Por: Eligio
Damas
A los conejillos de indias se les
utiliza mucho en la investigación. En laboratorios donde se realizan
experimentos y observaciones se les suele utilizar. Los procesos de cambio,
llámense revolucionarios o no, como el cubano o de los zapatistas de Chiapas,
los “investigadores o científicos sociales” les caen, según decimos los
venezolanos, como en rio en conuco. Y eso no es malo, son acontecimientos que
sirven para aprender mucho porque se salen de lo cotidiano, tanto como intentar
hacer las cosas de manera diferente a como las hacen en todas partes y hasta
observar si lo que ellos creen o sus hipótesis se confirman. Pero la vida es
demasiado terca y por demás realista, tanto como que una cosa quieren ver los
observadores y hasta sueñan que se dé y otra el común de la gente que vive en
los espacios por ellos visitados. Además, el mundo es tan cambiante que demanda
cambio de los mismos observadores y sus instrumentos para poder captarlo
pertinentemente. Esa es la esencia del acontecer. Y también una cosa es ver un
duelo boxístico desde las tribunas o butacas, siendo servido convenientemente y
al gusto con solo estirar la mano y otra es estar montado en el cuadrilátero y
no de árbitro.
Además, suele suceder que los
visitantes, muchas veces invitados especiales, aparte de no sentir los rigores
de la vida, pese les lean cifras, si es que llegan a leer las verdaderas, nunca
estas dejan huella y menos dolor, como lo que eso afecta, de un lado u otro, a
quienes conviven diariamente en esos espacios. Los observadores, siempre lejos,
aunque crean estar sentados cerca del escenario, nunca llegan a tener idea
exacta cuánto están o estuvieron. Una cosa es el corresponsal de guerra que ve
los bombardeos desde la azotea de un hotel o a través de la red televisiva
desde un salón del mismo y otra la gente sobre la cual cae la metralla. Ser
padre de un niño que requiere urgentemente un servicio médico que no llega porque
las vías de acceso están cerradas y si llega allí no hay como socorrerlo, es
distinto, diametralmente distinto a un periodista o visitante a quien se le
diga que “tenemos salud gratuita y de excelente calidad” y hasta se le lleve a
una institución modelo que pudiera ser un caso real pero aislado.
Pero aparte de eso o quizás por eso
mismo, es por lo que el analista, periodista auténtico, como el científico no
pueden comprometerse con quien quiere que la investigación invariablemente dé
un resultado o conduzca a la verdad.
Digo esto porque, pese “la fama”,
decimos así los cumaneses, o mejor el prestigio como analista del cual goza
Bilbao, nos sorprendió cuando habiendo dicho que en varios países
latinoamericanos se ha pretendido reformar el capitalismo “desde el mismo
capitalismo” y sentenció “esos fueron
los casos de los gobiernos de Brasil y la Argentina que se negaban por completo
a una definición netamente antiimperialista y anticapitalista”. Y luego agrega
de manera para uno por demás extraña “Quisieron
cabalgar en los dos sentidos, quisieron reformar el capitalismo con un sentido
y eso, ya se ha demostrado cabalmente, es imposible”.
Para llegar a viejo hay que haber
sido joven, eso es inevitable. Para reformar el capitalismo, no hay otra manera
de hacerlo que partir de él mismo. Aunque no se trate simplemente de reformarlo
sino el ideal, el sueño de los soñadores, sustituirlo ahora. Sería interesante
Bilbao explicase esa extraña teoría, según la cual, uno, los venezolanos, para
no inmiscuir a otros, que vivimos en capitalismo, si lo que queremos “reformar”,
la palabra es suya, o mejor hasta cambiar por otro estadio o sistema, podríamos
partir de uno que no tenemos, como volvernos al esclavismo o feudalismo o
“capitalismo-enfeudado”, como si mal no recuerdo habló mi profesor y amigo Federico Brito Figueroa.
Pero podría ser que el periodista
que redactó la primera parte de la entrevista, dijo en sus propias palabras lo
que posiblemente quiso decir Bilbao y generó una confusión; por aquello de “se
quiso reformar el capitalismo desde el capitalismo mismo”; quizás en realidad quiso
decir, se pretendió cambiar el capitalismo con fórmulas capitalistas; lo que es
un poco aquello del Che Guevara de pretender hacer el socialismo con “las armas
melladas del capitalismo”.
Concluyo lo anterior por aquello
referido a Argentina y Brasil. Eso de querer cabalgar en un doble sentido. Lo
que es también para mí una sorpresa, porque hasta este momento, las políticas y
el discurso de los gobiernos progresistas, llamémosles así para hacer la cosa
más sencilla, nunca me indicaron en forma y contenido que tuviesen carácter
socialista. Ni siquiera Evo pone énfasis en eso, pese la carga cultural
ancestral que todavía caracteriza a Bolivia. Es como si alguien me dijese que de
eso mismo contiene las políticas de Maduro, quien si se recrea en el discurso,
sobre todo por lo relativo al salario y los bonos. Es verdad, cambiar el
capitalismo con sus fórmulas, como limitar la lucha de clases a lo relativo al
salario, no conduce a resolver sustancialmente la contradicción correspondiente
ni cambiar la mentalidad capitalista del asalariado. Peor si hasta el Estado
interviene y pone fin o freno a esa lucha cuando toma la tarea para sí, ordena
los aumentos por decreto y resta la fuerza que eso contiene y paraliza casi
toda clase de reclamo. El estado que no es sino un mecanismo, superestructura
sujeta a los vaivenes de las fuerzas en pugna, no puede ser la vanguardia de
los portadores de la bandera del cambio. Si algo se hace mal aquí, pese el
discurso antiimperialista, es haber convertido a las fuerzas que debiendo ser
revolucionarias, vanguardias del cambio, como el Psuv y GPP, fósiles
burocratizados, sólo destinados a apoyar y a la gente, solamente útil o usada
para votar y marchar. Y, esto de hecho, contradice el mensaje antiimperialista
y sobre todo socialista, al margen del concepto que de esto se tenga.
Es cierto lo que dice Bilbao en
relación con la falta de empuje de los llamados gobiernos progresistas que
menciona, entre los cuales incluiría con mucha pertinencia a los uruguayos del
Frente amplio, hasta el de Pepe Mujica, que no se sumaron con la fuerza y el
empuje necesarios para darle mayor respaldo y contenido de cambio a los
intentos de Chávez, sobre todo a aquello con profundo sentido antiimperialista
y de unidad verdadera y sólida, por sus raíces y vísceras. No sé si Bilbao
exagera su aspiración, pues es un tema a discutir profundamente para aclarar
ideas que unos dan por claras pese parecen confusas, cuando habla de haberle
dado a aquello sentido anticapitalista y pro socialista. Pero si, repito, era y
es posible lo primero. Aunque no abandonaré este asunto sin reclamar una
discusión conceptual acerca de lo que estamos entendiendo por socialismo.
Porque se percibe que, como acabo de decir a un amigo por teléfono, pareciera
que estamos hablando en dos niveles o de dos conceptos de socialismo. Tanto que
en Venezuela se escucha un discurso, no es casual, repetitivo, aunque no deja
de dar muestras de confuso o falta de convicción de quienes lo pronuncian,
según el cual estamos “construyendo el socialismo” o, en el menor de los casos,
andamos “en transición” hacia ese
estadio. Como que unas políticas progresistas, llenas de buena intención pero
hasta mal implementadas, contienen o conforman un programa socialista.
Como muestra de esto último, cuando
el periodista alega a Bilbao que en Venezuela también parece haber fracasado el
proyecto y señala en prueba de ello las graves dificultades económicas que
padecemos, el entrevistado responde: “Eso es cierto, pero no ha sido la
transición al socialismo lo que ha producido esos efectos, sino la fuerza
contra revolucionaria que se lanzó sobre Venezuela para impedirle desarrollar
la propuesta de una potencia anticapitalista”. Es decir, para él, al parecer,
estamos o hemos estado en transición al socialismo. Aunque debo reconocerle
también lo de admitir que entre nosotros las cosas andan muy mal. Tanto que el
capitalismo “salvaje” se mutó en fiera
La palabra transición significa el
paso de un estado a otro. Es como una mutación, pese las características
particulares de cada fenómeno o acontecimiento. Puede ser rápido o lento, según
las circunstancias. Pero una transición, para ser admitida como tal debe dar
muestras, dejar huellas. En el camino del capitalismo al socialismo, supongo
yo, que no soy experto ni voy a caer en la tentación de buscar quien avale lo
que digo o vestirme con citas para fingir lo que no soy y hasta quizás enredar
más el asunto, oscurecer en lugar de aclarar, deben haber hitos, no voy hablar
de mojones para no ensuciar el tema, que permitan al perseguidor de huellas
hallar las referencias. Puede que alguien a quien se le ocurra la impertinencia
o deseo de perder el tiempo, me señale una serie de cosas como la educación
gratuita, los bonos, la salud, el número de pensionados, y eso suele suceder.
Con lo que me estaría diciendo que en Venezuela, con algunas diferencias en las
cifras, unas más, otras menos, por lo menos desde Medina para acá, nos la hemos
pasado en una permanente transición al
socialismo.
Por lo anterior, reconozco el
esfuerzo de Chávez por crear las bases para fortalecer las luchas
antiimperialistas de lo que sobran pruebas, sus sueños por una sociedad
distinta, en buena medida expuesta en aquella frase “¡Comuna o nada!, los
espacios abiertos en la constitución, las conquistas de la gente trabajadora y
humilde, pero dentro del marco de una sociedad capitalista, razón misma por la
que ellas siguen allí como derechos, como también el del comer, pero hechos
trizas por el sistema que sigue dominando. El capitalismo ha dado pruebas que
puede no sólo absorber eso, sino reducirlo a su conveniencia.
Pero es obvio que eso no fue
suficiente. No sólo por la responsabilidad que Bilbao asigna a otros gobiernos
y hasta pueblos de nuestra América, sino porque tengo la sospecha que lo
primero que debemos conciliar, de lo tanto que hay, es el lenguaje. ¿De cuál
socialismo hablamos? ¿Son contrarios los conceptos de capitalismo y antiimperialismo?
¿Sólo el socialismo es antiimperialista? ¿Si es así, entonces como asumir las
alianzas? Conste que no tengo respuestas a mano. ¡Es mucho camisón pa´ Petra!
Como Bilbao dijo que Venezuela “pudo”
ser una potencia anticapitalista, sería bueno responder estas preguntas:
¿Entonces ya no estamos en transición? ¿Qué son las economías chinas,
vietnamitas y rusas?
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 5/11/2018 03:52:00 p. m.
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