Teófilo Santaella, más cosas se
juntaron para crear este rollo que lamenta
Eligio
Damas
He leído con bastante atención el largo trabajo de Teófilo Santaella, ese que
tituló “me harté de mi gobierno hasta la coronilla”, inserto ahora en
Aporrea.org., el cual puede leerse siguiendo este enlace:
Es como un poema, un canto de cisne, de alguien que se siente, más que
“harto”, frustrado, por haber creído en quienes ahora manejan los destinos de
la nación venezolana y del pueblo o, por lo menos, por ver como sus sueños se
diluyen. No obstante, a lo largo de ese como lamento de alguien quien como yo
tiene 81 años y hasta estuvo entre los alzados en uno de los movimientos
militares contra Betancourt, hay una persistente manifestación de fe a favor de
Maduro. No sólo porque le cree ajeno a las prácticas de corrupción que, según
él, abundan en el gobierno. Pero si cree al presidente muy mal acompañado, pues
quienes con él gobiernan “En primer lugar, no son revolucionarios, y en segundo
lugar, porque están es por llenarse los bolsillos.”
Pero, aparte de lo anterior, dice algo más que bien vale la pena mencionar,
pues desmiente una de las habituales prédicas gubernamentales, una versión
ideológica con toda la carga negativa que esa expresión implica. Dice
Santaella, "Me harté, hasta la coronilla", después de 20 años
de vendernos una "revolución socialista", la que no se percibe desde
ningún punto de vista.” Tome en cuenta el lector la formulación
temporal de Santaella.
Quien esto escribe algo parecido a eso ha dicho varias veces. Supongo que eso
tiene sus efectos. Pero por encima de lo que eso pueda reportarle a uno, más
importante y trascendente es que en el común de la gente, sobre todo aquella
enorme multitud que tiene mucho que dar en la construcción de una sociedad
mejor y más justa, se fortalezca la idea que este estado cosas, de lo más
injusto que uno pueda imaginarse, sin duda en buena medida determinada por las
políticas injerencistas de factores del capitalismo interno e internacional, lo
que no niega la enorme responsabilidad de quienes gobiernan por todo eso que
dice Santaella y lo que no dijo, tiene algo que ver con el socialismo. Decir
que estamos construyendo el socialismo, en una etapa de transición o en el
estadio que al gobierno y su gente se les ocurra, es un dislate, el mayor daño
que a tal propuesta y a quienes con ella sueñan, puede hacérsele.
Una cosa es que quienes gobiernan se hayan definido como socialistas, porque
eso se creen ser y otra lo que hacen. La más elemental evaluación de la
conducta gubernamental, dentro de la práctica su capitalista, lo que tiene
mucho que ver con esas cosas que demanda y denuncia Santaella, sólo merece
dejar como saldo la reprobación. El discurso contra el imperialismo, las
prácticas destinadas a relacionarse con factores distintos al capital
estadounidense y a los países de la Otan, no son suficientes, pues no
tocan la esencia del asunto, para tener al gobierno como socialista. Y digo
esto, pese soy de quienes sin duda de ningún tipo me inscribo dentro de la
izquierda y de los soñadores con el socialismo, pero bien sé que esta meta no
parece ser de fácil alcance en ningún país del mundo en lo inmediato. Por algo China
y Vietnam, con todo lo que esos dos países representan, pese el peso y valor de
Mao y Ho Chi Mink, son ahora lo que son, algo muy distinto a lo que pareciera
emanar del pensamiento de aquellos luchadores. Pero no obstante, en ambos
países se dice y lo dicen ellos mismos, gobiernan “Partidos Comunistas”, en los
cuales multimillonarios forman parte del Buró Político y Comité Central. En
Cuba, donde no han podido avanzar de un status en el cual el Estado ha sido
dueño de todo, y a eso le han llamado socialismo, se ha optado, según lo
previsto en el proyecto constitucional que está por aprobarse de manera
contundente, por introducir fórmulas que permitan y alienten la participación
del capital o iniciativa privados. Habrá que preguntarse con la mayor amplitud
por las razones de eso.
En todo caso, creo que la izquierda hasta universal debería entrar en un debate
acerca de lo que hay que entender por socialismo. Aunque el caso venezolano,
sobre todo si lo relacionamos con los dos países asiáticos antes mencionados,
sin duda no tiene nada que se le parezca a aquellos. El crecimiento económico
en ellos, pese los sempiternos bloqueos de USA, es por demás evidente y
contrario a la pobreza y hasta miseria nuestra.
Pero Santaella, como ya dijimos, parece creer no solamente en la buena fe del
presidente vilmente engañado; por eso dice “Me harté de la inmensa corrupción
campante, de la impunidad y de la negligencia de los altos funcionarios que,
descaradamente y sin tapujos, forman parte del festín. Mientras tanto, el
presidente Nicolás Maduro Moros, a quien nadie puede señalar de corrupto, ha
sido permisivo con su poca o nula acción para cortar esas prácticas perversas,
desde la raíz, con medidas drásticas.”
Para
Santaella si acaso Maduro tiene alguna responsabilidad es haber “sido
permisivo” y nada dispuesto a tomar “medidas
drásticas”.
Creo, con todo el respeto que merece Santaella que este asunto es de mayor
trascendencia y profundidad. Yo comenzaría por preguntar si quienes hacen las
veces, como mucha gente cree, incluyendo a Santaella, de dirigentes de un “proceso
revolucionario” que hasta califican de socialista han hecho un
diagnóstico adecuado del cuadro nacional e internacional. Si las formulaciones
hechas para la práctica son coherentes con el discurso y éste con aquellas.
Deberíamos preguntarnos si el partido, en este caso el Psuv, se corresponde en
su diseño y funcionamiento con la tarea que el discurso le ha asignado.
Preguntaría si aquello de “Comuna o nada”, entendiendo a estas como espacios
socialistas, donde la relación entre lo estructural y la superestructura deben
imbricarse o corresponderse mutuamente y ellas con la sociedad y el sistema
global, funciona como debería. Pues estos asuntos tienen que ver con lo que
gente como Santaella aspiraba, lo que no es otra cosa que una "revolución
socialista, bolivariana, antiimperialista, y profundamente
chavista", para decirlo en sus propias palabras.
De donde uno concluye que el asunto no se explica pensando que la buena fe del
presidente ha sido burlada por un grupo de funcionarios llenos de vicios,
defectos y mañas propias del capitalismo.
La explicación pareciera ser o reclamar un razonamiento de mayor envergadura y
no se agota en expresiones también llenas de buena fe, romanticismo, simples
sueños, menos en el descuido y debilidad del presidente. Más si, siendo justos,
entendemos que todo esto tiene sus raíces más profundas y hasta atrás.
Pese haber dicho lo anterior, conscientemente caeré un en razonamiento que
pudiera ser calificado de la misma manera que antes usé. Pero también sirve
para fundamentar las dudas de Santaella, para quien“esos ministros,
presidentes de empresas púbicas, Alcaldes Gobernadores, y los arrimados, a esos
no les importa el país. En primer lugar, porque no son revolucionarios, y en
segundo lugar, porque están es por llenarse los bolsillos.”
Mucha de esa gente, que desde los años sesenta, setenta, ochenta, noventa y más
nutrió la dirigencia de la izquierda, no alcanzó una formación intelectual y
teórica fundamental o básica para desempeñar los roles que ahora desempeñan?
¿No es acaso valedero pensar en aquello que José Ignacio Cabrujas llamó
marxistas de oído? ¿Cuánto militante y hasta dirigente de la izquierda llegó a
esas posiciones simplemente impulsados por fobia contra AD, hasta por herencia
familiar o simplezas derivadas del origen clasista, aparte del oportunismo que
denuncia Santaella?
Si uno puede pensar, como lo piensa Santaella, que la tal revolución socialista
no se le ve por ningún lado, no puede explicarlo solamente porque el gobierno
ha sido invadido por una tropa de corruptos, ineptos, derechistas orgánicos y
estructurales, el presidente sorprendido en su buena fe y si acaso éste ha sido
permisivo y falto de voluntad o carácter. Hay otros asuntos, como los relativos
a la impertinente o improcedente concepción de partido, mala y hasta mezquina
política de aliados, una visión inadecuada del cuadro internacional y el cómo
desenvolverse dentro de él, falta de claridad en las respuestas a los grupos
económicos internos y al capital internacional, falla de muy vieja data y esos
otros que hemos señalado, que deben ser tomados en cuenta a la hora de juzgar
la conducta gubernamental que incluye al presidente y toda su lista de
funcionarios. Hay que revisar todo.
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