Enrique Dussel, el eurocentrismo y la historia regional
Eligio Damas
Enrique Dussel, en el programa de Walter Martínez, al tratar el asunto de la “Descolonización”, volvió sobre un tema importante que pareciera ser una de esas cosas insignificantes en las cuales los “intelectuales pierden el tiempo y distraen a los políticos y la gente que estudia”, particularmente los jóvenes, como lo relacionado con la periodización de la historia de la humanidad de origen europeo, según la cual aquella ha transcurrido entre las etapas o edades primitiva, antigua, media, moderna y contemporánea.
Cuando escuché a Dussel, creo es la segunda vez que se me presenta esa oportunidad, cuestionando ese modo eurocéntrico de repartir los períodos de la historia humana, dentro de los cuales no cabe lo que llamamos América, pues los rasgos de cada edad no envuelven a las culturas americanas existentes en esos períodos de tiempo, que son tantas y en tan distintos niveles, como que cuando Colón llega a esta parte del mundo, según esa clasificación, esa Europa de la edad Moderna, que tal como a esta describen, nada tiene que ver con la vida de esta parte del mundo, entonces recordé una anécdota relacionada de una de esas vainas en las cuales uno se mete, sin tener la autoridad de gente como Dussel, por cuestionar a un grupo de cronistas que en un auditorio hablaban de historia, donde me hallaba como mirón, porque ellos siendo cronistas de ciudades venezolanas, hablaban a partir de la periodización eurocéntrica.
Cada uno de ellos habló y coincidieron en decir, sin duda de alguna naturaleza, que la llegada de Colón a esta parte del mundo se produjo en los finales de la Edad Media y comienzos de la Moderna. Para los eurocéntricos tal período abarca del siglo XIV hasta el siglo XVIII. Los manuales de historia, para simplificar las cosas, que en verdad nada simplifican sino enredan, caracterizan ese periodo como el inicio del capitalismo en su etapa artesanal, mercantil y hasta fabril. El mal llamado descubrimiento, que no se sabe con exactitud quién descubrió a quién, estando Colón como perdido, no fue más que el resultado de una economía que buscaba mercados y fuentes de riquezas, estando cerrado el acceso al oriente por el Mediterráneo. Pero además, “contabilizan” esos manuales una serie de rasgos para tal período, que al confrontar con la realidad de lo que los europeos llamaron “el nuevo mundo”, porque partieron de haberlo “descubierto” y hasta creado, no hay forma que tal periodización se concilie con ella. Por eso, pudiera uno terminar por creer, y hay mucho de eso, que este mundo no existía, pues no entraba en aquel esquema.
Por lo poco que había aprendido en una escuela universitaria de segunda clase y en buena medida a distancia, eso que los académicos y hasta cronistas no veían, tanto que seguían usando aquella periodización hablando de historia americana o de nuestro continente, pude percibir lo incongruente del asunto y como se nos inducía a ignorar nuestras raíces, experiencias y formas de organización, porque parecían como contradecir lo que de Europa venía y allá se hacía. Algo asía como que, “si lo de esos indios no entra en esta clasificación es porque no existieron o por lo menos no son dignos de tomarles en cuenta”. Y por supuesto, ese razonamiento fundamentó el exterminio y hasta una predisposición que cundió entre nosotros mismos, según el cual, nada de lo existente antes de la llegada de los europeos era digno de tomar en cuenta y por eso estamos obligados a adoptar su periodización. De tal manea es tan absurdo todo eso que, cuando hablamos de Edad Moderna y miramos la América de entonces, en el momento de la llegada por azar de Colón, como en nada cuadran, tendríamos que ignorar nuestra cultura primigenia y actuar y hasta analizar como si fuésemos europeos, lo que pudiera hasta justificar el genocidio. Y esto sucede. Pues hay un sistema educativo, que por esa manera de enfocar el asunto, pudiera crear y la crea, la idea entre los muchachos que los “indios” erar unos atrasados, hasta no humanos como sostuvo parte de la cultura europea y por ellos dignos del exterminio y la negación de todo tipo de derechos. Por haber dicho parte de esto y cuestionar a los cronistas, entre quienes había muchos egresados de universidades de prestigio, de aquel espacio donde asistí y hablé, quienes a su vez hasta cuestionaban sin saberlo a los llamados cronistas de Indias, casi me expulsan. Digo así porque habiéndome quedado para escuchar hasta el final, fui objeto de una especia de cayapa insustancial, sin que hubiese cronista, salvo yo mismo, que dejase constancia de ese acontecimiento.
Es verdad lo que dice Dussel y es una verdad que asombra. Hasta los llamados gobiernos progresista nada hacen por cambiar esa manera de “narrar”, digámoslo así por convencionalismo y porwue en verdad eso es lo que hacen, nuestra historia partiendo del esquema eurocéntrico donde las culturas primigenias son ignoradas, como si no hubiesen existido. Como para los europeos el mundo de la cultura comienza por Grecia y la llamada edad primitiva y antigua sólo se atiene a lo europeo. Uno pudiera pensar en lo inmediato que eso pudiera resultar de los escasos estudios existentes sobre esas culturas originarias nuestras, como pudiera pensarlo mucha gente, pero es evidente que las grandes culturas americanas como los Aztecas, Incas y Mayas dejaron tantas huellas que de ellas bastante se conoce y hasta abundan muestras. Pero en verdad sucede que, como dice Dussel, es posible creamos determinantemente nos independizamos, es decir rompimos el cordón político- militar que nos ataba a Europa por distintas vías, en un largo proceso que no terminó con las guerras de independencia sino que continuó con posterioridad por otras vías como es el caso de las hasta no hace mucho colonias holandesas y británicas, sin contar aquellas que aún se mantienen bajo esa relación o una menos estrecha. Pero esa manera de abordar el estudio de la historia es una prueba fehaciente que ese sentimiento o colonización ideologizada aun pervive o para decirlo como Dussel pervive ese estado de alienación. Recientemente leí de alguien una especie de justificación del genocidio de los colonizadores en la América, la mal llamada hispana, en unas supuestas ejecuciones en masa y particularmente de niños practicadas por nuestros indígenas. Es decir un hecho comprobado, masivo, tanto como para calificarlo de genocidio, producido para sustentar una invasión, hasta robo y sometimiento de una población que se destinó a la esclavitud se justifica en una mentira o un hecho dudoso que en todo caso sería como que ahora una potencia justifique invadir un país por unas prácticas usuales entre ellos. Veamos un caso específico. Entre los Incas se aplicaba la pena de muerte a los corruptos y unos pocos delitos mayores. Y hasta se solía aplicar penas severas a los padres cuyos hijos menores incurrieran en delitos. Es decir, en estos casos, la pena alcanzaba a los padres y en eso pareciera haber mucha coherencia. Por supuesto, en el mundo de hoy, a la mayoría de la gente eso pudiera parecer un exceso y hasta un abuso y se justificaría en aquello de “que culpa tienen los padres si los hijos les salen tarambanas”. En todo caso, tal comportamiento es inherente a las costumbres y leyes de esos pueblos y son ellos quienes deben cambiarlas y no hay nadie ajeno a eso con derecho a intervenir e imponer las suyas.
Por eso, si queremos descolonizarnos, como dice Dussel, tenemos que empezar por estudiar, formar a nuestros muchachos dentro de lo que nos es inherente como hijos de una realidad que tiene distintos orígenes y particularmente el de ser de estos lares o para decirlo como Darcy Ribeiro en “El Proceso Civilizatorio”, resultado del desfase de una cultura que traía su propio ritmo y forma.
No obstante hay mucha resistencia en las cúpulas académicas formadas en las escuelas eurocéntricas. Tanto como hay entre quienes impiden que en las regiones se estudie la historia que le es inherente, la historia regional e imponen la visión metropolitana, esa que se aviene con los intereses de las cúpulas que controlan el poder desde las instancias superiores. Que pudiera ese comportamiento no responder necesariamente a un asunto estrictamente clasista, como lo ha sido, sino también al interés de los grupos que a los niveles nacionales dominan e imponen sus intereses a todo el país. Porque aparte de la visión eurocéntrica en la cual se formaron muchos de esos educadores o historiadores, lo que les impide ver el mundo de otra manera, también prevalece aquello de ver el mundo como el sistema planetario donde unos son planetas y otras simples satélites. Quienes se miran así mismo como planetas conciben a los demás como satélites y para ellos es natural que el mundo así funcione. Porque cuando los tenidos como satélites tomen conciencia de su valor y significado van a reclamar por lo menos un trato igualitario. ¡Resulta duro crear conciencia sobre eso, porque quienes a uno rodean o con uno trabajan, pese ser nativos de las regiones en la mayoría de los casos, están empapados del eurocentrismo y de lo metropolitano o centralismo de las escuelas que les formaron! Y con el eurocentrismo siguen atados al romanticismo.
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