Por: Armando
Lafragua
Tengo dudas. No sé si ponerme de
parte del lado de quienes dicen querer un canal humanitario. Porque pese lo
piden, al mismo tiempo piden que nos lo cierren o le pongan más piedras al
camino. Quienes dicen que no necesitamos ese canal, dicen y se quejan que
alguien lo está cerrando o mejor no deja que se construya.
Quienes uno sabe, porque no hay
dudas, arrastra piedras desde cualquier sitio, porque le sobra como hacerlo,
para cerrar los caminos o vías antes existentes, pide que le dejen abrir o le
abran un camino humanitario. Un como dejarles entrar sin pagar entrada y menos
siquiera dar las gracias.
Esta pantomima, en la que no sólo
los gestos sirven, también las palabras, a uno que no es nada inteligente y por
eso le cuesta interpretar a cada personaje, le enreda y le cuesta asumir
posición.
No sé bien, porque quienes dicen
lo contrario me enredan, si carecer de medicinas, hasta de jeringas y algodón,
por lo menos a precios accesibles, porque de todo se halla, de eso se encargan las redes
sociales, pero a los precios que el filibusterismo impone, tiene algo de eso de
crisis humanitaria. Es decir, esas cosas entran, pero sin espíritu humanitario
sino con el del capitalismo salvaje y
por demás feroz. Porque, como dije, si se encuentran; basta preguntar por un
teléfono, aunque en la farmacia no “exista”. Como tampoco sé si lo es o no el
comer, eso que Brecht calificó como primero que la moral y el Quijote creyó
necesario para contener el peso de las armas. A mí, en mi intimidad, pese el discurso de un político le
convenga decir que no, me haga dudar, si me parece que eso conforma una crisis
humanitaria y se requiere la ayuda de quienes puedan y de verdad quieran
hacerlo para superarla. Pero eso sí. Ayudar, socorrer a alguien no es meterse
en sus espacios a saquearla. Tampoco ponerle condiciones infamantes, como
“véndeme tus corticos barato, a precio de gallina flaca, para que puedas cenar
esta noche”. O “te doy este saquito de maíz y dejas me lleve por unos días a
esa carajita tuya que está allá, jorungándose los pies”.
No entiendo cómo hay quienes desde
adentro piden que llegue ayuda y hablan de crisis humanitaria, mientras a sus
productos, que ellos fabrican, aunque el dólar to day, dándole a este el
derecho de determinar los precios, baje o se mantenga estático o suba un
poquito, les suben de precio de manera
desmesurada. Y mientras eso hacen, dicen por aquí, por allá, ellos mismos o por
intermedio de sus voceros que hay crisis humanitaria. Claro eso de “no
entiendo” es un decir, porque lo que quieren es “ayuda humanitaria” para ellos.
Como que le den un montón de vainas para hacer una piñata y a esta solamente le
metan un caramelo y los demás es agua. Igualito que la red de carajos que se meten
en los Clap y a este secuestran. O reciben dólares preferenciales para comprar
cosas y cuando estas ponen a la venta parten de lo que indica la divisa
paralela. Por aquello de quien reparte y reparte se queda con la mayor parte.
Tampoco entiendo cómo EEUU y esto
es una verdad como una catedral, sólo que muchos entretenidos en su deseo de
tumbar a Maduro, quien tiene la culpa que ese sentimiento aumente por lo malo
que es como presidente, pero no por dictador u otros falsos defectos que le endilgan,
sino por ineficiente e incompetente para acertar en algo, nos crea esa crisis
humanitaria habiéndonos declarado “amenaza inusual”, como un gorila hablando de
algún piojito que le mordió un minúsculo espacio de la nalga derecha y nos
aplique una serie de medidas y obstrucciones, tan rígidas como el saboteo a
Cuba, tenga el cinismo de denunciar que sufrimos una crisis humanitaria y
requerimos de su ayuda para salvarnos. Es decir, genera el problema y luego lo
denuncia como un peligro causado por otro y se ofrece para resolverlo, pero
como si sus causas fueran distintas a las reales. Si suspendiendo todas esas
medidas empezarían a hacerlo y por darle oportunidad al venezolano que juzgue a
su gobierno con más equidad y equilibrio.
La injerencia gringa que sólo es
aplaudida, por ahora, por quienes están obcecados por el odio contra Maduro,
pues ese sentimiento hace perder el juicio, tanto como la gran dama, esposa que
se llena de odio contra una infante a quien su marido, el amo de las tierras y
los hombres, raptó, como los “meros
machos” antes procedían; y mientras
llora, blasfema llena de rabia, con la otra cara o alma enternecida, ruega que
su inocente amado vuelva y se aparte de los brazos de aquella bruja. Es decir,
quienes están atrapados en el odio, pasan por alto que esas medidas tomadas
desde EEUU, las referidas estrictamente a lo económico, no a las referidas a
algún funcionario, tienen más o menor culpa, eso depende, de este estado de cosas que llamamos crisis
humanitaria. Para ser justo, sin que esto implique identificarse con el
gobierno cubano, que no es el caso nuestro, cuánto ha afectado a ese pueblo el
bloqueo.
Si algún pueblo sabe de crisis
humanitaria es Haití. Tanto que podríamos decir sin exagerar que desde su
independencia ha vivido en ese estado. Pero por estar ubicado donde los
huracanes y todos esos dañinos fenómenos que convoca esa zona geográfica y
posición astronómica, casi constantemente al hambre y abandono en que vive allí
la gente, ellos acompañan para aumentar allí las dificultades y hacen más grave
esa permanente crisis humanitaria. ¿Y quién les ayuda? ¿Han averiguado, quienes
piden que dejen a los gringos nos ayuden humanamente, si ellos le han prestado
alguna vez ayuda a ese pobre pueblo? ¿Si la respuesta es positiva, por qué
después de tantos años sigue como está?
De lo que sé y es bastante,
porque los años me han permitido atesorar esa información, cada vez, sólo cada
vez, que un particular fenómeno de alta intensidad azota a Haití, o un
estremecimiento político, allí llega más rápido que inmediatamente la “ayuda
humanitaria” norteamericana, pero sólo
la vestida con uniforme militar y portadora de armas para evitar que nadie se
alebreste. Llegan los “Rambo” con sus armas y porte como de extraterrestres que
meten miedo. Y luego se van, pasado un tiempo, cuando ven la marea tomar su
nivel, la de la mar y la del estado de ánimo de la gente. Dejando la crisis
humanitaria, sobre todo la del hambre, tal cual como estaba. Y se van porque
allí no hay nada que cogerse.
Por todo eso, el tema del la crisis
humanitaria y la pertinencia de solicitar la ayuda que ella demanda, se me
confunden; además, quien quiere ayuda y nadie por muy insensato que parezca y
está necesitado, la desprecia y rechaza. Ayude y no mire a quien. Pero también,
agarrando aunque sea fallo.
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 4/30/2018 06:33:00 p. m.
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