En Venezuela una parte de la clase obrera paga el salario de la otra. ¡Extraño mundo feliz del capital!
Eligio Damas
El “Programa Económico de Prosperidad, etc, y etc”, ese mismo que el presidente, unos meses atrás, nos ofreció como la mágica pócima para curar nuestros males, naufragó. Y eso que según el propio presidente lo elaboraron unos sabios, eminencias de la economía y la planificación quienes, según uno entendió, por tal como lo dijo, les tenía escondidos en algún espacio muy cómodo y hasta secreto en Miraflores para que no se los robasen las trasnacionales y pudiesen seguir pensando sin estorbos. Uno pensó en esos geniecillos que de vez en cuando vienen, a decir sí a todo cuanto ven, le agregan apenas una guinda como para embellecerlo, hablan y escriben de lo bien que todo está y se van hasta la próxima. Con la diferencia que estos del “Programa, etc., y etc,.” no se han ido, siguen encerrados quemando las neuronas, sacando cuentas y dando respuesta cada cierto tiempo, solo que parece que esta como si siempre es la misma. Por lo poco que sé de economía, de lo que nada sé y no digo así por nada que no sea verdad, tres o cuatro cosas contiene el programa. La primera fue quitarle cinco ceros a la moneda, de modo que lo que era cien mil pasó a ser uno. Un billete de un bolívar soberano que nadie quiere ni para prender un cigarro y el gobierno mismo sacó con rapidez de circulación por lo mismo. ¿Para qué sirve? Una bella cosa del nuevo cono monetario. Hubo sin duda un ahorro, el relativo al gasto de tinta para pintar tantos ceros.
La segunda es esa efectiva y generosa cosa de poner de acuerdo al gobierno y empresarios en lo de los Precios Acordados. Si lo del nuevo cono monetario fue eficiente, una cosa como para repetirla en cualquier parte, esto de los precios fue mejor. Hasta supremo. La eficiencia del gobierno y la hasta exquisita habilidad de El Aissami, produjeron un resultado más allá de las expectativas. Uno nunca pudo imaginar que ese funcionario fuese tan capaz, astuto y visionario como para reunir y hasta acordar con gente tan generosa y presta a servir al pueblo. Si los genios que Maduro guarda en Miraflores son merecedores que el mundo les conozca para que le rinda honores y hasta pleitesía, igual tratamiento es valedero para El Aissami y los empresarios que con él firman. Arreaza, el actual Canciller, se quedó pendejo pese aquella portentosa hazaña con los empresarios del huevo.
Como los diseñadores del “Programa etc. y etc”., son anónimos, porque así lo quiere Miraflores, quizás con la intención de apoderarse de los derechos de autor para endilgárselos a Maduro, en coherencia con la conducta oficial, no obstante lo de los Precios Acordados tiene un nombre y ese es como sabemos Tarek El Aissami. Eso nadie lo oculta. Es una cosa propia del gobierno y su táctica de repartir las cuotas. Y esta no puede dársele también a Maduro o uno de los suyos, sino a la otra tendencia. Es lo más conveniente para mantener la unidad y la lealtad en los mandos. Uno para ti y uno para mí.
La tercera y cuarta cosa, de las fundamentales del “Programa etc., y etc.”, tiene que ver con el salario. Otra vez los geniecillos, lo que equivale decir Maduro, por lo que arriba dijimos sobre los derechos de autor, hacen su aparición para proponer cada cierto tiempo, tiempo que parece cada día más corto, elevar el salario en la misma medida que dólar to day sube el precio de la moneda gringa y con ello los de las mercancías y primordialmente los alimentos. La práctica, es sencilla, lo que la hace más genial, consiste en tu subes y yo también, hasta como confesó Diosdado, a quien algo se de eso debieron haberle dicho, “hasta ver quien se cansa primero”. Entonces lo genial en la estrategia económica diseñada por los geniecillos está en concebir el asunto, no como inherente a la ciencia económica y sus particularidades, sino como una carrera de larga distancia donde quien tenga más aguante terminará siendo el ganador. Pero también está inspirada en la carrera de galgos donde estos corren tras una liebre artificial que siempre correrá más que ellos. Los precios están representados en los galgos y los perros somos los asalariados. Mejor imagen no es posible.
La cosa del aumento de los salarios tiene también sus héroes y personajes dignos de mención y premios. En esto, que sería la cuarte fase o cara del Programa, etc., y etc., hay muchos. El primero de ellos es el propio Ministro del Trabajo quien sin que nadie acuda a él para dirimir algún asunto que con eso tenga relación, anuncia que hay un respeto absoluto por los contratos de trabajo y que el salario mensual del trabajador venezolano es quizás el más alto de América Latina. Claro, oculta que es menor de los seis dólares. Luego aparecen los sindicalistas que se dividen en dos lotes. El primero de ellos es aquel que más parece un caballo de Troya del Estado y hasta del sector empresarial, como una empresa mixta, metido hasta descaradamente entre la clase trabajadora: nunca antes, en la historia nacional, habíase visto uno igual, el cual repite el mismo discurso del Ministro del Trabajo. Grupo que por ser militante del partido de gobierno cree que su deber primordial no es defender a la clase, a la que explotan en el sistema capitalista y en Venezuela vive en la miseria, sino al gobierno y al defender a este como patrón que es y su política salarial, de hecho y hasta por inercia, defiende los intereses de todos los patronos o del capital. Otro lote lo conforman los del bando opositor que no son muchos, pero sufren del mismo mal del cual se muere el otro. Tiene el compromiso con la parte patronal privada, el de siempre y por carecer de fuerza se deja engatusar por el gobierno. El primer lote no lucha porque no quiere y el otro por lo mismo y porque no puede.
Pero en esto del salario, lo de agredir a los trabajadores para se cumpla cabalmente el “Programa etc., y etc.,” que no tiene otro fin sino engañar a la gente y estirar la cabuya hasta que reviente y dé tiempo, vaya usted a saber para qué cosa, hay dos héroes particulares. El primero, ministro de Planificación y jefe de la ONAPRE o sea Meléndez. Para mantener el equilibrio y salvar la patria, éste inventó unas tablas que violan los contratos colectivos de los trabajadores, una vaina que sólo beneficia al patrón porque rebaja el salario a una gruesa porción de aquellos para financiar el aumento de los otros. Es decir, la tabla de ONAPRE o de Meléndez, permite que una parte de los trabajadores cubra el aumento salarial de la otra. Significa pues, “cosa tan grande caballero”, diría un cubano, que un sector del trabajo paga el salario del otro. ¿Pudo alguien en la historia de la lucha entre el salario y el capital haber inventado algo más diabólico?
Por último, hay necesidad de dejarlo de último. Es justo. Aparece Aristóbulo. Pues en la política salarial del gobierno o mejor para justificarla, fue el de Curiepe quien dio la razón más diáfana y convincente. Como todos los trabajadores somos iguales, quizás por tener dos piernas, dos brazos y hasta dos orejas, debemos cobrar el mismo salario. ¿Hay alguna explicacíón más sensata que esta? No creo la haya para quienes al ministro le siguen. Además, él se ha encargado como de embarbascar al sindicalismo haciendo ofertas que luego niega o disfraza.
¿Es insensato pensar, como en veces pienso, que el capital bucanero y sus secuaces, no incluyo ahora a los gringos, pudieran de verdad estar sobradamente interesados que esto siga como está? Si no fuera por el petróleo, ¡tan amargo!, como diría Nicolás Guillén, los gringos, estuvieran, como dicen en Río Caribe, de “paños y manteles” con Maduro.
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