AMLO: No tengo derecho a fallar
Así aseguró el nuevo presidente
de México, Andrés Manuel López Obrador, durante su toma de posesión en el
Palacio Legislativo de San Lázaro, donde estuvo presente el mandatario cubano,
Miguel Díaz-Canel Bermúdez
Publicado: Sábado 01 diciembre 2018 | 11:06:50 pm.
Autor:
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Poco antes de regresar a Cuba, Díaz-Canel sostuvo un encuentro
con el nuevo Presidente. Autor: Estudios
Revolución Publicado: 01/12/2018 | 10:36 pm
Ciudad de México.—
Desde bien temprano la residencia, sita en la calle Cuitláhuac 90, Colonia
Toriello Guerra, en Tlalpan, tenía apostados en la puerta a cientos de personas
que cantaban Cielito Lindo y
gritaban México, México, México...Tenemos Presidente, decían, mientras algunos
cargaban en hombros a sus hijos.
«Es un honor estar con Obrador», coreaban minutos antes de que
el portón se abriera para dar paso al sencillo auto blanco del nuevo presidente
de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador, o AMLO, como lo
conocen acá, que lo llevaría por los 15 kilómetros más acompañados de su
historia hasta el Palacio Legislativo de San Lázaro, donde se realizaría la
impactante Toma de Protesta.
Ese término, quizá único en el mundo, está enraizado en la
historia mexicana desde el siglo XIX cuando el Estado cortó su vínculo con la
Iglesia y cambió la Biblia sobre la que juraban los presidentes, por la mano en
alto en símbolo de protesta.
Por eso este sábado, primer día de diciembre de 2018, López
Obrador protestó, en toda la acepción de la palabra, por «guardar y hacer
guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes
que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de presidente
de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y
prosperidad de la Unión».
Luego recibió finalmente la banda presidencial, de colores
verde, blanco y rojo, y dio su primer mensaje al pueblo mexicano. Fue claro
desde el primer instante: «Iniciamos hoy la cuarta transformación política de
México. Puede parecer pretencioso o exagerado, pero hoy no solo inicia un nuevo
gobierno, hoy comienza un cambio de régimen político. A partir de ahora se
llevará a cabo una transformación pacífica y ordenada, pero al mismo tiempo
profunda y radical, porque se acabará con la corrupción y con la impunidad».
Y habló durante más de hora y media sobre convertir la
honestidad y fraternidad en forma de vida y de gobierno; regenerar la vida
pública de México; presidir para todos, pero principalmente para los pobres;
defender la austeridad, comenzando por el Gobierno; cuidar el medio ambiente;
proteger a los discapacitados, los adultos mayores, las mujeres, los indígenas
y los niños; ofrecer medicamentos gratuitos y una canasta de alimentos básicos
para combatir el hambre; además de atender las causas que originan la
violencia.
Quizá uno de los momentos más emotivos de la ceremonia
protocolar fue cuando los legisladores comenzaron a contar hasta 43, para pedir
justicia por los jóvenes normalistas desaparecidos en Ayotzinapa. Entonces el
nuevo Presidente anunció la constitución de una Comisión de la Verdad para
castigar los abusos de autoridad, atender el caso de los jóvenes desaparecidos
y castigar a los responsables.
En medio de metas esencialmente nacionales, que apuntan a
trastocar el orden de cosas en México, López Obrador
fue determinante al declarar que su gobierno no intervendrá en asuntos internos
de otras naciones, apoyará la autodeterminación de los pueblos, apostará por la
cooperación para el desarrollo y mantendrá, invariablemente, buenas relaciones
con pueblos y gobiernos de todo el mundo.
A los jefes de Estado y de Gobierno que se dieron cita en la
ceremonia, más de una veintena según dan cuenta algunos medios de prensa
acreditados acá, agradeció la presencia en el Palacio Legislativo. México, aseveró,
«no dejará de pensar en Bolívar y Martí, quienes junto a Benito Juárez, nos
siguen guiando con su ejemplo de patriotismo».
Entre esos mandatarios estaba Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien
fue presentado por AMLO como el Presidente de los Consejos de Estado y de
Ministros de «la hermana República de Cuba», calificativo reservado para la
Mayor de las Antillas junto a un aplauso marcado
por la cercanía y la deferencia.
También para Silvio Rodríguez, trovador y amigo que le acompañó
durante tres días de retiro espiritual en su finca ubicada en Palenque, en
Chiapas, tuvo palabras entrañables:«embajador de la poesía y la congruencia»,
le llamó.
No tengo derecho
a fallar, nada material me interesa, ni me importa la parafernalia del poder,
dijo luego AMLO. Siempre he pensado que el poder debe ejercerse con sabiduría y
también con humildad. Solo se convierte en virtud, aseveró, cuando se pone en
servicio de los demás.
Y son millones las personas en este país que tienen puesta su fe
en Andrés Manuel López Obrador, el hombre que durante 12 años aspiró a la
presidencia de México y desde este sábado se apresta a construir un mejor país.
Ya cuando caía la tarde, el Presidente cubano partió hacia la
Isla mayor del Caribe, que recibió en tierra azteca el cariño que le han
granjeado tantos años de amor y valentía. Minutos antes de regresar, Díaz-Canel
habló de esa cercanía, del término hermano en palabras de Obrador, del saludo
fraterno luego de la ceremonia protocolar y del encuentro con Maduro y Evo,
apodados los tres aquí por los medios como «el núcleo duro de la izquierda
latinoamericana», para orgullo de sus pueblos: detalles todos de una visita que
duró casi 24 horas pero definió el camino a seguir entre Cuba y México.
A Cuba,
quien la defiende la quiere más
Del aeropuerto internacional Benito Juárez hasta la hermosa sede
de la misión diplomática de Cuba en México, —atravesando avenidas atestadas de
vehículos en una de las horas picos del tráfico en esta ciudad, que contabiliza
más de siete millones de autos circulando diariamente—, transcurrió el primer
recorrido del Presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez, que llegó en la
tarde del viernes a la capital mexicana para participar en la toma de posesión
del presidente electo Andrés Manuel
López Obrador.
Sin quitarse el polvo del camino, el mandatario se reunió con
miembros de la misión estatal cubana en tierra azteca, en un encuentro
entrañable donde la Mayor de las Antillas volvió a vibrar en el corazón de sus
hijos. Fueron los niños, hijos de nuestros diplomáticos, quienes le dieron la
bienvenida con la canción que más almas isleñas estruja: Cuba, qué linda es Cuba.
Al tomar la palabra, Díaz-Canel habló del tremendo privilegio de
esta reunión, su primera actividad en suelo mexicano, a donde vino con el
propósito, dijo, de reforzar y ampliar las relaciones con México, país que
calificó de estratégico, convertido actualmente en el segundo socio comercial
de la Isla en la región latinoamericana y caribeña, y el quinto a nivel mundial
este año.
Adelantó a los presentes que este sábado transmitiría al nuevo
presidente la disposición de Cuba para trabajar junto a México con vistas a
profundizar los intercambios mutuos y aunar esfuerzos por la integración
regional, en tiempos marcados por la desunión.
Como sucede en todos los encuentros de este tipo que propicia el
Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros en cada país que visita,
hizo una actualización sobre la vida económica, política y social de la nación,
en una especie de transfusión en sangre con las noticias más urgentes de la
Isla, narradas de primera mano por él.
De tal manera, los puso al corriente de la situación económica
del país, marcada por tensiones financieras, producto de la persecución
económica de Estados Unidos; del amplísimo proceso de Reforma Constitucional,
en el que han participado alrededor de ocho millones de cubanos; de los temas
más debatidos en cada reunión donde se discutió el Proyecto Constitucional,
debate que ha generado la modificación de la mayoría de los párrafos originales
del texto; y de las visitas que el Consejo de Ministros está realizando por
todas las provincias del país, la última a la más oriental: Guantánamo.
Les compartió, además, conceptos del trabajo que considera
claves: tocar los problemas con las manos, salir de las oficinas y estar en
contacto directo con la gente; los directivos tienen que rendir cuenta de su
gestión; para dar solución a los problemas es urgente acudir a la ciencia y la
informatización; los cuadros tienen que desarrollar habilidades para comunicarse
y no negar espacios significativos hoy, como las redes sociales, para
intercambiar con el pueblo.
Habló de motivaciones entrañables como el 150 aniversario de las
guerras por la independencia de la nación, los 60 años del triunfo de la
Revolución Cubana y la estremecedora victoria a finales de octubre contra el
bloqueo en la ONU, hechos de trascendencia que convidan a seguir haciendo por
Cuba, porque, como dice la canción en boca de aquellos niños, quien la defiende
la quiere más.
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