APUNTES DEL CARTULARIO
Ciro Bianchi Ross
La pelea Johnson-Willard
Uno de los grandes escándalos del boxeo mundial en todos los tiempos
tuvo lugar en La Habana, el 5 de abril de 1915. Ese día, en el
hipódromo Oriental Park, de Marianao, dos norteamericanos
contendieron por la faja de oro de los pesos completos: el campeón
Jack Johnson, negro, y el retador Jess Willard, considerado entonces
la gran esperanza blanca del deporte de los puños. Era una pelea
pactada a 45 asaltos y que fue presenciada por unos 20 000
espectadores, entre ellos el mismísimo Presidente de la República,
Mario García Menocal. A la altura del round 26 y ante la consternación
general sucedía, sin embargo, lo inconcebible: Johnson caía en la lona
sin posibilidades de reanudar el combate y Willard se alzaba con el
título de oro. No demoró aquella multitud en comprender lo que sucedió
realmente.
Johnson, que había conquistado su título en 1908, no podía entrar en
Estados Unidos, su país, son pena de ser llevado ante los tribunales
por la acusación de trata de blancas que pesaba sobre él. Hoy no
sabemos ya qué hubo de cierto en aquella imputación. De todas maneras,
los racistas norteamericanos no le perdonaban que tuviese mujer
blanca, francesa por añadidura.
Aquella acusación le vetó a Johnson la posibilidad de enfrentarse a
Jess Willard en alguna ciudad norteamericana. Los organizadores de la
pelea pensaron entonces en que podría celebrarse en México, pero el
levantamiento armado de Pancho Villa les hizo comprender que ese país
no estaba para combates de boxeo y Johnson se negó de plano a llevarlo
a cabo en El Paso, Texas, donde se hacía muy buen dinero, pero donde
la policía norteamericana le echaría el guante. Surgió Cuba como
alternativa y la propuesta fue aceptada por la representación de ambos
boxeadores. El hipódromo Oriental Park, inaugurado apenas dos meses
antes, el 14 de enero de 19l5, se perfiló como el escenario ideal
para el combate. Pero aun con la elección de Cuba hubo problemas
porque la pelea debía celebrarse un domingo, lo que los
norteamericanos de la época consideraban casi una herejía. El
empresario de Johnson, Jack Curley, sin embargo, pasó por alto ese
detalle en principio y consiguió a la postre que el combate se moviera
para el lunes siguiente.
La llegada de Jack Johnson a Cuba causó la expectación que un campeón
mundial de los pesos completos suscita en cualquier lugar del mundo.
Arribó el 21 de febrero de 1915 por el puerto de Cienfuegos. Ya en La
Habana comenzó el vía crucis de los hoteles. Ni el Plaza ni el Sevilla
ni el Inglaterra, los establecimientos hoteleros principales de la
época, dieron albergue a aquel negro famoso y millonario que llegaba
seguido de una corte conformada por su esposa, su entrenador, el
secretario y cuatro sirvientes. Tendría Johnson que alojarse en un
lugar bien modesto, el hotel Las Villas, en las inmediaciones de la
Estación Central de Ferrocarriles.
En una crónica de la época, el periodista cubano Ruy Lugo Viña
enumeraba así el pequeño séquito del rey negro de los puños. Decía
Lugo Viña: “El “big-man” llega a La Habana seguido de una corte: la
francesa lánguida que es su esposa, su entrenador, el secretario, que
es por igual memorialista y corre-ve-y dile… y cuatro domésticos: uno
que le limpia las botas descomunales, otro que se encarga de la ropa
sucia, otro que lo enjabona en el baño y lo cepilla cuando ya está
vestido y el cuarto que, por estar a las órdenes de la consorte, no
hace nada… a menos que se entretenga en cornamentar a su patrón. El
“big-man” viaja como lo que es: como millonario que tiene larga cuenta
de crédito y una fortuna en cada brazo.” Una imagen del hombre
fuerte, la del boxeador de los knock-out formidables, que queda
definitivamente desprestigiada con la mención de ese cuarto criado
que, a las órdenes de la esposa del campeón, no tiene función fija
como no sea la de ponerle cuernos a su patrón.
De todas las peleas de boxeo celebradas en Cuba, es de esta entre
Johnson y Willard de la que más se habla pese a los años transcurridos
desde entonces. La razón es simple: fue una pala. Johnson vendió su
faja de campeón por 30 000 dólares. Pensó que le entregarían el dinero
en el momento del pesaje, pero le dijeron que se lo darían a su esposa
en el transcurso del combate. Cuando la señora, desde las gradas, con
una señal convenida, le comunicó que tenía el dinero, Johnson, que
había estado dándole largas a su rival, cayó sorpresivamente a la lona
ante un derechazo ineficaz. El sol le molestaba –la pelea se celebró
de día- y Johnson se cubrió el rostro con los brazos hasta que
tranquilamente se puso bocabajo. El combate había durado una hora con
44 minutos.
Jess Willard retuvo la corona mundial hasta 1919, cuando la perdió con
Jack Dempsey. A partir de su retiro del boxeo trabajó esporádicamente
en circos y películas mudas
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Ciro Bianchi Ross
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