EL GATO DE TRES PATAS DE HILARY CLINTON
Cartagena y los nuestros, le sugirieron Liliput y los liliputienses
Eligio Damas
Hilary Clinton, con todas su cirugías a cuestas y gruesa capa de pasta “embellecedora” sobre el rostro, uno no sabe si para disimular los años u ocultar las expresiones de aquél, llegó a Cartagena y apenas se bajó del avión que le trajo de sus lares, tomó el micrófono y comenzó con sus lugares comunes, que ellos creen cosas sabias.
“Para que podamos avanzar, nadar en felicidad, son necesarias tres patas. Una es el gobierno, otra el sector privado y la tercera, una robusta sociedad civil”.
“La sociedad civil”, que aquí se puso de moda en los tiempos de abril, es una especie de cofradía formada por “el sector privado” y la alta clase media, lo que es lo mismo, el capital y sus asociados por diferente vínculos, quienes se apoderan del Estado. De dónde uno concluye que el gato de la señora Clinton, en fin de cuentas, es de una sola pata.
Leyendo aquello en un diario colombiano, uno se pregunta de inmediato, ¿por qué nos reímos de Rosales, Ramos y cuánto pendejo nuestro dice necedades, lo que ahora han enriquecido con el carajito bobo?
Está convencida, a los gringos no les saca de allí nadie, que nosotros somos pendejos. Los adelantados españoles, aquellos que iniciaron conquista y colonización, lo creyeron. Tanto que los gestos de buena fe, inocentes y generosos de unas comunidades que no sabían de maldad, los entendieron al revés y empezaron por cambiarles perlas y oro por bisutería. Inventaron que aquellos bellos seres eran inferiores y hasta la ridiculez qué no tenían alma. Por ello, se declararon unilateralmente sus “protectores”, lo que en verdad significaba dueños de ellos y de todo lo que les pertenecía. Con esa cantaleta iniciaron un saqueo que no para. Pero tuvieron que dar una guerra muy larga y cometer un inenarrable genocidio.
Pero uno se pone a pensar un poco y concluye que ni siquiera Aztecas, Chibchas e Incas, por nombrar las culturas más altas de esta parte del mundo que recibió la “visita” europea a finales del siglo quince, inicios del dieciseis, no tenían, por lo menos que uno sepa, la experiencia de intercambiar con una cultura del nivel de rapacidad del capitalismo, aunque aún éste apenas era un niño.
Pero en pleno siglo XXI, cuando hemos visto tantas cosas, como para que la llegada del hombre a la luna ya sea un periódico de ayer, los gringos siguen viéndonos como aquellos europeos llenos de piojos, legañas y ladillas, que pisaron nuestras tierras por primera vez.
Por eso, se largan esos discursos refritos o caliches, como dirían los periodistas, tal el que Hilary Clinton al llegar a Cartagena. Lo hacen, porque en estos países, hay muchos pendejos, que no lo son por inocentes como aquellos primitivos habitantes bondadosos y sanos, ajenos al negocio, la mentira y la trácala, sino por cobardes, adulantes, segundones, a quienes les fascina servir y el servilismo a cambio de migajas. Porque éstos, que no son nada de los primigenios habitantes y menos les adorna la dignidad de aquellos, hacen venias demostrativas que si no se creen el discurso, por lo menos, eso lo es que importa, lo asumen con placer.
La Clinton y los suyos, no pierden su tiempo pensando en qué decir, ni cómo; saben que los receptores, a quienes dirigen sus discursos, de rodillas van a aplaudirlos. A eso se debe esa idiotez de las tres patas, que no han hecho otra cosa que estas sociedades anden por esos caminos todo “tuñecas” y, con razón, dando tropezones.
Es obvio que lo que la Clinton y el Obama, toda la mediocridad que les acompañan y asesoran, no se esfuerzan en decir nada creativo, sensato e inteligente, porque nos subestiman y desprecian, más que los adelantados a los primitivos habitantes y, sólo piensan en animales o mesas de tres patas, o lo que es lo mismo, meternos a cada instante y dónde sea, gato por liebre.
La “sabia” frase de Hilary, que habla de una “sociedad civil robusta”, para identificarse con la que aquí así se califica, excluye, siempre excluyendo, la simple palabra pueblo; base, razón y fuerza del futuro. Lo que no sería la cuarta pata del gato o la que le falto a Hilary, sino la palanca que ella y los suyos no quieren ver ni nombrar en ningún lado.
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