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Víctor Álvarez, ¿está
por la paz o del lado de una opción para la paz? ¿Qué piensa corregir el
gobierno?
Eligio Damas
Víctor Álvarez, ex ministro del presidente Chávez, ahora mismo, el 16 de
febrero pasado, publicó un artículo que tituló “Carta Abierta a la Unión Europea y
Cruz Roja Internacional”, en el cual entre tantas cosas interesantes, digna de
ser pensadas y hasta tomadas en cuenta en estos momentos como dramáticos,
dijo: “Extremistas de ambos lados
esperan la gran batalla final en la que aspiran vencer e imponer a su
adversario una rendición humillante e incondicional. Con su obstinada actitud,
pueden desencadenar una ola de violencia con su espiral de odio y afán de
venganza que luego resulta muy difícil sofocar.”
Lo único que podría objetar de lo allí dicho, es lo que se eludió. Pues
no creo, estando EEUU, como de hecho lo está, lo que Álvarez no especificó en
esa frase, en medio y mejor hasta en el frente del asunto, pudiera terminar “en
una rendición humillante e incondicional”. En Vietnam, sin duda, esas fuerzas
terminaron en una derrota “humillante”, tanto que se vieron obligadas a salir
casi a la carrera, pero no hubo “rendición incondicional”. ¿Pudiera uno
imaginarse eso? ¿Más siendo nosotros y tal como estamos en la otra punta del
palo?
No obstante, el llamado de quien recibiese el año 2015, de parte del gobierno,
casualmente, el premio nacional al “Pensamiento Crítico”, con todo lo que eso
significa, tiene un enorme valor y recoge una gran preocupación que embarga al
venezolano, pese uno pueda discrepar de muchos otros detalles que, no por
eso dejan de ser de importancia trascendental, como que “La
Unión Europea y la Cruz Roja Internacional”, pueden hacer una oferta creíble al
Oficialismo y la Oposición, siempre y cuando estos incentivos sean a cambio de
conformar un Gobierno de Coalición que se dedique a aplicar las reformas
económicas necesarias, restituir las funciones de la Asamblea Nacional, aprobar
el marco legal que garantice seguridad jurídica y respeto a los derechos de
propiedad, liberar los presos políticos, legalizar los partidos, renovar el
poder electoral para garantizar elecciones limpias y transparentes, con
observación internacional de todo el proceso electoral, convocatoria de
elecciones parlamentarias en el 2020 y elecciones presidenciales en diciembre
de 2021, así como garantía de derechos políticos al sector que resulte
derrotado en las elecciones.”
Como se observa, Álvarez adelanta proposiciones concretas que deberían salir
del diálogo de acuerdo a las disposiciones de cada quien, con lo que pudiera
cometer el error de restarse respaldo de antemano. Se comporta de la misma
manera que la oposición y gobierno, quienes llaman al diálogo pero sobre la
base de lo que quieren y de antemano dando muestras de no estar dispuestos a
escuchar al contrario. Y lo que más llama la atención del documento de Álvarez
es lo concerniente al destinatario, la Unión Europea. Hay en ese llamado varios
ausentes, lo que hace dudoso el “pensamiento crítico” de Víctor Álvarez. Ignora
por completo al grupo o iniciativa de México y Uruguay y en su llamado no hay
alusión alguna a Estados Unidos que en este conflicto, como él lo llama, “entre
oposición y gobierno”, juega el rol fundamental. ¿Por qué lo omite? ¡Vaya usted
a saber! Aunque bien se sabe que su destinatario, la “Unión Europea”, no es más
que un intermediario por cuenta del gran país del norte. Por lo que pareciera
deducirse que Alvarez estuviera de parte de una opción para la paz. Lo que es
distinto a estar por la opción de la paz.
Pero el gobierno, como Álvarez, también hace sus omisiones. Como que dirige una
carta al primer mandatario de EEUU, en nombre de Maduro, prueba de ello está
cuando dice “He hecho esta carta pensando en los niños, las niñas, en el futuro del país”. Es pues una
carta de Maduro, cuando debió ser del pueblo venezolano, por lo que podría
restarse el apoyo de una muy buena parte de éste y porque, al mismo tiempo, el
presidente y el gobierno, debieron y deben dirigir una carta al pueblo de
Venezuela en tono autocrítico y dando garantías de rectificaciones.
Lo que sigue es un artículo nuestro, del año 2015, puesto ahora porque tiene
que ver con Víctor Álvarez y los errores que entonces él y quien esto escribe
señalamos al gobierno que pudieran haber tenido “algo” que ver con lo que ahora
ocurre y por lo que seguimos esperando rectificaciones. Y lo pongo como una
muestra de mi posición crítica y buena disposición que en mi ha habido frente a
Alvarez. Pero también para dejar constancia de lo que uno sigue esperando del
gobierno.
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De todas las cosas que
uno escucha y lee sobre “la guerra económica”, lo más sensato, en mi humilde
opinión de analfabeta funcional en la materia, guiado apenas por los simples
sentidos, que es como un volar sin instrumentos, es lo dicho por Víctor
Álvarez. Si hay, según le entendí, una guerra económica, desatada por sectores
empresariales indispuestos contra el gobierno por razones políticas. Pero
sostiene que un 70 por ciento del fenómeno, que incluye escasez y hasta ese
triste y cruel bachaqueo, resulta de “desviaciones y errores de la política
económica”.
No dijo él, como si creemos nosotros, que lo que acontece no es nuevo.
Pero pareciera cierto que en la medida que avanzamos en el tiempo eso se
agrava.
A uno, que observa de la mejor buena fe y no tiene más aspiración que seguir
observando y opinando por un relativo largo tiempo, hasta que el cuerpo
aguante, le embarga la impresión que quisiéramos resolver las calamidades con
retórica y como si, más que abordar la realidad, nos pareciera más práctico
embelesarnos interpretando los hechos del pasado y usar consignas de esas que
entusiasman las graderías. La palabra fuerte, que desentumece y enardece los
ánimos, contra un enemigo ya visualizado pareciera ser de las preferencias en
el combate.
No quiero decir con lo anterior lo mismo que ha dicho reiteradamente Obama
respecto a la historia. Sino que todo tiene su lugar y tiempo. El venezolano de
ahorita, aplastado por calamidades, lo que más desea escuchar, por eso está
pendiente de lo que habrá de decir el presidente, es acerca de cómo ellas serán
abordadas o resueltas. Lo que tampoco niega que cuando de eso se hable, se
podría aprovechar para hacerlo de la historia. Es decir, “bueno es culantro
pero no tanto”. Un poquito para allá y otro para acá.
Debo reiterar mi inconformidad con el “Sacudón”, en el cual predominó el
enroque de unos ministros y el nombramiento de nuevos, muchos de los cuales
pasaron fugaces por esos cargos. Apenas comenzaban a calentar la silla les
rasparon, sin que ni ellos mismos, posiblemente digo yo, se enteraran de los motivos.
Si aquello me desilusionó, igual comienza a sucederme con el “Revolcón”,
pospuesto por unos días y ya han pasado varios y, de él, como que si ya nadie
se acuerda. “Revolcón” es como más contundente que “Sacudón”, sin que esta
palabra deje de ser tremendista y llamativa. Pero los hechos, por lo menos los
relacionados con el “Sacudón”, como que no se correspondieron con la
reciedumbre de la palabra. Tanto que quedamos como esos bateadores que esperan
un lanzamiento en recta y candente y le lanzan una curvita débil y descendente.
Mientras la guerra económica y el fenómeno generado por “las desviaciones y
errores de la política económica”, que aparecen asociados, se desarrollan y nos
acoquinan, quienes deben hacer para que esto no se agrave, parecen como con el
bate al hombro o el avestruz que hunde la cabeza en el primer hoyo que
encuentre ante cualquier amenaza.
Y ahora o mejor a medida que pasan los días la cosa como que se agudiza. Por
ejemplo, habiendo tan grave brecha cambiaria y en los precios de los productos
destinados al mercado nacional, para no ser arrogante y decir estamos seguros,
supone uno que el contrabando no ha cesado. Como tampoco la especulación,
acaparamiento para desviar las mercancías hacia el bachaqueo, pero llama la
atención que ya nadie habla ni informa de la lucha contra esos atentados contra
la economía nacional y sobre todo el menguado bolsillo de la gente. Es como
dejar de hacer e informar a ver si actuando así, como por cábala, eso se acaba.
En cambio los empresarios que si están en la guerra, esa del 30 por ciento del
cual habló Víctor Álvarez, mucho hacen ver que el gobierno les tiene a monte y
no cesan en su combate.
Por cierto, es bueno no olvidar que Víctor Álvarez, no hace mucho, recibió del
gobierno el premio nacional al “Pensamiento Crítico”, lo cual le avala.
Todo lo anterior, que es mucho menos de lo que en realidad acontece, le hace
creer a uno que hemos salido a combatir, a la guerra, como Mambrú, pero armados
de la “lógica” del avestruz.
No obstante esperemos por el “Revolcón”, el cual no ha sido suspendido aunque
ya nada se diga. Esperemos que tampoco signifique expropiar para cerrar, asumir
pasivos y engrosar la nómina salarial, sino generar políticas que estimulen la
producción y corrijan esas “desviaciones y errores”.
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