El negocio
de la deuda externa
Hedelberto
López Blanch
La deuda
global se ubicaba en 2016 en 164 billones de dólares el equivalente al 225 %
del Producto Interno Bruto (PIB) mundial y es que en los últimos diez años ha
aumentado, en el sector público y en el privado.
El informe
del Monitor del Fondo Monetario Internacional (FMI) de 2018 asegura que el orbe
ostenta un 12 % mayor de su deuda que en el pico anterior de 2009. Para el 2017
la deuda de la zona euro estaba en 71 % del PIB, en Estados Unidos en 82,3 %, y
en Japón 153,3 %.
Que la deuda
exterior de los países es completamente impagable, fue vaticinado por el líder
de la revolución cubana, Fidel Castro Ruz, desde septiembre de 1979 durante un
discurso pronunciado en Naciones Unidas.
Después lo
ratificó en 1983 en la Séptima Cumbre del Movimiento de Países No Alineados
celebrada en Nueva Delhi y en agosto de 1985 en el evento realizado en La
Habana sobre la Deuda Externa de América Latina y el Caribe donde sentenció que
“...no hay nada más parecido a un cáncer que la deuda externa...El imperialismo
ha creado esa enfermedad...y tiene que extirparse quirúrgicamente, totalmente, no
le veo otra solución”.
La
problemática principal es que los préstamos otorgados por organismos como el
Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y otros, lejos de favorecer el
desarrollo de los países endeudados son proyectos que los integran en el
mercado mundial para servir a los intereses de las transnacionales y de la
banca.
Son
programas de ajustes estructurales dirigidos, según sus discursos oficiales, a
restablecer el equilibrio financiero de los países que están en dificultades,
pero realmente se tratan de conciliaciones que buscan ante todo, favorecer a
los mercados financieros.
El BM y el
FMI imponen la apertura de la economía a fin de atraer capitales lo que trae
consecuencias negativas para la población y la economía. La pobreza se
generaliza con rapidez, los criterios macroeconómicos privilegiados por las
instituciones financieras no permiten de ningún modo mejorar el bienestar
general de la población pobre, por eso se considera que la deuda es un elemento
circunstancial con el funcionamiento de la economía capitalista, es un
mecanismo por el cual todos los Estados, desarrollados o no, pierden soberanía frente
al sector financiero.
Michel
Hudson uno de los ocho especialista que predijo la crisis mundial de 2008 afirmó
que la economía esta rota para el 99 % de la población mundial, y que el sector
financiero ha tomado el control de la economía y la exprime hasta el punto de
asfixiarla. Puntualizó recientemente que la próxima debacle económica que se
avecina la producirá la deuda acumulada en moneda extranjera y si el costo del
dólar sube, van a tener que pagar más en su moneda nacional para cubrirla.
Detengámonos
ahora en Latinoamérica donde en 1985 se estimaba que el pago de intereses por
la deuda ascendía a 40 000 millones
de dólares anuales, mientras que la fuga de capital neto estaba calculada en
más de 55 000 millones de dólares y la deuda total en más de 360 000 millones
de dólares.
En 2012, el
endeudamiento de los gobiernos de la región se cifraba en 29,4 %, en 2017 se
elevó a 43,3 % y se proyecta que para 2023 sea de 52,7 %. Según la
Comisión Económica para América Latina y
el Caribe (CEPAL) el aumento de la participación de las economías empobrecidas
en el mercado de bonos ha contribuido a aumentar su nivel de endeudamiento.
Chile
sobresale por su nivel de deuda externa en relación con el PIB que es del 60 %.
Los pasivos del país medidos en valores y la deuda aumentaron en 38 000
millones de dólares en los últimos cuatro años.
Punto y
aparte es el caso de Argentina que de 2014 a la fecha los pasivos externos subieron
de 145 000 millones a 249 000 millones de dólares, es decir, un incremento de
104 000 millones. En términos de PIB, indica que la deuda pasó del 25 % a más
del 43 %. El 90 % del endeudamiento se generó a partir de 2016 con el cambio de
la política económica del país, el acuerdo de pago a los fondos buitres y una
vía libre para la colocación de nuevos bonos en los mercados internacionales.
En cuanto a Colombia,
los pasivos con los acreedores internacionales pasó de 101 000 millones a 132
000 millones de dólares y en términos de PIB se elevó del 27 % al 39 %. El país
incrementó sus desequilibrios comerciales un factor potenciado por la caída del
precio internacional de los combustibles por lo que debió recurrir al
endeudamiento para poder cerrar las cuentas macro. La falta de industria
colombiana obligó a apelar a las importaciones de gran parte de los bienes de
consumo masivo.
En tanto,
México observó un aumento de la deuda externa de 286 000 millones a 467 000
millones de dólares, que pasó a representar del 22 % a 38 % del PIB.
Para Brasil
se estimó para este año una deuda externa de 331 000 millones de dólares, nivel
similar a la registrada en 2014 y que representa el 15 % del PIB. Esta cifra se
ha mantenido debido a la indiscriminada privatización que de momento permitió
obtener fondos al gobierno pero que traerá graves consecuencias para la población
y para la soberanía nacional.
El Centro Estratégico
Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) detalla que los ajustes financieros
suelen ser la gran amenaza para la región porque la deuda aumenta mientras
avanzan los desequilibrios comerciales y la fuga de capitales lo que compromete
la estabilidad externa de la economía latinoamericana.
Cada día se hace más presente la visión de Fidel cuando señalaba
que las recetas impuestas a muchas naciones en el mundo por los organismos
financieros occidentales, y acatadas por gobiernos neoliberales solo han
acentuado la situación de pobreza y hambre en el mundo.
La deuda, junto a los leoninos intereses, es impagable.
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