El Estado burocratiza todo, hasta el sueño de descolonizarnos. ¿Ha muerto el sueño de Enrique Dussel?
Eligio Damas
El Estado es como decían los muchachos de mi tiempo “la madre de lo burocrático” y del burocratizar. Eso que el Estado por su propia iniciativa es competente para cambiar el modelo social es una falsedad. Él es una estructura que refleja o mejor un reflejo de su tiempo y espacio. Seguir en la creencia que el Estado puede ser la vanguardia para impulsar cambios es una ilusión y hasta una mentira de la que uno se hace portador. Pues es siendo el espejo de su tiempo y espacio y factores estructurales no hace más que reflejar o dar imágenes de lo que es e intenta preservar. A él más bien hay que cambiarle desde afuera, al impulso y empuje de las luchas del pueblo, vanguardias populares que no deben confundirse de manera tampoco burocrática y menos con el sentimiento del romanticismo, sino quienes se organizan, proponen e impulsan y no por quienes esperan órdenes y diseños.
Si algo hemos manejado erradamente los venezolanos es el asunto de los Comunas. No porque ellas no sean pertinentes, sino porque en lugar de impulsar al pueblo a organizarlas, darles sustento y contenido, se ha pretendido que esa tarea le corresponde al Estado. ¿Se han puesto a pensar quienes eso defienden de buena fe que el Estado nunca estará de verdad interesado en ellas, porque eso sería perder su poder, cederlo y capacidad de manejar lo que ahora tiene a su cargo? ¿Cómo pretender que el Estado renuncie a sus poderes y los entregue a la comunidad organizada? Por eso las comunas no nacen y esto quiere decir que exactamente que no asumen el rol que les corresponde como espacios productivos, competentes para disputarle a los entes del Estado las responsabilidades que ahora ejerce. Por eso, para adelantarnos a quienes les gusta manejar cifras, como que estamos en el proceso de crear no sé cuantas comunas, que una cosa es crear comités burocráticas, espacios e instituciones dependientes del Estado, donde se espera que este aporte los recursos y disponga lo por hacer y otra ayudar a que nazcan centros de poder que vayan diluyendo el poder estatal.
Pero el tema de mi interés ahora no son las comunas, sino lo referente al pensamiento descolonizador y a las resoluciones de ese, creo así se llama, Congreso que se realizó recientemente en Caracas acerca del pensamiento descolonizador. Evento por cierto manejado con elitismo y hasta clandestino, quizás para evitar a los imprudentes.
El propio Enrique Dussel, una de las figuras más prominentes de ese congreso, resalta como los llamados “gobiernos progresistas” de América Latina, poco interés han prestado al empeño de alguna u otra figura, por repensar nuestra historia. Y como en nuestras escuelas, desde el más alto al bajo nivel, el estudio de nuestro pasado, que es como comprometer el futuro, se ha venido haciendo desde la perspectiva eurocéntrica. Es decir, nuestras escuelas, con la anuencia del Estado, han venido reproduciendo en la mente de nuestros ciudadanos el espíritu colonial y la propensión de favorecer el dominio de factores que nos son ajenos. Ya en artículo anterior, que se puede leer por cualquiera de los siguientes enlaces: https://www.aporrea.org/actualidad/a271134- https://www.ensartaos.com.ve/enrique-dussel-el-eurocentrismo-y-la-historia-regional/ - http://deeligiodamas.blogspot.com/2018/10/enrique-dussel-el-eurocentrismo-y-la.html, toqué el tema en base a nuestra experiencia y vivencias personales. Hice referencia al asunto de la Historia Regional y como esa visión eurocéntrica, también se reproduce cuando los grandes centros urbanos, que se mueven de acuerdo a intereses de clase y grupos de poder, imponen dentro del país la visión centralista y aquella de la época de la historia romántica, de cuando se escribe la historia alrededor de las grandes figuras y desde la perspectiva de las grandes ciudades. La historia regional, aquella que comienza con las comunidades indígenas de cada espacio es no sólo ignorada sino se le lanza al rincón del olvido, bajo catorce llaves y cadenas para que no emerja. Para la cultura estatal venezolana, para hablar del país nuestro, aquella de cuando Eduardo Blanco y “Venezuela Heroica”, la historia comienza cuando el gran o grandes héroes entran en el escenario y éste desaparece con ellos. Para muchos hasta gobernantes, y sobre todo estos, la cultura indígena venezolana parece empezar y hasta morir con Guaicaipuro. Las civilizaciones indígenas, esas que a lo largo del país por más de 200 años le dieron guerra a los conquistadores y les mantuvieron a ralla, lo que llevó a uno de los genocidios más grande la historia de la humanidad, pareciera nunca existieron.
Por eso, la mejor manera de matar una idea buena, como esa de impulsar una discusión generalizada y a fondo sobre el tema de la descolonización nuestra, descubrir y romper lo eurocéntrico o colonizador, es encargarle al Estado el diseño de esa tarea. Las universidades, las academias y las escuelas, es decir el ámbito del Estado, en el caso nuestro son quienes por más de doscientos años han mantenido ese espíritu y forma de vernos a nosotros mismos. Son ellos quienes diseñaron y han defendido esa manera de abordar nuestra historia. Llegado el momento del toque de las campanas por voces de mucho prestigio, decimos así porque insistiremos en decir, como en el artículo al que antes hicimos referencia, en Venezuela ha habido demasiados intentos de impulsar ese nuevo pensamiento de abordar nuestra historia y hasta manera de ser sin que ello haya podido prender. Creo que antes hasta en la escuela se ha intentado darle importancia al estudio de lo regional, el espacio inmediato nuestro, en lo que a lo largo de nuestra carrera dejamos muestra de querer hacer algo, ante la indiferencia estatal y hasta del pensamiento académico prevaleciente. El Profesor Arístides Medina Rubio y su maravillosa revista, cuyo nombre no recordamos, dieron un importante aporte que es necesario retomar, pues parece que este proceso condenó al ostracismo.
La propuesta surgida del Congreso –por lo menos eso fue lo que nos informaron – de fundar un instituto oficial para descolonización acogida por Maduro, quien encargó de ello a Ernesto Villegas, pareciera una especie de delación de unos insubordinados contra el status, por parte de otros también sublevados. Eso es, para decirlo en el lenguaje coloquial venezolano, “poner a perro o zamuro a cuidar carne”. No está en el interés del Estado ni de las academias. Eso sería pedirles un comportamiento ajeno a su cultura, pesada herencia cultural y hasta intereses globales y personales. No entiendo como Dussel y sus colegas, quienes antes denunciaron como el Estado en América Latina toda, por hablar de nuestro espacio, incluyendo en los llamados gobiernos progresistas y hasta de izquierda, en lo que se incluyó a Cuba, no habían hecho absolutamente nada significativo para romper con esa tradición, se conforman con la creación de un Instituto Oficial para que impulse la descolonialización a través de los estudios de historia y la cultura en nuestros espacios. Más tomando en cuenta la amplitud del asunto y la responsabilidad del Estado y las academias en lo que ha acontecido. Es lo mismo que colocar al Estado por encima de las comunidades, los pueblos, las escuelas, las clases interesadas en el cambio y los partidos políticos revolucionarios, en la tarea de cambiar la sociedad.
La propuesta debió ser la creación de un gran centro de estudios, que incorpore a las regiones, comunidades, escuelas, etc. en la elaboración de un proyecto para la descolonización que abarque muchos espacios de la vida cultural y especialmente, porque de eso en específico hablaron ellos y también lo hemos hecho nosotros por los intereses particulares que nos conciernen, de la historia. No debió limitarse a crear una institución burocrática y menos ponerla bajo la supervisión de la Dirección de Cultura, como si fuese un asunto elitesco y limitado a un pequeño espacio. En eso debe involucrarse todo el sistema y los subsistemas educativos y mucho más allá. De lo contrario se pudiera pensar que el presidente a aquello quiso quitárselo de encima con un simple paso de muleta. Como aquello de leído y en cuenta.
Y quiero reiterar que en eso, lo que no es más que determinar un objetivo más específico, propongo se aborde e implante la historia regional, para romper con aquella visión, que la en la opinión de un reputado sociólogo e historiador, cuyo nombre ahora no recuerdo, según la cual pareciera que nos comportamos como el sistema planetario, donde unos son planetas y otras satélites. Romper con ese esquema, aparte de hacerlo con el eurocentrismo, lo sería también con los centrismos más específicos, concretos o cercanos.
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