Cables diplomáticos de Estados Unidos
sugieren nexos de Álvaro Uribe con narcotraficantes
Por NICHOLAS CASEY 25 de mayo de
2018
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El expresidente de Colombia, Álvaro
Uribe, durante el cierre de campaña de Iván Duque, candidato a la presidencia
del Centro Democrático, en Bogotá. CreditNacho Doce /
Reuters
CARACAS — Álvaro Uribe
Vélez, el poderoso expresidente colombiano cuyo candidato para la
presidencia, Iván Duque, es el
favorito en las próximas elecciones, fue acusado de tener vínculos con
narcotraficantes en diversas comunicaciones de diplomáticos de Estados Unidos,
según cables recientemente desclasificados por el Departamento de Estado.
Los cables, que
recientemente se pusieron a disposición de The New York Times, describen
reuniones de 1992 a 1995 entre funcionarios estadounidenses y Uribe cuando era
un político prometedor, así como información recabada por funcionarios
colombianos que lo conocían bien. Los miembros del Partido Liberal,
organización política en la que Uribe militó, dicen que tenía vínculos con los
principales carteles de la droga, lo que incluye a la banda del capo Pablo
Escobar.
Los cables evidencian
nuevos datos sobre las acusaciones que durante años se han formulado contra
Uribe. En repetidas oportunidades, el líder del Centro Democrático ha negado
los señalamientos y sostiene que esas acusaciones reflejan los intentos de sus
rivales políticos por afectar su reputación.
Uribe, quien con el
tiempo se ha movido hacia la derecha, ahora es senador y pronto podría
encabezar el bloque conservador que ganó la mayoría de los escaños en las
elecciones parlamentarias de este año. Iván Duque, el protegido de Uribe que
compite en las elecciones presidenciales, aventaja a sus cinco rivales en las
intenciones de voto para la primera vuelta, que se celebrará el domingo.
Un cable de 1993 describe
una reunión de la embajada con Luis Guillermo Vélez Trujillo, quien entonces
era senador del Partido Liberal. El político se quejó de que la familia Ochoa
Vásquez, un importante clan colombiano vinculado con el Cartel de Medellín,
“había financiado” las campañas políticas de Uribe.
Alejandro González, otro
senador del partido de Uribe, les dijo a los diplomáticos que Uribe “temía por
su vida porque no pudo cumplirle a sus contactos del Cartel de Medellín” la
promesa de negociar un acuerdo con el gobierno para lograr la rendición de
Escobar.
Aunque los diplomáticos
dicen que no encontraron pruebas contundentes que respalden esas acusaciones,
las investigaron durante años y expresaron sus preocupaciones a los
funcionarios estadounidenses.
“Seguimos sospechando de
las conexiones de Uribe con el narcotráfico”, dice un cable de 1992 en el que
los diplomáticos estadounidenses discutían las operaciones antidrogas
realizadas con el apoyo de Uribe.
Los estadounidenses
luchaban por comprender las motivaciones del hombre que luego sería presidente
de Colombia y que este año ha vuelto a posicionarse como uno de los líderes
políticos más influyentes de su país.
En la campaña electoral,
Duque afirmó que Uribe, quien no puede volver a postularse a la presidencia por
los límites constitucionales del mandato, es el “presidente eterno” del
país.
“Álvaro Uribe transformó
la política colombiana. Su legado está en todas partes y sigue siendo un actor
político importante”, dijo Michael L. Evans, analista sénior del National
Security Archive, una organización sin fines de lucro que le proporcionó los
cables a The New York Times luego de solicitar que se desclasificaran.
Evans añadió: “Con estos
cables nos enteramos sobre las acusaciones que más le preocupaban a la
embajada: las licencias de aviación para las figuras del cartel; sus lazos
financieros con el clan Ochoa, y, sobre todo, la posibilidad de que él pudiera
estar comprometido con ellos”.
Uribe fue presidente de
2002 a 2010 y fue considerado como el aliado más cercano de Estados Unidos en
la región durante la guerra contra los líderes del narcotráfico. Hizo un trato
para desmovilizar a los grupos paramilitares en 2004 y atacó con éxito a los
rebeldes de las Farc, que comenzaron a negociar un
acuerdo de paz con su sucesor en 2016. Ambos grupos se financiaban con el
tráfico de cocaína.
Pero hasta el día de hoy
persisten las dudas sobre las posibles conexiones entre Uribe y el narcotráfico.
La Corte Suprema de
Justicia de Colombia ordenó una investigación sobre un caso de manipulación de
testigos contra Uribe que involucra al Bloque Metro, un grupo paramilitar y
narcotraficante con sede en Medellín. El hermano de Uribe, Santiago, está
esperando un juicio por cargos que lo acusan de haber formado un escuadrón de
la muerte llamado Los Doce Apóstoles.
Los cables
estadounidenses ofrecen una mirada a las acusaciones que Uribe enfrentó durante
su ascenso político.
En la década de los noventa,
una época marcada por la escalada de la violencia y la corrupción relacionadas
con las drogas, Uribe emergió como un “joven líder con un futuro prometedor” y
una “estrella brillante en la escena política colombiana”, dicen los cables
diplomáticos.
Sin embargo, los
diplomáticos también encontraron acusaciones que empañaban la reputación del
líder político.
Vélez, el senador que
dijo que la campaña de Uribe fue financiada por la familia Ochoa, les dijo a
los diplomáticos sobre una reunión que se produjo en la década de los noventa
entre Uribe, otros dos políticos y la esposa de Escobar. La reunión fue secreta
hasta que Escobar publicó una carta al respecto y los diplomáticos querían
saber cómo se había llevado a cabo.
Vélez dijo que Escobar
había usado a los Ochoa, miembros del Cartel de Medellín, para organizar la
reunión y “abrir un canal de comunicación” con César Gaviria, en ese entonces
presidente de Colombia, como un favor personal.
Un cable explica que
cuando los funcionarios de la embajada le preguntaron a Uribe sobre el
encuentro, el político contó que sí había ocurrido y que él pensaba que iba a
reunirse con la madre de Escobar, no con su esposa, para discutir la rendición
del capo. “Él rechaza cualquier idea de diálogo o concesiones a Escobar”, escribieron
los diplomáticos.
En otro cable de marzo de
1993, los diplomáticos planteaban dudas sobre Uribe, al citar su conexión con
Ernesto Samper, que se convirtió en el presidente de Colombia en 1994. En el
cable se dice que “hay sustancia en los rumores” de que Samper, Uribe y un
tercer político relacionado con Samper estaban vinculados con los traficantes
de drogas.
“Abundan los rumores de
la participación de esos tres con narcotraficantes”, registra el cable. En el
documento también se dice que los diplomáticos creían que Samper, de ser
elegido, sería indulgente con los narcotraficantes.
Los diplomáticos estaban
desconcertados con la información que recibían, puesto que Uribe se reunió
varias veces con ellos para discutir planes con el fin de detener el tráfico de
drogas.
En un cable de julio de
1993 se dice: “El senador Uribe ha demostrado ser un enigma para la embajada:
tiene lazos familiares con los narcos (es primo de los Ochoa) además de los
rumores de contactos creíbles que lo vinculan, pero sus declaraciones contra
los traficantes y las protestas vehementes en la embajada”, escribieron los
diplomáticos, “dicen lo contrario”.
Un
documento de marzo de 1995 explica que en 1992 los diplomáticos recibieron
información sobre un intento fallido de Uribe de nominar a “una persona
asociada con una conocida familia de narcotraficantes” como candidato de su
partido a la alcaldía de Medellín. Cuando ese intento falló, Uribe trató de
nominar a un tío de Escobar, quien “también fue descartado”, según el cable.
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