: reclutar
a Guillermo Ruiz para que, a cambio de una buena suma, desertara y declarara
públicamente que agentes de Castro habían dado a Oswald instrucciones
detalladas para matar a JFK. Nunca preguntó a Bishop sobre Oswald porque no era
asunto suyo.
Otra encrucijada
Sin embargo, el ex jefe y actual
historiador de la Seguridad del Estado, mayor general (retirado) Fabián
Escalante, alega que Veciana tergiversa los hechos. Escalante sospecha que el
encuentro en Dallas entrañaba el doble propósito de un trío -Philips, Oswald y
Veciana- de conspiradores: planificar la visa para Oswald en Ciudad México y la
deserción de Ruiz, como parte del complot para matar al presidente Kennedy.
A tal efecto Escalante saca de la manga un curioso incidente, acaecido
antes del asesinato, en que la prima de Veciana se topó, durante su trayecto a
pie hacia la embajada cubana en Ciudad México, con un grueso rollo de dólares
en la acera. Un mexicano desconocido se acercó y le dijo: ¡Señora, ese dinero
es suyo! Otras dos personas se aproximaban y ella corrió espantada hasta la
sede diplomática.
Para Escalante, la única explicación del
incidente radica en que, de haber recogido el dinero, Hilda Veciana habría sido
fotografiada en el acto desde el puesto de vigilancia de la CIA [LIONION]
ubicado frente de la embajada cubana. Y enseguida se habría procedido a
chantajear a Ruiz.
Acceso a la verdad
La teoría clásica del asesinato de JFK
despacha a Veciana como mentiroso por fijar el marco temporal de aquel
encuentro en Dallas a fines de agosto o principios de septiembre de 1963,
cuando Oswald estaba parando en Nueva Orleans. Sin embargo, la teoría crítica
se apoya en la cronología más acuciosa sobre Oswald, elaborada por la
investigadora Mary Ferrell, para puntualizar que los peritos calígrafos del FBI
no pudieron autenticar la firma del desempleado Oswald en dos formularios que
se llenaron con su nombre el 27 de agosto y el 9 de septiembre en la oficina de
Nueva Orleans del Departamento de Seguridad Económica. Lo mismo sucedió con dos
certificados cobrados en efectivo en nombre de Oswald en un supermercado
Winn-Dixie cercano a su domicilio en la misma ciudad.
Un infiltrado de la Seguridad del Estado en
la CIA, Nicolás Sirgado, fue reclutado por Philips —ahora Harold Benson— en
Londres hacia 1966 y revelaría hasta qué punto este oficial de la CIA odiaba a
JFK. Tras ser “quemado” por Castro en el memorial a las víctimas del crimen de
Barbados, Sirgado permaneció activo hasta 1991 y se retiró con los grados de
teniente coronel. En el documental ZR Rifle (1993) contó la
anécdota de que Benson le dijo haber aprovechado la oportunidad para orinar
sobre la tumba de Kennedy en el cementerio de Arlington, ya que lo consideraba
“a damned Communist”.
Las pruebas de la conexión
Philips-Veciana-Oswald pudieran estar ocultas entre los 1,100 documentos sobre
el asesinato que la CIA mantiene sin desclasificar, incluidos cuatro
expedientes sobre operaciones de Phillips y una hoja de registros y trámites de
Veciana.
Veciana narra su participación como
organizador de tres atentados contra Fidel Castro planeados por Philips: con
bazuca (La Habana, 1961), revólver escondido en cámara de televisión (Santiago
de Chile, 1971) y rifle de largo alcance (Quito, 1971), así como en otro de su
propia factura (Nueva York, 1979) con explosivo C-4 en pelota de softball.
También describe sus acciones clandestinas
contra Castro entre 1960 y 1961, cómo fue entrenado por la CIA en sabotaje y
guerra psicológica, así como su escapada en bote a Estados Unidos y su
historial en Alpha 66, que corre desde la fundación en Puerto Rico hacia 1962
hasta la captura de Eloy Gutiérrez Menoyo dentro de Cuba en 1965.
Otros pasajes interesantes con los tres
atentados contra su vida —en Puerto ¨Rico, Bolivia y Miami— que atribuye a
agentes de Castro, aunque no descarta la posibilidad de que el último haya sido
perpetrado por la CIA (p. 194 s). Igualmente considera que Bishop tuvo algo que
ver con el juicio a que fue sometido en 1973 por narcotráfico. Veciana fue
condenado a siete años, pero cumplió solo unos dos años y al salir en libertad
fue entrevistado por Fonzi, a quien reveló por primera vez su relación con
Bishop.
Veciana cumplirá 90 años en el 2018 y
está arrepentido de haber dado prioridad a la política por encima de su
familia. A diferencia de otro exiliado cubano muy involucrado en la guerra
contra Castro, Eugenio Rolando Martínez, alias Musculito, quien rehúsa escribir
sus memorias para evitar tener que contar fracasos, Veciana estima que su
biografía da indicios que pudieran servir al esclarecimiento del asesinato del
presidente Kennedy, así como de la causa primordial de los atentados fallidos
contra Castro: quienes se dispusieron a matarlo querían también ver el entierro.
Veciana precisa
en su biografía que, antes del asesinato, Bishop estuvo preguntándole cómo
conseguir una visa en el consulado cubano de Ciudad México, a sabiendas de que
su prima Hilda Veciana trabaja allí por ser la esposa del consejero comercial
Guillermo Ruiz.
Después del
asesinato, agrega Veciana, Bishop vino con encargo de grueso calibre: reclutar
a Guillermo Ruiz para que, a cambio de una buena suma, desertara y declarara
públicamente que agentes de Castro habían dado a Oswald instrucciones
detalladas para matar a JFK. Nunca preguntó a Bishop sobre Oswald porque no era
asunto suyo.
Otra
encrucijada
Sin embargo, el
ex jefe y actual historiador de la Seguridad del Estado, mayor general
(retirado) Fabián Escalante, alega que Veciana tergiversa los hechos. Escalante
sospecha que el encuentro en Dallas entrañaba el doble propósito de un trío
-Philips, Oswald y Veciana- de conspiradores: planificar la visa para Oswald en
Ciudad México y la deserción de Ruiz, como parte del complot para matar al
presidente Kennedy.
A tal efecto
Escalante saca de la manga un curioso incidente, acaecido antes del asesinato, en que la
prima de Veciana se topó, durante su trayecto a pie hacia la embajada cubana en
Ciudad México, con un grueso rollo de dólares en la acera. Un mexicano
desconocido se acercó y le dijo: ¡Señora, ese dinero es suyo! Otras dos
personas se aproximaban y ella corrió espantada hasta la sede diplomática.
Para Escalante,
la única explicación del incidente radica en que, de haber recogido el dinero, Hilda
Veciana habría sido fotografiada en el acto desde el puesto de vigilancia de la
CIA [LIONION] ubicado frente de la embajada cubana. Y enseguida se habría
procedido a chantajear a Ruiz.
Acceso a la
verdad
La teoría clásica
del asesinato de JFK despacha a Veciana como mentiroso por fijar el marco
temporal de aquel encuentro en Dallas a fines de agosto o principios de
septiembre de 1963, cuando Oswald estaba parando en Nueva Orleans. Sin embargo,
la teoría crítica se apoya en la cronología más acuciosa sobre Oswald,
elaborada por la investigadora Mary Ferrell, para puntualizar que los peritos
calígrafos del FBI no pudieron autenticar la firma del desempleado Oswald en
dos formularios que se llenaron con su nombre el 27 de agosto y el 9 de
septiembre en la oficina de Nueva Orleans del Departamento de Seguridad
Económica. Lo mismo sucedió con dos certificados cobrados en efectivo en nombre
de Oswald en un supermercado Winn-Dixie cercano a su domicilio en la misma
ciudad.
Un infiltrado de
la Seguridad del Estado en la CIA, Nicolás Sirgado, fue reclutado por Philips
—ahora Harold Benson— en Londres hacia 1966 y revelaría hasta qué punto este
oficial de la CIA odiaba a JFK. Tras ser “quemado” por Castro en el memorial a
las víctimas del crimen de Barbados, Sirgado permaneció activo hasta 1991 y se
retiró con los grados de teniente coronel. En el documental ZR Rifle
(1993) contó la anécdota de que Benson le dijo haber aprovechado la oportunidad
para orinar sobre la tumba de Kennedy en el cementerio de Arlington, ya que lo
consideraba “a damned Communist”.
Las pruebas de la
conexión Philips-Veciana-Oswald pudieran estar ocultas entre los 1,100
documentos sobre el asesinato que la CIA mantiene sin desclasificar, incluidos
cuatro expedientes sobre operaciones de Phillips y una hoja de registros y
trámites de Veciana.
Otras
peripecias biográficas
Veciana narra su
participación como organizador de tres atentados contra Fidel Castro planeados
por Philips: con bazuca
(La Habana, 1961), revólver escondido en cámara de televisión
(Santiago de Chile, 1971) y rifle de largo alcance (Quito, 1971), así como en
otro de su propia factura (Nueva York, 1979) con explosivo C-4 en pelota de
softball.
También describe
sus acciones clandestinas contra Castro entre 1960 y 1961, cómo fue entrenado
por la CIA en sabotaje y guerra psicológica, así como su escapada en bote a Estados Unidosy
su historial en Alpha 66, que corre desde la fundación en Puerto Rico hacia
1962 hasta la captura de Eloy Gutiérrez Menoyo dentro de Cuba en 1965.
Otros pasajes
interesantes con los tres atentados contra su vida —en Puerto ¨Rico, Bolivia y
Miami— que atribuye a agentes de Castro, aunque no descarta la posibilidad de
que el último haya sido perpetrado por la CIA (p. 194 s). Igualmente considera
que Bishop tuvo algo que ver con el juicio a que fue sometido en 1973 por narcotráfico. Veciana fue
condenado a siete años, pero cumplió solo unos dos años y al salir en libertad
fue entrevistado por Fonzi, a quien reveló por primera vez su relación con
Bishop.
Veciana cumplirá
90 años en el 2018 y está arrepentido de haber dado prioridad a la
política por encima de su familia. A diferencia de otro exiliado cubano muy
involucrado en la guerra contra Castro, Eugenio Rolando Martínez, alias
Musculito, quien rehúsa escribir sus memorias para evitar tener que contar
fracasos. Veciana estima que su
biografía da indicios que pudieran servir al esclarecimiento del asesinato del
presidente Kennedy, así como de la causa primordial de los atentados fallidos contra Castro:
quienes se dispusieron a matarlo querían también ver el entierro.
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