lunes, 15 de agosto de 2016

UNA LEY QUE NO SE AJUSTA

Una ley que no se Ajusta
Por Hedelberto López Blanch

El gobierno cubano denunció nuevamente esta semana al gobierno de Estados Unidos por mantener y sostener la Ley de Ajuste Cubano lo cual es una violación de los Acuerdos Migratorios firmados entre La Habana y Washington, mediante los que ambos Estados asumieron la obligación de garantizar una emigración legal, segura y ordenada.
Cuba también catalogó la arbitraria ley como incongruente con el actual contexto bilateral, obstaculizando la normalización de las relaciones migratorias entre las dos naciones y creando a la vez, problemas a otros países.
La nota emitida por la Dirección de Asuntos Consulares y de Cubanos Residentes en el Exterior del Ministerio de Relaciones Exteriores, se debió a que el pasado 6 de agosto de 2016, fueron deportados al país, 14 ciudadanos cubanos que se encontraban de manera ilegal en territorio colombiano.
Aclaró la información que el traslado se realizó en un vuelo de la fuerza aérea de Colombia, respondiendo a una solicitud del gobierno de ese país y con estricto apego a lo establecido en la legislación de ambas naciones y en las normas internacionales vigentes para ese tipo de situación.
Esas personas habían salido de Cuba legalmente hacia diferentes países de América Latina y el Caribe, cumpliendo los requisitos establecidos por las regulaciones migratorias cubanas. En el intento de llegar a territorio norteamericano, agregó el documento, se han convertido en víctimas de traficantes y de bandas delincuenciales que operan en la región.  
La Dirección de Asuntos Consulares y de Cubanos Residentes en el Exterior reiteró que esos ciudadanos son víctimas de la politización del tema migratorio por parte del gobierno de los Estados Unidos, el cual estimula una emigración ilegal e insegura, a través de la Ley de Ajuste Cubano, la política de "pies secos-pies mojados", y del "Programa de Parole para médicos cubanos".
Asimismo, esa legislación les confiere a los cubanos un tratamiento diferenciado y único en el mundo, al admitirlos de forma inmediata y automática, sin importar las vías y medios que utilizan, incluso si llegan de manera ilegal a su territorio; contrastando con el tratamiento que reciben emigrantes de otros países del mundo, los cuales son rechazados.
El objetivo es también debilitar al gobierno cubano con un robo constante de cerebros, personas formadas profesionalmente por la revolución que salen de la Isla con elevados conocimientos.
Cientos de personas, en su mayoría jóvenes, embrujados por los cantos de sirenas, se lanzan aun al mar en frágiles embarcaciones, contactan con traficantes de personas o viajan a terceros países para, en travesías sumamente peligrosas, tratar de alcanzar las fronteras estadounidenses donde les dan, por ser cubanos, “asilo político”.
No son pocos los que tras cometer delitos como robos, desfalcos y hasta asesinatos salen clandestinos del territorio nacional cubano y son recibidos con los brazos abiertos en Estados Unidos.
Pero, sintomáticamente, ahora resulta que no es solo el Gobierno cubano el que denuncia esa injusta y dañina ley, sino los más intolerantes y ultraderechistas cubanoamericanos que fueron los que impulsaron y presionaron para que esa legislación se mantuviera todos estos años.
En periódicos, radios y televisoras de Miami se desató una ofensiva mediática en la que se insiste en que durante años han llegado a ese país, cubanos que han cometido fraudes, aprovechándose de los privilegios que esa ley.
Estos llamados analistas conservadores comprenden que esa emigración es básicamente económica, nada política y les está restando apoyo para poder mantener el estatus político y económico que han disfrutado durante décadas.
Con anterioridad no les importaba los que morían tratando de cruzar el encrestado mar caribeño, ni los que eran extorsionados, torturados y hasta asesinados por los llamados coyotes cuando trataban de atravesar la frontera mexicana hacia Estados Unidos.
La realidad es que ya es hora de eliminar esa discriminatoria ley, para poder iniciar verdaderamente un proceso de normalización de relaciones entre Washington y La Habana.






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